Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Retazos De Su Vida
Retazos De Su Vida
Retazos De Su Vida
Libro electrónico274 páginas3 horas

Retazos De Su Vida

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Loraine Masterson tiene todo lo que cualquiera soñaría: un prometido de ensueño, la mayor y por supuesto el orgullo de sus padres, la cual se graduará de derecho pronto, amigos y conocidos que le admiran mucho por todo lo que hace. Lo que Loraine no sabe al momento de analizar su vida y la decisión que tomará que cambiará su vida para siempre, que aquel sería su último día en el mundo de los vivos ¿O no?
Veinte años después y buscando la manera de atraer simpatizantes para su próxima elección como presidente del colegio de Abogados, un prestigioso puesto en la barra legal de Canadá, Anthony Masterson, toma la decisión de abrirle las puertas a una jovencita de diecisiete años y servirle junto a su esposa, de padres temporales, y si la oportunidad y la simpatía en ambas partes nace, posiblemente la oportunidad de convertirse en padres adoptivos, pese a que pronto Iris cumplirá la mayoría de edad, y pronto podrá vivir sola. ¿O es Iris quien ha escogido a los Masterson?
Iris llegará a la casa en busca de las respuestas que desde pequeña ha querido responder. Junto a una psicóloga, se prepara a hacer un viaje más allá de la imaginación de una adolescente y al mismo tiempo, a descubrir los verdaderos cimientos de la vida y posiblemente de la muerte. Con lo que no cuenta o ninguno de sus nuevos allegados, es que al querer responder sus preguntas también estará cerrando el pasado inconclusos de esos a su alrededor y sanando viejas heridas que veinte años aun no han sido capaces de cicatrizar.
Ahí es cuando sus recuerdos de esta vida y de la anterior como Lori, la perturbarán al no saber quien es quien y al mismo tiempo confrontar ese pasado, con personas del presente en donde puede comprenderse porque muchos de nosotros no recordamos si pisamos este mundo una vida atrás y es que confrontar dos vidas totalmente distintas es preparar un tornado que tal vez no podamos controlar.

IdiomaEspañol
EditorialEmooby
Fecha de lanzamiento24 jun 2011
ISBN9789897140372
Retazos De Su Vida
Autor

Moni Hernandez T.

Nace el 28 de junio del 1981 en Santo Domingo siendo la mayor de tres hijas. Con muchos trabajos de su autoría en originales incursionó en el mundo del fanfiction primero antes de iniciar trabajos originales bajo seudónimo. Es licenciada en Administración de Empresas graduada con honores de UNIBE y con una Especialidad en Mercadeo de la PUCMM; una pasión por la lectura y la escritura. De Nacionalidad y aún con residencia en República Dominicana, incursiona en lugares como FictionPress.net y yoescribo.com con sus historias originales que cruzan el tramo de la realidad y la ciencia ficción incluso inclinándose a experimentar en adaptaciones modernas de cuentos de Hadas algunas de las cuales se encuentran en este momento en redacción y esquematización con probabilidades a futuro de publicación. Actualmente trabaja en una empresa Familiar establecida en su ciudad natal y se dedica a escribir en el tiempo que le queda disponible.

Relacionado con Retazos De Su Vida

Libros electrónicos relacionados

Artes escénicas para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Retazos De Su Vida

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Retazos De Su Vida - Moni Hernandez T.

    Agradecimientos:

    A Patricia Coronel Cortez por su persistencia que terminase este proyecto.

    A Rosario Miguel Zacarías quien 10 años atrás me inspiró a comenzar a explotar mi talento.

    A Jorge Vargas quien de la distancia me ayudó a revisar los dos primeros borradores y me brindó de manera gratuita sus consejos y correcciones; y me dio los contactos de lugar para volver esto una realidad.

    Y otros más que no terminaría de agradecerles lo suficiente.

    A Mis Padres: por Siempre llenar mis conocimientos con libros, fantasía y realidades necesarias.

    Porque todos de una u otra forma necesitamos soñar

    Índice

    Agradecimientos:

    Prólogo

    Capítulo 1

    Capítulo 2

    Capítulo 3

    Capítulo 4

    Capítulo 5

    Capítulo 6

    Capítulo 7

    Capítulo 8

    Capítulo 9

    Capítulo 10

    Capítulo 11

    Capítulo 12

    Capítulo 13

    Capítulo 14

    Capítulo 15

    Capítulo 16

    Capítulo 17

    Capítulo 18

    Epílogo

    Datos Biográficos

    ***

    Un auténtico individualismo requiere de la reencarnación. Si el individuo muere definitivamente, el mundo sigue pero a través de otros, no del mismo individuo. El individualismo necesita de un mismo individuo que reencarne una y otra vez, el mismo, siempre, evolucionando, cada vez más consciente, infinito, divino, siempre eternamente Yo. Horst Matthai Quelle¹.

    Símbolo celta para Agua, Luz y Reencarnación. Autor, anónimo.

    Prólogo

    No se puede leer cómo las cosas pueden ocurrir. Tampoco cuándo ocurrirán. Simplemente pasan y estamos a merced de ellas. Al menos eso pienso en estos momentos.

    Anoche Albert me propuso matrimonio. Tiene 21 años y pronto se graduará de la universidad. Trabaja como pasante en una firma de ingenieros y asesores de construcción. No le di el sí y tampoco rechacé su propuesta. Yendo a casa en las vacaciones de primavera me ayudará a poner mis pensamientos en orden. Además he recibido carta de Kate, mi prima de 27 años quien se encuentra casada y con una nena de tres años y las cosas no van bien para ella. Su esposo le maltrata y teme estar embarazada nuevamente. Me espera en casa…

    Somos primas pero es como si fuéramos hermanas. La diferencia de edad nunca ha sido un obstáculo en nuestra amistad y la considero más cercana a mí que mis dos hermanos menores quienes están felices que finalmente se libraran de mí para irme a la universidad cuando el momento llegó y los cuales cuando regreso a casa, me hacen la vida un infierno.

    Soy demasiado conservadora para los tiempos… estamos en 1989 y mi mejor amiga, Anne dice que me comporto como si perteneciera al 1959. Mi infancia fue bajo estrictas normas familiares y por supuesto la asistencia a un estricto colegio Católico no aminoró mi actitud pese a que mis compañeros de estudios siempre fueron muy liberales y sus padres no tan estrictos.

    A veces envidio a Anne. Ella no hesita en decirle a su madre lo que piensa y hace lo que siente… yo incluso ante la propuesta de Albert, no dije que sí… no puedo decir que sí aún.

    La aprobación de los Masterson es tan importante para mí, como la propuesta de Albert.

    La perfección es importante para mi familia. Esa perfección que muchos buscan alcanzar y que aparentemente (sólo en apariencia) pareciera que alcancé, es que hace que muchos me admiren no importando mucho lo que deseo y busco en mi vida.

    Busco hacerme exploradora… busco saberlo todo y poder documentarlo. En este campo no somos muchas de esas…

    Y por supuesto no fue una carrera aprobada por los seres superiores (mis padres). Son muchas cosas las cuales influyen en quien soy hoy en día… sin embargo, siento que estoy en aquel momento perfecto el cual todos luchan por alcanzar el resto de su vida y no lo consiguen…

    Ahí debí comenzar por pensar que las cosas podrían no salir como las había planeado en un principio… con aquella sensación de total perfección.

    ¿Mi única opción? Resignarme a estudiar derecho, deseo que mi padre advierte que será la ventaja constitutiva para mi éxito. La gente no estudia lo que quiere porque sabrá que no tendrá éxito. El éxito viene del sacrificio y con este sacrificio verás los resultados. ¡Mi querido padre! Algunas veces pienso que está equivocado… y me he visto en dos ocasiones en sacarle de su duda; sin embargo, aquí estoy… estudiando derecho, una carrera que no me gusta para complacerlo a él. No he aceptado la propuesta matrimonial de Albert porque no creo que mis padres lo aprobarían a pesar que conocen a Albert desde que andaba en pañales y sus padres son amigos de mis padres… y que Albert está con la empresa contratista que construye las nuevas oficinas de los abogados de la firma de mi padre. Tampoco he aceptado la propuesta porque temo terriblemente a estar cometiendo un error… tengo veintiuno y no es lo que esperan de mí.

    No acepto su propuesta porque temo volverme una decepción en caso de que nos casemos… que luego se arrepienta. Que no funcione en el transcurso y ambos terminemos lastimados… son tantas cosas las cuales pensar.

    El teléfono está sonando. Apenas voy cerrando mi maleta… vacaciones de primavera. Miro la foto que me tomaron junto a mis padres y hermanos cuando recibí el diploma de secundaria. ¡Vaya! Sí que me veía más gorda y esa toga no me ayuda…

    —¿Hola?

    —¿Todavía no has salido?

    —El tren sale nueve de la mañana. Estaré allá para diez de la noche, tal vez las once de la noche a más tardar —Mi madre. Aún mis hermanos viven en su casa (el menor no termina la preparatoria) y desde la distancia controla mis movimientos. La escucho reclamarme que no esté en la estación de trenes ya desde una hora atrás y por supuesto ¿Si me daba la satisfacción que tal vez pude salir temprano en aquel momento, qué hace llamando al dormitorio para saber si ya he salido? Mi madre me subestima y no me sorprende. He vivido 20 años con esta misma sensación—. ¿Quién pasará a recogerme?

    —Seguro Arturo —hablando de mi hermano menor de 17 años quien ingresará a la universidad en otoño—. En su convertible que le obsequiamos por su cumpleaños.

    Ya me imagino aquello gracias a la nota de orgullo dejada entredicha por mi madre: Arturo que a sus 17 años es irresponsable, ahora con un convertible, obsequio de mis padres no será definitivamente un modelo a seguir. Aun así mis padres tienen esperanzas que se convierta en médico. Arturo puede ser irresponsable pero es sumamente inteligente y el primero de su clase. No creo que decepcione a mis padres.

    Debo aclarar mi complexión física: ojos azules, cabellos rubios finos que aunque me gusta tenerlos cortos, a mi madre le complace que los lleve largos.

    —¿Estará en punto en la estación de trenes?

    —Por supuesto que sí, pero contrario a otras… no pierdas el tren.

    Ahí está de nuevo ese tono de voz condescendiente. —No lo perderé. Espero que no hagas una fiesta mamá… ya estoy bien grandecita para fiestas de jardín. —En aquel momento tocan a la puerta de mi habitación.

    —Claro que no querida. Será una cena bien tranquila. Solo la familia… y por favor, deja esos pantalones cortos en el armario de tu universidad —habla de mis pantalones por encima de la rodilla que tengo desde que tenía 16 años—. No son nada apropiados para el pasadía corporativo de la empresa donde trabaja tu padre…

    Tocan nuevamente a la puerta. Voy a abrir y aquella alta figura de cabellos negros y ojos azules me sonríe divertida y le hago señas que no hable o que se acerque a abrazarme o besarme. Le hago pasar y cierro la puerta detrás de él. —Te aseguro que haré todo lo posible por vestir adecuadamente… yo también te quiero —Sonrío—. Sí, nos veremos esta noche —Finalmente colgando la llamada y observo al hombre sentado en mi cama quien me mira con un rostro lleno de curiosidad. Al colgar el teléfono digo —: Mi madre… quiere asegurarse que lleve todo lo apropiado y no pierda el tren… —Yendo a mi ropero y sacando los desvergonzados shorts, (que ya el ruedo se le deshace y aunque están por la altura de las rodillas) me quedan fantásticos y aunque no pretendo usarlos en el día de campo siempre me ha gustado poner nerviosa a mi progenitora. Así que se van directo a la maleta.

    ¿Qué les puedo decir? Soy la hija perfecta pero no soy santa.

    —¿Siempre te marchas sin darme una respuesta? —me pregunta mientras observo su cabello recién lavado y su sonrisa pícara vistiendo aquel polo blanco y pantalones largos caquis. Es obvio que va a su casa ya.

    Hemos sido amigos casi toda nuestra vida. Pero este año sus vacaciones de primavera las pasará con su primo favorito en Alaska y yo vuelvo casa. Lamento mucho que las cosas sean así. En cierta manera prefiero la distancia entre nosotros. Así me dará oportunidad de aclarar mis ideas.

    —Sabes como soy yo…

    —En efecto. Eres una contradicción andante. Una mujer disfrazada de perfección pero llena de tantos temores…

    Torciendo mi nariz le llamo la atención diciendo seriamente —: ¿Qué eres? ¿Ingeniero o siquiatra?

    Se levanta para ir a mí con pasos lentos pero seguros, rodearme con sus brazos mi cintura y decir lentamente —: Soy todo lo que quieras… —Besándome con lentitud y paciencia. Al separarse me observa a los ojos y sacando del bolsillo de su pantalón aquel objeto pequeño y redondo con una piedra en su final, lo desliza en mi dedo índice diciendo con gravedad—: Dejaste esto en mi mesa de noche.

    —Oh, se ve extraño en ese dedo —dije separándome de él y colocándolo en mi mano derecha. Noto su decepción en su mirada y su rostro y añado—: Dame tiempo —Mostrándole la sortija—. Me cuesta acostumbrarme a la idea.

    —Te preocupa lo que dirá tu padre ¿cierto?

    —No creo que preconcibiera la idea de que me casaría antes de los veinte años o antes de graduarme… no está en sus planes —Observo el anillo—, o en los míos.

    —¿Por qué no me rechazas entonces?

    —Porque te amo demasiado para decirte que no. Pero… aún no estoy dispuesta a decirles a mis padres si ven el anillo que me casaré contigo. Aún me faltan dos años de universidad… y el solo pensar en los preparativos, las invitaciones… pensar que mi padre querrá a toda la sociedad de la ciudad en nuestra boda… ughhhh odio las bodas grandes…

    —Digno de la realeza.

    —Digno de los Masterson —corrijo.

    —Dejemos entonces nuestros viajes: no vayas a casa, yo no iré a Canadá y nos vamos a la oficialía civil y nos casamos.

    —¿Estás loco? Mi madre nos mataría solo por arruinarle la idea de la fiesta perfecta para su única hija… —No soporto la risa al imaginarme a la distinguida Caroline Masterson, persiguiendo a su hija y su nuero por todas las calles para darles muerte—… No soy su hija perfecta como mis hermanos pero creo que lo lamentaría.

    —No me estás dando el sí.

    —Tampoco estoy diciendo que no.

    Me miró en silencio por largo rato y luego cerré mi segunda maleta y no interrumpí su silencio.

    —Tienes que empezar a vivir tu vida Loraine. Ya casi cumplirás veinte años y no podrás seguir escondiendo tus sentimientos ante los demás… la vida pasa muy deprisa…

    Le lancé una de las almohadas en mi cama y él las esquivó. Lanzándome un beso simplemente se marchó de la habitación con la promesa que llamaría a casa de mis padres una vez arribara él a Alaska.

    Yo nunca recibiría la llamada.

    Capítulo 1

    19 años después.

    —No comprendo cómo pudimos acceder a esta tontería —dice Caroline Masterson cómodamente sentada en su sofá elegante de su confortable residencia estilo victoriana que quince años atrás se mudara en compañía de su esposo y cuyos pasillos han sido testigos silenciosos de muchos eventos familiares de importancia para la pareja—. Servir de padres temporales… —Volteándose a su esposo (un hombre de estatura normal que está perdiendo sus cabellos y de barba y bigotes prominentes quien coloca las agujas del reloj encima de la vieja chimenea a tiempo)—… Absurdo: no estamos ya para estar en estos juegos de ser padres temporales de cualquier niño.

    —Sabes que esto servirá para mi candidatura como presidente del Colegio de Abogados del estado —habla Anthony quien es hijo único y cuya madre murió diez años atrás perdiendo la batalla con el cáncer de estómago. Observa sutilmente una foto colocada en un viejo portarretratos plateado donde se ve la elegante figura de una joven de cabellos rubios y su rostro se contrajo además de perder la voz por unos segundos—. Esta es la mejor oportunidad… y está de moda ¿No?

    Caroline se arregla su camisa de seda y sus brazaletes dorados enderezándose en su sofá mientras los minutos pasan y arregla los vasos elegantes que están sobre la mesa de té esperando a sus invitados. Sus cabellos negros canosos ya muestran su edad mientras las arrugas nunca tratadas visten con orgullo su rostro que ha visto tantas alegrías y también muchas tristezas.

    —Sabes que Anne llamó.

    —¿Anne? —pregunta Masterson extrañándose ante aquel nombre—. Dios; no sabía de Anne en… —ahí dejando de hablar—. ¿Qué quería?

    —Va a hacer la renovación de votos matrimoniales en dos semanas… quería invitarnos.

    —¿Puedes creer que Anne cumplirá veinte y dos años de casada? —dice Masterson distraídamente—. Recuerdo cuando Loraine fungió como dama de honor… le armaste un escándalo a Lori cuando te dijo que su amiga de dieciocho años se casaba y esperaba un bebé.

    —Tú no fuiste más sociable que yo… —dice mirándole con desafío y de soslayo alzando su voz agrega a su esposo—, le dijiste que la desheredarías si venía con la sorpresa de un hijo o matrimonio antes de graduarse de abogada…

    —Nunca me decepcionó —dice Masterson con orgullo y Caroline se muerde la lengua quitando distraídamente una lágrima que se asoma en uno de sus ojos. Tose y su esposo dice irguiéndose—. ¡Qué poco respeto por el tiempo! Ya pasan veinte minutos desde que era la hora de reunión con la trabajadora social… —En aquel momento el timbre de la casa suena haciendo que ambos esposos se sobresaltaran al unísono—. ¡Ya está aquí! —dice alisando el frente de su camisa de lino con insistencia.

    La casa Masterson fuera de los días festivos, es muy solitaria. La señora Masterson recuerda que las ocasiones que la residencia se ha visto viva han sido los eventos más importantes y alegres de su vida: el matrimonio de su hijo Robert hace seis años, la licenciatura de su hijo Arturo (el menor) y tomar las riendas directivas de la firma de abogados de su esposo y por supuesto, los días de las madres o Navidad. Pero no es la misma casa que conoció Loraine.

    Esa casa representó un principio; un nacimiento ante las circunstancias dolorosas que tuvo que enfrentar 19 años atrás en la vieja casa a kilómetros de esta y al final no saliendo de Ontario.

    La muerte de una hija no es algo que se supera de la noche a la mañana. Incluso recuerda con un gran dolor en su corazón como fue que se enteró de su muerte.

    Pasan de las cuatro de la mañana cuando los toques a su puerta la hacen salir de su profundo sueño. Abriendo los ojos escucha a su esposo también incorporarse y decir con gesto de reproche. —¡Voy a matarlos!

    —Tranquilo… no te hace bien para la presión —replica con voz rasposa.

    —Tengo una audiencia esta mañana a las nueve en punto. Y en vez de llegar a horas decentes… ¡Mira a qué hora vienen de la estación!

    —Pues del todo me sorprende que llegaran —dice encendiendo la luz de la alcoba y alisando su cabello, mientras se coloca una bata sobre su ropa de dormir—. Apostaba que Lori perdería el tren.

    —Estos muchachos. Si Lori llevó a su hermano a beber…

    —Calma. Sabes que Lori no haría eso. Su hermano tiene apenas diecisiete años —Viendo a su esposo volver a poner la cabeza en la almohada y dice sin cuidar su tono de voz—. ¡Anthony Masterson! ¿Acaso no recibirás a tu propia hija de su viaje? ¡No ha estado en casa desde año nuevo!

    —Ha sobrevivido tres meses y algo —dice entre dientes al cerrar sus ojos y apagar la luz—. Unas horas más no le afectarán.

    Asombrada por su falta de tacto, la señora Masterson abandona la alcoba matrimonial y baja las escaleras con lentitud hasta llegar al rellano escuchando los toques ahora constantes junto al timbre. En aquel momento escucha unos pasos que vienen de arriba y observa a su hijo Robert quien soñoliento y rascándose la cabeza pregunta. —¿Acaso Arturo olvidó sus llaves nuevamente? Robert llegó el día anterior de la universidad en donde cursa un año menos que su hermana.

    —Vuelve a dormir —reprende su madre al verlo a tales horas. Haciendo caso omiso a su solicitud se sienta en las escaleras para ver a su madre hacerle un gesto de tozudez y verle abrir la puerta.

    La señora Masterson mostró su curiosidad y también duda al ver aquellos uniformados delante de su puerta a las dos de la mañana. Incluso, cerró un poco más la puerta para no dar total visibilidad del interior de su casa. —¿Sí?

    —¿Señora Caroline Masterson?

    Ella no responde.

    —Somos el oficial Trevine —Señalando al hombre a su lado de piel oscura y el mismo— y Spaldon de la jefatura de policía. Ella es Betsy Randall de la comisión de transporte ferroviario. —Señalando a una tercera persona más cerca de la puerta.

    —¿Ferroviario? —pregunta observando de arriba abajo a la mujer más bajita que ella vistiendo un traje de saco y pantalones de poliéster barato—. ¿Qué pasa? —pregunta nerviosa.

    —¿Señora? Tal vez podamos tratar esto más cómodamente… tal vez dentro de su casa.

    —Díganme qué hacen aquí… qué quieren… ¿Quiénes dicen ser? —pregunta nuevamente.

    —Señora esto es algo delicado —habla la mujer lentamente y mirando a la señora de nariz perfilada con intensidad—. Si hubiera una manera de pasar y explicarle…

    —No, debe de haber un malentendido… no pueden estar aquí porque serían… — haciendo una pausa para llevarse la mano a su pecho—. Serían malas noticias…

    El tono de voz atrajo la mirada de su hijo menor que baja las escaleras rápidamente para colocarse al lado de su madre. Y el oficial fijándose en el chico pregunta. —¿Hay alguien más de ustedes aquí en la casa?

    —Mi esposo… duerme —responde la mujer sin quitar la mano de su pecho—. Tiene un importante caso mañana en la corte…

    —Hijo: será mejor que llames a tu padre y dile que venga aquí… tenemos que hablar con él… con ambos —Ahí observando a la señora Masterson.

    Los pasos que le anuncian que se acercan unas personas al descanso enfrente de la entrada a la casa Masterson le hacen despertar de sus pensamientos. Hace tanto tiempo que no pensaba que aquella fatídica noche. Una noche que se culpó a sí misma de haber insistido a su hija que tomara el tren de las cinco.

    Aquel día que insistió tanto en su presencia aquellas vacaciones de primavera. Abre la puerta para fijarse en las dos personas tras

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1