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Flapy se va de misión
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Flapy se va de misión
Libro electrónico63 páginas49 minutos

Flapy se va de misión

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Flapy es una ardilla que vive en el bosque de Panfilia. Está solo, a su madre se la han llevado dos cazadores. Una mañana, decide emprender un viaje por el bosque con la intención de quitarse el dolor conociendo nuevos amigos. Durante esa experiencia, hace nuevos descubrimientos que convencen a la pequeña ardilla para ir más allá. Decide ir a descubrir el mundo de los humanos viajando a la ciudad. Descubre que no hay diferencia entre el amor de una madre humana y el de una madre animal por sus crías. Al final del viaje, encuentra a su madre encerrada en una jaula. Con la ayuda de unos amigos, consigue liberarla. A partir de ese momento, la felicidad vuelve a su vida. A su regreso, dice a sus amigos que no guarda rencor a los humanos, porque el amor que ha visto entre ellos es un signo de esperanza en un futuro mejor.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento26 may 2023
ISBN9791222411811
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    Flapy se va de misión - Fabio Ricupero

    Flapy se adentra en el bosque en busca de nuevas emociones.

    Al amanecer de un día de abril, la ardilla Flapy acababa de despertarse. Desayunó tranquilamente y luego fue a sentarse fuera de su casa, que estaba en la tercera rama del árbol Farnia, y miró hacia donde nacía la luz.

    Le gustaba ver salir el sol, inmerso en el silencio, y, sin darse cuenta, arañaba la corteza de la rama con las patas.

    Divagaba en sus pensamientos y, casualmente, sus ojos se posaron en una talla que había hecho con su madre hacía un tiempo, en la que se leía: «Juntos para siempre». Al pensar en su madre, Ani, Flapy rompió a llorar.

    Hasta el día de hoy seguía preguntándose por qué le había ocurrido a ella: recordaba bien aquella tarde en la que estaban juntas y jugaban a perseguirse entre los castaños.

    Fue un momento, ni siquiera se dio cuenta y con su mente se encontró dentro de una trampa, puesta allí por los humanos. No pudo liberarla y tuvo que esconderse para evitar ser atrapado, vio aquellos dos humanos riendo de alegría por haber atrapado a su mami. Ese último grito lo recordaba bien, hasta el día de hoy: «¡Ten cuidado! ¡Protégete! Te quiero!» y luego no volvió a verla.

    Volvió en sí, pero esas imágenes tan fuertes le enfadaron y empezó a golpear la rama con las patas. Estaba muy triste, porque ya no podía pasar tiempo con su mamá, ni mimos, ni buenos momentos. Tenía que encontrar la manera de sonreír como antes.

    Su madre no estaba allí, pero era importante no rendirse.

    Sus amigos siempre estaban ahí cuando lo necesitaba y se esforzaban por hacerle sentir bien.

    Volvió a entrar en casa y, como de costumbre, todo le recordaba a su madre.

    Mirando el horizonte a través de la ventana, se dio cuenta de que la soledad le entristecía y entonces tuvo la brillante y valiente idea de emprender un viaje, o mejor dicho, una misión para conocer nuevos amigos, experimentar nuevas emociones y, sobre todo, conocer a muchas madres.

    Instintivamente, metió la mano en su armario y rebuscó en él hasta encontrar su mochila. En los cajones del escritorio encontró unos cuantos bolígrafos y algunos cuadernos, útiles para anotar sus pensamientos.

    Ya había tomado una decisión: se iba a una misión.

    Preparó todo lo que necesitaba, cogió algo de comida, se puso la mochila, cerró la puerta y, antes de salir, acarició el ladrido, diciendo suavemente: «Hasta luego».

    Se dirigió hacia el sur y, sin saber cuándo regresaría, comenzó su viaje sin rumbo.

    Un poco temeroso, Flapy se aventuró en el bosque por primera vez, pero afortunadamente los colores y el aroma de las flores le distrajeron.

    La presencia de las flores, con sus matices de color y sus olores, le endulzaba y ayudaba a distraerle, y la visión de las bayas que tanto le gustaban le animaba aún más.

    La suerte estuvo de su lado porque tuvo la oportunidad de conocer a una familia de erizos.

    Al principio le intimidaba un poco llamar su atención, porque imaginaba que su cara expresaba tristeza. Para su sorpresa, era el pequeño erizo, llamado Cosimo.

    «Hola ardilla, ¿por qué tienes esa cara triste?»

    «Hola, me llamo Flapy. ¿Tanto se nota? Sí, estoy un poco deprimido, porque estoy solo».

    «Lo siento mucho. Me llamo Cosimo. Vamos, ven conmigo para que pueda presentarte a mis padres».

    Se acercaron y el pequeño erizo, señalando a los dos adultos, dijo: «Él es mi papá y ella es mi mamá. ¿Qué te trae por aquí?».

    «Necesito mejorar mi estado de ánimo y conocer nuevos amigos».

    Mamá Erizo intervino: «Te ayudaremos a mejorarlo y podremos hacernos amigos».

    Flapy sonrió, parecía una buena idea.

    «¿Te gustaría comer con nosotros? Así podremos conocernos mejor», dijo papá Riccio.

    «Estaría encantado», respondió Flapy.

    En la mesa, entre un plato y otro, Flapy se deshacía en cuentos sobre su madre y de vez en cuando se le escapaba una lágrima.

    Mamá Erizo le prestó mucha atención con palabras dulces. Comprendió claramente cuál era el estado de ánimo de la ardilla. Mientras le escuchaba, surgieron en su mente suposiciones

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