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Tres mujeres y una idea
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Libro electrónico682 páginas10 horas

Tres mujeres y una idea

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En cualquier narración, de un proceso vivencial-real, personal o universal, deben concurrir tres cualidades, inexorablemente. El mayor número y diversidad de fuentes documentales (Hecho Histórico). Cuantificación de su veracidad (Historicidad). Mensaje, lección o consecuencia derivada de ese proceso, sin duda, desde la polarización de la subjetividad (Historialidad).
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 may 2023
ISBN9788419793058
Tres mujeres y una idea
Autor

Federico Madrid

Médico Tocoginecólogo. Nació en Almagro el 26-VIII-1935. Jubilado, como médico Hospitalario, el 26-VIII-1999, en Ntra. Sra. de Alarcos. Desde entonces, dedicado, muy especialmente, al estudio y la reflexión sobre diversas materias científicas: Filosofía, Ética, Psicología, Antropología, Sociología, Neurociencia, Bioquímica Molecular y Astronomía. Desde siempre, ha buceado en la comprensión y armonización entre su Fe Cristiana y la Ciencia; basada en la Razón, la Lógica y el Conocimiento Científico. Intenta comprender a su Dios de la Misericordia y del Amor; no aceptando el planteamiento Epicúreo de la incompatibilidad de dos de sus atributos: Omnipotencia y Misericordia. Sí, por el contrario, asumiendo la Autonomía del Hombre y su libertad de conciencia.

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    Tres mujeres y una idea - Federico Madrid

    Tres mujeres y una idea

    Autobiografía

    Federico Madrid Jorreto

    Contents

    Title Page

    ​INTRODUCCIÓN

    CAPITULO I

    CAPITULO II

    CAPITULO III

    CAPITULO IV

    CAPITULO V

    CAPITULO VI

    ​CAPÍTULO VII

    CAPÍTULO VIII

    CAPITULO IX

    CAPITULO X

    CAPITULO XI

    CAPITULO XII

    CAPITULO XIII

    CAPITULO XIV

    CAPITULO XV

    ​CAPITULO XVI

    CAPITULO  XVII

    ​               CAPITULO  XVIII

    CAPITULO  XIX

    CAPITULO  XX

    F O T O G R A F I A S

    PRÓLOGO

    Tengo el honor de compartir en unión de mi mujer una gran amistad con Federico y Rosi durante más de 50 años, lo que me ha permitido convivir con ellos muchos de los episodios alegres de su vida y también otros tristes, la mayoría relatados en su Autobiografía.

    Como consecuencia de ello, he podido constatar en primera persona las muchas cualidades que atesora, como su gran capacidad de trabajo, puesta de manifiesto permanentemente y de manera muy especial en algunos episodios de su vida, empezando desde muy joven, como cuando tuvo que compatibilizar los estudios universitarios con la atención a su madre.

    Fruto de esa gran capacidad de trabajo y constancia, ha sido su excelente y continua formación médica, lo que le ha permitido desarrollar una exitosa carrera profesional, plena de éxitos de diagnóstico, en definitiva, su pasión: la salud de sus pacientes. Desde su primera etapa en Hospital de Cruces, posteriormente en Almagro, resolviendo siempre con prudencia y mucho tacto situaciones difíciles, que le hicieron merecedor de una gran credibilidad, confianza y cariño por parte de sus conciudadanos. Mi mujer y yo fuimos testigos en primera persona de un ejemplo de lo comentado, y por el que le estaremos eternamente agradecidos, cuando salvo la vida de nuestro primer hijo durante el parto, en casa y sin medios médicos, gracias a sus conocimientos y decisión.

    Posteriormente cuando se incorporó de nuevo a la vida Hospitalaria, dio nuevamente muestras de una capacidad física y mental inagotable, compatibilizándola durante un tiempo con su consulta en Almagro y con su atención altruista al Centro de Maternidad. Una vida plena de vorágine que pocas personas habrían aguantado, aunque es cierto que tuvo el gran apoyo de Rosi, su gran compañera, su amiga, su mujer, en definitiva, un pilar en su vida.

    Su dedicación a su familia y la profesión médica que eligió con pasión, vocación y hasta devoción, le permitió tener un equilibrio personal que facilitaría una carrera profesional de éxito, muy merecido y trabajado hasta la extenuación. Una vez incorporado al Hospital empezó de Adjunto, consiguió vía Concurso-Oposición la plaza de Jefe de Sección, siendo también propuesto para Jefe de Servicio, puesto que por Lealtad a un compañero desestimo. Toda esta trayectoria de diferentes responsabilidades, estuvo siempre apoyada en una constante labor profesional plena de diagnósticos acertados en casos complejos, y sobre todo en una muy alta honestidad profesional.

    También recuerdo cuando con su afán por mejorar la sanidad hospitalaria pública, lo que él ha definido como su primera casa, aceptó el cargo de coordinador, desde el cual, con un esfuerzo titánico a base de dedicación, mucha paciencia, y por supuesto eficiencia, consiguió una organización y atención al paciente desconocida hasta ese momento. Después también intentó mejorar los derechos y obligaciones de los trabajadores de la Sanidad, para lo que pasó a formar parte del Comité de Empresa, algo que buena parte de su entorno no logró entender, pero su alto sentido de la justicia, coherencia y ética primaban siempre a pesar de las consecuencias.

    Además de esta gran dedicación a la Medicina, siempre ha tenido una gran pasión por su familia, lo que le determinó a decidir jubilarse un año antes, para así poder atender de manera especial y con una dedicación prácticamente exclusiva la enfermedad de su nieto Bernardito. He tenido la ocasión de verlo afrontar con gran serenidad y entereza propia solo de grandes hombres los sucesivos episodios familiares de enfermedad grave, debatiendo con los especialistas que los atendían para conseguir el tratamiento más adecuado, asumiendo una responsabilidad realmente dura.

    He disfrutado la gran suerte de conocer a Federico y compartir juntos muchas experiencias vitales, más aún de contar con su sincera amistad, por la que me siento realmente honrado y privilegiado. Por si es poco, esto ha sido extensivo a su mujer Rosi, una extraordinaria amiga para mi mujer y para mí, y una compañera de vida y esposa para Federico, juntos han hecho un tándem increíble.

    Leyendo esta biografía descubrirán la historia con sus avatares personales, profesionales y familiares de un gran profesional, excelente amigo, pero sobre todo de UNA GRAN PERSONA.

    Aurelio Espinosa López

    ​INTRODUCCIÓN

    ​   Reflexiones

    "Excusatio non petita, acusatio manifiesta

    ​(aforismo del Derecho Romano)

    ​La decisión de escribir mis "Memorias ha seguido un largo proceso de duda, reflexión, autocrítica y, finalmente, de determinación consciente. Luego veremos las motivaciones principales para desarrollar esta tarea, sin duda personales e intransferibles, como no puede ser de otra manera. Por supuesto, está abierta a la crítica, a la réplica; incluso, soportaré la descalificación, venga de donde venga. Precisamente, tanto es así, que pienso realizarla como si de una obra de historia" se tratara. Relatar hechos, siempre pasados –pero, persistentemente, repetidos a lo largo y ancho de cualquier vida-, vividos y valorados, desde una perspectiva personal, lo hace imprescindible y necesario; ya que me obliga a no olvidar los tres elementos que necesita toda obra histórica: multiplicidad de documentos o fuentes –existen y los tengo elaborados, recogidos y archivados  para mi propia seguridad-. Con estos ingredientes se documenta cualquier hecho histórico. Por si no fuera suficiente –que no lo es, al menos, para mí- hay multitud de testigos y autores de estos hechos que, plausiblemente, pueden leer este relato y ser exponentes, incluso jueces, de su ecuanimidad, exactitud y veracidad. Es cierto, algunos participantes en los hechos, ya faltan; pero son multitud los que aún viven. Es más, existen archivos diversos. También, testimonios judiciales, que no pueden ser alterados, arreglados y maquillados por mí.

    La historicidad es un determinante del hecho histórico. Principalmente, referido a su calidad. Por ello, cuanto más fuentes y documentos existan, mejor y mayor puede cuantificarse  aquella. Por último, la historialidad, que se sustancia "en la valoración del hecho histórico. Como puedes comprender, existen distintas y diferentes perspectivas en cuanto a su significado y al mensaje que transmita. Por ello, decía líneas arriba, que acepto hasta la descalificación". Esto no es óbice  para que yo desarrolle mi relato, sabiendo y admitiendo, en todo momento, que ni es la única verdad; ni siquiera la mejor verdad.  Es, sencillamente, mi visión y perspectiva: Mis Memorias.

    ​La motivación, casi, exclusivamente, es legarles a mis Biznietos –como expresa la dedicatoria- elementos de conducta, juicios y reflexiones que han de afrontar a lo largo de sus vidas. Hacerles ver, cuántas sorpresas, situaciones inesperadas, y a veces dramáticas, surgen sin previo aviso. No obstante, suele ser inaplazable, tanto su afrontamiento, como la toma de decisiones. No todo –aunque, ciertamente, mucho- puede aprenderse en los libros. Existen vivencias, experiencias, deducciones, y un largo etc., que han de transmitirse en ámbitos reducidos: como la familia, el grupo social, la profesión y la amistad. Si se hace como "consejos", pienso y creo, que poco se van a escuchar, aprovechar y discurrir. Consecuentemente, prefiero hacerlo como relato –historia de una vida- y que ellos saquen sus deducciones y utilidades. Mi vida ha sido dura, pero, gracias a Dios, ha sido benévola y positiva. No me quejo ¡no puedo quejarme! 

    ​Otra motivación, muy principal para mí, es explicarles, exhortarles y visualizarles que, para afrontar la vida con un mínimo de garantías, es preciso formarse lo mejor posible. No es necesaria la "excelencia" –si existe y  se obtiene, estupendo- en nada, pero sí la cualificación como persona; cultivando principios éticos, tolerancia, humanidad, flexibilidad y, consecuentemente, adoptar conductas derivadas de todo lo anterior. Les resaltaría, además de la madurez como persona, laFlexibilidad. Se trata de una cualidad antropológica, que permite adaptarse a situaciones extremas e inesperadas. Precisamente, la realidad humana se ha conseguido con: ensayo y error. Es la constatación científica del empirismo darwiniano. Esto, en mi sentimiento y convicción, no está reñido, ni excluye, la Intencionalidad Creadora de Dios. Como puede deducirse, siempre, y ahora también, me declaro creyente cristiano y católico. Sin embargo, y más por ello, defiendo la Tolerancia y la Crítica fundada en la razón y en conocimiento científico. Por supuesto, mi Fe es un sentimiento, una creencia, que no puede defenderse por aquel método; pero, que no constituye una antinomia. Lo repito mucho, muchas veces y en diferentes escenarios: "Ser creyente no significa ser crédulo". No es menos cierto que, muchas personas, no encuentran la estabilidad y confianza anímica para enfrentarse a la crítica; sea religiosa, científica, ni siquiera humana. No, por ello, hay que descalificarlos. Pero, no te dejes socavar tu Autoestima por nadie, ni siquiera que intenten horadarla. Es lo más preciado, necesario y deseable que, como ser humano, se puede tener. Reflexiona, piensa y deduce: intentarán etiquetarte de presunción y orgullo. Si no pueden –o no se atreven- atacar de frente, lo harán soterradamente con descalificaciones. No lo dudes ni un minuto. Insisto, precisamente, por ello, es imprescindible la mejor formación posible como persona. Cuanto más amplia, rica, extensa y estable, mejor que mejor ¡No olvidadlo! Es fácil, demasiado fácil, culpar a los "hados", a otros, a la vida, de las adversidades derivadas de una pobre o mala formación humana. También, ¡cómo no! es necesario que la vida nos depare un poco de suerte. Pero, también, hay que buscarla. Hay que lucharla con constancia, paciencia y perseverancia. Estar tranquilo con uno mismo –siempre desde la crítica, la flexibilidad y la tolerancia- es el mejor galardón que podemos conseguir y transmitir a los nuestros.     

    ​Cuando he comentado que, ¡por fin!, escribiría mis memorias, uno de esos amigos entrañables, con los que siempre he contado, me ha pedido: Federico, hazlo de forma sencilla. Que se entienda. Tal vez tenga toda la razón, pues los cinco libros que llevo escritos, no son, precisamente, sencillos, ni fáciles de leer. No me disculpo, ni deseo tergiversar sus amables y sinceras palabras. No es menos cierto que, se tratan de Ensayos sobre temas complejos, vanguardistas y críticos; muy críticos. Todos ellos me han exigido una extensa, profunda y prolija documentación. Tenía, debía, argumentar, ampliamente, sus contenidos y, aunque opinables –como todo cuando hago, ¡faltaría más!-, pretendo estructurar sólidas construcciones, que los hagan creíbles. Toda mi vida he intentado conseguir esa auctoritas, que dé sentido a mi persona; que haga de mi conducta una muestra de rigor, sensatez y bien obrar. No es petulancia, es el horizonte que me exijo a mí mismo y que, por cierto, no se lo  exijo a los demás. No obstante, todo lo anterior, siendo médico, no pueden faltar pinceladas profesionales que aclaren conductas, decisiones y, sobre todo, que consiga diseñar ambientes, situaciones y circunstancia. Sin esto no podría comprenderse muchas acciones, omisiones y un largo etc. Ortega y Gasset tiene razón: "Yo soy yo y mis circunstancias".  Me ha tocado vivir, como ya más adelante expondré, una situación sociocultural y profesional, no singulares, pero sí peculiares. Los tiempos pasan, evolucionan, se hacen bucles de retroceso-progreso y, por lógica, pueden descontextualizar veredictos, opiniones, vivencias y cuanto podamos imaginar. Enriquecer los escenarios donde las personas patean sus vidas, debe ser un cometido ineludible e indispensable del historiador. Flaco favor me haría, les haría a mis biznietos, el dogmatizar en falso. Exponer vivencias y experiencias en situaciones irreales, utópicas, cuando no, pretendidamente, equívocas. Tan es así que, habitualmente, disecciono y emplazo a aquellos que, no teniendo argumentos de réplica, pretenden salvar su "honra enfatizando: Esto está descontextualizado. Está fuera de su tiempo. No pueden colegirse tales valoraciones".

    ​Como suelo hacer, en mis escritos y exposiciones, encabezo cada capítulo con sentencias populares o de otros autores. El de esta Introducción se trata de un "aforismo  del Derecho Romano: Explicación no pedida, acusación manifiesta. Creo ser sencillo, bien intencionado –de santo y excelencia, nada de nada. Es más, nunca me lo he propuesto-, pero no ingenuo. Se debe ser flexible y tolerante, pero jamás imbécil, ni distraído. Otra cosa es que, en un momento dado, desees hacerte pasar por tal. Pues bien, como decía, no le tengo miedo a la sentencia del Derecho Romano. Mis Memorias no llevan, ni explícita, ni implícitamente, ninguna intención aclaratoria, ni disculpable de cuanto vaya exponiendo. Quien desee verlo así, está en su derecho. Las conclusiones son inherentes al lector y, por supuesto, a mis biznietos. Ninguno tiene que aceptar mi relato, ni mis vivencias; ni mis experiencias. Es lógico, son personales e intransferibles. Por ello, y a pesar de ello, tal vez, yo mismo me hago autocrítica constante, reflexiva y no, precisamente, indulgente. La vida, las decisiones, las acciones y las conductas deben pasar por el crisol de la autocrítica. Sin ella no se avanza en nada, o en muy poco. Pero, cada uno, lo hace como quiere, o como puede. Muchas, muchas personalidades no aguantan un screening así. Su equilibrio estructural haría agua por todas partes, si, como se dice vulgarmente, le siegan la hierba bajo sus pies. Ejecutarla precisa de suficiente autoestima, carácter recio, firme y unos principios éticos autoimpuestos. Ni siquiera hace falta que sean principios éticos religiosos, sino más bien antropológicos. Como decía el teólogo católico Karl Rahner –alemán y coetáneo del Concilio Vaticano II- aquellos, para serlos, primero deben ser antropológicos" ¿Os suena de algo?

    ​Gestionar la Incertidumbre no es fácil para nadie. Como la Utopía, son horizontes a los que se debe aspirar; conociendo que son inalcanzables. Aquella, no se trata  de un estado de ánimo; sino de un horizonte del que se debe salir, reflexivamente, y cuanto antes. La incertidumbre agota el sistema adaptativo, lo bloquea, le ejecuta un bypass y, principalmente, lo destruye.

    ​Ahora sí, ahora, tocan las aclaraciones; disipar las dudas y superar la Incertidumbre. ¿Qué significa el título del libro? "Tres mujeres y una Idea" (Fotografía nº 3). Estamos en la época de la pos-verdad –noticias, hechos, o sucesos falsos y engañosos que, a fuer de repetirlos, terminan constituyendo una verdad- y nada mejor que definir los límites del diálogo y las reglas éticas, que lo hagan posible. En definitiva, el análisis crítico de los hechos y las ideas. El devenir de la Humanidad no ha sido ni lineal, ni estable. Los vaivenes, los dientes de sierra, constituyen gráficas representativas del proceso globalizador. La pequeña aldea, la recóndita comunidad, ha dejado paso a la Universalidad. Los científicos debaten si el Mundo es finito o infinito, cuando la expansión del Cosmos asevera su certidumbre. La Antropología de salón distingue entre sociedades primitivas y avanzadas o complejas. Las nuevas técnicas, los actuales métodos de investigación, hacen claudicar todas las especulaciones, sin rigor científico. No es novedoso, ni siquiera original. Los géneros constituyen un dualismo innegable y sorprendente. Sí, sorprendente para un Mundo acrítico, de cortas miras y peor intencionalidad. Mujer y hombre, hombre o mujer son dos realidades constatables, precisas e ineludibles. Sin embargo, ahora, estamos en una fase de innecesario "snobismo. Los científicos, de muchas maneras, tenemos la culpa. Hemos insistido –por ejemplo D. Gregorio Marañón- que la mujer es menos inteligente que el hombre. Hoy no existen bases neurológicas que le ratifiquen. Muy al contrario, proclaman, gritan, la igualdad. Pero, ojo, la igualdad no significa la uniformidad. Los conocimientos neurobiológicos precisan de peculiaridades, de matices, de cualidades singulares, dentro de la Igualdad. Hombre y Mujeres somos iguales, dentro de la diversidad. La sociedad patriarcal es machista y excluyente. En el siglo XXI hace demasiado tiempo que esto se conoce. Pero, no obstante, rinde beneficios ¿A quiénes? A los hombres, naturalmente.  Hay un refrán africano, anónimo que dice: si quieres llegar lejos, no camines solo". Por ello, tal vez, a pesar de ello, los hombres hemos involucrado a la mujer. Esta –puede opinarse y defenderse lo contrario- , sojuzgada por el Poder y la Fuerza del hombre, ha claudicado en su autoestima, singularidad, autonomía y participación. Ha interiorizado, transmitido y vivido, asumiendo la primacía del hombre. No sería, de otro modo, explicable, que participando, muy principal y determinantemente, en la educación de los hijos y transmisión de los valores sociales, el rol machista haya pervivido tanto tiempo. Los roles, que han banalizado, estereotipado, sintetizado y ejemplarizado, han simplificado el proceso biológico. Han categorizado conductas, valoraciones y experiencias sin base biológica, genética, ni social. El empirismo les ha jugado una mala partida. Ya ha llegado su hora, ha tocado a su fin; que, con el conocimiento, la comunicación y el raciocinio, admita y defienda la "igualdad dentro de la diversidad".

    ​Tal vez, por ser ginecólogo y bucear en las entrañas femeninas, en todas sus formas y tiempos, siempre he comprendido, asumido y defendido lo que, ahora, está de moda: Hombre y mujer, en su singularidad, han de relacionarse entre iguales. Desde que inicié mi noviazgo he tenido claro que ella no era inferior, ni distinta a mí. Así hemos educado a nuestros hijos –mujeres y hombres- en esta correlación. Por ello, mis dos hijas, junto con mi mujer, han asumido este planteamiento y han desarrollado cotas sociales, que lo hacen  evidente. No es menos cierto que, mis hijos varones, han mirado por el mismo color de cristal, y han catalizado la Idea expuesta. Con ella, quiero elevar un "reconocimiento" explícito de mi sentir y pensar. Abrir los brazos –pero, también, antes, la mente- para recibir y caminar, conjuntamente, con la mujer –género femenino-. Dios creó a la mujer para que fuera compañera del hombre y, entre ambos, conquistar y controlar a todos los seres que poblaban el Mundo –Génesis 1,29-. La interpretación sacerdotal, como no podía ser de otra manera, es mucho más machista.  

    ​Llegados hasta aquí, te propongo la filosofía de otro aforismo romano: "SAPERE AUDE" ¡¡¡Atrévete a pensar!!! No solo leas el libro, sino reflexiona, analiza y aduce criterios y opiniones para tu mayor provecho y discernimiento. Un abrazo.  

    CAPITULO I

    Mi Primera Infancia

    ​"Eduquemos a los niños y no será preciso

      castigar a los hombres" (Pitágoras)

    ​Nací en Almagro, el día 26 de Agosto de 1935, en plena Feria. Según me contó mi madre, estuvo esa noche en el teatro. El parto fue bueno y rápido hacia la madrugada, era el tercero. Mi primera vivencia, como persona, se remonta a la edad de 2-4 años. Está relacionada con la guerra, aunque en aquel momento, esta era ajena para mí. Estábamos en Valencia. Mi recuerdo es vívido, pleno y nítido. Puedo decir, que es como si se estuviera desarrollando ahora mismo. El año 1937 detuvieron, en Almagro, al hermano mayor de mi padre –Carmelo-. Fue juzgado en C-Real por un Tribunal de Justicia Ordinario y condenado a tres meses de cárcel. Estando en ella, una noche, junto a otros presidiarios, los sacaron y fusilaron en el Cementerio de Fernán Caballero. El impacto familiar fue enorme. Todos, incluido mi abuelo, decidieron marcharse a Valencia. Cuál fuera el motivo de aquella detención estaba, entonces, claro. Mi abuelo era amigo personal de Melquíades Álvarez –fusilado la noche del 22 al 23-VIII-36-, Cofundador del Partido Reformista. Mi tío, al ser el mayor de los seis hermanos, se vio obligado a participar en algunos de sus mítines. Poca, o nada, importante pesaría sobre él; pues la sentencia fue pequeña. Pero, los acontecimientos posteriores, fueron consecuencia de la anarquía general que imperaba. No voy a hacer demagogia. Nunca la he hecho, por ello, menos aún en este relato de mi vida.     

    ​Estaba, con mi hermano mayor –Emilio- en la cola del colegio, para recoger un chusco de pan; que nos daban cada mañana antes de volver a casa. Recuerdo, con exactitud y claridad, la existencia de una escalera a nuestra izquierda. Sonó un fuerte "zambombazo" y corrimos escaleras abajo todos los niños que allí estábamos. El recuerdo se interrumpe y nada, posterior, queda de él. Tampoco, sus consecuencias. Después, de mayor, mis padres nos explicaron con sencillez todo lo ocurrido. Eran tiempos de guerra. La vida era dura, con penurias, miedo, inquietud y, principalmente, incertidumbre. Poco había para comer. Tan era así que, mis padres, muchos días, comían las cáscaras de las naranjas; para que nosotros lo hiciéramos con el fruto. En otras ocasiones recurrían a freír las mondaduras de las patatas y, con un poco pan, era su exclusiva ración. A nosotros nos daban el tubérculo. Sin embargo, tuvimos suerte; todos sobrevivimos.

    El segundo recuerdo, también en Valencia, fue en casa de mi abuelo. Vivía en otro piso, pero próximo al nuestro. Inmediatamente, veo una estancia grande –esa fue mi percepción de niño-. Tenía un balcón a la calle, en ese momento, estaba cerrado. Había una mesa rectangular, amplia; donde comía con su hija Julia y la de esta –unos 2 a 3 años mayor que yo-. Debía tener hambre y me acerqué a él. Ni recuerdo cuál era la comida; pero, sí, que dije: "Abuelo, eso me gusta mucho". No dijo nada y me lo dio. Mi tía Julia, la hermana anterior a mi padre, que era el pequeño, vivía en Madrid. Su marido era capitán de caballería. En los primeros meses de la guerra salió, como era habitual, a su destino. Nunca volvió, ni se supo cómo había muerto, ni dónde está enterrado; si es que lo estuviera. Por ello, mi tía y su hija, vivían con mi abuelo. Siendo tiempos de penuria y caos, mi padre consiguió un puesto de carabinero. Como he explicado, nuestras vidas eran muy parcas y austeras. Tal vez, no lo sé, la situación de mi abuelo fuera algo mejor y su comida más apetitosa. Nunca me he distinguido por el amor a aquella; ni entonces, ni después. Por ello, deduzco: ¡¡¡tenía hambre!!!

    Según mi madre, mi piel era clara y el pelo algo rubio y ensortijado. Por ello, le gustaba hacerme tirabuzones. Solía acompañarla a los recados y recoger los suministros, que nos daban con una "cartilla de racionamiento. A veces, se ausentaba pocos minutos y yo quedaba guardando la vez; como se dice, coloquialmente. Con frecuencia, en estas ocasiones, le decían: la chiqueta es chicoteta". Parece que significa: la niña es pequeña. Posteriormente, mis hermanos, me llamaban niña. A mí me dolía, me daba rabia y hasta lloraba. Varias veces nos hemos peleado por ello. Mi única hermana nació en Valdepeñas, pues allí se agrupó la familia, después del asesinato de mi tío Carmelo. Sin embargo, no vino a Valencia con nosotros; pues quedó en Almagro, bajo la custodia de las hermanas –solteras- de mi madre. Una era mi madrina: tía Pepilla. Siempre ejercieron de nuestras segundas madres. Como es lógico, hemos estado muy unidas a ellas y han sido para nosotros entrañables e imprescindibles en el devenir de nuestras vidas.

    Uno de los últimos recuerdos, de mi primera infancia, fue el regreso a Almagro;

    finalizada la guerra. Lo hicimos en un camión. En la cabina, además del conductor, viajaban mi madre y otra señora que no conocía. En la caja íbamos varios chiquillos, con algún adulto para que pusiera orden y cuidara de nosotros. Cuándo se hizo de noche, no lo recuerdo; pero, sí, cómo los faros del camión iluminaban un control del ejército. Igual que fantasmas se perfilaron las siluetas de unos soldados con gorro "cuartelo" y fusiles. Uno subió para inspeccionar qué y quiénes estábamos allí. Fue cosa de breves minutos y, de repente, todo fue noche y oscuridad. Mi recuerdo desaparece en cuánto a visión, pero se mantiene en mi memoria. Después, nada de nada. Vacío y oscuridad absoluta. Tampoco tengo evidencia del reencuentro con mis tías y hermana. La foto que puedes consultar, al final del libro: (Fotografía nº 1), fue sacada años después; no muchos. Como no podría ser de otra manera, soy el que tiene la muñeca. Según me decían, tenía una gran habilidad para vestirlas y desnudarlas; mi hermana no era capaz. Tal vez por ello, me llamaban niña (¡). Es evidente, como ahora es reconocido por la pedagogía, que los juegos infantiles no deben ser unisexuales –no diferentes para cada sexo-. La identidad y orientación sexual se determina entre los dos y tres años. Muy poco está influida por el ambiente y los juegos. Ya hablaremos de ello más adelante.

    El tiempo oculto, sin duda, en mi subconsciente atrapado, está ahí y hasta el preciso momento de la foto no recuerdo nada de él. Sin embargo, pudo ser muy determinante. Cogí una gripe. Algo lógico en tiempos de penuria, cuando nos amontonábamos en el cuarto de estar; ya que, la única fuente de calefacción, estaba allí –brasero de picón (consistía en el residuo después de aprisionar la aceituna; encendido y apagado a media combustión) y en la cocina; que se alimentaba de carbón y, además, producía agua caliente para el aseo. Estuve grave, muy grave; pero, tuve suerte y sobreviví. Días antes, una niña de mi edad, aproximadamente, también la padeció –nunca mejor dicho-. Sus padres, en apariencia, fueron afortunados. Consiguieron en el mercado negro, entonces, denominado "estraperlo" –el neoliberalismo lo etiquetaría de liberalidad del mercado, que se autorregula-, Aceite de Linaza y Mostaza ¿Para qué servía y se utilizaba? En seguida lo contaré. Ambos, hicimos una complicación: Neumonía –comúnmente, Pulmonía-: así se llama y está producida por el Estreptococo Neumoniae. Pensad que, la Penicilina ya estaba descubierta –Dr. Fleming-, pero constituía un secreto de guerra y, lógico, nadie sabía de ella. Con los ingredientes anteriores, se hacía una pasta, calentándolos al fuego. Cuando se ponía espesa, se extendía sobre una gasa o trapo limpio. Se espolvoreaba con la Mostaza y, bien calentita, se aplicaba al tórax. Te envolvían en una tolla para que hiciera de sujeción. Ahí se dejaba hasta que se enfriaba; con un máximo de 30-40 minutos ¡¡¡…!!! Horroroso, ya que te pasabas llorando todo el tiempo. Quemaba y dolía mucho, mucho. No lo recuerdo de esa vez, pero sí de otra; que cogí más tarde ¿Qué utilidad tenía? Te lo explico. En mis textos de carrera se especificaba -Patología Médica, Aparato Respiratorio- que duraba 3 a 4 semanas. Claro, si antes no hacía crisis biológica y te morías. Eso le ocurrió a la pobre niña. Sus padres, a pesar de tales circunstancias, fueron generosos, muy generosos. Enterados de mi caso, nos regalaron lo que les había sobrado. Mis padres disponían, en cierta medida, de dinero para pagarlo; pero, insistieron ¡Ni un céntimo! Aquí estoy, por supuesto, agradecido a aquellas personas y sintiendo la muerte de su hija. Nunca he tenido ningún sentimiento de injusticia, ni de remordimiento. Jamás puedo "endosarle" a Dios, tal discriminación biológica o casual. No puedo creer en un Dios que me salve a mí -¿por qué? ¿con qué predilección selectiva?-. Los más moderados dirían: "¡los caminos del Señor son inescrutables…!" Mi mente no puede comprender a la Suya, pero, sí, soy capaz de defender y creer en un Dios de Misericordia. En segundo lugar… de Justicia. El otro Dios se lo dejo a ellos, a lo que lo acogen con ¡agrado!

    ​Había prometido explicar lo de las "cataplasmas. Así se denominaba la pasta de Aceite Linaza y Mostaza espolvoreada. El Neumococo es –antes más que ahora- muy sensible a los antibióticos –singularmente, a la Penicilina-. Al no disponer de ella, no quedaba otro remedio que producir –con el calor y algunas propiedades específicas de las cataplasmas- una fuerte vasodilatación. Esto favorecía el aporte sanguíneo a la zona infectaba en el pulmón. Con ello, se hacía, también, llegar más leucocitos –neutrófilos o segmentados-. Son los primeros guerreros que inician su fagocitosis –es decir, comérselo, vulgarmente-. Como aquellos no eran tontos, claro, se reproducción y multiplicaban exponencialmente. Se entablaba una lucha a muerte", nunca mejor dicho. También, acudían los Linfocitos T, que los destruían con unas enzimas. Por supuesto, los Linfocitos B, quienes producción unos anticuerpos específicos e inmunoglobulinas –defensas-; que los mataban de otra manera. Además de todo esto ¡esperar! Y tener suerte que la biología del paciente fuera buena y ayudara a su recuperación. Este fue mi caso. Asumo la frase que se usa, coloquialmente: ¡Gracias a Dios! Sin duda, con las matizaciones ya descritas.

    La fotografía nº 2, que puedes consular junto a la primera, corresponde, aproximadamente, -entonces, sí, con plena consciencia y recuerdo- a la vivencia más traumática en mi niñez.  Alrededor de la Navidad, hacia el año 42/44, había nevado intensamente. Salimos a jugar a la calle con ella. Justo en la calle de la Feria, donde vivíamos. Lo recuerdo con exactitud, en la zona que se ensancha; al final de la Iglesia de s. Agustín. Como un fantasma apareció un niño, algo menor que yo, absolutamente desnudo; en "pelota viva, sin zapatos, sin calcetines, sin nada. Pero, contento y alegre haciendo bolas de nieve y tirándolas. Quedé estupefacto. Tanto que, como hubiera sido lo normal del juego, también, nosotros le hubiéramos tirado; no pudimos responderle. Si era feliz aquel niño, no lo sé. Pero, sí, que iba contento y alegre. Es una imagen que, aún hoy día, es muy nítida, vívida y traumatizante ¿Dónde estaba Dios en ese preciso momento y otros similares? Lo tengo claro, SUFRIENDO. Qué fácil es echarle, a los demás, la culpa de la imperfección de la naturaleza y de la impiedad de los hombres. Ya veis, hasta los más santos –sí, entre comillas y en minúscula- no les importa hacerlo, incluso cuando se trata de Dios ¡Por favor! Tengamos los creyentes –ciertamente, lo que no creen, no cometen este Error. No pueden hacerlo- vergüenza, lógica y sentido común. Ya lo repetía un viejo médico –del que por supuesto hablaré- el aforismo: es el menos común de los sentidos" y en religión ¡menos todavía!        

    En la foto referida estamos los tres hermanos mayores –Emilio, Lola y yo, en el centro; junto con mi prima Mª Teresa, la hija pequeña de mi tío Carmelo –asesinado-. Cuando mi primera neumonía, no he querido sembrar tintes de drama; aunque debieron vivirse, días especialmente angustiosos, en mi familia. Mi segundo hermano se llamaba Eduardo –Después, sería el nombre que le pusieron al último. El único que todavía vive: Yayo- y con ocho meses cogió una neumonía –pulmonía-. Le pasó lo que a la niña del relato. No pudo vencerla. Pensad en mis padres y tías: una incertidumbre con nubes de tragedia. La foto anterior coincide con el final de mi infancia y el comienzo de la Escolarización.

    No quiero terminar esta etapa de mi vida –Capítulo I-, sin reflexionar, matizar y describir, peculiaridades, percepciones, sentimientos y afirmaciones. Nada tiene que ver lo que sabíamos hace 60 años con los conocimientos constatados hace solo unos pocos. Ni que decir tiene en los años iniciales de mí deambular, por el camino de la vida. La psicología primero, y la aplicación pedagógica después, han reconocido la suma importancia la Primero Infancia(Fotografía nº 19: el primero de la izqda.) –hasta los 7 años, aproximadamente- ¿Qué pueden aportar la familia y la sociedad al desarrollo físico-afectivo del niño? El cemento que amalgama y une mente y cuerpo –para la neurobiología, a la que llevo dedicándole mis últimos 20 años- no es tal. No pueden separarse uno de otro. Son un todo. Yo no creo en el "Dualismo cartesiana". Hablo como biólogo No entro en creencias religiosas, ni me cuestiono los planteamientos filosóficos y cristianos. Acepto sus presupuestos, aunque algunos, muchos, no los puedo comprender, racionalmente ¡Tranquilos! porque estos son compatibles con mi Fe. Es mi mía y de la que daré cuenta. Pero, sobre todo, de mi conducta y actos. Respeto criterios diferentes. "Como decíamos ayer…-pobre fray Luís de León- el afecto, el amor, la proximidad protectora de los padres, también, cómo no, de la familia, es vital para el reconocimiento del yo; el encuentro con el ego". La autoestima se inicia y potencia en la Primera Infancia. La orientación personal -identidad sexual- se establece y potencia entre los 2-3 primeros años de la vida. La genética tiene una base importante y, muy principalmente, en las etapas prenatal –embrión- y neonatal –primer año de la vida-. Gracias a Dios –tomadlo como la frase que usamos, incluso, sin ser creyentes-. Yo lo soy. Ya lo he dicho y, ahora, lo reitero- no somos esclavos de la genética. Esto no excluye sus potencias, rutas metabólicas y hormonales; incluso, la interacción con el ambiente –no olvidar la Epigenética (ambiente celular que influye en la expresión de los genes y hace que, lo heredado, se ejecute y plasme en características y rasgos personales)-.  Precisamente, hoy, leo en un periódico On Line, que el Papa Francisco –mi respeto, cariño y admiración (eso no quiere decir que suscriba todo lo que piensa y hace)- hablando con Juan Cruz, joven chileno gay y sometido a abusos sexuales por un obispo y sacerdotes de ese país, le decía: no tengas miedo. Dios te ha hecho así y, de esta manera, Él te quiere. Sigue así, que yo, también, te quiero y respeto". Algo para mí asumible y seguro, en cuanto la neurobiología va afirmando y confirmando conocimientos –por supuesto, Dios no lo ha hecho así; aunque, sin duda, así lo acepta y ama-. Pero, principalmente, admirable que, el Vicario de Cristo –para los creyentes-, acepte este planteamiento. Estoy seguro, pero no sé cuántos son; pienso que muchos, demasiados, están convencidos que el Papa Francisco es el "Anticristo". Así que, según el Apocalipsis de s. Juan, se vayan preparando para el Fin del Mundo. No confundiros, respeto vuestra visión –ciertamente, no comparto ni un ápice, ni un quark; sea rojo, verde o azul-. La tolero, pero, aunque os disguste, siento pena indulgente por vosotros ¡quién soy yo para juzgaros! En cuanto al conocimiento científico, ¡claro que sí lo practico constantemente y debo emitir mí juicio!

    ​En esta etapa el niño elabora, inconscientemente, emociones, afectos, percepciones y valores. En interacción con la afirmación del Yo –hacia los 3 años- y el ambiente, va construyendo su identidad personal. No olvidadlo, esa percepción es personal e intransferible. Incluso, entre gemelos univitelinos –los que son iguales y tienen idéntica apariencia, ya que proceden de un mismo huevo, que se divide en dos-. Tan es así que, la Esquizofrenia –enfermedad mental con gran componente genético, heredable-, solo coinciden, en ambos, en un 45 % de las veces. No quiero hacer referencia a la línea familiar, materna, en la epidemiología de los gays. Para mucha gente, esto sería muy controvertido ¡Pobre Papa Francisco! Me estoy acordando de mi amigo, al que hice referencia en la Introducción. Me pedía que fuera sencillo en la exposición. Creo que lo estoy siendo. Para volver a su petición: la personalidad –estabilidad emocional, juicio crítico, fortaleza psicológica, etc.- se realiza en esta etapa, en similitud a la construcción de un "rascacielos. Cada piso se sustenta en el anterior. Precisamente, la empresa constructora, no puede detenerse; no suele tener en cuenta la calidad y fortaleza del construido. Inexorablemente, debe seguir. Por ello, la estabilidad, fortaleza y equilibrio, del edificio finalizado, va a depender de la correspondiente a todos y cada uno de los pisos anteriores y sucesivos. Si alguno resulta peor, comprometerá el resultado final; claro, en mayor o menor medida. Precisamente, igual que en este ejemplo, pasa con la persona. No sed fatalistas. La medicina, la psicología y la psicoterapia, en fases posteriores, son capaces de corregir gran parte de los defectos; otros serán insalvables. El camino que recorran esas personalidades –en definitiva, personas humanas- será tambaleante. Quienes no tenga conocimientos –solo es posible a quienes estudien disciplinas ad hoc- no lo comprenderán. Otros, tendremos la suerte de, sin juzgar, comprender. Una puntualización: describir las cosas, no es juzgarlas".

    Ha llegado la hora de hablar de mi abuelo, paterno. De mi abuela, materna –únicos abuelos que he conocido-, lo hare, secuencialmente. Para mí, el primero, constituye un paradigma de equidad, afecto, proximidad, trabajo, entrega y ejemplaridad –no era ningún santo, pero sí una gran persona-. Sin embargo, no puedo comprender, cómo sus hijos le llamaban de Ud. Soy consciente que en la sociología patriarcal –aún no del todo superada- la figura del Pater Familias englobaba respeto, afecto, temor y demasiada sumisión. Juntos, pero no revueltos. Yo, tal vez un poco desvergonzado –adjetivaría rebelde e inconformista-, lo hacía de . No sé cuánto de imposición inconsciente, determinaría el procedimiento. En mi criterio, el respeto no pasa por una fórmula social, más o menos, consensuada –la sociología lo describe como hecho evolutivo cultural-; sino por algo más profundo, que nace del afecto, la comunicación y el reconocimiento –auctoritas-. Esto es respeto. Ciertamente, tienes que ganártelo. El ser madre o padre no implica que poseas y merezcas ese respeto. Desarrollando las cualidades diseccionadas y poniéndolas en práctica, entonces, sí, te mereces la "pátina" de Respeto –auctoritas- tan necesaria. Yo apostillaría, ¡Imprescindible! No es menos cierto que, en mi criterio, el que más tiene –padres, autoridades, jerarquías y un largo etc.- es al que corresponde dar más y el primer paso. Otra cosa es a personas con las no existen esos lazos de proximidad y afecto. Personas con las que nos relacionamos, habitualmente. Entonces, sí; debe imponerse unas formas y conductas sociales consensuadas; no esclavizadas, menos de humillación. Difícil, pero necesario, equilibrio entre los extremos. Ni descortesía, ni falta de respeto, tampoco.

    Mi abuelo –Carmelo- fue una persona -social y económicamente humilde-. No conozco sus raíces –el apellido huele demasiado a converso-, ni sus inicios. Sé que eran varios hermanos –hombres y mujeres- y siempre los apoyó y ayudó. Levantó una gran empresa industrial –cierto, de industria básica: fábrica de aceite, jabones y vino, en Valdepeñas. Fábrica de harina y panadería en Almagro. Panadería en C-Real. Su razón Social era Carmelo Madrid S.A.-, que dirigió con profesionalidad, humanidad –cosa poco corriente- y ética –menos corriente aún-. Durante la época, ya referida, del "estraperlo", prohibió que se hiciera en sus empresas. Lo sé por mi padre, que me lo contó varias veces. Incluso, aunque a veces, tal etiquetado no fuera correcto. Vivíamos en Almagro, donde había un Seminario de PP Dominicos. Era el Centro Rector de la Provincia de Andalucía. Tenía extensión territorial, desde Madrid, para abajo –en España-; así como toda Hispanoamérica. Compartimos una profunda, extensa y permanente relación. Recuerdo, de forma singular, al P. Aureliano. Se trataba de una persona entrañable, sencillo y, hasta algo tímido; pero, directo, claro y respetuoso. Estaba especializado en Teología Fundamental –la dogmática, según él, le gustaba menos-. Fue asesor religioso y moral –léase ética- de mis padres, hermanos y de casi toda la familia de mi madre. A él acudía mi padre para exponerle situaciones y solicitarle consejos y conductas. Además, llevaba el control de la economía de toda la Provincia. Con los años, fue nombrado Secretario Personal del General de los Dominicos –Padre Suárez-. Ambos de Caleruega, población de Burgos. Tuvo que marcharse a Roma, por su cargo. Yo tenía 17-19 años y constituyó un profundo pesar. No hace mucho decía, de mí, que era algo desvergonzado. Pues bien, con el P. Aureliano ejecuté algunos episodios que lo avalan. Era de pequeña estatura, con una mirada profunda, sincera y penetrante. Tenía que viajar a C-Real para asuntos administrativos de su gestión. Había, no malas, sino muy malas comunicaciones. Bueno, como casi todos los servicios, entonces. No olvidar que era posguerra y pocos países tenían relaciones diplomáticas con el Régimen. Aprovechaba los viajes, que, también, hacia mi padre a C-Real; igualmente, para gestiones administrativas. Todo estaba regido por normas muy controladas, restrictivas e intervenidas. Con frecuencia volvían después de la hora del "Refectorio" –comida conventual común-. Entonces lo hacía en casa. No siempre disponíamos de una comida, como para invitados. Él era, funcional y afectivamente, de la familia. Así y todo, mi madre le ofrecía, con frecuencia, un suplemento de dos huevos fritos con alguna cosa. Ya he dicho que, yo, amante de la comida, ¡nada de nada! Por eso, me decía mi madre: "Federo –así era llamado por toda mi familia; incluso por todo mi pueblo-, te vas a quedar tan chiquitillo como el P. Aureliano ¿Podéis imaginar qué hice, no solo una vez, sino varias? Cuando el quedaba en casa a comer, me gustaba estar en la mesa y participar de la conversación. Como era lógico, pocas veces me lo permitían. Pues bueno, una de esas ocasiones, en que el rechazó los dos huevos fritos, le dije: P. Aureliano, como dice mi madre, cómaselos Ud., pues de lo contrario se va a quedar muy chiquitillo" ¡Silencio! Jamás tuvo un mal gesto, ni lo interpretó como una descortesía. Acudía a casa, con absoluta libertad y amabilidad. ¡Qué cosas hacen los niños!

    Tuvo un final trágico. El P. Suárez no dormía más de 3-4 horas diarias. Incansable trabajador y, sin duda, insomne permanente. Le gustaba mucho conducir y, por supuesto, más aún correr. Tenía, para su uso personal, un Citroën Stromberg –vulgarmente, un Once ligero-. Casualidad, en uno semejante aprendí a conducir yo. Claro, enseñado por mi padre. Esto fue cuando cumplí los 18 años, al finalizar el Bachillerato y antes de iniciar mi carrera de Medicina. Pues bien, era el verano de 1954. Después de asistir a una reunión con el papa Pío XII –casi contrapunto, desde mi perspectiva, del papa Francisco- iniciaron, ya de noche, sin calor, el viaje de vacaciones a España. Era previsible, se durmió y a la altura de Perpiñán se salieron de la carretera y ambos murieron en el acto. Al menos, fue lo que afirmó la gendarmería francesa. Cuanto pueda decir yo, aquí ahora, y describir, pasado tanto tiempo; no sería representativo del impacto que fue para todos. Lloramos, materialmente, su pérdida.

    Eran años difíciles, aún no había eclosionado el Mayo Francés -1968-; pero la realidad sociocultural y religiosa de Europa, con el muro de Berlín y la guerra fría, no era ni quieta, ni callada. El P. Suárez tenía dificultades con el Papa. Entre otras cosas, por el P. Ives Congar, francés y teólogo; aunque muy callado, era pertinaz y luchador, no fue del gusto del Vaticano. El P. Suárez hacía cuanto podía para evitar su castigo y humillación. Incluso quisieron acallarlo ofreciéndole un puesto de Obispo. La diplomacia más antigua del mundo occidental –por supuesto la vaticana- tenía y tiene esos recorridos (¡). No lo aceptó. Después, ya en la carrera, cuando mi formación cultural fue ampliándose, recordé restos de conversaciones, silencios prudentes y, ¡cómo no! leí la biografía del P. Congar; así, como parte de sus textos críticos. Mi alegría fue constatar que el Concilio Vaticano II le dio la razón. Como, casi, siempre, tarde. Ciertamente, en esta autobiografía, no pasaré de puntillas por el Concilio. Para mí, y para muchos, fue una alegría, redención y esperanza. Para otros…mejor no emitir juicios. Basta con decir que, la aplicación de sus Conclusiones –en gran parte-, están bloqueadas todavía ¡¡¡Que se salve el que pueda!!! Siempre he tenido muchos recuerdos para el P. Aureliano. Después, casado, tuvimos la gran suerte de tener otro consejero eclesial-sacerdotal de su altura de miras, prudencia, también, práctico y claro. Esos momentos, sin duda llegarán a su tiempo. Aún queda mucho recorrido y como decía Gómez de la Serna: "se hace camino al andar".   

    En la familia de mi abuela materna el perfil era diferente. Siendo mujer, viuda muy joven y con ocho hijos, trascendía su carisma afectivo; pero de un gran carácter. En su casa estábamos más que en la nuestra. Tanto ella, como mis tías, siempre estaban dispuestas para acogernos. Además, con un régimen de disciplina, ciertamente, más benevolente. Ahora, que ya soy bisabuelo, lo comprendo mucho mejor: "se hace camino al andar…. El clima general era de mayor inquietud cultura, proximidad y flexibilidad. El título de mi autobiografía reconoce ese rasgo" femenino, que inyecta calidez a la vida; aún, más a la familiar. Sus orígenes fueron de mayor nivel económico, acervo cultural y compromiso religioso. Era vasca por los cuatro costados, como lo evidencian sus apellidos: Múgica, Urreiztieta, Agulu, Egaña. Su padre fue Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Vino a La Mancha, en concreto a Almagro, para dirigir la construcción del "tren de vía estrecha" entre Valdepeñas y Puertollano. Aquí conoció a su marido, Eduardo Jorreto, militar de Intendencia. Este procedía de Candelario, pueblo de la provincia de Salamanca.

    ​Si la relación de mis padres fue, con los Dominicos, estrecha, profunda y calurosa; no era, en nada, igualable a la existente en casa de mi abuela, Lola –Dolores-. Aquí, siendo todavía pequeño, conocí el teólogo Manuel Barbado Viejo. Sé que estoy siendo pesado. Meto, en el escenario de mi vida, a muchas personas; para decir, a continuación: "ya hablaremos después. Sin duda, todas tendrán su titularidad y presencia. Otro hermano del teólogo, también, dominico, y que conocí igualmente, fue Obispo. No recuerdo su nombre. Era menos próximo, sencillo y cálido. Según me contó mi madrina, tía Pepilla, escribió una Pastoral sobre cuál debía ser la altura de la falda de las mujeres –con la intencionalidad de esclarecer cuál sería la norma moral, correcta-. Antes le escribió al teólogo, pidiéndose consejo de hermano y experto. Recibió una respuesta sencilla, que no esperaba: Deja que sea la Moda, y el gusto de cada mujer, quienes decidan por dónde". Siempre creí, que fue una reflexión de sabio elocuente.

    ​A día de hoy vivo, y he vivido, situaciones parecidas. Una, tal vez la más llamativa fue la del cardenal de Sevilla, Segura –vivía en s. Juan de Aznalfarache, donde se refugiaba cuando iba Franco a aquélla; sus relaciones eran malas-, sobre el uso del Suéter –sweater- por las mujeres; les prohibió su uso ¡¡¡…!!! No hay comentario. 

    ​Llegado aquí, una pequeña reflexión. Ved qué múltiples son mis raíces familiares: de Madrid –mi abuelo Carmelo-; de Valladolid –mi abuela, su mujer; Luisa-. De Salamanca –mi abuelo Eduardo- y de San Sebastián –mi abuela, Lola-. La Mancha es etiquetada "detierra de paso. Todos mis abuelos se quedaron. Precisamente, esa decisión hizo posible mi existencia. Estoy contento, orgulloso –pero, como no podría ser de otra manera-, con modestia. No es un contrasentido, sino ese equilibrio que he buscado a lo largo de mi camino. Todo ello, de alguna manera, ha cincelado a mi persona y formación humana. Cuando se tiene que dibujar perfiles y conductas, que nos aproximen a las personas; sobresalen unos rasgos. En modo alguno, se excluyen otros –los demás-. La Familia de mi Padre se caracterizó por el trabajo, esfuerzo personal y social, rigor y sentido del deber. En la de mi Madre: por la acogida, inquietud intelectual; más afectividad y normas de conducta muy religiosa y flexible. Por cierto, constituyen, digámoslo así, mi herencia genética; simbólicamente. Siempre tuve la convicción que, mi esfuerzo personal, mi trabajo, mi lucha y constancia, eran imprescindibles para forjarme como persona y afrontar mi propia vida. Darwin decía, con rotundidad: La especie que sobrevive, ni es la más fuerte, ni la más inteligente. Es la que sabe adaptarse mejor".     

    CAPITULO II

    Escolarización

    ​"Los hechos no dejan de existir porque se

    les ignore" (Aldous Huxley)

    ​"Quien añade sabiduría, añade dolor"

    (Eclesiastés)

    ​Los capítulos representan las progresivas etapas de un libro, secuencialmente, inexorables. Igual que las etapas o periodos de la propia vida –sea histórica o personal-

    Puede extrañar, pero se puede intuir, qué de especial supone este capítulo; para encabezarlo con dos citas. No olvidar que se trata de mi percepción –mis memorias-, pero pasada por la crítica profunda y sincera, tras una larga vida.

    ​La primera sentencia quiere pregonar y resaltar cuántos silencios nos rodean en nuestro caminar. El que descubrirás en este capítulo, no hace falta que te lo muestre. Menos que te lo señale. Tú lo descubrirás de inmediato y lo reconocerás. Te pido sosiego y reflexión ¡Por supuesto! No silencio.

    ​La segunda está sacada del Eclesiastés. Libro de la Biblia cristiana y del Tanaj judío –Antiguo Testamento-. Se le atribuye al Rey Salomón, aunque hay muchas dudas. En cualquier caso, su significado es: "Predicador o Vocero". Pero vocero inconformista, que desea quitar ataduras y ocultamientos de una sociedad; ciertamente, demasiado atada a normas rigurosas y rigoristas.

    ​Comienzo con mi Formación Escolar y deseo hacer un juego de significados, conceptos y palabras. La supuesta autoría, del Rey Salomón, invita a la "Sabiduría", a la formación, a la información y, principalmente, a la cumbre de la madurez y del poder.

    Sabia debería ser la "etapa educacional", que no deber comportar solo información, sino, sobre todo, formación. No se trata de saber nombres de ríos, ni montes; sino qué es un río y un monte. Qué utilidad tienen y cómo pueden modelar nuestra existencia. No se trata de recordar nombres de Reyes, Batallas y Episodios culturales. Se trata de comprenderlos en su contexto y arrancarles, sí arrancarles, su lección y filosofía.

    ​En el curso escolar 1944/1945, en octubre, para ser más preciso, ingresé cono Interno en el Colegio Ntra. Sra. del Prado, en Ciudad Real. Estaba, y está, regentado y dirigido, por los Hermanos  Marianistas. La decisión de mis padres no fue fácil, ni sencilla; soy consciente. Pero, también, sin duda, no lo fue menos cuando, dos años antes, lo hicieron con mi hermano Emilio. En principio, me ocasionó alegría con cierto grado de curiosidad. Efímera fue y pronto se esfumó. Tan pronto que, se materializó, a las pocas horas de hacerse real. Cuando me quedé en el Colegio.

    ​Vaya, por delante, mi gratitud y reconocimiento al Colegio y a la Cía. de los Hermanos Marianistas, por lo que aportaron a mi formación, modulando mi personalidad. Pero, muy principalmente, a un grupo de profesores, algo escaso y muy escogido, que fueron los verdaderos artífices de cuanto de positivo obtuve. Sin duda, los singularizaré. Es mi deuda, y mi gratitud, desde mi cariño. Todo esto no es óbice para el análisis y valoración de circunstancias, hechos…y desaciertos, que iré exponiendo. Nunca leí una declaración narrativa, tan en consonancia con mi percepción, como en "Crónicas del Alba, de Ramón J. Sender. Como no podía ser de otra manera, lo leí estando prohibido en España. Se trata de una obra en tres tomos, densos, precisos y oportunos. Mi tío José Luís –militar y hermano de mi madre, con quien compartí tiempo y espacio durante mi carrera- lo compró en Casablanca (Marruecos francés, entonces)-. Su primer tomo se desarrolla en un internado, muy similar al que estuve. En esta andadura es en la que acabamos de aterrizar". Uso con intención este verbo, porque algo en las nubes estaba. Me tocó bajar de ellas.

    ​En el internado estábamos unos cien chiquillos que, por el día, compartíamos clases, juegos e ilusiones con los compañeros externos. Había tres Secciones, relacionadas  más por el nivel Académico, que por la edad. Adicionalmente, había un Parvulario, compuesto por cuatro grupos: Primera, Segunda, Tercera y Cuarta. Esta última equivalía al Ingreso en Bachiller. Cuando la aprobabas, te creías, ya, un hombre. Entonces, la desilusión era muy grande. En Primero de Bachiller constatabas, que seguías siendo un Pipiolo. Por supuesto, ya se encargaban los mayores de hacértelo notar y sentir. El Colegio estaba organizados y dividido en tres Secciones: Pequeños -1º y 2º-, Medianos -3º y 4º-, Mayores -5º, 6º y 7º de Bachiller-. Terminado este, hacías el "Examen de Estado". Sí, entonces, sí, eras un hombre; pero cuando llegabas a la Universidad, la escala se empequeñecía, nuevamente.Parecía que jamás llegarías a

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