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"La sombra del pasado"
"La sombra del pasado"
"La sombra del pasado"
Libro electrónico137 páginas1 hora

"La sombra del pasado"

Por R.M.S

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Información de este libro electrónico

La sombra del pasado es una historia llena de misterio, suspense y peligro, que nos lleva a través de los oscuros secretos de un pequeño pueblo en el que las apariencias engañan y nada es lo que parece.

La historia comienza con Ana, una joven que regresa a su pueblo natal después de muchos años. La razón de su regreso es la misteriosa desaparición de su amigo de la infancia, Pedro, quien había estado investigando algunos sucesos extraños que habían estado ocurriendo en el pueblo.

Ana llega al pueblo y pronto comienza a sentir que hay algo extraño en el aire. La gente parece esconder algo, y nadie parece querer hablar sobre la desaparición de Pedro. Pero Ana es una mujer decidida y no se detendrá hasta descubrir lo que ha pasado con su amigo.

Poco a poco, Ana empieza a adentrarse en los secretos del pueblo, descubriendo oscuros rituales y secretos enterrados en el pasado. A medida que se adentra en la investigación, Ana se da cuenta de que corre peligro, pero sabe que debe seguir adelante para descubrir la verdad.

En La sombra del pasado, la lucha entre el bien y el mal es constante, y Ana deberá enfrentarse a sus miedos y a la oscuridad para poder encontrar respuestas. Una historia que nos mantendrá en vilo hasta la última página, con giros inesperados y una trama que no dejará indiferente a nadie.

IdiomaEspañol
EditorialR.M.S
Fecha de lanzamiento24 abr 2023
ISBN9798223211587
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    "La sombra del pasado" - R.M.S

    INTRODUCCION

    La sombra del pasado es una historia llena de misterio, suspense y peligro, que nos lleva a través de los oscuros secretos de un pequeño pueblo en el que las apariencias engañan y nada es lo que parece.

    La historia comienza con Ana, una joven que regresa a su pueblo natal después de muchos años. La razón de su regreso es la misteriosa desaparición de su amigo de la infancia, Pedro, quien había estado investigando algunos sucesos extraños que habían estado ocurriendo en el pueblo.

    Ana llega al pueblo y pronto comienza a sentir que hay algo extraño en el aire. La gente parece esconder algo, y nadie parece querer hablar sobre la desaparición de Pedro. Pero Ana es una mujer decidida y no se detendrá hasta descubrir lo que ha pasado con su amigo.

    Poco a poco, Ana empieza a adentrarse en los secretos del pueblo, descubriendo oscuros rituales y secretos enterrados en el pasado. A medida que se adentra en la investigación, Ana se da cuenta de que corre peligro, pero sabe que debe seguir adelante para descubrir la verdad.

    En La sombra del pasado, la lucha entre el bien y el mal es constante, y Ana deberá enfrentarse a sus miedos y a la oscuridad para poder encontrar respuestas. Una historia que nos mantendrá en vilo hasta la última página, con giros inesperados y una trama que no dejará indiferente a nadie.

    Capítulo 1

    El regreso a casa

    El viento frío soplaba con fuerza esa noche, mientras el coche avanzaba por la carretera que llevaba al pequeño pueblo de San Pedro. Ana no podía evitar sentir un escalofrío en la espalda cada vez que veía las sombras de los árboles moviéndose inquietantemente. Estaba nerviosa, pero también emocionada. Después de tantos años, volvía a casa.

    Ana había pasado la mayor parte de su vida en San Pedro, un lugar tranquilo en el que todos se conocían y las cosas apenas cambiaban. Pero hace más de una década, cuando tenía apenas 16 años, se fue sin despedirse de nadie. Dejó atrás a su familia, a sus amigos y a la vida que había conocido hasta entonces.

    Ahora, con 28 años, Ana había decidido volver a San Pedro. No sabía exactamente por qué, pero sentía que tenía que hacerlo. La llamada de su padre, que le había dicho que necesitaba verla, fue la excusa perfecta para tomar esa decisión.

    Mientras el coche se acercaba al pueblo, Ana empezó a reconocer las calles, las casas y los comercios. Todo parecía igual, pero también diferente. Había una sensación extraña en el aire, como si algo hubiera cambiado desde su partida.

    Finalmente, llegaron a la casa de sus padres. Ana miró por la ventana y vio que la casa estaba exactamente igual que cuando se fue. La pintura amarilla, el tejado de tejas rojas, las mismas cortinas en las ventanas. Todo estaba en su sitio, como si el tiempo no hubiera pasado.

    El coche se detuvo frente a la puerta y Ana salió, temblando de emoción. Vio a su padre esperándola en el porche, con los brazos abiertos. Él se acercó a ella y la abrazó con fuerza. Ana sintió las lágrimas corriendo por sus mejillas.

    Hija mía, cuánto tiempo sin verte -dijo su padre, emocionado-. Has crecido mucho.

    Sí, papá. He pasado muchos años fuera, pero ahora estoy de vuelta.

    Me alegro mucho. Te he preparado una cena especial para celebrarlo. Vamos adentro.

    Ana siguió a su padre a la casa. Todo estaba exactamente igual que como lo recordaba. La mesa del comedor, el sofá del salón, las fotos en la pared. Cada objeto tenía un recuerdo asociado en su mente.

    Se sentaron a cenar y hablaron sobre la vida de Ana durante todos esos años. Le contó a su padre sobre sus estudios, sus trabajos, sus amores. Él escuchaba atentamente, como si quisiera grabar cada detalle.

    Papá, ¿por qué querías verme? -preguntó Ana después de la cena.

    Es algo difícil de explicar -respondió él, evasivo-. Pero creo que tienes derecho a saber.

    ¿A saber qué?

    Verás, hija mía, desde que te fuiste pasaron muchas cosas en San Pedro. Algunas buenas, otras no tanto.

    ¿Qué cosas, papá?

    No es fácil hablar de esto

    Ana miró a su padre, preocupada por lo que pudiera haber pasado en el pueblo durante su ausencia. Había algo en su mirada que le indicaba que se trataba de algo serio. Por un momento, Ana se sintió como si hubiera vuelto a su adolescencia, cuando su padre le contaba las noticias del pueblo.

    Papá, por favor, dime qué ha pasado -insistió Ana.

    Hace unos meses, una persona desapareció. Fue un joven del pueblo, del que todos conocíamos. Se llamaba Pedro y trabajaba en la carpintería de su padre.

    ¿Desapareció? -preguntó Ana, sorprendida-. ¿Cómo es eso posible?

    Nadie sabe exactamente qué pasó. Simplemente, una noche no regresó a casa y nunca más se supo de él. La policía ha estado investigando, pero hasta ahora no han encontrado nada.

    ¿Y qué tiene que ver eso conmigo? -preguntó Ana, desconcertada.

    Verás, hija mía, Pedro era amigo tuyo. Él y tú solían salir juntos cuando eran más jóvenes.

    Ana se quedó en silencio por unos instantes, intentando recordar a aquel joven del que su padre le hablaba. Recordó haber salido con él un par de veces, pero no le había prestado mucha atención. En aquel entonces, estaba más interesada en sus estudios y en su futuro.

    Papá, no sé qué decir. No sabía que había desaparecido -dijo Ana finalmente.

    Lo sé, hija mía. Pero hay algo más que debes saber. Pedro tenía un secreto. Algo que nunca había contado a nadie.

    ¿Qué secreto?

    No lo sé con seguridad. Pero creo que tiene que ver con su desaparición.

    Ana miró a su padre, sin comprender del todo lo que estaba pasando. Había vuelto a San Pedro buscando respuestas, pero ahora parecía que se encontraba en medio de un misterio que ni siquiera sabía que existía.

    Papá, ¿qué quieres que haga?

    Quiero que nos ayudes a encontrar a Pedro. Sé que has pasado mucho tiempo fuera, pero eres la única que puede ayudarnos.

    ¿Cómo puedo ayudar? -preguntó Ana, todavía sin entender.

    Tú conoces a Pedro mejor que nadie. Sabes cosas sobre él que nadie más sabe. Quizás puedas darnos alguna pista, algo que nos ayude a encontrarlo.

    Ana se quedó pensativa por un momento. No sabía si podría ayudar, pero sentía que debía intentarlo. Había vuelto a San Pedro en busca de respuestas, y ahora se encontraba en medio de un misterio que debía resolver.

    Está bien, papá. Haré lo que pueda -dijo finalmente.

    Gracias, hija mía. Te lo agradezco de todo corazón.

    Ana se levantó de la mesa y se fue a su antigua habitación. Todo estaba exactamente igual que como lo recordaba. La cama, el armario, los libros en la estantería. Pero también había una sensación extraña en el aire, como si algo hubiera cambiado desde su partida.

    Se acostó en la cama y cerró los ojos, intentando recordar todo lo que sabía sobre Pedro. Recordó su infancia juntos, cuando jugaban en el parque y se contaban historias. Recordó su adolescencia, cuando salían juntos a bailar y él le confiaba sus sueños de convertirse en un gran carpintero. Pero también recordó el día en que él le confesó su secreto.

    Pedro le había contado que había encontrado un extraño libro en la biblioteca del pueblo, un libro que hablaba de antiguos rituales y de seres sobrenaturales. Le había dicho que se había obsesionado con él, que había intentado encontrar más información y que había descubierto algo que le había aterrorizado.

    Ana nunca había creído en esas cosas, pero Pedro le había hablado con tanta convicción que había empezado a preocuparse por él. Le había dicho que debía dejar el libro de lado, que estaba obsesionándose demasiado, pero Pedro le había asegurado que no era nada, que sólo estaba investigando.

    Ahora, Ana se encontraba en su antigua habitación, recordando aquellas palabras. Quizás, aquel libro había sido la causa de su desaparición. Quizás, había descubierto algo que no debía haber sabido. Ana sabía que tenía que investigar, que debía encontrar aquel libro y descubrir qué había pasado con Pedro.

    Al día siguiente, Ana se levantó temprano y decidió empezar su investigación. Empezó por la biblioteca del pueblo, buscando cualquier rastro del libro que Pedro había mencionado. Buscó en los registros y en los estantes, pero no encontró nada. Preguntó al bibliotecario, pero éste le dijo que no recordaba haber visto ningún libro de ese tipo.

    Ana se desanimó un poco, pero decidió seguir buscando. Fue a la carpintería de Pedro, donde habló con su padre. Le preguntó si había encontrado algo en el taller, pero su padre le dijo que no había encontrado nada fuera de lo normal.

    Ana decidió entonces ir a hablar con los amigos de Pedro. Sabía que él había salido con un grupo de chicos del pueblo, y pensó que quizás ellos sabían algo más. Empezó a visitar a cada uno de ellos, pero todos le dijeron lo mismo: que no sabían nada de su desaparición.

    Ana estaba empezando a desesperarse. No parecía haber ninguna pista sobre el paradero de Pedro, ni sobre el extraño libro que había mencionado. Decidió entonces ir a la comisaría de policía, para hablar con el agente encargado del caso.

    El agente la recibió amablemente, pero le dijo que no había ninguna novedad en el caso. Le dijo que habían investigado todas las pistas posibles, pero que no habían encontrado nada. Ana le preguntó entonces sobre el libro que Pedro había mencionado, pero el agente le dijo que no había encontrado nada relacionado con él.

    Ana se sintió frustrada y desesperada. Parecía que no había ninguna pista sobre la desaparición de Pedro, ni sobre el libro que había mencionado. Decidió entonces volver a casa de su padre, para

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