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Cuerpos sin alma
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Libro electrónico366 páginas5 horas

Cuerpos sin alma

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Información de este libro electrónico

La Tierra al igual que los seres vivos, tiene un ciclo de vida. La humanidad piensa que en sus cortos registros de la historia tiene el control y las respuestas a todo lo que al planeta concierne. ¿Será verdad que conocemos bien la historia real del origen de nuestro amado planeta? ¿Conocemos en verdad la realidad de cómo apareció el hombre en el mundo?
En esta impresionante novela descubriremos algunas de esas respuestas, está en usted descifrar lo que el autor exponga como ficción y lo que es real.
El científico James Mcgee pierde la Fe en la humanidad al ver tanta indiferencia por parte de los gobiernos y las religiones a los males de la sociedad. Descubre que detrás de la guerra no solo hay odios raciales y religiosos, existen intereses que van más allá de toda imaginación.
En contra de toda ley James decide crear un ser perfecto mezclando los genes de Mahatma Gandhi, Adolfo Hitler y Albert Einstein. Descubra como Job, el clon del equilibrio, se sumerge en un mundo lleno de contradicciones, de odio y amor, de luz y oscuridad, de guerra y de paz.
Una novela narrada por seres de un planeta futuro, que encuentran una Tierra seca y desolada. Logran desenterrar la antigua historia de una humanidad auto destruida. Consiguen desenmarañar el verdadero origen de su raza.
¿Qué piensan de nosotros? ¿Cómo contarían la historia de la humanidad? ¿Será algo vergonzoso de escuchar?

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento24 feb 2023
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    Vista previa del libro

    Cuerpos sin alma - Julio Darwish

    Contenido

    Capítulo 1 EL CIENTÍFICO CREADOR

    Capítulo 2 EL FRUTO PERFECTO SE CONVIERTE EN VIDA

    Capítulo 3 LA FUSIÓN DEL EQUILIBRIO

    Capítulo 4 La Inseminación

    Capítulo 5 La Niñez de Job

    Capítulo 6 El Vuelo

    Capítulo 7 La Tesis

    Marte

    Capítulo 1 La Colonia

    Capítulo 2 El Caos

    Capítulo 3 La Unión

    Capítulo 4 El Principio

    EUROTA

    Capítulo 1 Génesis

    Capítulo 2 Intimidación

    Capítulo 3 Miedo

    Capítulo 4 Los Oscuros

    Capítulo 6 La Invasión

    Capítulo 7 James

    Capítulo 8 Redención

    Bibliografías

    © Julio Darwish

    © Grupo Rodrigo Porrúa S.A. de C.V.

    Lago Mayor No. 67, Col. Anáhuac

    C.P. 11450, Del. Miguel Hidalgo

    Ciudad de México

    56 2123 7777

    dirección@rodrigoporrua.com

    1a. Edición, 2023

    ISBN:

    Impreso en México − Printed in Mexico

    Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio

    sin autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales

    Características tipográficas y de edición:

    Todos los derechos conforme a la ley

    Responsable de la edición: Rodrigo Porrúa del Villar

    Corrección de estilo: Emilio Antonio Calderón Menez

    Ilustración de portada: Carlos Sánchez

    Diseño editorial: Grupo Rodrigo Porrúa, S.A. de C.V.

    PARTE 1

    TIANARRU

    Todo está conectado

    "La faz de la tierra no se manifestaba aun, solo el apacible mar estaba,

    y todo el espacio de los cielos.

    No había nada que formase cuerpo, nada que se asiese a otra cosa, que se meciese, que hiciese el más leve roce, que hiciese el menor ruido en el cielo.

    No había nada que existiese parado, no había más que la tranquilidad

    de las aguas, que el mar en calma y solo dentro de sus límites, porque

    no había nada que existiese.

    No había más que la inmovilidad y el silencio en las tinieblas en la noche.

    Solos también, el Creador, el Formador, el Serpiente cubierto de plumas"…

    Popol Vuh. El libro sagrado de los mayas

    Libro I. Capítulo I

    "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos,

    en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastre sobre

    la tierra" ...

    Génesis. Libro primero de Moisés

    Capítulo I, Versículo 26, La Biblia.

    "Y he aquí que creamos al hombre, de barro purificado.

    Luego le pusimos una gota de esperma, en un receptáculo sólido.

    Luego creamos de la gota de esperma un coagulo de sangre, y creamos del coagulo de sangre un pedazo del cuerpo, y creamos del pedazo del cuerpo huesos; luego vestimos los huesos de carne, luego le creamos en creación Otra" ...

    Azora XXIII, 12 al 14, Los Creyentes

    El Corán.

    "Dijo Haslem, Elohim: Mira, el hombre se ha vuelto como único entre nosotros en cuanto al discernimiento entre el bien y el mal. Ahora no sea que extienda su mano y tome también del árbol de la Vida y coma y viva para siempre.

    Entonces Haslem, Elohim, lo echó del gran Edén para que trabaje la tierra de la que había sido tomado.

    Después de haber echado al hombre, ubicó al este del gran Edén a los Querubines con el filo de la espada blandiente para proteger el camino al Árbol de la Vida" ...

    Génesis, 23 y 24, Bereshit.

    Torat.

    "La esencia misma de la vida es el cambio, en tanto la esencia del aferrarse es retener, impedir el cambio. Es por eso que el cambio nos parece sufrimiento. Si dejamos de contemplar la realidad desde el punto de vista de posesión o disfrute egoísta, entonces terminaría nuestra preocupación por los cambios o desapariciones.

    Por el contrario, si aprendemos a disfrutar de los cambios ya sea porque desaparecen los estados u objetos desagradables, o porque nos proporciona nuevas experiencias o nos revela una introspección más profunda de la naturaleza de las cosas, llegaríamos al discernimiento de que, no es el mundo o sus transiciones la causa del sufrimiento, si no nuestra actitud hacia él, nuestros deseos de aferrarnos a él, nuestra sed, nuestra ignorancia" ...

    El renacer budista, la rueda de la vida y la muerte.

    Philip Kapleau

    La estrella gigante roja brillaba imponente sobre aquel amarillento horizonte adornado de pálidas y delgadas nubes de tonos rozados.

    Los canales acuíferos que alimentaban la ciudad, delineaban su estructura geométricamente con agua cristalina proveniente de las enormes montañas de hielo turquesa claro que se desplegaban hacia el norte del planeta.

    Una enorme pirámide transparente, rodeada de exóticas plantas, sobresalía al Este, en donde terminaba el vasto lago.

    En la orilla, reflejando el brillo del agua, se divisaban diversas construcciones blancas en forma de esferas partidas por la mitad.

    Los Eurotans, raza dominante y la única con inteligencia superior de todo el planeta Eurota, coexistían junto a un amplio ecosistema, consistía en una extensa fauna del medio marino, así como una hermosa flora estilo tropical. Incontables cantidades de peces de colores de diversos tamaños, se refugiaban entre las ramas de coral alimentado por la rojiza luz solar.

    En el cielo se vislumbraba cual media luna un hermoso planeta gigante de franjas color rosado pálido y blanco hueso, lo llamábamos Yupita, acompañaba al pequeño planeta Eurota en sus eternos movimientos celestiales alrededor del gigante sol rojo.

    Los Eurotans llevábamos evolucionando 350 mil años, tiempo de Eurota. Ahora ya con pleno conocimiento de nuestra ubicación en el espacio, inclusive hemos visitado ya otros de los cercanos planetas del sistema solar gobernado por la colosal estrella gigante escarlata.

    Los Eurotans somos seres de amplio criterio, así como nuestro cerebro.

    Un par de grandes ojos negros redondos al frente de nuestros sonrientes y grisáceos rostros, tenemos alargadas bocas que ostentan una fila de filosos dientecillos, aparentamos tener joroba, pero en realidad nuestra espina dorsal es curva, somos semejantes a un delfín pero con extremidades. La virtud que poseemos es nuestra excelencia como nadadores, así como la habilidad para también trasladarnos en tierra firme con un par de extremidades.

    Portamos un par de largos brazos. Los codos se flexionan hacia el frente, tenemos cuatro largos dedos y un pulgar, lo que constituye la parte más evolucionada de nuestro cuerpo durante un largo proceso de adaptación en el planeta.

    Nos comunicamos con armoniosos sonidos y chasquidos que se podrían comparar con una especie de antiguo código Morse.

    Los Eurotans basamos nuestras leyes o principios en un antiguo descubrimiento de nuestros antepasados, sabemos bien que el periodo de vida en nuestro planeta de tercera dimensión Eurota, es exclusivamente el lugar de prueba para alcanzar una evolución superior en el universo.

    Estamos esperando dar el salto colectivo a la quinta dimensión en donde el tiempo no existe, en donde el pasado, el presente y el futuro se funden en un mismo instante, el lugar en el cual todo pensamiento acompañado con un sentimiento se convierte en una creación instantáneamente.

    Los Eurotans se reunían una vez cada siete periodos de traslación alrededor del gigante sol rojo para impartir conocimiento, con la finalidad de despertar la sabiduría en los jóvenes de su sociedad.

    Mintor, el anciano más venerado en Eurota, de figura grácil y de un caminar pausado era quien sobresalía de entre la concurrencia.

    Los Eurotans vivíamos en grupo y en armonía tanto en tierra como en el agua.

    El viejo orador hablaba del origen de nuestra raza ante un gran grupo de jóvenes, quienes estaban dispuestos a escuchar al venerado anciano.

    Los nuevos adultos tenían que pasar por un proceso de reconocimiento llamado Bacodesterus, lo que simboliza el cambio que todo ser viviente pasa al trascender en la evolución de sus pensamientos a determinada edad.

    Los jóvenes eurotans se congregaron dentro de la gran pirámide hecha de cristal de cuarzo, de altura imponente y paredes translúcidas en donde los rayos de luz rojiza entraban por todos los ángulos de la simple habitación.

    En el extremo norte de la sala, Mintor se deslizaba sobre una plataforma que estaba cubierta por una delgada capa de agua, el líquido bajaba suavemente como una cascada por el escalón diseminándose por el suelo de la enorme sala, manteniendo así la humedad en el ambiente y facilitando su desplazamiento sobre el piso donde se encontraban expectantes los entusiasmados jóvenes Eurotans.

    En el centro de la sala, un enorme tubo transparente de dos metros de diámetro alcanzaba a conectar desde la base hasta el centro del techo de la gran pirámide.

    En su interior, el tubo albergaba una extraña estructura metálica que tenía la forma de un ser extraño, un ser extinto… tenía la forma de un ser humano.

    Detrás del anciano locutor una colosal pantalla de forma triangular, sobre la cual resbalaba el mismo líquido, se vislumbraba imágenes coordinadas con las narraciones del viejo Mintor, quien sin demora comenzó a hablar.

    –Uno de los descubrimientos cumbres de nuestros antepasados fue el hallazgo de estos increíbles archivos, basándose en extensas investigaciones, al fin lograron descifrar un importante eslabón de nuestro origen genético.

    El solemne Eurotan, con su cuerpo de delfín erguido se notaba ya cansado por los años de vida, había iniciado su humilde narración utilizando armónicos sonidos de altas y bajas vibraciones, las cuales cautivaron la atención de quienes escuchaban.

    –Hace mucho, mucho tiempo cuando comenzó la luz en nuestro universo, existió un gran plan que consistió en dividir la luz para repartirla en los confines del espacio, para que después regresara con más sabiduría y poder entenderse a sí misma.

    En nuestro sistema existió un planeta conocido en la galaxia como Tianarru. Los seres que ahí habitaban, le llamaban la Tierra. Era el tercer planeta desde nuestro gran Sol, lugar ocupado ahora por nuestro planeta Eurota.

    Fue en aquellos tiempos el planeta más hermoso del sistema. La vida ahí era muy distinta a la que nosotros vivimos ahora, en ese planeta habitaban unos seres muy singulares, similares a nosotros a diferencia de que ellos vivieron en constante conflicto.

    Alguna vez fueron visitados por un ser hecho de luz pura, quien encarnó y habitó entre ellos por un tiempo, ellos lo llamaron El Cristo.

    Nosotros somos parte de su herencia genética, y gracias al legado de aquel mensajero que perduró a lo largo de varias civilizaciones, ahora nosotros vivimos en paz.

    Al principio durante su inmaculada evolución, estos hermosos seres vivían en armonía pura con su planeta y con su entorno, su Ser era uno con los demás seres en su frágil hábitat, llevaban consigo la chispa divina y estaban conscientes de ello en sentimiento, mas no con la razón, hasta que vino la intervención. Entidades provenientes de otras estrellas que llevan evolucionando tiempo de más, separados de la fuente original, intervinieron en la fragilidad del sentimiento de aquellos seres, mezclaron sus corrompidos genes con aquellos bellos habitantes dando como resultado un ser polarizado, un ser dividido dentro de sí mismo, un esclavo… un ser humano.

    Desde sus inicios los nuevos habitantes de Tianarru tuvieron que luchar para poder sobrevivir, peleaban con feroces bestias para encontrar alimento y espacio en donde establecerse.

    Con el tiempo los humanos se expandieron por todo el planeta, ahora la lucha era entre ellos mismos, al principio por alimento y por territorio, pero poco a poco se convirtió en una guerra de poder.

    El lado negativo dominó de tal manera que los habitantes perdieron toda relación de armonía entre su ser y su entorno, a pesar de tener cierto grado de inteligencia, ésta se utilizó para el mal, el error, para alimentar al depredador.

    Todo buen descubrimiento que su progreso evolutivo les regalaba, terminaba siendo utilizado con fines oscuros.

    Se desataron la soberbia con la vanidad del lucro, la ira de la destrucción, la pereza con la gula del ocio, y la envidia con la lujuria de la humillación de los más débiles.

    En ese momento el tubo central de la gran pirámide emitió un destello de color azul. Llamó por un segundo la atención de todos los jóvenes Eurotans dentro de la sala, al mismo tiempo, al fondo en la triangular pantalla apareció una imagen del extinto planeta azul visto desde el espacio.

    Mintor continuó diciendo:

    –Fueron la Vanidad y la Soberbia con lo que culminaron en la gran catástrofe. Todo comenzó cuando que ellos recordaron que podían Crear, y olvidaron conciliar, fue entonces cuando el lado negativo se expandió lentamente hasta envolverlos por completo. Hechos a imagen y semejanza con el Creador Universal, tenían el conocimiento pero no la sabiduría para emplearlo. Comenzaron a jugar con lo inmaculado, con el origen, su inmadurez los llevó a extremos incontrolables, y ese fue el principio de su triste final.

    Dice la historia que después de largos periodos de guerra, cortos periodos de paz, después de largas sequías y de pocas buenas cosechas, fue tanto el abuso, fue tanto el desequilibrio que la balanza no pudo más, fue entonces cuando el lado positivo tuvo que seleccionar.

    El inicio de su lento final comenzó con el declive en la sociedad de una gran nación que directa e indirectamente en la última era afectó al resto del planeta.

    Capítulo 1 EL CIENTÍFICO CREADOR

    Temiendo el avance de la ideología comunista por todo el Sureste Asiático, los Estados Unidos de Norte América se implicaron en la guerra civil de Vietnam en los años sesenta, tiempo de Tianarru, tomado a partir de la llegada de El Cristo al planeta, pero los comunistas del norte apoyados por China y La Unión Soviética tomaron el poder en el sur de Vietnam en el año 1975.

    En el año de 1965 fueron enviados dos batallones de infantería marina estadounidense a Vietnam del Sur, para ayudar a proteger una importante base aérea de Da Nang. La llegada de los infantes parece marcar un cambio en el papel militar de los Estados Unidos en la guerra de Vietnam, en Vietnam del sur ya había 23,500 hombres de los Estados Unidos, pero su misión era la de servir como asesores de las fuerzas armadas sur vietnamitas. La infantería de Marina, por otro lado patrullaría y protegería la base aérea de Da Nang.

    Joe McGee y Jane Smith se conocieron en la escuela primaria. Ella era una mujer dulce y romántica de cabellos rubios, enamorada del fuerte y alto joven, soñaba con tener una modesta casa en las afueras de Oklahoma, su estado natal, donde podría sembrar flores y árboles frutales en compañía de su amado.

    Joe era un joven idealista hijo de un general de renombre de la armada Norteamericana. Su sueño era el de convertirse en piloto. Influenciado por su padre se enlistó en la fuerza aérea.

    Al poco tiempo de servicio se casó con la hermosa joven Jane, tuvieron un hijo varón llamado James McGee.

    James nace en la ciudad de Oklahoma en el año de 1965 después de El Cristo en Tianarru.

    Su bella madre Jane, amante de la botánica, se dedicaba al cultivo e injerto de árboles frutales, había emprendido un pequeño negocio de frutas sin semilla para satisfacer los exigentes paladares de los norteamericanos.

    Seis años después...

    Leía el pequeño James un viejo diccionario:

    –Injertar: Parte de un organismo que se implanta en otro, insertando en la rama o tronco de un árbol alguna parte de otro con la yema necesaria para que brote.

    –Es increíble, ¿no lo crees papá? Me gusta ayudar a mamá con los injertos, ella quiere que hagamos un injerto de muchas variedades de árboles frutales y crear un fruto perfecto que contenga todo los nutrientes necesarios para poder alimentar a todo el mundo, algo así como el mana del que habla la Biblia.

    –Me parece excelente hijo, ayuda siempre a tu madre, pase lo que pase hijo nunca la abandones. Ahora ve a dormir.

    Decía Joe, quien con suavidad acariciaba la cabeza de su amado hijo. El piloto parecía algo triste, como si tuviera un mal presentimiento.

    –Si papá, no te preocupes, siempre estaremos juntos los tres. Buenas

    noches.

    –Buenas noches hijo. James besó a su padre en la frente, tomó su diccionario y se marchó sonriente a su habitación.

    Joe quien aún portaba su uniforme militar, ya con la corbata floja, reposaba en la orilla de su cama con la cabeza recostada en la cabecera. Encendió un cigarrillo. Suspiró dando una fuerte bocanada de humo y miró hacia la ventana exhalando. Se veía preocupado, y en verdad lo estaba.

    –¿Tienes que ir?

    Suplicaba Jane al orgulloso piloto. Se recostó sobre la cama posando su bello rostro sobre el pecho de su amado.

    –Lo siento, pero... no puedo negarme, créemelo, pronto regresaré.

    –Joe, tu hijo te necesita y yo también.

    –Lo sé, lo sé, pero no puedo hacer nada, tengo que ir, por favor Jane confía y espera.

    –Yo te amo.

    –Lo sé, yo también te amo.

    "A principios del año de 1971, el piloto Joe McGee partió a la guerra de Vietnam para volar un avión bombardero B–52. Jane permaneció sola con su pequeño hijo James, quien retraído y callado sin saber lo que pasaba en realidad, aprendía ayudando a su madre las artes del injerto y cultivo de árboles frutales.

    Pasó más de un año, Jane trataba de imponer a su hijo una imagen de su padre como héroe valiente, quien luchaba por liberar al mundo del tan temido Comunismo. Cada mes llegaba una carta del piloto Joe, quien manifestaba su dolor describiendo su decepción al ver como morían decenas de niños y mujeres de Vietnam durante los ataques, decía no poder soportar más. Jane por otro lado sufría y rezaba por su pronto regreso.

    Avanzando bajo un cielo cubierto de nubes, los norvietnamitas fueron casi inmunes a los ataques aéreos de los Estados Unidos y Vietnam del Sur, apoyados por tanques y artillería pesada, los comunistas se las arreglaron para apoderarse de la mitad de la provincia de Quang Tri en un par de días. Los B–52 estadounidenses pudieron despegar y lanzar cientos de toneladas de bombas a través de las nubes, pero los bombarderos no pudieron hacer mucho para detener el avance comunista, motivado por razones tanto políticas como militares, el presidente Nixon envió a los bombarderos B–52 sobre Vietnam del Norte por primera vez en cuatro años, los enormes y lentos aviones protegidos por cazas F–4, aeronaves de combate más rápidas, atacaron depósitos de combustible, almacenes y centros de transporte alrededor de Haiphong a 96 kilómetros al este de Hanói. La radio de Hanói informó que once aviones estadounidenses habían sido derribados.

    A lo lejos levantando una nube de polvo, el pequeño James alcanzó a ver un auto aproximarse.

    –¡Mamá! ¡Mamá! –Gritaba el pequeño.

    –¡Un auto viene hacia la casa!

    Jane, quien se encontraba en la parte posterior de la casa lavando unas sábanas, sintió como su corazón latía aceleradamente, sospechaba a lo que vendría ese auto... pero tenía esperanza de estar equivocada.

    Entró a su morada, nerviosa apresuró el paso hacia la puerta principal en donde se encontraba su hijo.

    El niño tomó a su mamá de la mano derecha mirando curioso a dos individuos uniformados de militar descender del auto.

    –James, entra a la casa.

    –Sí mamá.

    Respondió obediente el pequeño, entrando a la casa subió lentamente por la escalera. El pequeño trataba de escuchar lo que hablaban recargado sobre aquel deteriorado barandal de madera.

    –¿Señora McGee?

    –Si... –contestó Jane con voz temblorosa¬.

    –Venimos a informarle el deceso de su esposo el Capitán Joe McGee del escuadrón 18. El gobierno de los Estados Unidos lamenta de sobremanera su fallecimiento.

    Decía el militar con voz solemne. El otro uniformado sin gesto alguno, entregaba a la viuda un estuche de color negro que contenía en su interior una lujosa medalla de oro.

    –Honor, coraje y valentía es lo que representa esta medalla, su esposo luchó por su país como un héroe, debe estar orgullosa de él.

    A Jane le temblaban las piernas, no podía creerlo. Simplemente tomó la medalla, se dio media vuelta y entró a su casa.

    –Señora McGee, ¿se encuentra bien? Mañana se llevará a cabo la ceremonia de...

    El militar interrumpió su frase al ver como la desolada mujer, detrás de un melancólico silencio, lentamente cerró la puerta principal.

    Los soldados permanecieron unos instantes fuera de la casa, como si esperaran verla salir de nuevo diciendo: Si claro, mañana a qué hora entierran a mi esposo... ah muy bien, ahí estaré con mi hijo, mil gracias, hasta luego señores.

    Después de un rato, los uniformados se marcharon.

    James observó la escena sentado en aquella vieja escalera, rodeando sus piernas con los brazos, reposando su pequeña barbilla sobre las delgadas rodillas. Se quedó ahí más de dos horas escuchando el desamparado llanto de su madre.

    El tiempo, al igual que el espacio ocupa su momento, la vida continuaba, el pequeño McGee cumplió los 13 años. James en la escuela casi no hablaba con nadie, él era un chico introvertido, su frágil mente se cuestionaba constantemente por que se había quedado sin padre.

    Buscando respuestas en los libros, leía:

    –Comunismo: "Sistema político–social escrito por Karl Marx basado en la abolición de la propiedad privada y en el ¿usufructo? común de los bienes, así como la doctrina que lo propugna.

    Usufructo: Derecho de disfrutar bienes ajenos con la obligación de conservarlos.

    Karl Marx: "Nace en 1818, muere en 1883, filósofo Alemán, uno de los personajes que más influyó en la situación política del siglo XX. Teórico del comunismo, sus ideas revolucionarias mezclaban la historia, la economía y la política y proponía la abolición del capitalismo y sustituirlo por una dictadura de las masas. Afirma que las condiciones económicas determinan el pensamiento del ser humano.

    Realmente el comunismo no fue un movimiento significativo en su vida. De hecho el comunismo no surge sino hasta que el Ruso Vladimir Lenin adaptó las teorías de Marx a los ideales de la revolución bolchevique" ...

    –Ni siquiera él mismo Marx creía en el comunismo, es increíble. ¿Por honor? ¿Por esta porquería de medalla?

    Pensaba James mirándose al espejo en la habitación de su madre. Sostenía en su mano derecha la lujosa medalla en forma de estrella de su padre, con la gorra de piloto puesta y rodeado de viejos libros, colocó la medalla en el holgado uniforme de piloto que se había puesto mientras meditaba.

    –¿Por qué la guerra? Y... ¿quién la ganó? ¿Y él qué ganó? ¿Qué ganó? Además ¿por qué es tan malo el comunismo? Como para desatar una guerra. No lo entiendo, creo que la finalidad del comunismo es distribuir con más equivalencia y justicia las riquezas de un país. ¿Es acaso eso algo malo? Por querer compartir con los demás ¿se provoca una guerra inútil?

    Casi desapercibido terminó James satisfactoriamente sus estudios secundarios y de bachiller. Mientras Jane se había unido hacía tiempo ya, a un grupo de mujeres Viudas Cristianas que también habían perdido a sus esposos en la guerra. Se reunían en su casa a leer la Biblia y hacer alabanza a Jesús Cristo, el Salvador.

    James siempre las observaba desde el barandal de la escalera, las extensas sesiones de lecturas bíblicas y los cantos de alabanza de su madre y su aburrido grupo de amigas lo llevaban a reflexionar.

    –¿El salvador? ¿A quién salvó? ¿Cuándo volverá a salvarnos? Yo creo que nadie nos va a venir a salvar, gente muere a diario en la guerra, o de hambre y nadie parece estar interesado más que en su propio bienestar. Yo no creo que nunca venga nadie a rescatarnos.

    El joven creció lleno de dudas, de las cuales su madre nunca quiso hablar, solamente le pedía a su hijo tener Fe y esperar aquel glorioso día en que Jesucristo vendría por todos los cristianos para salvarlos.

    James decidió dedicar gran cantidad de su tiempo al estudio de las diferentes religiones del mundo, se había obsesionado por encontrar el verdadero sentido de la existencia, por lo menos uno que lo convenciera, pues aunque creía en un ser Creador, ninguna religión lo motivaba a ser su seguidor.

    Con el paso de los años James ingresó a la Universidad de Oklahoma, influenciado por el arte de injertar las plantas, el joven culminó sus estudios obteniendo un título en Ingeniería Genética…

    El planeta Eurota gira de Oeste a Este como la mayoría de los planetas en el sistema gobernado por la gran estrella roja.

    Con el gigante sol a sus espaldas, el viejo Mintor hizo una breve pausa. La pantalla triangular cambió de imagen, cada vez que eso sucedía una luz color azul proveniente de la osamenta metálica con forma humana, emitía un breve destello dentro de la columna de cristal que se encontraba, al centro de la gran sala, el venerado anciano continuó ante la joven audiencia el relato del origen de su antigua raza.

    –La clave de uno de los misterios más grandes de la vida, el secreto de la herencia biológica sería descubierta en el año de 1953, tiempo de Tianarru, por los científicos James Watson y Francis Crick. A partir de fuentes dispersas, estos personajes lograron finalmente ensamblar la singular estructura del ADN, base fundamental de la herencia.

    Su famoso modelo de doble hélice en espiral abrió el camino a las investigaciones del código genético, las dos serpenteantes cadenas de azúcar y de fosfato que componen los lados se mantienen juntas por unos peldaños formados por parejas de bases unidas.

    En los seres humanos al igual que en el de nosotros, la escala completa de ADN tiene aproximadamente un metro de longitud y puede llegar a poseer hasta seis mil millones de peldaños.

    Al reproducirse una célula, la escala del ADN se separa por el centro, cada pareja de bases escinde y las mitades divididas obtienen nuevos compañeros

    procedentes de las moléculas que flotan libremente en el núcleo celular, hasta formar dos réplicas exactas del original.

    James McGee conoció en la universidad a un singular joven de origen Japonés Jao Yamamoto, era algo excéntrico, amante del ideal capitalista, se hicieron grandes amigos, tal vez por el hecho de ser tan diferentes el uno del otro, tenían algo en común, estaban apasionados

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