Ser naturaleza: Una mirada antropológica para cambiar nuestra relación con el medioambiente
Por Andrea Staid
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Ser naturaleza - Andrea Staid
Ser naturaleza
Una mirada antropológica para cambiar nuestra relación con el medioambiente
Título original: Essere natura. Uno sguardo antropologico per cambiare il nostro rapporto con l’ambiente
Published by arrangement with The Italian Literary Agency
Ser naturaleza. Una mirada antropológica para cambiar nuestra relación con el medioambiente
Andrea Staid
Santiago de Chile, agosto de 2023.
Imagen portada: Ocean Life. Acuarela de James M. Sommerville y Christian Schussele, c. 1859. Cortesía de The Metropolitan Museum of Art, Nueva York.
ISBN epub: 978-956-9058-66-0
ISBN impreso: 978-956-9058-65-3
© Andrea Staid
© Traducción de María Soledad Sairafi
Colección Puerto de Ideas de Orjikh editores
www.puertodeideas.cl
www.orjikheditores.com
Diseño y diagramación: María Soledad Sairafi
Ser naturaleza
Una mirada antropológica para cambiar nuestra relación con el medioambiente
Andrea Staid
A Lisa
que cada día me enseña a escuchar
y observar con paciencia aquello que me rodea
A Maya
que mantiene su ser salvaje y cazador
sin renunciar a la relación más allá de la especie
A los olivos majestuosos y sobrios. Al huerto
en evolución permanente. Al mar y a las montañas
que me regalan serenidad cotidiana.
Índice
Introducción
1 Naturaleza/cultura: la comprensión antropológica
2 Colonialismo y antropocentrismo
3 Extractivismo y ecocidio
4 El relato y el descubrimiento de la subjetividad de las otras especies
5 La naturaleza nos cura: El huerto y el paisaje como comprensión y cambio
Conclusiones
Apéndice etnográfico Desertores del crecimiento y rituales concretos para un cambio radical
Bibliografía
Agradecimientos
Introducción
El pueblo europeo debe despertar, debe sacudirse la indiferencia de lo que pasa en el sur global. Darse cuenta de que hay una responsabilidad, y la responsabilidad es compromiso y lucha, porque solo tenemos un planeta, no hay otro de repuesto.
Berta Cáceres, activista indígena asesinada el 2016
El camino se hace andando, por lo que continuamente tenemos que improvisar formas de vida a medida que avanzamos, borrando huellas aunque sigamos los pasos de nuestros antecesores. Sin embargo, nada de esto lo hacemos en solitario, sino en compañía de otros. Al igual que los ramales una cuerda, las vidas humanas se entrelazan y solapan unas con otras en ciclos alternativos de tensión y resolución (decisión, determinación, propósito). Ningún ramal dura para siempre, pues mientras unos se marchitan, otros se entretejen.
Tim Ingold. Antropología. ¿Por qué importa?
Estamos a fines de julio de 2022, es una noche calurosa con un agradable viento del norte que me refresca. Camino entre los surcos de mi huerto, las plantas trasplantadas a fines del invierno ahora están exuberantes, llenas de frutos, cada día crecen en la tierra y me ofrecen buen alimento. Esto me da estabilidad, crea una conexión con las plantas y una suerte de equilibrio entre mente y cuerpo. Después recuerdo que debo regarlas, porque la sequía se hace sentir y me doy cuenta que cada una de las cisternas de recolección de aguas lluvia que tengo están completamente vacías; entonces con Lisa, mi perra, vamos al bosque y nos dirigimos a las cascadas para ver cómo está el nivel del agua.
Desde fines de mayo, desgraciadamente, bajo el monte Alpe, entre las grutas nicùn, en el beo o el riachuelo (como lo llaman aquí) y las cascaditas, no hay agua. Todo está seco, las piedras se han vuelto blancas, de un color calcáreo y sobre el terreno hay una costra superficial compacta que día a día se vuelve más gruesa, una suerte de barrera que hará difícil el drenaje del agua cuando comience a llover. Y esto me asusta.
Mientras escribo este libro, en Italia y en otros lugares se desatan incendios devastadores, las llamas devoran bosques y destruyen viviendas, la sequía comienza a preocupar seriamente a todos y, al mismo tiempo, asistimos a violentos aluviones que causan derrumbes, colapso y muerte. Todo esto no es casual, sino el resultado de un modo de vida que ha caracterizado a nuestra especie los últimos tres siglos. De hecho, demasiado asfalto y demasiado cemento impiden que el agua se infiltre en la profundidad del terreno, que podría absorberla si no estuviese recubierto en gran parte por capas de alquitrán negro. El suelo se ha endurecido, encementado, intervenido por numerosos tipos de infraestructura, por lo que el agua no logra penetrarlo y permanece en la superficie.
El nuestro es un estilo de vida que no ha querido aceptar compromisos y relaciones con las otras especies vivientes y con el ambiente circunstante, un pensamiento totalmente antropocéntrico basado en el dominio y la colonización de territorios animales y vegetales, un estilo de vida ilimitado en un planeta que tiene recursos limitados.
De hecho, el medioambiente y la crisis climática están entre los temas más tratados y discutidos en los últimos años: ¿cómo puede la antropología contribuir a este debate?
Contando y describiendo otros modos de vivir —estilos de vida que por largo tiempo hemos erróneamente considerado primitivos,
salvajes"— como posibilidades con las cuales relacionarse, compartir, intercambiar, pensar. Ha llegado el momento de descentralizar nuestra mirada antropológica a través de la escucha y el relato de historias múltiples y discontinuas. Como afirma el antropólogo James Clifford, es el momento de un realismo etnográfico, hecho en coproducción en el terreno, donde nos relacionamos no con entrevistados sino con presencias, con sujetos. Hoy las poblaciones indígenas tienen un rol activo en la investigación etnográfica: vivimos finalmente una descentralización de Occidente. Las respuestas locales, las soluciones parciales y pragmáticas que se están desarrollando en culturas y ambientes diversos del nuestro, pueden ser ejemplos de los cuales extraer inspiración, con los cuales confrontarse para construir nuevas respuestas a la crisis ecológica que estamos enfrentando.
En otros lugares del mundo hay culturas que no han seguido el camino del desarrollo sin fin, del dominio de la humanidad sobre la naturaleza; han existido y existen tantas y diversas comunidades que no han aislado la naturaleza tratándola como un dominio aparte, externo, donde todo puede ser visto como recursos al servicio de los humanos.
Muchas sociedades, manteniendo los vínculos de complicidad y de interdependencia con los habitantes no humanos del mundo, han sabido preservarse del saqueo irresponsable del planeta en el cual los occidentales no han dado tregua los últimos tres siglos. Estas sociedades, como nos recuerda el antropólogo Eduardo Kohn, jamás han pensado que las fronteras de la humanidad se detuvieran en las puertas de la especie humana, y han incluido e involucrado en la vida social a plantas y animales, estrechando con ellos pactos y relaciones.
La tarea de la antropología, según Philippe Descola, no es dar soluciones certeras, sino mostrar que aquello que parece eterno, el presente en el cual nos encontramos actualmente, es solo y simplemente un modo, entre cientos de otros que han sido descritos, de vivir la condición humana. La antropología nos ofrece el testimonio de numerosas soluciones que son una contribución al problema de la existencia en común; debemos esforzarnos en imaginar nuevos mundos, porque es precisamente el poder de la imaginación el que da forma al cambio.
Si leemos un diario, encendemos la radio o el televisor, si deslizamos la pantalla de nuestras redes sociales, sabremos fácilmente que aluviones, terremotos, sequía extrema, derrumbes, tornados y tormentas están a la orden del día en todo el planeta. En cambio, lo que muchas veces se nos oculta es que precisamente nuestro estilo de vida es lo que ha destruido el planeta. Nuestro consumo y nuestras prácticas son insostenibles y todos comenzamos a pagar las consecuencias. Estamos en el Antropoceno, la era geológica actual en la cual nosotros, animales humanos (sobre todo occidentales), con nuestro hiperconsumo y estilo de vida hemos modificado territorios completos de manera estructural, contaminando agua, aire y tierra, causando cambios climáticos sin precedentes.
Ahora tenemos que lidiar con todo esto.
Mi libro no solo quiere ser una contribución a la compresión de un concepto que es el de la pluralidad ecosistémica o el multinaturalismo, sino sobre todo un manifiesto de la toma de conciencia de que para cambiar el mundo desde un punto de vista ecológico y social —y para salvarnos del desastre— es necesario un modo diferente de mirar y pensar la naturaleza
.
La naturaleza no es un lugar, sino un organismo viviente del cual nosotros como especie formamos parte. Parece una cosa simple de entender, pero es fundamental para repensar el aquí y el ahora.
El esfuerzo que pido a ustedes, lectoras y lectores, es el de pensar la naturaleza como el sistema total de los seres vivientes, animales y vegetales, y de las cosas inanimadas
; pensarla como una totalidad que incluye
