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Aspirante a asesino: Un estudio clínico de las funciones mentales primitivas, las fantasías inconscientes actualizadas, los estados satélite y las etapas del desarrollo
Aspirante a asesino: Un estudio clínico de las funciones mentales primitivas, las fantasías inconscientes actualizadas, los estados satélite y las etapas del desarrollo
Aspirante a asesino: Un estudio clínico de las funciones mentales primitivas, las fantasías inconscientes actualizadas, los estados satélite y las etapas del desarrollo
Libro electrónico257 páginas4 horas

Aspirante a asesino: Un estudio clínico de las funciones mentales primitivas, las fantasías inconscientes actualizadas, los estados satélite y las etapas del desarrollo

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Información de este libro electrónico

En medio de la noche, la esposa de un pastor metodista se despierta justo cuando su marido está a punto de matarla con un hacha. Sin embargo, el hombre se detiene en el momento del impulso, entrando en un estado catatónico que evita el asesinato. Este es el comienzo de un fascinante caso con el que Vamik D. Volkan se encontró al empezar su residencia de psiquiatría, y que se extendió durante toda la vida del paciente.
Gracias a ello, Volkan narra en este libro los detalles de su comprensión de la mente de este hombre para entender, al mismo tiempo, los procesos psicológicos de cada asesino, o de cada aspirante a asesino.
El modo más eficaz de entender los conceptos psicodinámicos consiste en enseñarlos en el trabajo clínico, especialmente cuando son descritos por psicoanalistas experimentados a través del relato del tratamiento de un paciente, desde su inicio hasta su culminación. Con el objeto de ilustrar mejor ciertos conceptos teóricos y técnicos, Volkan detalla, desde una perspectiva individual, algunas funciones mentales primitivas presente en el comportamiento del pastor metodista, que ilustran por qué un individuo puede convertirse en asesino.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento11 nov 2019
ISBN9788425442834
Aspirante a asesino: Un estudio clínico de las funciones mentales primitivas, las fantasías inconscientes actualizadas, los estados satélite y las etapas del desarrollo

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    Aspirante a asesino - Vamik Volkan

    VAMIK D. VOLKAN

    Aspirante a asesino

    Un estudio clínico de las funciones mentales primitivas,

    las fantasías inconscientes actualizadas,

    los estados satélite y las etapas del desarrollo

    TRADUCCIÓN DE

    AGUSTINA LUENGO

    Herder

    Título original: Would-be wife killer. A Clinical Study of Primitive Mental Functions, Actualised Unconscious Fantasies, Satellite States, and Developmental Steps

    Traducción: Agustina Luengo

    Diseño de la cubierta: Gabriel Nunes

    Edición digital: José Toribio Barba

    © 2015, Routledge, una división de Taylor & Francis Group

    © 2019, Herder Editorial, S. L., Barcelona

    ISBN digital: 978-84-254-4283-4

    1.ª edición digital, 2019

    Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro de Derechos Reprográficos) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com)

    Herder

    www.herdereditorial.com

    ÍNDICE

    PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA Jorge L. Tizón

    SOBRE EL AUTOR

    SOBRE EL PRESENTE LIBRO

    1. UN TERAPEUTA NOVATO SE ENCUENTRA CON UN ASPIRANTE A ASESINO

    2. UN HOMBRE CON TRES PENES Y DOS VAGINAS

    3. MIS TRES PRIMEROS MESES CON ATIS

    4. UNA LESIÓN EN LA NIÑEZ EN UNA PARTE CORPORAL QUE REPRESENTA UN PENE Y LA FANTASÍA INCONSCIENTE ACTUALIZADA

    5. REFLEXIONES SOBRE LAS ORGANIZACIONES DE LA PERSONALIDAD

    6. EL NÚCLEO PSICÓTICO

    7. EL INICIO DE LA TERAPIA COMO PACIENTE EXTERNO

    8. LAS INTERPRETACIONES VINCULANTES, UN COCHE DE COLOR CARNE Y LA INUNDACIÓN EMOCIONAL

    9. CENAS CON PAVO Y LA IDENTIFICACIÓN CON UN OBJETO LIBIDINAL TERAPÉUTICO

    10. LOS CICLOS DE INTERNALIZACIÓN-EXTERNALIZACIÓN Y LA ALTERACIÓN DEL NÚCLEO PSICÓTICO

    11. LA TRANSFERENCIA APTA PARA TRABAJAR

    12. EL ESTADO SATÉLITE Y EL JUEGO TERAPÉUTICO

    13. EXPERIENCIAS DE PUNTO CRUCIAL

    14. LAS ENFERMEDADES FÍSICAS Y LA LIBERTAD PSÍQUICA

    15. LA PUESTA DEL SOL

    ÚLTIMAS PALABRAS

    BIBLIOGRAFÍA

    ÍNDICE TEMÁTICO

    ¡HABLEN CON ELLOS!

    Jorge L. Tizón

    Presentamos al lector un nuevo volumen de nuestra colección sobre Psicopatología y Psicoterapia de las Psicosis. Y un nuevo volumen que versa, precisamente, sobre las 3P que acabamos de nombrar. Por eso, en este caso se trata de un libro que, a nuestro entender, es de lectura necesaria para los profesionales de la psiquiatría, la psicología, los servicios sociales y los servicios comunitarios; pero es también un libro que puede interesar a la población general y a los agentes culturales y mediáticos de nuestras sociedades.

    Nuestra intención al publicarlo en este momento y en nuestra circunstancia histórica hispanoamericana puede declararse abiertamente desde ahora: también los asesinos y homicidas —incluso los asesinos machistas y de género—, también esos seres humanos merecen una perspectiva profesional psicológica, que no es la misma que la perspectiva política, cultural o periodística, pero que puede cumplir el papel de enriquecer y enriquecerse con esas otras perspectivas.

    Un contexto dramático

    ¿Qué lleva a que en nuestro mundo «desarrollado» personas de diverso nivel cultural y social cometan homicidios y asesinatos más o menos coherentemente «justificados»? ¿Qué ideas, fantasías, emociones o sentimientos están en la base psicológica de esas acciones, las más «patológicas» que pueden darse dentro de la especie? ¿Qué piensan, qué sienten, qué fantasean esas personas cuando se deciden a hacerlo o cuando lo están planificando con mayor o menor coherencia? Siglos o milenios de acostumbramiento a las guerras en la belicosa Europa casi nos impiden hoy atender al tema con cierta amplitud de miras y casi favorecen el no preguntarse por los motivos y, menos aún, por aquellos personales e íntimos. Mucho más con la banalización de la violencia y la muerte de seres humanos que se desarrolla en los media, y en particular las televisiones, películas, series y vídeojuegos.

    ¿Esas personas son tan solo «monstruos anormales»? ¿Y no es monstruoso que un acto tan grave como decidir matar a la propia esposa o a la propia pareja o expareja se vea como algo que no tiene antecedentes, como si no hubiera unos factores de riesgo graves previos, como si no hubiera actividades preventivas o clínicas que realizar también con los uxoricidas y con los asesinos u homicidas en potencia?¹

    ¿Hay alguien que pueda pensar que decidir matar con un hacha, una katana, a golpes brutales, a tiros, rociándolas con líquidos inflamables, etc. a la pareja o expareja o a sus hijos, símbolos de la creatividad y el desarrollo, puede hacerse como un «cortocircuito», sin toda una serie de representaciones mentales, fantasías y sentimientos detrás? ¿Cuáles pueden ser estos? ¿Cómo pueden ser tenidos en cuenta para prevenir más muertes (seguidas de los frecuentísimos suicidios posteriores)?

    Mantenemos exactamente lo contrario: para que una persona llegue a matar o a pensar en matar a otra, en nuestras sociedades y en este momento histórico, hay que estar muy mortificado en el mundo interno. Se tienen que dar —o se han dado— poderosas, atemorizantes o iracundas fantasías y deseos, imágenes y fantasías terroríficas, disparatadas y llamativas… Y todo ello suele haberse revelado con anterioridad, incluso en conductas aparatosamente abstrusas tales como guardar un dedo cortado (simbólicamente, un pene) en un frasco durante años, como expone en este libro Vamik Volkan. Y lo hicieron tanto Atis, el protagonista, como su madre. No son situaciones tan raras como podemos creernos, sino, más bien, poco oídas y atendidas.

    Además, ¿es más extraña esa conducta que la que, de pasada, nos cuenta Volkan acerca del mismo período en el que trabajosamente él estaba intentando entender y soportar esas fantasías y comunicaciones, indudablemente peligrosas, de Atis? En esa misma época, un director de su departamento de Neuropsiquiatría se dedicaba a recorrer el mundo (y enriquecerse) con la búsqueda de «reencarnaciones»... Entonces, ¿por qué temer tanto, e incluso más, a las vivencias y explicaciones de Atis o de otros sujetos con psicosis o con desintegraciones psicóticas por drogas o contextos sociales? ¿Por qué actuar popular y científicamente como si fueran más peligrosas que las del Dr. Donald E. Cameron, primer presidente de la Asociación Mundial de Psiquiatría (WPA)?²

    Por mucho que nos asusten, e incluso paralicen nuestras emociones y pensamientos, también los asesinos en potencia o los homicidas hablan y tienen cosas que contar. Tenemos cosas que aprender de ellos y con ellos, más allá de rígidas actitudes de negación y marginación fascistizante. Otra cosa diferente es que, para hacerlo, deban darse unos cuidados técnicos en la relación, así como unas teorías o hipótesis en las cuales encuadrar lo que vemos y oímos. Pero en el primer momento es indispensable observar, escuchar (dentro de un encuadre) y dejarnos impactar por sus vivencias, fantasías y delirios. También tenemos que aprender de ellos y con ellos. Incluso de homicidas y asesinos, como muestra Volkan en este libro. Y, por supuesto, de sus víctimas. Oírlas con tiempo y cuidado y reflexionar. Reflexionar y no solo imponer «soluciones», «medidas» o «dogmas». Es la triada víctima-victimario-contexto social entera la que debe ser replanteada.²-⁴

    En este libro, Vamik Volkan, con el valor personal y científico que lo caracteriza, muestra el trabajo y la investigación realizada por él mismo y por Atis, un asesino en potencia que solo detuvo su hacha en el último instante, y que siguió acariciando deseos homicidas tanto hacia su esposa como hacia otras personas… incluso hacia el propio terapeuta. Un cuasiasesino que creía que poseía tres penes y dos vaginas, como Volkan narra a lo largo de este volumen.

    Más allá de lo aparente

    Decíamos que esa actitud de observación y reflexión conjunta cuidadosa es de gran importancia porque a menudo, en el fragor cultural e ideológico de las graves repercusiones del machismo de nuestras sociedades, con consecuencias de muerte en ocasiones, se puede perder de vista la individualidad de los participantes: tanto la individualidad de las víctimas, —algunos de cuyos aspectos han sido tratados por Giglioli² o por mí mismo recientemente³,⁴—, como, más aún, la individualidad de los victimarios. Por razones políticas, pero también jurídicas, se tiende a contraponer la comprensión de la víctima y el victimario con el necesario proceso de despatriarcalización y desfascistización de nuestras sociedades idealizadamente «democráticas». Sin embargo, algunos profesionales y muchos ciudadanos pensamos que el combate cultural y político actual del feminismo, con sus variantes, contradicciones y conflictos, es necesario e inevitable; pero también que no está en contradicción —sino que podría enriquecerse— con la comprensión del mundo interno de víctimas y victimarios, cosa que es aún más difícil en otro tipo de homicidios y asesinatos.

    En definitiva, si no nos dejamos dominar por el pensamiento «unidimensional», también en nuestra reflexión sobre estos temas, hemos de tener claro algo muy elemental: para decidir matar a una persona, al menos en nuestras sociedades europeas actuales, tienen que darse unas fantasías, emociones, conflictos y representaciones mentales particulares, muy diferentes y mucho más idiosincráticas que el machismo, el autoritarismo o el fascismo mental.

    Cuando se ha tenido contacto con estas terribles muestras de la imperfección de nuestras sociedades, se sabe que en muchos —si no en todos— los que perpetran los crímenes machistas (y más aún, los «asesinos de masas» o «en serie») hay psicopatología, es decir, desarrollos psicológicos anómalos. En general, desde el punto de vista psicopatológico, encontramos sujetos dominados por fantasías y temores psicóticos, o por los efectos de determinadas drogas, además del machismo, el fascismo y otros extremismos culturales y políticos. No obstante, en cualquier caso, cada una de al menos esas tres posibilidades y sus combinaciones actúan sobre la base de determinadas vulnerabilidades personales.³ No es el simple «la mató». Ni siquiera «otro crimen machista». Esa realidad es siempre compleja, como ahora sabemos si tenemos en cuenta, por ejemplo, los frecuentísimos intentos de suicidio posteriores al asesinato machista o de género.

    Lejos del simplismo de «la maté porque era mía» con el que acríticamente se aceptaba a nivel popular la explicación (y que ha dado lugar a innumerables coplas, tangos, rocks y baladas) hemos de comenzar a aceptar una realidad más compleja. Por ejemplo, la combinación de esa motivación con la opuesta: la maté porque no era mía (porque era más sensible, más capaz, más creativa que yo; porque me podía dejar…). Un largo camino aún no recorrido por parte de la cultura popular y psiquiátrica.

    No es posible reflexionar sobre los asesinatos de género y machistas, por ejemplo, sin tener en cuenta la importancia de algunas o varias de esas circunstancias en los victimarios: para empezar, que los victimarios pueden estar dominados por la desintegración psicótica más o menos celotípica o paranoide, por la organización psicopatológica incontinente, más o menos reforzada por drogas, o por la relación intrusiva o perversa.⁴ Como diríamos desde nuestra perspectiva psicopatológica,⁴ en esos sujetos es seguro que habría que explorar sus organizaciones/desorganizaciones psicóticas, así como las «organizaciones psicopatológicas de la relación» incontinentes, perversas y adictas.

    Si estas variables no se tienen en cuenta, si no se atienden, tendemos a despachar con simplezas como «asesino, machista, drogadicto» a los victimarios. Pero, como decimos, en nuestras sociedades económica e informativamente opulentas,⁵ para matar a una persona hemos de pensar que tienen que darse antecedentes, vulnerabilidades y conflictos serios.

    La realidad de las complejas relaciones víctima-verdugo y, más ampliamente, víctima-verdugo-sociedad, si escuchamos a los tres participantes, puede llevarnos a pensar, por ejemplo, que son necesarios cambios urgentes en la atención social a los problemas de violencia de género. Que ante ellos no hemos de marginar totalmente el pensamiento psicopatológico, ni amputarlo en una estéril descripción de supuestas «enfermedades» o «imputabilidades/inimputabilidades». Más allá y más acá debería desarrollarse una reflexión y un estudio psicopatológico sobre estas personas y estas situaciones que nos permitiera la prevención primaria de esos sucesos (que poco se arreglan con «minutos de silencio») y la prevención secundaria de las consecuencias de algunos trastornos psicopatológicos mal cuidados.

    Eso no debe significar, como algunos temen, reducir el problema a la psicopatología, ni muchos menos. Por el contrario, el necesario combate cultural contra el machismo y la violencia de género debe ser ampliado y radicalizado. Pero ello no obsta para que, al tiempo, vayamos profundizando en sus componentes, algo para lo cual la psicopatología biocomercial al uso se muestra impotente. Necesitamos otras perspectivas psicopatológicas más basadas en la relación y en el contexto, desde luego. Y solo a partir de esas diferentes aproximaciones podremos perfilar de forma más adecuada los cambios necesarios para disminuir drásticamente esta grave anomalía de nuestras sociedades democráticas. Pero hemos de saber entonces que, además de «minutos de silencio», nuestros políticos y administradores deberían proporcionar formación y servicios adecuadamente financiados y emocionalmente contenidos tanto para los victimarios como para las víctimas. Y también medios para aumentar el apoyo social y comunitario, que van desde los dispositivos electrónicos de detección para los casos de riesgo grave hasta la financiación y apoyo a los grupos de ciudadanas y ciudadanos que, como la «Tela de Penélope»,⁴,⁵ estén dispuestos a colaborar en la prevención de tales situaciones.

    El libro de Vamik Volkan, la colección 3P y el contexto

    Estos han sido algunos de los motivos para incluir este libro en nuestra colección 3P, además de nuestro respeto y amistad por Vamik Volkan y su obra. Contribuir a «volver a poner de moda» algo que en buena parte de la psicopatología y la psiquiatría actuales ha dejado de hacerse: hablar con los sujetos, hablar con los consultantes y sus familias. Y hablar significa comunicación. Y comunicación significa bidireccionalidad. Y bidireccionalidad significa tal vez problemas para los intervinientes, incluidos los propios profesionales…⁶,⁷ Pero ¿hay algún problema mayor que una agresión con resultado de muerte?

    Esperamos que el volumen que el lector tiene en sus manos contribuya a nuestro conocimiento de estas personas (y de otros muchos sujetos de nuestra sociedades). De esas personas que, durante meses y años, intentan mantener un precario equilibrio gracias a elementos delirantes y predelirantes con los que buscan dotarse de una coherencia e integridad que no han logrado alcanzar en su desarrollo como sujetos.⁸-¹⁴

    Ese es uno de los aspectos más interesantes del libro de Volkan: su descripción pormenorizada de algunas de las fantasías y representaciones mentales de algunos de tales sujetos, consultantes o no consultantes. Es cierto que su perspectiva psicoanalítica, y de un psicoanálisis diferente al que predomina en la Europa actual, puede hacer extrañas algunas de las descripciones y narraciones. Pero se refieren a hechos detectados, luego interpretados y recontextualizados en un marco teórico por Volkan. No solo son hipótesis y explicaciones de Volkan ante otros hechos más primarios. Y esos hechos nos los transmite con sus grandes habilidades didácticas, que le permiten explicar varios conceptos psicoanalíticos básicos y muchos conceptos personales, así como ayudarnos a circular por los más diversos autores del psicoanálisis: Sigmund y Ana Freud, Klein, Mahler, Kohut, Blos, Bowlby, Boyer, Searles, Pollock, Winnicott, Kernberg, Rosenfeld...

    Ante las abusivas simplificaciones que la psicopatología biocomercial y otras deformaciones han impuesto en nuestra clínica cotidiana, creemos que puede resultar ilustrativo, a la par que refrescante, oír en directo las reflexiones de Vamik y de los múltiples pacientes con graves vulnerabilidades de los cuales habla en este volumen. Nos restituye a la necesidad de la observación en toda ciencia y toda técnica, y mucho más en psico(pato)logía: el primer momento, y un momento indispensable, consiste en observar, oír la realidad, y con la mayor profundidad y amplitud posible. Solo después es posible categorizar, diagnosticar y ayudar o cuidar (prácticas simplificadas en el «tratar» y términos similares, provenientes del glosario biomédico, a menudo simplificado de forma reduccionista, además). Y observar y oír incluyen el «observarse a uno mismo» y, como decíamos hace años para los médicos, «observarse observando»,¹⁵ observar cómo las propias representaciones mentales, antecedentes y vulnerabilidades personales y familiares influyen en nuestra captación y nuestras actitudes. En otras palabras, tener en cuenta de forma amplia nuestra contratransferencia y nuestras motivaciones, algo que Vamik Volkan nos muestra palmariamente bien en varios momentos de la descripción de sus relaciones con Atis y con otros consultantes.

    Por otra parte, para Volkan, como para otros psicoanalistas, la mejor forma de aprender y enseñar los conceptos psicoanalíticos y relacionales es a través de mostrarlos en la clínica, en la realidad y complejidad de la clínica, en especial con pacientes con psicosis y con TIEL («trastornos por inestabilidad emocional límite», mal llamados TLP).⁴ Eso si llegan a arquitrabarse como conceptos y no se quedan en descripciones o nociones más o menos descriptivas, algo que a menudo «sucede en el camino». No es fácil aquilatar las intuiciones, experiencias y comunicaciones en conceptos científicos y técnicos verificables, comunicables y apofánticos.

    En ese sentido, en las páginas 28 a 30 de este volumen podrán encontrar ustedes un listado de los conceptos y nociones que Volkan utiliza, algunos de ellos declaradamente metafóricos. Sería apasionante para muchos de nosotros poner en relación las categorías que él usa con las categorías y conceptos del psicoanálisis europeo y sudamericano más actual. Relacionar sus conceptos de «juego terapéutico» con acting out y enactments, su «donut relleno de mermelada podrida» con los «núcleos psicóticos», su particular aprehensión de la identificación proyectiva y la desidentificación por proyección,¹⁰,¹¹ su uso de los conceptos de «objeto total», «objeto parcial» y «objeto transicional», su idea de los «estados satélite» con el self-objeto, etc… Pero precisamente para no traicionar su actitud didáctica y sus formas de aplicarla, prefiero dejar que el propio lector actualice y busque sus propios conceptos y nociones a partir de los que Volkan usa. Respetamos así su deseo de poder mostrarlos progresivamente en su aparición clínica, a lo largo del libro. El lector atento podrá hacer después su correspondiente correlación con los conceptos utilizados en otros libros de esta colección¹⁶-¹⁸, ⁴, ¹⁰-¹² y, también, con otras experiencias y otra clínica, tal como son narradas por los propios protagonistas.¹⁹-²⁴

    Sin embargo, no desearía dejar de señalar en este prólogo la matizada descripción que Volkan realiza de la «organización psicótica de la personalidad» y de los núcleos psicóticos, ya adelantada por su magnífico libro anterior, todavía no traducido al castellano.¹³ Su interés, en el capítulo 5 de esa obra, se centra en diferenciar la organización-desorganización psicótica de los cuadros borderline y neuróticos, un tema sobre el que hemos mostrado las diferentes perspectivas hoy existentes en otros libros de esta colección.¹⁰-¹², ¹⁶-¹⁸, ²³-²⁴

    Tanto a nivel personal como a nivel social y profesional, una tarea prioritaria hoy en día es abandonar las visiones maniqueas o esquizoparanoides del acontecer social y relacional y sustituirlas por una perspectiva más seriamente observacional y más «democrática»; ser capaces de tolerar y comunicarnos («hablar») con «los diferentes» y las diferencias. En repetidas ocasiones Volkan, Williams o yo mismo hemos mantenido que las diferencias, incluso extremas, enriquecen nuestra visión del mundo, de los demás y de nosotros mismos; también las diferencias motivadas por la psicopatología, por un desarrollo personal gravemente dificultado. De ahí la necesidad de una cultura de la reparación y la reparatividad, que parte de ver, observar, tolerar, admitir esas diferencias y la realidad de que, cuando hacen sufrir, algo tendrán que ver con nosotros y con nuestros errores, culpas o inadvertencias (o, al menos, que estimulan nuestras fantasías, deseos y deberes reparatorios).

    Como hemos defendido recientemente⁴ la verdadera psico-(pato)logía consiste en las representaciones mentales y acciones que dificultan gravemente el desarrollo personal o social solidario. Por anómalas, abstrusas, ignotas o inefables que sean las diferencias, no son las diferencias en sí mismas lo que hay que cambiar o «tratar», sino aquellas que dificultan gravemente el desarrollo personal o social solidario.

    De ahí que hayamos buscado la publicación de este libro. Intentar empatizar con determinados aspectos de la mente de un asesino en potencia es una de las vías privilegiadas para la prevención de esos desarrollos y, por supuesto, para ayudar a esas personas. Aunque sí presenten muestras de verdadera psicopatología, al menos por sus repercusiones. Varios de los sujetos descritos por Vamik en este libro, como otros presentados en esta colección,⁴, ¹⁰-¹², ¹⁸-²² podrían haber detenido mucho antes su desarrollo personal y podrían haber detenido el desarrollo

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