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Wilhelm Reich: una biografía personal
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Libro electrónico240 páginas4 horas

Wilhelm Reich: una biografía personal

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Ilse Ollendorff Reich and Wilhelm Reich, ambos refugiados provenientes de Europa, se conocieron en 1939 solo unas pocas semanas despues de haber llegado a la ciudad de New York. De 1940 a 1954, ella fue su esposa, compañera de trabajo, secretaria and madre de su hijo.

En este relato ella describe imparcialmente y con franqueza el rápido ascenso de Wilhelm Reich en la comunidad psicoanalítica vienesa de Freud (El análisis del carácter, La revolución sexual, La función del orgasmo), su compromiso sexual-socio-político en Berlín (La psicología de masas del fascismo), su huida a Escandinavia y escape a Estados Unidos. La narración continúa siguiendo la vida de Reich a través de la turbulenta década de 1950 de la que ella fue testigo.

Aquí en los Estados Unidos afirmó haber descubierto lo que llamó la energía orgón, una fuerza vital que según él podría restaurar y mejorar la energía de vida propia (El descubrimiento del orgón). Para mediados de los 1950s, al mismo tiempo que él comenzó a experimentar con el control del clima, la Dirección de Alimentos y Drogas (FDA) detuvo su trabajo basándose en la rotulacion errónea, quemaron sus libros, destruyeron sus dispositivos médicos, fue condenado a dos años en la penitenciaría federal de Lewisburg, donde murió en 1957, a los 60 años.

En este relato directo de la vida de Reich, escrito tan sólo una década después de su muerte, se describen sus principales contribuciones a técnicas psiquiátricas – particularmente en Análisis del caracter en el cual identificó las expresiones
somáticas de la emoción y formuló una terapia que subyace a muchas de las terapias populares que involucran cuerpo y mente.

En la década de 1950, sus experimentos con la energía orgón y el acumulador de energía orgón provocó una prohibición de la Dirección de Alimentos y Drogas y una
prolongada batalla legal. Ilse Ollendorff Reich sirvió como testigo en el juicio de Reich en mayo de 1956 y describe el juicio y su posterior encarcelamiento con bastante detalle. Su experiencia personal y entrevistas con muchos ex- compañeros
de trabajo en Europa permiten una visión común y única de la personalidad de Reich, sus miedos, furias, y su ingenuidad.

IdiomaEspañol
EditorialPeter Reich
Fecha de lanzamiento22 may 2012
ISBN9781476323916
Wilhelm Reich: una biografía personal
Autor

Ilse Ollendorff Reich

For the most part, this obituary was written by Ilse; only a few small changes have been added by the family. Ilse Ollendorff Reich, 99, who spent the 1940's and 1950's in a marriage to the controversial psychiatrist Wilhelm Reich, died on Friday, December 19, 2008, at the home of her son in Leverett, MA. Ilse had moved to Amherst in 1989. Ilse was born March 13, l909 in Breslau, Germany, daughter to Georg Ollendorff and Margarete Muhr. Growing up in Nazi Germany, Ilse became an ardent Socialist; later in the United States, she became active in the American Society of Friends and the Peace Movement. She was educated and lived in Breslau (now Wroclaw, Poland) until March, l933 when she fled Nazi Germany for France. She lived in Paris where she worked for the American Joint Distribution Committee until her emigration to the United States in February, l939. She met and married Wilhelm Reich later in that year, and started to work for him in early l940 as bookkeeper and administrator. After taking a course in laboratory technique, she also worked as a laboratory assistant in his research institute. A son, Peter Reich, was born in April of l944. Ilse became a U.S. citizen in 1947. Dr Reich moved his Orgone Institute and research enterprise permanently from New York to Rangeley, Maine in l949, and she lived there until l954, when she separated from Reich. Wilhelm Reich died in 1957. Ilse began her studies for a career in education in 1954, earning a BS (summa cum laude) from University of Hartford in l960, a MA in Childhood Education from Teachers College, Columbia University in l962, and a Professional Diploma in Teaching Foreign Languages from the same institution in l965. She taught both French and German in public elementary, junior high, and high schools in Connecticut for l7 years before retiring in l974. She had been active in Germany in the socialist movement, and was an activist for peace and prison reform. After her separation from Reich in l954, she renewed her social activities in the League of Women Voters and the Womens' International League for Peace and Freedom. She sought contact with Quakers through attendance in l955 at the Avon Institute, and became at that time a member of the Wider Quaker Fellowship. After moving to Fairfield County, Connecticut, in l964, she became a regular attender at Wilton Monthly Meeting, which she eventually joined in l968. She was active in that Meeting as representative to the Connecticut Friends Council and as assistant clerk in the later l970's. When she moved in l979 to the Friends Community in North Easton, she transferred her membership to the North Easton Meeting, where she held offices as treasurer and Clerk. She was a member of New England Yearly Meeting (NEYM) Ministry and Counsel Committee, of NEYM Friends General Committee (FGC). She attended FGC Gatherings for more than 20 years, and was a member of FGC's Publication Committee. She transferred her membership from North Easton to Mt. Toby MM, when she moved to Amherst in l989, and at that time became a board member of Woolman Hill. While living in Connecticut, she was a volunteer visitor and teacher at Danbury Federal Prison under the auspices of the American Friends Service Committee, and at the same time a visitor at Connecticut jails, prisons and reformatory under the auspices of the Connecticut Prison Association. In l969, her biography of Wilhelm Reich was published by St. Martin's Press, later translated and published in French, German, Spanish and Japanese editions. She also published a pamphlet on Angels. Ilse moved to Clark House, Amherst, in 1989, and in January, 2001 moved to The Arbors at Amherst, an assisted living facility. At the time of her death she was the Arbor's oldest resident. Having entered Hospice Care recently, she moved to her son's home in Leverett in mid-December.

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    ES UN GRAN LIBRO. MUY BUENO. RECOMENDABLE PARA TODAS AQUELLAS PERSONAS INTERESADAS EN LA VIDA DE UNO DE LOS PERSONAJES MAS IMPORTANTES DEL SIGLO XX.
    UNO DE LOS PSICOANALISTAS MAS GRANDES DE LA HISTORIA.
    LASTIMA QUE AL FINAL DE SU VIDA NO FUERA COMPRENDIDO

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Wilhelm Reich - Ilse Ollendorff Reich

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WILHELM

REICH

UNA BIOGRAFIA PERSONAL

Ilse Ollendorff Reich

Smashwords Edition

Ilustracion de cubierta: David Graves

Título del original inglés: Wilhelm Reich, A Personal Biography

Traducción: Julio Crespo

Edición digital en español editada por María Crouch

Copyright © U.S. edition

© 1969 Ilse Ollendoff Reich & 2012 by Peter Reich

All rights Reserved.

Originally published in Spanish by

I.G. Manuel Pareja

Montaña, 16 / Barcelona

Smashwords edition, License Notes: This book is licensed for your personal enjoyment only. This ebook may not be re-sold or given away to other people. If you would like to share this book with another person, please purchase an additional copy for each recipient. If you're reading this book and did not purchase it, or it was not purchased for your use only, then please return to Smashwords.com and purchase your own copy. Thank you for respecting the work of this author.

Edicion de Smashwords, Notas de Licencia: Este libro esta licenciado para su disfruto personal solamente. Este libro no puede ser re-vendido o cedido a otras personas. Si desea compartir este libro con otra persona, por favor compre una copia adicional para cada destinatario. Si está leyendo este libro y no lo compró, o no fue adquirido para su uso exclusivo, a continuación, por favor regrese a Smashwords.com y compre su propia copia. Gracias por respetar la obra de este autor.

Para Eva, Lore, y Peter

RECONOCIMIENTOS

Quiero expresar mi estima a todos aquellos que me ayudaron activamente en la tarea de reunir el material de antecedentes necesario. Mi especial agradecimiento a A. S. Neill y al Dr. Ola Raknes que pusieron a mi disposición su voluminosa correspondencia con Reich, además de ofrecerme generosamente su tiempo para muchas conversaciones sobre Reich; a las doctoras Annie Reich, Jo Jenks y Gladys Meyer Wolfe, que aportaron reminiscencias y fotografías; a Elsa Lindenberg por su buena disposición para compartir conmigo sus recuerdos de Reich; y a todos los otros muchos que aportaron notas, cartas y recuerdos y, de ese modo, ayudaron a hacer de este un retrato más completo de Reich hombre.

INTRODUCCIÓN

Pregunté a un grupo de estudiantes norteamericanos radicales acerca de Wilhelm Reich y ninguno había oído nada sobre él. Una docena de años atrás, él hubiera sido uno de sus héroes mayores y una de sus influencias más fuertes. Aparentemente, había sido fácil, mediante la supresión oficial y una suerte de conspiración del silencio de sus pares científicos, arrojar a un gran hombre, temporariamente fuera de la escena. Sin embargo, lo reprimido siempre retorna, con una nueva aura, y hay señales de que, empezando en Europa, Reich está volviendo.

Más que ninguna otra figura de nuestros tiempos, Reich tuvo cosas para decir —y hacer— esenciales para las principales acciones revolucionarias de los jóvenes, tanto en su política como en su estilo de vida hippie; es en verdad el eslabón de unión entre estas tendencias contrastantes. Las más vigorosas ideas políticas de Marcuse y Fromm, acerca del miedo a la libertad y la coelección de la espontaneidad y la sexualidad por modernas instituciones sociales, fueron expresadas antes y con más fuerza por Reich. Y él podía demostrar las causas materiales y eficientes involucradas, por ejemplo, en la gratificación incompleta, la ansiedad y la introyección, mientras que los otros son bastante abstractos. A la inversa, Reich no se hubiera mostrado sorprendido, como Marcuse, frente a la teóricamente imposible revuelta juvenil, porque sabía probable que los niños de la abundancia, criados sin presiones para el aprendizaje de su control de esfínteres, con libertad para masturbarse, y con informalidad en el vestir, fueran temerarios, desobedientes y confiados. La naturaleza humana es muy maleable, pero hay hechos materiales por los que no se puede optar al mismo tiempo.

La autorregulación y la corriente cósmica que relaja y trasciende el yo son axiomas de la actitud hippie. Aquí también, en vegetoterapia, Reich inventó un yoga práctico en términos familiares occidentales y sin drogas, de manera que es posible conectarse con aquella corriente sin desaparecer, sin tener que perder la propia razón, aunque, por supuesto, no sin conflicto y sufrimiento. Y estos ejercicios son una parte fundamental del entrenamiento de la sensibilidad y el teatro de Artaud, que se han generalizado. De igual modo, Reich es un psicólogo existencial, pero a diferencia de los otros no tiene que apoyarse en situaciones extremas y experiencias cumbres, sino que puede trabajar con lo cotidiano.

La ética del trabajo de Reich, la necesidad humana de absorberse en un trabajo productivo propio que lo lleve a uno mas allá de sí mismo, no va tan bien con la juventud radical, pues es verdad que la mayoría de las profesiones y trabajos están corrompidos y son a menudo inútiles o algo peor aun. Sin embargo, esta doctrina luterana de la justificación por la vocación es probablemente verdadera y la democracia del trabajo de Reich es la descentralizada democracia de participación que la juventud radical desea, aunque no haya pensado en el significado del trabajo. Hacer lo que es propio de uno no es una manera caprichosa de estar en el mundo. Aquí Reich vuelve a la concepción del joven Marx de la alienación real en el proceso del trabajo, que el Marx posterior tendió a olvidar cuando se convirtió en un sociólogo y político formal. (Creo que las oblicuas referencias de Reich a los pensadores anarquistas parten de una conversación particular conmigo.) En su propia vida y tareas, sin duda, Reich era obsesivo y calvinista en cuanto al trabajo; estaba gobernado por sus furias. Pienso que sobrestimaba el poder de la parafernalia del laboratorio y la ciencia metódica para resolver problemas humanísticos. Y era un demócrata muy autocrátíco.

En las páginas siguientes vemos que Ilse Ollendorff no pudo seguir a su marido en sus últimas búsquedas, y esto plantea un interrogante sobre el tipo de gran hombre que era Reich. Es importante entender cual es el problema aquí. Sea o no la teoría del orgón física exacta, era por cierto un valiente nuevo intento de verificar la convicción humana de que debe haber una conexión entre la energía natural y las profundidades psiquiátricas. Así, como las viejas religiones mágicas han decaído o se han vuelto superficiales, la gente joven se ha inclinado inevitablemente hacia todo tipo de teoría sacramental y de sacramentalismo, desde Jung y el Libro de las mutaciones al LSD; pero me parece que Reich estaba en un camino más prometedor y más arduo. Si es cierto que el orgón existe realmente, como él decía, él fue su Franklin, su Volta y su Faraday reunidos en uno, y las consecuencias son extraordinarias para la fisiología y la religión. Pero aun si se trata solamente de analogía y proyección, no es mero desvarío, sino que está en la gran línea de los químicos arcaicos y de Paracelso, yendo a tientas hacia lo que debe ser realidad en el largo recorrido. Esta clase de error gigantesco está nutrida de verdad.

Un dilema molesto de estas teorías físico-psiquiátricas es la inevitable ambigüedad de la repetición de los experimentos, porque en esas profundidades lo que se percibe depende del poder y apertura de la percepción y, en consecuencia, del carácter del perceptor. Así entre los alquimistas serios, la virtud cristiana era un prerrequisito para el investigador, o de lo contrario el experimento resultaba una catástrofe. (Uno no puede dejar de pensar en esto al leer acerca del experimento DOR de Reich.) El trabajo en parapsicología está igualmente trabado por la dificultad de contar con una élite de observadores. No quiero hacer valer la paradoja de que los experimentos importantes solo pueden ser repetidos por personas elegidas, pero parece haber en principio una limitación a la objetividad de la ciencia tal como se la entiende comúnmente. Hay una sociología, una psicología y una teología de la ciencia que no son ajenas a lo que se descubre. Lo que uno es determina no solo lo que uno busca, sino también, en parte, lo que uno puede ver. Como decía San Agustín, uno debe amar para aprender. Por lo que yo sé, me apresuro a decirlo, Reich no sostenía esa opinión, pero quizás debió haberla sostenido.

La biografía personal de Ilse Ollendorff es un documento único, un informe sincero y razonable sobre cómo es estar cerca, día tras día, de una persona grande y problemática. A pesar de las obvias tormentas y tensiones y los que debieron ser penosos sentimientos heridos, se ciñó a un relato que es sentido pero desapasionado. No hay difamaciones. Su reticencia acerca de sus problemas con los discípulos de Reich y su herencia es de una corrección admirable, puesto que cada uno de esos conflictos tiene dos aspectos y ahora ya no tienen importancia. Más notable es su inmenso respeto hacia él, como era su deber, sin que, al mismo tiempo, ella sea absorbida por él. Ella es inteligente e independiente, y no es presuntuosa. La única falta seria en su relato es su silencio acerca de sus relaciones sexuales; esto es comprensible, pero no creo que fuera necesario.

Lo que surge de manera conmovedora es la soledad de este hombre, quizás de todos los grandes hombres. La autora no la revela deliberadamente; surge como un hecho de la existencia cotidiana. Como es típico, describe la manera en que él conducía un automóvil o cómo miraba ceñudamente a los automovilistas que se desviaban, pero no sabemos cómo era él cuando estaba pensando profundamente, inspirado, hermoso. Esto no quiere decir que la autora estuviese ajena, sino simplemente que cuando un gran hombre está siendo grande, los otros están fascinados y esto lo deja a él completamente solo. A la inversa, los que nos cuentan vehementemente acerca de estas cosas no son por lo general sus amigos. Quizás Neill fue una excepción, pero él estaba muy lejos. Aunque capaz de juzgarlo, su mujer se muestra renuente a decir en qué medida Reich estaba o se volvió loco. No hay duda de que estaba algo loco, pero la cuestión interesante es en qué terreno y hasta qué grado. Presumo que ella no lo sabe. Es por cierto significativo que pueda manejarse sin la idea; no tuvo que hacer de ella un problema. Las efusiones de cólera y aflicción de Reich descriptas son a menudo las de un hombre que pierde los estribos (pero que no pierde el juicio) y no sin razón, siendo el mundo lo que es. Mucho de la así llamada locura es la desesperada respuesta a las trabas de un contorno absurdo, y todos sabemos lo que eso es.

Lo que realmente me impresiona no es la evidencia de desórdenes anormales, sino cómo Reich se atormentaba, se consumía y sufría por caer víctima de una característica de nuestra sociedad, y de la sociedad científica que ahora se considera eminentemente normal. Esta característica era su compulsión a organizar institutos, a ser un científico público, una influencia política, a estar aliado con los poderes más altos (incluida la Fuerza Aérea de los Estados Unidos), a estar ocupado con la guerra fría, como muchos otros maníacos, aunque era un explorador y un solitario, y un médico de almas. Es bastante claro cómo las condiciones sociales de nuestros tiempos conducen, o seducen, a personas dotadas hacia este tipo de ambivalencias; se trata, sin embargo, de una manera imposible de vivir. Y además, en desastroso contrapunto con esta contradicción interna, está la melancólica historia de sus expulsiones, de ser continuamente un refugiado, que se esfuerza por conseguir visas y satisfacer a los burócratas.

PAUL GOODMAN

Oceanic Institute

Waimanalo, Hawaii

PREFACIO DE LA AUTORA

Durante muchos años, siempre que hablaba con amigos y conocidos sobre mis años con Reich, me decían que pusiese esas cosas por escrito, y yo he jugado por largo tiempo con la idea de escribir una biografía, sin tomarla nunca realmente en serio. Ahora que he abordado formalmente este trabajo, lamento no haber puesto por escrito, al cabo de los años, muchas más cosas que las que realmente tengo.

Conocí a Reich en octubre de 1939, poco después de su llegada a los Estados Unidos. Me convertí en su esposa, secretaria, asistente de laboratorio, tenedora de libros, ama de llaves y factótum general poco tiempo después; fui la madre de su hijo en 1944 y estuve estrechamente asociada con él y su trabajo hasta nuestra separación en 1954. Aun después de nuestra separación nos mantuvimos en estrecho contacto personal por nuestro mutuo interés en nuestro hijo y en el bienestar de cada uno de nosotros, a pesar de que yo me mantuve, deliberadamente, al margen de su trabajo desde esa época por razones que se verán más adelante.

Esta será necesariamente una biografía subjetiva, porque todos los datos que he podido conseguir, todas las conversaciones que tuve con muchos de los viejos amigos y colaboradores de Reich, en suma, todo el material que he recogido es reinterpretado por mí según mi manera de ver a Reich y de recordarlo. Mientras recogía el material, tuve oportunidad de comprobar las trampas que puede hacer la memoria. El mismo episodio, contado por diferentes personas, presentaba a menudo una gran variedad de detalles contradictorios: en el proceso, mis propios recuerdos tendían a hacerse inciertos. En muchos de esos casos, he presentado finalmente las diversas interpretaciones de mis distintas fuentes, dejando que el lector elija la que crea más ajustada.

No he tenido acceso en absoluto a nada del material guardado en los archivos de la Wilhelm Reich Infant Trust Fund, la organización a cargo de la herencia de Reich. En los archivos están los diarios que Reich llevaba regularmente desde sus días de estudiante en Viena, fotografías y correspondencia, y algunos escritos no publicados e inconclusos. De acuerdo con la última voluntad de Reich y con su testamento, la cláusula por la cual los archivos deben quedar bajo llave por cincuenta años después de su muerte se aplica a todo el material; por lo tanto quedará para los biógrafos futuros verificar y enmendar algunos de los hechos que presento.

También se me negó acceso a la biblioteca del Orgone Energy Observatory en Rangeley, Maine. Me habría dado valiosas pistas acerca de los intereses específicos de Reich en distintas épocas de su vida. Esta biblioteca se ha mantenido más o menos intacta desde que Reich abandonó Viena en 1930, y viajó con él por Berlín, Suecia, Noruega y Estados Unidos. Puesto que Reich tenía la costumbre de marcar todo lo que atraía su interés en un libro o revista, hubiera sido muy interesante ver, por ejemplo, en las viejas ediciones de Die Fackel, el periódico radical de Karl Krauss, cuánta influencia tuvieron algunos de sus artículos en la evolución política de Reich.

Por lo tanto, el material utilizable para esta biografía consistió en mi propia memoria; las muchas cartas de Reich que mi hijo Peter y yo teníamos; notas conservadas por los discípulos de Reich; la correspondencia que algunos viejos amigos, en particular A. S. Neill y Ola Raknes, pusieron a mi disposición; las muchas conversaciones que tuve con amigos y antiguos compañeros de Reich en Estados Unidos y en Inglaterra, Alemania y Noruega; y algún material biográfico publicado anteriormente.

Considero mi intento decididamente solo como una biografía preliminar. No soy ni un científico ni un psiquiatra, y tendré que dejar a los científicos del futuro el escribir una evaluación de la obra científica de Reich, así como deberá dejarse para expertos en el terreno de la psicología profunda interpretar la vida y la obra de Reich desde ese punto de vista. Puedo escribir sobre las cosas solo de la manera en que yo las he experimentado, como yo las entiendo y como yo las siento. Mi intención es volver a contar la vida de Reich tal como yo la conocí y como mejor puedo reconstruirla para mostrar algo acerca de cómo los acontecimientos y los tiempos influyeron en su vida y su obra, y cómo él, a su vez, ayudó a conformar la mentalidad de sus contemporáneos. No intento defenderlo a él ni a sus acciones, ni encubrir sus defectos; ni tampoco puedo juzgarlo a él o a su trabajo. Rastreando su evolución espero lograr un mejor conocimiento de Reich hombre, aproximarlo más a la gente para que puedan comprender qué lo impulsaba y por qué se convirtió en una figura tan trágica.

¿Qué clase de hombre era Reich? Para algunos era un héroe que no podía equivocarse y estaba por encima de los defectos y debilidades humanas; para otros era ese científico loco; pero para todos, sin duda, era un genio. En mi investigación, al hablar con amigos y adversarios de Reich, una cosa se destacaba sobre todas las demás: su gran vitalidad. Siempre era lo primero que se mencionaba, la cualidad sobresaliente del hombre en cualquier circunstancia, su impulso, su energía, su fuerza casi abrumadora. Sin ella no habría podido sobrevivir a las muchas emigraciones, las repetidas pérdidas de hogar, de modos de vida, de relaciones organizadas. Siempre se recuperaba, decidido a no dejarse derrumbar, el eterno optimista; como dijo él una vez, el eterno Stehaufmännchen.

Era un hombre de grandes contradicciones, y pienso que las numerosas fotografías que existen de él muestran muy claramente sus distintos aspectos. Uno es el hombre suave, ingenuo, casi aniñado, del que Nic Waal, uno de sus colaboradores y amigos noruegos, dijo en el volumen conmemorativo Wilhelm Reich que tenía la verdadera inocencia y la inquieta inteligencia penetrante del creador. Era amable con los niños —a lo largo de toda su vida conservó un maravilloso contacto inmediato con los niños— y era paciente cuando sentía que una persona o una situación requería paciencia. Pero podía ser la persona dura, impaciente, amedrentadora de algunos retratos, en especial con sus asistentes y colaboradores.

Creo que nunca comprendió que la gente, en general, no tenía la misma energía y vitalidad que él tenía, y que esperaba de todos la misma concentración de propósitos y capacidad para crear y trabajar. Se sentía frustrado, irritado y abandonado si la gente no producía y trabajaba como él lo hacía. A menudo esclavizaba sin piedad a las personas y perdió muchos buenos colaboradores que no podían seguir su ritmo.

Su mente era increíblemente rápida para captar hechos e ideas nuevos, y, una vez que algo resultaba claro para él, esperaba que todos lo comprendieran también (otra fuente de frustración e impaciencia si esto no ocurría). En muchos de sus escritos, especialmente los últimos, presupone en el lector un conocimiento de hechos y teorías que son obvios para él; parece saltar y dejar lagunas, haciendo que el material aparezca, a mi entender, más difícil y desorganizado de lo que en realidad es.

La mayoría de las personas que se mantenían en estrecho contacto con Reich estaban al tanto de la distancia entre la capacidad de él y la de ellos, y reaccionaban con voluntaria aceptación, a veces con adoración heroica, o se apartaban, a menudo coléricos y frustrados. Pero fuese cual fuere su reacción, me parece claro que quien estuviera durante un tiempo en la órbita de Reich no podía dejar de sentir su influencia.

La gente tuvo otra manera de ver a Reich, que debe mencionarse aquí. Muchos, al oír su nombre, responden todavía: Oh, ese hombre que estaba obsesionado con el sexo, dando a entender que hay algo no del todo correcto o serio en un científico que se interesa por el sexo. Para Reich, el sexo debía igualarse con la vida per se. Decía a menudo que el sexo era uno de los aspectos más descuidados de la vida, que nadie se atrevía a tocar o a mencionar, aun en la ciencia, y aun después de Freud. Porque sentía que era uno de los aspectos más poderosos e influyentes de la vida humana, Reich hizo de él el centro de su investigación científica. Para muchas personas, esto pareció convertirlo en obsesionado por el sexo. Siempre que alguien trató de atacarlo por sus descubrimientos o su búsqueda en otros campos, su trabajo sobre la sexualidad era incluido, fuera de contexto, y usado para denigrar a Reich de una u otra manera. La obsesión por el sexo, por la pornografía, estaba en la

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