a tesis es sorprendente. Todo, todo lo que se da al ser, no proviene de un acto de creación, sino de un acto de descomposición. Son (somos) los restos de un naufragio. De un barco que hace tiempo zozobró. Fragmentos de una unidad de ser perdida por haber muerto de su propia mano. Restos de un suicidio. Del suicidio de Dios. Todo es, y nosotros en cuanto somos, la excrecencia de algo que ya no vive. De algo que cumplió su destino, antaño, suicidándose. Nuestra única redención, nuestra única posible ética es permitir que la unidad se reintegre a sí misma en su voluntad evitando la proliferación de más «fragmentos» de
PHILIPP MAINLÄNDER: EL SUICIDIO DE DIOS
Mar 19, 2024
4 minutos
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos