Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Mi corazon en forma de letra
Mi corazon en forma de letra
Mi corazon en forma de letra
Libro electrónico75 páginas59 minutos

Mi corazon en forma de letra

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Es una historia real donde el autor, al ver que sus padres se separaron, escribio esta historia como un mecanismo de defensa ante la crisis que se presentaba, usando el amor acumulado en sus anos de infancia, para sacar a su familia de los problemas emocionales, sociales, incluyendo los economicos.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento24 ago 2022
ISBN9781662499845
Mi corazon en forma de letra

Relacionado con Mi corazon en forma de letra

Libros electrónicos relacionados

Ficción general para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Mi corazon en forma de letra

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Mi corazon en forma de letra - Libia Marquez

    Mi corazón en forma de letra

    Libia Marquez

    Derechos de autor © 2022 Libia Marquez

    Todos los derechos reservados

    Primera Edición

    PAGE PUBLISHING

    Conneaut Lake, PA

    Primera publicación original de Page Publishing 2022

    ISBN 978-1-66249-985-2 (Versión Impresa)

    ISBN 978-1-66249-984-5 (Versión electrónica)

    Libro impreso en Los Estados Unidos de América

    Esa noche de invierno abrí la puerta y salí. Mis pies se pegaban entre las pulgadas de nieve que habían caído. Era una más de tantas nevadas, que he visto caer, sobre las calles de Nueva York.

    Caminé por un largo rato, queriendo distraer mis pensamientos. Mis lágrimas se confundían y a la vez caían como copos de nieve. Yo luchaba contra mi llanto, pero este se hacía más fuerte que mi voluntad. Luego me tiré sobre la congelada escarcha, quería que esta me sepultara. Mis pensamientos, ya no eran fantasías de niño, se habían convertido en realidades de adulto. Me sentía entre el cielo y la tierra, como en una nube que, mi propia naturaleza, no podía controlar.

    ¡Si!, en esa nube estaba yo, flotando en un mar de mis interminables desilusiones, quería aclarar mis pensamientos, pero la realidad me despertaba con una bofetada. ¿Qué he hecho para merecerlo? Me preguntaba una y otra vez.

    Contenido

    La luz de Dios

    Las lágrimas de mi madre

    Mis reflexiones

    Mis sensaciones

    La pureza del amor

    Un mensaje para recordar

    El valor de la familia

    Mis años de adolescente

    Mis ratos de protesta

    Mi conclusión

    Nuestra imaginación

    De regreso a mis clases

    Agradecimiento a mi madre

    Mis momentos de duda

    El mundo de un niño

    Lo que me hizo llorar

    Una historia para superar

    Mis dos culturas

    La promoción

    La graduación

    La orientación

    El ingreso a la Universidad

    Mi equipaje

    Mi transformación

    Mi adaptación

    A mi madre

    La luz de Dios

    La nieve que aún seguía fluyendo, me convertía en un muñeco inmóvil. Los árboles que decoraban el paisaje invernal y el Ser Supremo del Universo eran testigos de mi soledad y mi silencio.

    La noche hacia parte de mi ánimo, empezaba a oscurecer mi vida y con ella mis ilusiones. Y fue así que caí, de nuevo, sobre mis rodillas y pidiéndole a Dios que me respondiera si era verdad, que solo los años tejían las experiencias o también se podían tener conclusiones, a través de los demás, aun siendo todavía niños. Yo empecé a preguntarle a Dios por qué los adultos, muchas veces, tomaban decisiones sin tener en cuenta lo que esto afectará a los niños.

    Una y otra pregunta enredaban más mis pensamientos. La tristeza seguía apoderándose de mí. Mis lágrimas aún caen y abrazándome a Dios me contesto: ¡Hijo mío! Aún eres un niño, pero el mundo y la creación existen desde hace mucho tiempo, eres un ser único y, por lo tanto, eres especial, no tienes límites en tus pensamientos y el hecho de no tener tantos años, no significa que no puedas sacar tus propias conclusiones, de las experiencias de los demás. Cada ser humano, nació con la capacidad y el derecho de pensar bajo su propia voluntad, sin que su ciclo de vida se pare.

    Cada día tenemos nuestras decisiones, no importa lo fácil o lo difícil que sea. Para vivir una buena vida se aprende de nuestros propios errores. Pero para vivir una vida excepcional nos toca aprender de los errores nuestros y también de los demás.

    Lo que si debemos saber es que, muchas veces, esas decisiones pueden cambiar nuestra vida y aunque en este momento lo veamos como una pesadilla, quizá mañana despertemos y sintamos que todo lo debemos dejar en manos de Dios, porque es el único que no se equivoca.

    Las lágrimas de mi madre

    Dios mío, nunca me habían dolido tanto las lágrimas de mi madre. Las veces que la había visto llorar, habían sido por nostalgia de la familia. La muerte de mi abuelito y el dolor de no haberlo podido ir a ver los últimos días de su vida, todo esto me parecía natural, porque era provocado por circunstancias que todos esperamos, pero cuando somos sorprendidos, con un balde de agua fría en la espalda, el impacto es más fuerte de asimilar, que por mucho que lo intenté, no conseguí entenderlo del todo. Yo pensaba que los sentimientos no cambiaban que, si alguien lo amaba a uno, era para siempre, pero eso no era más que una puesta al sol, salimos quemados y lastimados.

    Nos habíamos separado físicamente de mi padre, hacía tres años, por circunstancias desafortunadas, pero mi alma seguía con las ilusiones de la reunión familiar. Soñábamos con volver a estar todos juntos, hoy esa esperanza tomaba un camino diferente. No podía entender como el ser humano caía en el egoísmo y hacía que el albergue de amor que con los años habíamos tejido, se convirtiera en escombros. Con una carta, mi padre se despidió de mi madre y en las circunstancias en las cuales estábamos yo sentí que,

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1