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Eclipse Sempiterno. La agonía de ser mujer
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Libro electrónico122 páginas1 hora

Eclipse Sempiterno. La agonía de ser mujer

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Eclipse Sempiterno es la historia de Elena, una mujer valiente nacida y criada durante los años de la dictadura en Rumanía, una mujer que, a pesar de las dolorosas pruebas que la vida le ha presentado, siempre ha logrado levantarse y seguir adelante, gracias también al amor y al apoyo incondicional recibido de la abuela Elena, a la que la misma autora dedicó estas páginas. Su historia es una advertencia a no perder nunca la confianza en la vida, a aprender de los momentos de dolor, a levantarse después de cada caída porque si la motivación es fuerte los obstáculos desaparecen.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento31 may 2023
ISBN9791220141031
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    Eclipse Sempiterno. La agonía de ser mujer - Elena I. B.

    Sobre el autor

    Mi nombre es Elena y esta es mi historia, la historia de una mujer que nació y creció en dictadura, la historia de una mujer maltratada por la vida y por las circunstancias, una mujer que llegó a sentir que estaba destinada al sufrimiento y a las desgracias, pero que no se detuvo, porque como diría Alejandro Magno: Con la actitud correcta, las limitaciones autoimpuestas desaparecen.

    En las páginas que a continuación leerás, te contaré cómo viví el comunismo en Rumanía, cómo fui perseguida sin razón alguna y cómo logré escapar de un país al que nunca pertenecí. También sabrás cómo y por qué llegué a España y qué es de mi vida hoy.

    En un futuro no muy lejano, me gustaría poder contar públicamente algunas de mis experiencias y así concienciar a las personas sobre la importancia de vivir, porque la vida es una sola. Hay que amarse y cuidar de sí mismo, créeme que nadie lo hará mejor que tú, no te limites por las obligaciones, no te encierres en la rutina.

    Si de verdad lo quieres, encontrarás el tiempo que necesitas, lo dice alguien que lo ha experimentado todo sobre sí misma.

    Prólogo

    Desde muy joven he sentido inclinación por la lectura y por la escritura, posiblemente mi desempeño en teatro y danza tenga mucho que ver con el amor que siento por el arte en general… La escritura me encontró en un momento en que estaba perdida y necesitaba exteriorizar todo aquello por lo que había pasado a lo largo de mi vida; es así como he llegado a este momento, es así como finalmente me atrevo a contar mis experiencias. 

    En un principio pensé escribir sobre cualquier otra cosa, ya que ideas nunca me han faltado, pero me elegí a mí, en parte porque el mensaje que quiero impulsar es amate primero y después piensa en lo demás, y siento que solo puedo lograr mi objetivo si soy capaz de llegar a al menos una persona con mi historia.

    Nacer en comunismo

    No todos tienen la fortuna de nacer en libertad, algunos piensan que es una utopía, un símbolo etéreo por el que, sin embargo, muchos deciden enfilarse y luchar. La percepción de saberse y sentirse libres los lleva incluso hasta el punto de entregar sus propias vidas, a sabiendas de que el resultado es siempre incierto. 

    Nací en el año 1968, en un país donde el comunismo comenzaba a ganar cada vez más terreno, una región en la que cada día controlaban un poco más la vida de las personas desde todos los flancos posibles. 

    Mi nombre es Elena y nací en Rumanía… unos meses antes de mi nacimiento, el gobierno criminalizaba una vez más el aborto a través de un decreto presidencial que buscaba incrementar la población a más del cincuenta por ciento en tan solo diez años para revertir las bajas tasas de natalidad. A quienes nacimos después de esa fecha nos llamaron Los niños del decreto

    A cargo de la nación estaba el comunista Nicolae Ceaușescu, un hombre que fue secretario de la Unión de la Juventud Comunista, cuando Rumania comenzaba a caer en la influencia soviética (1944-1945). Ceaușescu erigió un sistema represivo que no toleraba críticas y que ejercía control, a través de su cuerpo policial denominado Securitate.

    Inmediatamente después de mi nacimiento, mis padres decidieron separarse, así que me crié en la casa de mi abuela materna, también llamada Elena. Ella sin duda alguna influyó en gran medida en la formación de mi carácter, una personalidad que algunos percibían como imponente y rebelde.

    El entorno familiar, antes de mi llegada, estuvo muy marcado por los hechos históricos que sacudieron a Europa y, aunque yo todavía no nacía, todos estos acontecimientos tuvieron un eco importante en el transcurso de los primeros años de mi vida. 

    En la Primera Guerra Mundial, por ejemplo, mi abuela perdió a su padre y, como era la mayor de la familia, tuvo que hacerse cargo de todas las obligaciones y los deberes, en cuanto al manejo de las tierras y de los animales de granja que poseía la familia. Un tiempo después, ella se casó con mi abuelo Constantin, más por conveniencia que por amor; como resultado de esa unión, tuvo dos hijas: Ana y Flor, mi madre. 

    Algunos años más tarde, específicamente durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, mi abuela perdió a su hermano y a su marido, quedándose sola para enfrentar la vida, esta vez con dos niñas pequeñas a su cargo. 

    Como tantos otros, ella tuvo que pasar por todos los horrores de la guerra, para después ser víctima de la política de expropiación más cruel. Los comunistas, una vez tomado el poder, confiscaron sus tierras y sus animales, dejándola sin nada. Irónicamente, mi tía y mi madre, fueron expulsadas de la escuela tras finalizar la educación primaria, es decir, no pudieron continuar ni tener una educación más completa, porque el Estado argumentó que mi abuela poseía tierras y animales que ellas debían trabajar; sin embargo, esto no era cierto, así que se vio obligada a buscar trabajo para ganarse el sustento en una época muy dura. 

    Muchos años después, y bajo la sombra del régimen comunista, nacía yo, en el contexto de una sociedad que estaba golpeada por las circunstancias. Mi niñez, sin embargo, transcurrió sin preocupaciones ni problemas en la casa de mi amada abuela. 

    18

    Hoy entiendo lo que significa ser adulto, hoy entiendo todo lo que debe hacer una madre o en mi caso una abuela para que los más pequeños de la casa puedan crecer con la tranquilidad y la armonía que necesitan y merecen. Debo decir que la abuela en apariencia era una mujer frágil, pero en su esencia era una guerrera invicta, había pasado por muchas cosas y a pesar de eso, se mantenía en pie, luchando.

    Recuerdo que, en su casa, escuchábamos una emisora de radio prohibida por el gobierno, Europa Libre (Radio Free Europe/Radio Liberty), en la que informaban, analizaban, debatían y condenaban todas las atrocidades que cometía el régimen comunista. Así fue como poco a poco comencé a tomar conciencia de los conflictos que acaecían en el país y de cómo afectaban a nuestra vida familiar y a la sociedad en general, todo gracias a un sistema político-económico que solo trajo más caos y pobreza a la región y a la vida de cada uno de sus habitantes.

    Rechazo a un sistema represivo 

    Con sinceridad el hacerme consciente de las circunstancias me hizo odiar a la doctrina de pensamiento comunista desde muy joven y por supuesto a Ceaușescu, que ostentaba el poder en aquel momento. Así me sentía al respecto, a pesar de que mi abuela procuraba que yo no sintiera los estragos de las carencias. Y es que ella era una mujer muy fuerte y decidida, una mujer que tenía una única debilidad y esa era yo, así que como no me negaba nada, yo crecí muy mimada, muy terca y obstinada.

    Marcada por las diferencias 

    Mis primeros años de escuela fueron en el pueblo de mi abuela, no puedo olvidar que en aquellos espacios me daban un trato especial porque a diferencia de otros, yo tenía cosas (ropa, útiles escolares, dulces). Quizá yo no lo entendía del todo en aquel momento, pero todo eso que debía ser normal era considerado un lujo. 

    Se trataba de una sociedad en la que la gente carecía de los productos más básicos, los de estricta necesidad, como por ejemplo el azúcar, el aceite, las harinas, etcétera. Tal vez no era del todo consciente, porque en la escuela yo obtenía algunos beneficios por tener un poco más… Recuerdo que a cambio de un plátano o de unos pocos dulces de chocolate, mis compañeros solían obedecerme, siendo una especie de pequeña corte para mí. 

    Así fueron los primeros años de mi infancia, tratada como una reina por todos los que estaban a mi alrededor. No obstante, los detalles que perduran en mi memoria, son las cosas más simples; lo que hoy extraño, lo que realmente añoro son las pequeñas cosas que en su momento pasaban desapercibidas. 

    Cómo olvidar, por ejemplo, aquellas mañanas en las que

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