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El mundo después
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Libro electrónico218 páginas2 horas

El mundo después

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El mundo del futuro se encuentra al borde del colapso: hay hambruna, guerras y el desatre ecológico es colosal. Para salvar al planeta, el nuevo gobierno global, a cargo de un robot, busca crear seres más resistentes y regenerar la naturaleza. Tras este fallido intento, optó por liberar las mentes de los cuerpos y reubicarlas en una nube virtual donde todos vivan como soñaron. ¿Alcanzarán la utopía o habrá que recapacitar y volver a los orígenes?
IdiomaEspañol
EditorialEdiciones SM
Fecha de lanzamiento3 dic 2019
ISBN9786072436350
El mundo después

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    Una distopía en la cual los humanos prácticamente han desaparecido de la Tierra y los nuevos habitantes deben aprender a vivir y crear sus propias costumbres.

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El mundo después - Laetitia Thollot

después...

LIBRO I

EL NUEVO PARADIGMA

1

ADA, 2132

Déjese llevar en paz por el río del tiempo,

hacia el océano del porvenir.

BERNARDIN DE SAINT PIERRE,

Pablo y Virginia

La memoria que conservo de estos tiempos es turbia como el caldo saturado de nutrientes del ultraútero. El exterior era desconocido. Sólo percibíamos un intervalo de luces cambiantes y oscuridad que fingían el día y la noche. Flotábamos entre las alganodrizas que salían de nuestros ombligos y captaban en el líquido el oxígeno y las sustancias que necesitábamos. Rebosábamos de energía que usábamos para patear una y otra vez la pared elástica de nuestra vivienda. Cuando la impaciencia nos alborotaba demasiado sentíamos el roce de las algas trepando por nuestras piernas y brazos. Susurraban a nuestros oídos canciones inmemoriales que nos arrullaban hasta llevarnos al borde del sueño. El agua inmóvil se transformaba en un flujo apurado que nos arrastraba hacia la caída. Cataratas del Iguazú, Brasil, indicaba nuestra pantalla interna antes de que el sedante se apoderara de nosotros.

Nos beneficiamos de los últimos avances de la ectogénesis. Nos cultivaban al mismo tiempo que nos aculturaban mediante ondas que revelaban las proezas y equivocaciones de nuestros antepasados. Vivíamos con una sensación difusa de omnisciencia. Las imágenes que se sucedían dentro de nuestras cabezas y la voz que las comentaba se confundían con las sensaciones de nuestro existir. Asistidos en todas nuestras necesidades fisiológicas, dábamos vueltas enloquecidas dentro de nuestra antecámara líquida y, a menudo, nos atornillábamos en la pared porque el instinto nos decía que de ese modo encontraríamos la salida. Atormentados por el confinamiento, nos urgía desprendernos de la cáscara que nos rodeaba para sentir otra cosa que el agua sobre nuestra piel.

Cumplir quince años dentro del ultraútero era algo que iba en contra de las leyes de la Biología. Nos proyectaban imágenes de amaneceres radiantes, de riachuelos, de mariposas desplegando sus alas fuera del capullo y a punto de alzar el vuelo. Nos decían que pronto nos tocaría nacer. El eco de la voz de los ancestros sigue resonando en mi entidad, a veces, con palabras que nos insuflaban confianza, que nos repetían que éramos perfectos por tener la genética más deseable, que viviríamos ciento diez años o más y que, gracias a un conocimiento idóneo de la Historia no caeríamos en los errores cometidos por los prerracionales.

Ahora que todo ha pasado me da un poco de risa. Si hubiera sabido que las cosas terminarían así, tan pronto, tal vez no me hubiera dejado engañar por la voluntad de vivir. A veces pienso que aún no hemos salido, que las lámparas de plasma siguen alumbrándonos, mientras las cefalobacterias se comen nuestra piel muerta y el agua gana transparencia. Hay momentos en que mis oídos están al acecho y creo identificar las primeras notas de Las cuatro estaciones de Vivaldi o escucho gotas escurriéndose del vientre de la madre que sólo tuvimos en sueños, primicias de esa vida que nos prometieron.

2

PROYECTO FOREVER: NUEVA ENTREGA EN MALASIA Artículo publicado en Lonelyflag.com, 6 de agosto de 2049

En su conferencia de prensa en Kuala Lumpur, el profesor Kilibankai dio a conocer imágenes de las dos criaturas a las que creó usando técnicas de bioingeniería. Cleo y Leoboldo están entrando a su quinto mes sin experimentar problema alguno; crecen de manera regular y cada día adquieren nuevas habilidades, declaró el profesor, que para llevar a cabo el desarrollo de ambos fetos recurrió a una matriz artificial de última generación bautizada como ultraútero, fruto de una colaboración científica entre Corea del Sur y China. Considera que, al alcanzar su madurez sexual, los especímenes deberían de ser aptos para la reproducción. Precavido, recalcó: Las condiciones están reunidas para que se considere una especie nueva; aunque esto queda por demostrar. Explicó también que el metabolismo de estas criaturas posee una sensibilidad descomunal a los nutrientes presentes dentro de su dieta. El suceso abre perspectivas prometedoras para dilucidar los fenómenos epigenéticos, así como los mecanismos de envejecimiento en el ser humano.

Para crear aquel ser híbrido se ocupó material genético procedente de un gran número de criaturas arborícolas como lémures (en especial Maki catta y Galeopterus variegates, este último conocido como lémur volador), ardillas tropicales, especies de insectos y medusas; pero también el actual Homo sapiens. En la edad adulta, el animal debería alcanzar el tamaño de un gato doméstico. Por ahora, el color del pelaje va del gris claro al café, con una marca blanca semicircular en la frente, mientras que la cola termina con un mechón rojo. Los ojos grandes y redondos, rodeados con un tono de pelaje más claro, lanzan miradas fijas y escrutadoras propias de los lémures. Las extremidades de las patas cuentan con membranas tegumentarias que separan los cuatro dedos. Los brazos y las piernas, así como las primeras vértebras de la cola, quedan unidos por el patagio, crecimiento de piel presente en murciélagos y ardillas voladoras que se considera una dotación evolutiva para facilitar el desplazamiento entre los árboles.

Se trata de animales apacibles, desprovistos de garras o dientes afilados, idóneos para la experimentación, aseguró el profesor. Añadió que la conformación de la cadera podría permitir bipedismo ocasional, aunque todavía haga falta averiguarlo. Capacidad craneal optimizada, posición vertical y pulgar oponible son características que comparten con los grandes simios y pronostican un desarrollo óptimo de las facultades cognitivas. Un encefaloscan mostró la peculiar conformación del tejido cerebral, desplegado en seis lóbulos de color blanquecino, cuya apariencia evoca los gajos de la fruta del árbol Garcinia mangostana. Acerca de esta rareza, se expresó en estos términos: Fue una total sorpresa para nosotros. Podría tratarse del resurgimiento de una característica antigua. Hay que aclarar que, aunque seamos capaces de editar el ADN, muchas cosas siguen siendo impredecibles. Progresamos poco a poco en la comprensión del idioma de la vida, pero conforme avanzamos nos damos cuenta de su intricada complejidad y de lo mucho que resta por dilucidar.

3

COMUNICADO DE SEÚL, 6 DE JUNIO DE 2045

Amenazamos y somos amenazados. El Hombre, ente de negación, prepara su propia extinción. Ve recursos por doquier, procesa, manipula, transforma, agrede la biosfera, se pone en contra de las leyes primordiales, hasta atacarse a sí mismo.

¡Miren por cuánto tiempo amamantó aquel planeta a su hijo turbulento, hasta quedar demacrado, devastado, arruinado, agonizante! ¡Miren cómo esa cría mal agradecida mordió, rasguñó y humilló la tierra que la nutría! ¡Miren aquellos tanques de guerra con los que pretenden seguirla cultivando! Los suelos sobrexplotados carecen de minerales y por más químicos que les pongan, las plantas se encuentran tan endebles que, para que crezcan, prácticamente las tienen que jalar. Tallos y hojas no toleran ni la lluvia, ni el viento, ni el sol del mediodía. Fuera del invernadero, perecerían en pocas horas. ¿Creen de verdad, que al alimentarse con esta patología vegetal, puedan conseguir suficientes nutrientes para estar saludables?

Nos encontramos ya a pocos metros del abismo. Las predicciones son claras: si seguimos así, al cabo de dieciocho meses la inflación de los insumos alimenticios acarreará la muerte de la mitad de la población mundial. Necesitamos cortar por lo sano ahora mismo, para eludir la catástrofe planetaria.

Habrá quienes me malinterpreten, se presten a intenciones falsas, se refieran a tradiciones y se rehúsen a participar en esta unión sagrada a la cual los exhorto para transformar de manera radical sus métodos de producción y así restaurar el medioambiente. Muchos de ustedes se encuentran inmersos en ideas del pasado, incapaces de cambiar de rumbo. Un retrovisor no puede tener proyectos a futuro. Para eso me hicieron a mí, el Ente de Mente Total, por lo que ahora les pido que me den toda su confianza: soy el descendiente de la piedra de sílex, de la punta de flecha, del mazo con el cual sus antepasados esculpían imágenes en mármol: ¡soy la continuación de su brazo!

4

CHAIMIRI, 2056

Chaimiri corría hasta perder el aliento por el pasillo del laboratorio. Tropezó con una raíz que había levantado las baldosas y cayó al piso. Un delgado listón vegetal corría entre los azulejos, donde los musgos habían degradado el concreto, transformándolo en sustrato donde germinaban las semillas. Al ver la sangre y el pedazo de piel que colgaba de su rodilla, más por desesperación que por dolor, el niño rompió en llanto. Le pareció escuchar algo que se movía entre las hojas del árbol de Koyoka y se asomó al patio. Al secarse la cara, se embarró los cachetes de sangre.

—¡Leo!

Afuera vibraba la jungla, las cacatúas cotorreaban, las moscas de lluvia volaban bajo un aire saturado de humedad. Era una mañana cualquiera en la selva de Malasia Oriental. Los habitantes de la zona desconocían las cumbres de las montañas, siempre extraviadas entre nubes.

—¡Leoboldo!

En la cabeza de Chaimiri resonaba la plática que acababa de tener con su padre, el profesor Kilibankai: Ordenaron la destrucción del proyecto, le dijo, pero el niño no quería entender y su corazón latía fuerte. ¿Quieres decir las muestras, los archivos?, preguntó. No, significa que los tenemos que dormir a todos, aclaró el profesor. Esto no puede ser, papá, no tan cerca de la meta. Leoboldo ya sabe leer..., lamentó el chico. Lo sé, hijo, pero este experimento lo estamos realizando por nuestra cuenta. El Proyecto Forever lo fomentaron ellos y lo dejaron de financiar hace más de dos años. Me acaban de mandar esta orden de clausura. Dentro de pocas horas estarán aquí para desmantelar los edificios. Estas criaturas no son parte de los ecosistemas naturales de la Tierra. Para ellos, sólo son fauna nociva susceptible de ocupar nichos de animales endémicos de la Reserva, replicó Kilibankai. ¡No pueden hacer esto!, exclamó Chaimiri con la cara bañada en lágrimas. El profesor se derrumbó en su escritorio.

El árbol se estremeció y un libro cayó a los pies descalzos del niño, era La odisea de las letras. Levantó la vista.

5

ADA, 2132

Cuántas veces, al hablar conmigo misma, me doy cuenta de que en realidad te hablo a ti. Hace mucho, cada vez que encendían esta luz azul y tu cara difuminada, adormilada, llegaba a mis retinas, me preguntaba si en el afán por salir de aquí, había logrado escapar de mi propio cuerpo.

Creí vislumbrarme a mí misma. Fue casi a ciegas, tocándote, que poco a poco te fui esculpiendo. Afiné tus volúmenes, añadí relieve, textura. Resalté el molde de tu boca, tu sonrisa, los orificios de tu nariz y dibujé en tus uñas una media luna. Tomé los colores prestados de mi imaginación y me apropié de todo. Hice mías esas pupilas grises con destellos dorados, mía esa cabellera oscura, mía esa piel color cobre.

No sé si esta confusión ocurrió porque el fluido tenía la temperatura perfecta para que me diluyera en él. Yo era el agua que te acariciaba; tu existencia era mi única certidumbre.

Para ser alguien, tuve que robar tu cuerpo.

El pasillo de la sala de espera está lleno de imágenes extraídas de nuestras vivencias. Peces de escamas tornasoladas, huellas, recuerdos, reflejos, espejismos... Los primeros cuadros son monocromáticos. Supongo que se refieren a nuestra remota vida embrionaria, cuando aún éramos ciegos. Más adelante, vi un retrato tuyo entre las alganodrizas, con tu pelo tan crecido, que una vez se me enredó alrededor del cuello y casi me ahorcó. Fue cuando entendí que éramos dos en el acuario. Los demás recuerdos duelen como llagas, por eso clavo la mirada en la puerta del fondo y me paso de largo.

6

CÁPSULA EDUCATIVA, CIRCA 2115

(TIEMPO TERRESTRE)

Desde los orígenes, el cerebro humano ha sido un prestidigitador capaz de inventarse otros mundos, dotarlos de existencia e incluso habitar en ellos. Los prerracionales creían en la existencia de una vida después de la muerte e inventaron mundos de toda clase, algunos ubicados en la Tierra, otros en la estratósfera y más allá, en una realidad coexistente.

Alrededor de esta promesa de posmortalidad organizaron cultos complejos. Usaban un peculiar enfoque para entender por qué existía lo que existía y cómo había que gestionarlo. Produjeron mitos sobre el origen de las cosas donde intervenían entidades consideradas buenas si favorecían su existencia o malas si la amenazaban. Los encargados de fijar el culto presentaban un conjunto de dogmas que conformaban una ideología envolvente susceptible de trascender las certidumbres obtenidas por el conocimiento empírico. La audiencia asimilaba la enseñanza y la incorporaba dentro de su identidad individual y colectiva. Al compartir la misma fe, los practicantes se solidarizaban hasta formar un solo cuerpo. Se sabe también que estos cultos empezaron a menguar, víctimas del pensamiento científico. Se fosilizaron y perdieron credibilidad cuando la verdad empezó a volverse producto exclusivo de la investigación científica.

Como el ecologismo fue un simple asunto de protección de los ecosistemas, no logró imponerse a las demás ideologías. El intento de culto que los prerracionales dedicaron a la Madre Naturaleza en sus últimos tiempos, nunca desató pasiones sino burlas sin tregua por parte de grupos como los magicoliberales, que contaban con casi cinco millones de feligreses convencidos de que el capital se podía adquirir mediante el control mental de las leyes universales.

La postura de los ecologistas no sólo exasperaba a quienes no se tomaban en serio el deterioro del medioambiente,

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