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Cinco amigos deciden emprender un viaje que cambiará sus vidas. En un lugar lejano e indeterminado entrarán en contacto con personajes de otras culturas y también entidades de mundos paralelos que les revelarán una forma diferente de enfrentarse a la realidad. Una novela que encantará a los filósofos platónicos, a los antropólogos y a todos los amantes de la naturaleza.
No hay leyes que decidan las opiniones. Las opiniones pueden ser contrarias y hacernos mejores como seres humanos: basta con escuchar a los demás sin prejuicios. La eterna pregunta sobre la dualidad de las cosas, sobre la existencia de Dios, caracteriza intensamente cada página.
¿Podrá el protagonista, Ismael, encontrar la felicidad?
 
Jesús M.ª Sánchez Martínez nació el 18 de agosto de 1969. Casado y con dos hijos de 18 años. Su infancia la pasó en Madrid hasta los 11 años. La adolescencia tuvo lugar en San Sebastián (Donostia).
A los 17 años volvió a Madrid, donde cursó la licenciatura de C.C. Geológicas en la Universidad complutense de Madrid. Posteriormente terminó sus estudios con un máster en evaluación de impacto ambiental en el Instituto de Investigaciones Ecológicas de Málaga, miembro de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN). Lleva más de 20 años trabajando en tecnología Microsoft, actualmente desempeña labor de arquitecto de software en dicha tecnología. Su residencia actual es en Rivas – Vaciamadrid (provincia de Madrid) y es un gran aficionado a escribir, viajar, deporte y filosofía.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento31 may 2023
ISBN9791220140966
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    Opiniones contrarias - Jesús María Sánchez Martínez

    Capítulo 1 (Temas Divinos).

    Como de costumbre, Santiago se levanta de la cama de forma reposada, con un breve impulso de sus manos se incorpora y se dirige al cuarto de baño. Al entrar, encuentra de frente su rostro reflejado en el espejo y empieza a ordenar su mente, pensando en todo lo que va a hacer a lo largo del día. Mientras organiza su largo pelo moreno recuerda que esta tarde tiene una cita muy interesante, ha quedado con Ismael en la cafetería del barrio. Sabe que con él la tarde le traerá conversaciones muy agradables, los dos son personas que les gusta hablar de temas transcendentales de la vida. 

    El ritmo de sus movimientos es siempre lento y sigiloso, abre el grifo de la ducha y lo deja correr hasta que se calienta el agua, mientras tanto se dirige a la cocina para prepararse un café y unas tostadas. Una vez caliente el agua, se mete en la bañera muy despacio, teniendo cuidado de no caerse. Mientras el agua le golpea la frente no puede dejar de pensar en lo que tiene planeado esa mañana, se va a dar un paseo por el parque para leer ese libro que adquirió ayer en el mercadillo de los viernes.

    Por fin ha encontrado algo interesante sobre ese tema que siempre le ha inquietado, viendo como Ismael ha renegado de las creencias aprendidas en la infancia él no puede más que investigar para intentar convencerle, aunque sabe objetivamente que es imposible ya que éste no ha cambiado de opinión de forma ligera, sino que nunca le convenció lo que le decían. Pero Santiago nunca desiste, es una persona persistente y luchadora, se ha propuesto leerlo para luego dar pruebas de la existencia de Dios a su amigo.

    Santiago es una persona extremadamente delgada y con una gran altura, su aspecto desaliñado aparenta una rebeldía de la que él carece, siempre ha aparentado un carácter revolucionario, algo muy distinto a su comportamiento. Criado siempre bajo una educación religiosa y tradicional, su visión de la vida siempre ha estado con esta ideología. Esto no significa que no haya buscado experiencias para aprender y analizar su conocimiento, siempre ha querido justificar lo que siempre ha creído, no se ha limitado a entender lo que observa, sino que ha buscado su razonamiento. 

    Como de costumbre, cuando sale del portal hay una señora entrada en años que le observa con miedo, como quien se asusta de un animal peligroso, él como siempre le sonríe y le saluda para que ella no tema por su presencia.

    Hoy hace un día inmejorable, ha empezado la primavera y da gusto pasear por el parque, busca un sitio tranquilo donde concentrarse. Por fin encuentra un banco solitario donde no parece pasar mucha gente, se sienta y comienza a leer. El prólogo del libro ya es prometedor, rechaza la justificación de Dios por medio de la fe, indica que es posible llegar a esta idea por medio de razonamientos, ya que utilizando la lógica y el principio de la causa primera se puede deducir la demostración de una divinidad.

    Según avanza en su lectura se va metiendo más en el contenido del texto, como en todo lo que hace en su vida, el ritmo es lento pero seguro. Quiere entender todo lo que le dice y por esto no quiere precipitarse, es una persona que le gusta analizar bien lo que observa sin dejarlo pasar a la ligera. Se abstrae tanto que el tiempo pasa rápidamente y cuando quiere darse cuenta es la hora de comer algo antes de su tan ansiada cita.

    El aspecto físico de Ismael es muy similar a Santiago, pero más corpulento. Al igual que Santiago, lleva una larga melena morena siempre arreglada, en este caso su imagen si concuerda con su forma de ser. Se conocen desde hace muchos años y han recibido muy parecida educación, sin embargo, su aprendizaje le ha llevado a cambiar la forma de pensar. Las ideas que le habían mostrado nunca le convencieron y adquiriendo más información llegó a distintas conclusiones que Santiago.

    Los dos se reunían conjuntamente muchas veces para disfrutar de una conversación siempre ilustrativa e interesante. Su relación era de mutua admiración, ya que todas las opiniones del otro eran con un fundamento lógico y coherente. Aunque sus discusiones podían subir de tono, una vez terminadas volvía la calma.

    Ismael, a diferencia de Santiago, hoy no se levanta temprano, ayer tuvo una reunión en la casa de un amigo para tomar algo y como siempre se le hizo tarde. A las doce el sol entra por su ventana y le despierta, no puede quedarse quieto y de un salto se incorpora para comer algo. Se comporta como si tuviese prisa, come de pie el sándwich y se prepara el baño. Mientras está tranquilamente sumergido en la espuma empieza a despertar su mente y le vienen a la cabeza los temas que siempre habla con su contrario ideológico. Hace un mes leyó un libro sobre el origen y evolución del universo y creía que tenía más argumentos que nunca para defender sus creencias. Como buen lector de estos temas, leía despacio, pero entendiendo bien lo que le describía el libro, dentro de lo que es posible entender en este tipo de escritos. 

    Los dos protagonistas son perfeccionistas y, por tanto, se obligan a si mismos razonamientos objetivos y bien sustentados por una base consistente. Esto les supone que son capaces de escuchar al otro, pero a su vez son exigentes y difíciles de convencer. El aliciente de estas conversaciones es justamente estas características que poseen ambos, son un reto para sus mentes y a su vez un enriquecimiento intelectual que siempre agradecen. Les gusta entender lo que piensan otros, ya que piensan que cuanta más información se reciba de distintas maneras de ver la vida su criterio será más respetable y objetivo.

    Santiago es siempre más puntual y llega primero, después de hacer una rápida búsqueda y no encontrarle, elige un sitio separado que permita cierta tranquilidad.

    Está impaciente, hace mucho que no ve a su compañero de tertulia y tiene ganas de poder disfrutar de su compañía. Cada vez que quedan, supone un momento de aprendizaje que con otras personas es difícil de conseguir. Después de estar un rato mirando a la puerta esperando, decide pedir un refresco y seguir leyendo el libro que ha comenzado esa mañana. Como siempre cuando lleva un rato se mete de lleno en la lectura y no percibe lo que ocurre en su entorno.

    Esta vez disponían de toda la tarde para hablar ya que no tenían que hacer nada después. Ismael como de costumbre se dirigieron hacia la cafetería en su moto dando un rodeo por el barrio para así disfrutar del paseo, según iba llegando se le dibujaba una sonrisa en el rostro.

    Después de encontrar sitio para aparcar se encamina hacia la puerta y al abrir encuentra a su amigo al fondo de la sala bajo una luz tenue que invita a la tertulia, Santiago ya está servido por lo que, antes de acercarse, pide en la barra un café con hielo, hace calor y la boca está seca. Santiago es muy despistado y en ningún momento percibe su presencia, según se va acercando Ismael, la imagen de su amigo es más nítida, al llegar a su destino observa que está leyendo un libro sobre el tema de Dios y le pregunta:

    (‘Ismael’) ¿Qué libro lees, Santiago?

    (‘Santiago’) Hola Ismael, no me había dado cuenta de que estabas aquí, estaba concentrado en el libro, ya sabes que cuando leo no me entero de lo que pasa a mi alrededor. Estoy leyendo un libro muy curioso, trata de cómo llegar a la idea de Dios a través de la razón. La verdad es que es difícil encontrar un libro que defienda con rigor estas ideas.

    Según dice esto, Ismael coge una silla y se sienta enfrente de él sin perder de vista la portada de lo que lee su amigo, una vez se encuentra cómodo le contesta:

    (‘Ismael’) Es cierto, creo que es debido a la dificultad en llegar a esa conclusión sin utilizar la fe. Todos los escritores que defienden tus ideas terminan sustentándose en ella para poder llegar a las conclusiones que quieren llegar. Terminan pegando un salto entre los razonamientos y el concepto de Dios, sin explicar cómo llegan a ese fin.

    (‘Santiago’) Estoy de acuerdo contigo, casi todos los autores caen siempre en la misma trampa. Como históricamente siempre se ha dicho que las creencias religiosas son debidas a la fe, nunca se han molestado en buscar otra forma de llegar a explicar nuestras creencias. Pero creo que en el último siglo si se ha conseguido buscar razonamientos con cierto criterio, por suerte para los que nos gusta defendernos con cierta consistencia han aparecido estas teorías.

    (‘Ismael’) Bueno, no te confíes, que a mí todavía no me ha convencido ninguno. Quizás sea un poco cabezota pero sus razonamientos no me llevan a las mismas conclusiones. Reconozco que hay un gran esfuerzo en la actualidad por demostrar la existencia de Dios utilizando argumentos rigurosos, incluso científicos, pero en mi más modesta opinión empiezan sus argumentos de forma correcta, pero al final, por el afán de llegar a conclusión determinada, se precipitan.

    (‘Santiago’) ¿No será quizás que te resistes a que te lleven a cambiar de opinión?

    Seguramente, te niegas a que te convenzan, porqué no quieres creer en Dios, ya que lo que se lleva actualmente es ser ateo. Para mí, hay autores que, si te consiguen demostrar la existencia de Dios, haciendo un estudio de la realidad y los conceptos de espacio y tiempo te llevan a que al principio tiene que haber una causa primera de la realidad que es lo que sería el concepto de Dios, visto en sentido filosófico, que no es la visión de la religión. La visión filosófica es parecida a la idea de primer motor definida por Aristóteles, pero en vez de aplicarlo al movimiento se aplicaría al universo. 

    (‘Ismael’) Se a donde quieres llegar, pero yo he leído autores que defienden estos conceptos y no me han llevado a estar de acuerdo con ellos. Hay que reconocer que por lo menos utilizan argumentos mejores que en el pasado, algunos tienen una base de conocimientos muy consistente, pero para mí se siguen precipitando en sus conclusiones. Sus razonamientos son lógicos, pero no tienen que llevar a donde los lleva. La misma lógica utilizada te puede llevar a conclusiones totalmente contrarias a las que ellos ven, por ejemplo, que haya un principio de causalidad no significa que exista una causa primera, además, aunque existiera no tendría que ser Dios. Yo aparte de todo, tengo una teoría respecto a la causalidad:

    Para mí, la causalidad depende de que el tiempo exista, si no hay tiempo no puede haber causa de nada. Según algunos pensamientos científicos, el tiempo es algo fabricado por la mente humana y, por tanto, no existe en el universo. Si esto fuera así, no habría causa primera de nada porque no habría ni principio ni fin. Y, además, como te he dicho antes, aunque existiera la causalidad no tendría que ser necesario un Dios, sino que podría ser simplemente un principio diferente a ese.

    (‘Santiago’) Ismael, no sé porque te niegas a entenderlo, desde principios de la historia la religión ha formado parte del hombre, hemos sentido que hay algo más en este mundo, nuestro yo percibe que hay una realidad fuera de nuestros sentidos que se encuentra dentro de nosotros, es como si Dios está relacionado con nuestra posesión de la conciencia. Es verdad que por medio de razonamientos científicos es muy complicado demostrar la existencia de Dios, y al final hay que utilizar la percepción del individuo, es lo que dices tú el gran salto. La divinidad pertenece a un mundo distinto al que percibimos a través de nuestros sentidos, por lo que no podemos utilizar éstos ni tampoco el criterio científico para justificar su presencia. La cuestión es que los que encontramos esa otra dimensión somos lo que creemos en Dios, yo desde pequeño siento que existe y por esto siempre he creído en él. La única diferencia entre tú y yo es este sentimiento.

    (‘Ismael’) Me parece que los creyentes estáis cayendo en un error que siempre ha cometido el hombre, lo que no se consigue explicar a través de razonamientos lo tiene que justificar con un mundo distinto al nuestro y con la existencia de Dios. Al ver que tenemos una característica peculiar respecto al resto de animales, que es la conciencia, y al no darle explicación racional, tenéis que relacionar ésta con Dios. Históricamente siempre lo inexplicable se ha explicado mediante divinidades, ya el hombre prehistórico asociaba las fuerzas naturales que no entendía y que veía poderosas con divinidades, incluso a animales difíciles de matar se les atribuía estas características. Por todo esto, según ha avanzado más la ciencia las religiones han ido decayendo en su argumentación y por eso menos personas creen. Es lo ocurre hoy en día con las personas que pasan por malos momentos en su vida, necesitan una esperanza y ésta la encuentran en la religión. Lo que no encontramos en nuestro mundo lo buscamos en otro diferente, ya sea por falta de conocimiento o por falta de ilusiones. 

    (‘Santiago’) Los ateos siempre queréis encontrar la verdad de las cosas a través de la ciencia, y en las cosas físicas que observamos a través de los sentidos me parece correcto, pero la vida no es sólo lo que percibimos en la observación del mundo. Hay un ámbito universal y otro particular de las personas, y en este último es donde reside la posibilidad de encontrar a Dios. El ámbito particular es subjetivo, pero puede llevar a una persona a estar seguro de un sentimiento, cada persona percibe cosas diferentes, y no por llegar a conclusiones distintas a las tuyas van a ser menos válidas. Yo por supuesto que no creo en las religiones, que sólo han traído enfrentamientos, pero lo que siento en mi conciencia al razonar sobre lo que percibo es que hay una realidad más profunda que es Dios. Como dice José Antonio Marina, las religiones se fundan en unas experiencias privadas que escapan a la corroboración científica, proporcionando seguridad a quien las acepta, la filosofía puede afirmar la existencia de una dimensión divina de la realidad, fundada en la percepción del existir.

    (‘Ismael’) Al final, por lo que veo, todo radica en creer en algo más que lo que vemos en el mundo. La diferencia básica, por lo que me dices, es que vosotros sentís que hay otras

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