Sean Pains
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No hay nada más difícil que guiar a los hijos hacia el horizonte más seguro en los caminos de la vida. Pero ¿qué pasa cuando se es progenitor por cultura y no por hechura? En el drama de la vida real del joven Sean, el lector se adentra en los dos puntos extremos de los padres del joven; Miranda, su madre, una mujer que por virtuosismo de la vida es de carácter firme, prudente, valiente y justa, defiende la libertad de su primogénito; Domingo, su padre, un hombre seco, receloso y susceptible, propone la condenación. La historia muestra cómo los lazos de los hijos y su madre están unidos en nudos que superan el tiempo, las vicisitudes y unen generaciones. La estirpe de los abuelos maternos y el amor aquilatado de Miranda son las raíces y las alas que dan libertad al joven.
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Sean Pains - Sara Isabel Pantoja
1
Sean Arzelo, un niño nacido de unos padres de buena posición económica, pero con muchas diferencias como pareja. Domingo Arzelo, un hombre mayor de edad, con una brillante carrera militar y un brillante cerebro académico; Miranda, una joven 14 años menor que él, los une la pasión por los libros, la joven Miranda es amante de la lectura y de la escritura. Se conocen en la universidad mientras ella es estudiante y el un instructor de estadísticas y logística militar. El primer día que la joven llega a su clase, el instructor queda atado a la belleza de dicha jovencita, más ella por su parte no le da importancia más que como su instructor de la clase de estadísticas. Miranda se hace amiga de un joven llamado Virgilio, ambos jóvenes afianzan una amistad de compañeros de clase. Domingo, el instructor, conoce de antemano a Virgilio y tiene una muy estrecha relación con la hermana de este. La hermana de Virgilio tiene un niño de 3 años de edad el cual, por la estrecha relación que hay entre su mamá y Domingo, la mamá de la joven ve a Domingo cómo un prospecto de esposo para su hija y un papá para su nieto. Al brillante instructor de estadísticas no le molesta el aprecio del niño hacia él, que en estos momentos lo ve como su papá, y la joven mamá del niño ha pensado que el inteligente hombre se ha fijado en ella, ¡mas hasta aquí! No se ha atrevido declararle su amor, ¡pero lo hará! En cuanto tenga la oportunidad y el valor de hacerlo, así lo comenta con su mamá y hermano.
Domingo, por su parte, es muy generoso con ella y con su hijo, varias veces la invita a pasar el día en su casa. Todas estas acciones le permiten creer que Domingo tiene interés por ella. Mas cuando Domingo conoce a Miranda cambia la manera de ser con la joven, Miranda también piensa que el instructor tiene una relación amorosa con la hermana de quien es ahora su amigo.
Al pasar los días de clase de estadística, Miranda nota el interés especial del instructor por ella. Por esto, evita encontrarse a solas con su maestro ya que a ella no le interesa en lo más mínimo, pero Miranda aprendió de su padre que con los maestros siempre hay que estar bien. Los maestros se tratan con respeto porque ellos deciden si apruebas o repruebas el curso, le había enseñado su padre, y esto es lo que ella trata de hacer; además, es un hombre mucho más grande que ella. Al instructor también lo atrae la capacidad de aprendizaje de la joven Miranda, ella siempre contesta a sus preguntas y con respuestas muy sabias. También Miranda es una joven dedicada a aprender un lenguaje sobresaliente y su manera de hablar y su vocabulario impresionan a aquel inteligente hombre. Aparte, que la joven estudiante siempre lee el capítulo del libro antes de llegar a la clase, a ella le gusta estar alerta de lo que la clase se tratara. En una ocasión, la joven está leyendo el libro sentada en el pasillo de la universidad y el instructor, quien ha estado buscando la ocasión para acercarse a ella, la ve y se dirige a ella y le pregunta:
—¿Puedo sentarme a su lado?
Ella sorprendida levanta la cabeza sin saber quién es el que le habla, lo ve y le dice:
—¡Sí! Claro profesor, siéntese.
Él le dice:
—Ya veo porque siempre contestas correctamente a mis preguntas y haces comentarios de mucha ayuda en la clase. Es que siempre lees el libro antes de la clase, ¿verdad?
—Sí, profesor. Me gusta saber de qué se tratará la clase.
—¿Y lo haces con todas tus clases o es solo en esta?
—Lo hago con todas mis clases, creo que es una falta de responsabilidad el llegar a una clase sin saber de qué se tratara la misma.
—¿Sabes? ¡Eso es compromiso y responsabilidad que casi ningún estudiante tiene! ¡Eso es una exitosa disciplina, tú serás muy exitosa!
—Gracias profesor.
2
En los próximos días, dicho profesor busca todo pretexto para interactuar con la joven. Mas ella se muestra amable, pero sin ningún interés personal. Miranda tiene una amiga colombiana que tiene por nombre Constanza, la cual ha capturado la atención de Virgilio amigo de Miranda, más las dos jóvenes están en la misma situación; ni a Miranda le interesa su profesor, ni a Constanza le gusta Virgilio. Domingo le expresa su interés por Miranda a Virgilio y Virgilio le hace saber su interés por Constanza. Mientras hablan sobre este tema, ambos llegan a una alianza; Virgilio como es amigo de Miranda le extenderá una invitación a su amiga sabiendo que casi siempre Constanza y Miranda están juntas, además Constanza vive con una hermana que solo confía en dejarla salir con Miranda, con la intención que Constanza vaya y el profesor se ofrece a pagar todos los gastos. Llevarán a las jóvenes a un lugar único y Virgilio no tiene dinero para esos gastos, más Domingo le dice:
—Pagaré todos los gastos. ¡Tú encárgate de convencer a Miranda de que vaya!
Se dan las manos y se dicen ambos:
—¡Trato hecho! ¡Compromiso firmado! —y se ríen ambos.
Se marchan del lugar en que hablaron e hicieron el compromiso, Virgilio le dice a Domingo:
—Para mañana a esta hora todo estará listo. —Le apunta con el dedo y dice—: Pufff —como en señal de disparo.
3
Virgilio llama a Miranda:
—¡Holaaa —contesta Miranda.
—Hola Miranda, ¿cómo estás?
—Oh bien, bien ¿y tú?
—Oye amiga, qué te parece si nos damos un paseíto para relajarnos un poco, acuérdate que ya empezaremos los semestrales o finales ya sabes como andamos.
—¡Oh nooo, estás loco! ¡Tengo mucho trabajo que hacer! De la escuela y de mi trabajo, y exactamente por los finales quiero adelantar con el trabajo que tengo pendiente en mi trabajo, no quiero abuzar del privilegio que me dan mis jefes. Ellos son muy pacientes y buenos conmigo. De hecho, durante los exámenes finales casi no trabajo. Así que creo que lo dejaremos para el final del semestre. ¡Al menos yo sí!, ¡no sé tú y tus responsabilidades!, que sé que no son muchas. Ja, ja, ja, ja —se ríen los dos—, pero yo si tengo mucho que hacer.
—Ándale Miranda, ¡por fa! Vamos. Te prometo que la pasaremos genial. ¡Anímate! No me digas que no.
—Bueno, por tu insistencia déjame ver cómo puedo adelantar estos días y para el fin de semana te digo.
—Sí, claro, tú solo hazme saber y yo planeo todo.
—Bueno y, ¿Constanza puede venir verdad?
—¡Sí, claro que puede venir!
—OK, dame unos días y te hago saber.
Miranda va a comer con Constanza y le dice del plan de Virgilio más ella le dice:
—¡Ay no! ¡Yo no iré con ese hombre ni al paseo del perro! ¡No me gusta como para andar con él de paseítos por ahí! Ja, ja, ja —ríen ambas.
—Bueno, solo vamos a pasar un tiempo de relajamiento y cargar baterías para los exámenes finales.
—Y, ¿a dónde quiere ir ese camarón frito? —así se refiere a Virgilio ya que él es blanco y de color como un camarón frito.
—Pues fíjate que ni le pregunté, pero claro, él sabe cómo somos y no nos llevará a un ponedero de pescado!
—Ja, ja, ja, tú siempre con tus comparaciones —le dice Constanza a Miranda.
—Bueno a ver qué es lo que quiere hacer y ya veremos si vamos o no. Además, yo le dije que me dé esta semana para adelantar mi trabajo que bastante atrasada estoy, y que en la próxima semana vemos qué.
4
Pasan los días y Virgilio le pregunta a Miranda:
—¿Qué? ¿Estás lista para escaparte unos días a una paradisiaca isla? ¡Vamos!
—Pero, ¿a dónde quieres ir? —le pregunta Miranda.
—Mira, tú no te preocupes. Tú solo tienes que decir que sí y saber que nos vamos a relajar y cargar baterías para los exámenes finales, y que no te vas a arrepentir de haber ido, ¿OK? —le dice Virgilio—. Las pasamos a recoger mañana temprano, estén listas afuera del elevador esperándome.
—OK, ¡ahí te espero!
Llega Virgilio y ahí están Constanza y Miranda esperando, y Miranda le pregunta:
—¿En qué o cuál auto nos iremos?, ya que si no utilizaremos el mío. Yo no llevaré llaves.
—Oh, no te preocupes, ¡hasta chofer tenemos! —le contesta Virgilio.
—¡¿Que?! —le dice Constanza.
—Sí, alguien más nos llevará en su flamante auto.
—¡¿Quién?! —pregunta Miranda, sin ni siquiera imaginar que se trata del profesor de estadísticas.
—Ya vengan, ¡vamos! —les dice Virgilio.
Cuando salen al estacionamiento ahí el dicho profesor.
—¡¿Cómo?! —dice Miranda—, ¡esto es un engaño! ¡Y una traición! ¿Por qué no me dijeron esto?
Domingo se acerca y le toma el maletín y le dice: