La amistad en las infancias: Una experiencia fundante
Por Esteban Levin
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Recorrido teórico: cuando un niño o niña sufre, lo primero que se afecta es la relación con los otros: con su familia, docentes, amigas, amigos y la comunidad. La experiencia fundante de la amistad en las infancias nunca se posee, no es propiedad de nadie; lo que tiene en común es lo distinto, lo diferente y dispar, que causa el deseo de desear. La amistad en la infancia es del orden del don; pertenece a esa lógica inconsciente, mucho más constituyente que constituida.
Los pequeños confían en sus amigos, los invisten de complicidad, crean gestualidades secretas que comparten, se abren y se expanden a la compasión de la amistad. Cuando, por alguna razón, no pueden o les resulta arduo tener amigos, la dificultad con la que se encuentran es la imposibilidad de recibir o donar al otro, y aparece la angustia sufriente que se dramatiza a través del cuerpo y los síntomas de la vida.
¿Es posible la existencia de una comunidad sin el sentimiento de intimidad, compasión y amistad?
Recorrido práctico: no hay constitución subjetiva sin lazo social. Nos referimos a la amistad y lo comunitario en las infancias para mantenerla viva, no para saber acerca de ella, pues es una experiencia fundante, originaria y original, no anticipable, dispar y plural, mucho más constituyente que constituida. El acontecimiento de la amistad tiene que realizarse, no solo decirse.
La originalidad y la esencia de los amigos y amigas se expresa en la intensidad de un espacio impar, que dona el tiempo a la generación de deseos, amores, rivalidades, placeres, frustraciones y vivencias en los que se subrayan la mezcla, la metamorfosis y el choque de fuerzas inclasificables de la comunidad. La experiencia amistosa en la niñez no es del orden del tener, sino de la curiosidad, la intimidad, la desposesión y la existencia.
¿Qué sería de una infancia sin amigos y amigas?
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La amistad en las infancias - Esteban Levin
Esteban Levin
La amistad en las infancias
Una experiencia fundante
Levin, Esteban
La amistad en las infancias : una experiencia fundante / Esteban Levin. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Centro de Publicaciones Educativas y Material Didáctico, 2022.
(Conjunciones / 77)
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-538-938-0
1. Psicología Infantil. 2. Infancia. 3. Terapia Lúdica. I. Título.
CDD 155.925
Colección Conjunciones
Corrección de estilo: Liliana Szwarcer
Diagramación: Patricia Leguizamón
Diseño de cubierta: Pablo Gastón Taborda
Ilustración de cubierta: Laura Jaite
Los editores adhieren al enfoque que sostiene la necesidad de revisar y ajustar el lenguaje para evitar un uso sexista que invisibiliza tanto a las mujeres como a otros géneros. No obstante, a los fines de hacer más amable la lectura, dejan constancia de que, hasta encontrar una forma más satisfactoria, utilizarán el masculino para los plurales y para generalizar profesiones y ocupaciones, así como en todo otro caso que el texto lo requiera.
1º edición, noviembre de 2022
Edición en formato digital: diciembre de 2022
Noveduc libros
© Centro de Publicaciones Educativas y Material Didáctico S.R.L.
Av. Corrientes 4345 (C1195AAC) Buenos Aires - Argentina
Tel.: (54 11) 5278-2200
E-mail: contacto@noveduc.com
www.noveduc.com
ISBN 978-987-538-938-0
Conversión a formato digital: Libresque
Índice
Cubierta
Portada
Créditos
Sobre el autor
Recorrido teórico
Dedicatoria
Introducción
Capítulo 1. Nacimiento: amistad, subjetividad
El destino de la amistad
La caricia del origen: la pulsión del toque
El ritmo prematuro: pliegue y despliegue
Resonancia pulsional de los amigos
La experiencia de la amistad. Hacer uso de la imagen del cuerpo
Tomar, vestir, investir un objeto… ¿para hacer amigos?
Capítulo 2. La relación del niño. Entre el mundo, las cosas y los amigos
¿Para qué juegan los niños y niñas entre sí?
Entre lo individual y lo colectivo: amigos y amigas
Capítulo 3. La plasticidad de lo comunitario1 en las infancias
Inscripción y excripción de lo social en las infancias
Ser y realizarse con los demás
La intimidad, junto a otros
Entre amigos y amigas. Lo colectivo
Capítulo 4. Amigas y amigos imaginarios
Imaginarios amigos
Amistad, anamorfosis y cenestesia
La imagen del otro, del cuerpo, del nos-otros
La comunidad de las amigas y amigos imaginarios
El sinsentido del tiempo entre amistades
Capítulo 5. Amigas y amigos virtuales: ¿una relación posible?
Amistad… ¿digital, virtual, real?
La herencia y el prójimo. Movimientos de descendencia y ascendencia
La sensibilidad del toque digital: ¿dónde están los amigos?
Amistad, curiosidad e inteligencia artificial
Acerca del nacimiento de la amistad en la humanidad
Capítulo 6. Descubrir el mundo entre amigos. Lo comunitario
Entre juguetes, jugadores y amigos
La realización de la amistad en primera infancia
Curiosidad: clínica, familia, escuela
La secreta compasión de la amistad
Bibliografía
Recorrido práctico
Dedicatoria
Introducción
Travesía de la amistad
Capítulo I. ¿Tiene amigos el cuerpo?
La experiencia ficcional de la amistad
Claudia entre amigos: la inclusión como experiencia
Capítulo II. La amistad frente a los diagnósticos
Andrés y la experiencia de la curiosidad
Capítulo III. Crear amigas y amigos para jugar
Pedro humaniza la enfermedad
Capítulo IV. Amistad, integración y escolaridad
Martín no encuentra amigos para jugar
Del desborde del diagnóstico a la legalidad de la existencia
Capítulo V. La conquista de la amistad
Felipe, ¿puede jugar con otros?
Capítulo VI. Qué sería de la niñez sin amigos
La imagen del cuerpo en juego
Capítulo VII. La comunidad de lo diferente: los amigos
Hospitalidad y amistad. Alojar la incertidumbre
Capítulo VIII. Amistad: rescatar al sujeto a través de la virtualidad
La gestualidad en la complicidad secreta
ESTEBAN LEVIN es Licenciado en Psicología. Psicomotricista. Psicoanalista. Profesor de Educación Física. Profesor invitado en universidades nacionales y extranjeras. Director de distintos cursos de formación en psicomotricidad, psicoanálisis, clínica con niños y trabajo interdisciplinario.
Es autor de numerosos artículos en diversas publicaciones especializadas nacionales e internacionales y de los libros La función del hijo. Espejos y laberintos de la infancia (Nueva Visión, 2000); La experiencia de ser niño. Plasticidad simbólica (Nueva Visión, 2010); Discapacidad. Clínica y educación. Los niños del otro espejo (Noveduc 2017); Constitución del sujeto y desarrollo psicomotor: la infancia en escena (Noveduc, 2017); Autismos y espectros al acecho, la experiencia infantil en peligro de extinción (Noveduc, 2018); ¿Hacia una infancia virtual? La imagen corporal sin cuerpo (Noveduc, 2018); La dimensión desconocida de la infancia. El juego en el diagnóstico (Noveduc, 2019); Pinochos: ¿marionetas o niños de verdad? (Noveduc, 2020), Las infancias y el tiempo. Clínica y diagnóstico en el país de Nunca Jamás. (Noveduc, 2020); La clínica psicomotriz. El cuerpo en el lenguaje (Noveduc, 2020); La niñez infectada. Juego, educación y clínica en tiempos de aislamiento (Noveduc, 2021) y La rebeldía de la infancia. Potencia, ficción y metamorfosis (Noveduc, 2021).
La amistad en las infancias
Este libro sostiene la plasticidad de un movimiento deseante; se divide en dos partes articuladas entre sí: una se ocupa de los aspectos teóricos y la otra de lo que acontece en el territorio clínico e interdisciplinario. Entre ambas, se pliegan y despliegan ideas, pensamientos y experiencias que compartimos a continuación. Damos inicio al sinfín del recorrido teórico.
RECORRIDO TEÓRICO
Cuando un niño o niña sufre, lo primero que se afecta es la relación con los otros: con su familia, docentes, amigas, amigos y la comunidad. La experiencia fundante de la amistad en las infancias nunca se posee, no es propiedad de nadie; lo que tiene en común es lo distinto, lo diferente y dispar, que causa el deseo de desear. La amistad en la infancia es del orden del don; pertenece a esa lógica inconsciente, mucho más constituyente que constituida.
Los pequeños confían en sus amigos, los invisten de complicidad, crean gestualidades secretas que comparten, se abren y se expanden a la compasión de la amistad. Cuando, por alguna razón, no pueden o les resulta arduo tener amigos, la dificultad con la que se encuentran es la imposibilidad de recibir o donar al otro, y aparece la angustia sufriente que se dramatiza a través del cuerpo y los síntomas de la vida.
¿Es posible la existencia de una comunidad sin el sentimiento de intimidad, compasión y amistad?
A mi amor Cande, con quien desafiamos y conquistamos lo imposible.
A Maga, Axo y Sebi, los escritores de mi vida.
A mi hermana Euge, apasionados por la ficción.
Introducción
Escribo sobre la amistad, lo comunitario y lo social en las infancias para mantenerlas vivas, no para saber sobre ellas. Se trata de una experiencia originaria y original, no anticipable, dispar y plural, mucho más constituyente que constituida. El acontecimiento de la amistad tiene que realizarse, no solo decirse. El acontecer da lugar, pone en juego y en movimiento nuevos decires y haceres, dimensiones que cuestionan la pretensión de domesticar y construir un conocimiento homogéneo, hegemónico, agobiante y asfixiante sobre la niñez, el desarrollo, la estructura, el aprendizaje, la crianza, el diagnóstico, la integración, lo social y la comunidad.
Al nacer, el niño no tiene constituido lo inconsciente; este no existe como tal, sino a través del otro que se relaciona con él, en el deseo de jugar juntos. En esa acción se transmite el amor, que genera en los pequeños la inscripción e incorporación de la ficción en lo corporal y gestual, creador de las formaciones del inconsciente. Repetición e insistencia pulsional ritmada por salir del cuerpo para jugar con otros: la experiencia fundante de la amistad.
Los amigos y amigas se inventan en las escenas de la niñez. Inauguran acontecimientos instituyentes del universo infantil, la crianza y la vida. La invención de la amistad se inscribe y empieza a repetirse, a donarse en una aventura singular que ocurre por primera vez, se incorpora, se reprime y se reinscribe. Esto nunca acontece como un hecho privado, sino abierto al devenir de lo comunitario, legitimado, afirmado por un consenso social, generacional y cultural en el que se crea el sentimiento íntimo de confianza, compasión y pertenencia.
La amistad oxigena las contingencias impredecibles e insustituibles. No se trata de la posesión del otro, sino de una composición de sensaciones, gestos, palabras, cuerpos, juegos y narraciones, que se inscriben en huellas móviles entretejidas en la singularidad comunitaria del nos-otros. No procuro realizar una definición teórica de la amistad durante la infancia, mucho menos llegar a conclusiones prácticas acerca de ella. Los amigos y amigas son una topología en movimiento, plena de sensaciones corporales, afectivas, que se emancipan de sí. Se resisten a cualquier totalización o pretensión de universalidad conceptual.
Para los niños y niñas, la amistad es una resistencia a los clichés; es la posibilidad de romper con los binarismos bueno-malo, normal-anormal, discapacitado-capacitado, masculino-femenino e integrado-desintegrado, entre otros. La amistad constituye una experiencia libidinal atópica; es lo opuesto a la cerrazón del estigma. Irrumpe; inasible, ejerce la libertad, cómplice en el entre
relacional con los otros. Sin dudas, conforma un antídoto contra la taxonomía y la clasificación de comportamientos, conductas y haceres infantiles que pretenden desestimar la espontaneidad, la incertidumbre, los avatares, la época, la historia y la cultura para arrasar con la singularidad.
La experiencia infantil de la amistad toma el riesgo, se opone a la fijeza estandarizada. Ella propicia la disparidad, la diferencia como causa de lo común. La originalidad y la esencia de los amigos y amigas se despliegan en la intensidad de un espacio impar, que dona el tiempo a la generación de deseos, amores, rivalidades, placeres, frustraciones y vivencias. Allí se subrayan la mezcla, la metamorfosis y el choque de fuerzas inclasificables de la comunidad.
Para los más pequeños, los amigos y amigas funcionan como motores del deseo de desear, son apertura a las novedades, salidas del cuerpo, umbral de ficciones verdaderas, cambios de pensamientos, transformación de realidades, equívocos plenos de diferencias, malestares a partir de fracasos, sensación de confianza, frustración ante los límites del otro, compasión ante el dolor de los demás, con quienes crean el sentimiento de intimidad en un territorio de subjetividad, complicidad y colectividad. La experiencia amistosa no es del orden del tener, sino del de la curiosidad, la desposesión y la existencia.
Los papás de Mía consultan por los miedos que siente su hija de cinco años, que le impiden ir a la escuela. En una sesión, la niña, en el entredós
del juego, angustiada y con preocupación, me cuenta: Me peleé con Delfina, porque se ponía muy mal cuando yo no quería hacer lo que ella decía. Lloraba mucho, mucho, hasta que hacíamos lo que ella quería. Pero ahora entendí que tengo que hacer lo que yo quiero y nos peleamos fuerte. Me da miedo que nos enojemos. Lo que pasa es que jugué con otros amigos y empezó a empujarme, a pegarme, cree que sabe todo. Se puso muy mala… le quiero decir: ‘Amiga, ¿querés volver a ser mi amiga?’, pero tengo un poquito de miedo, un poquito…
La experiencia fundante de la amistad en los niños también conlleva la posibilidad de la frustración, el fracaso, la desazón y el desamor. La sensación de que pueden no ser correspondidos o elegidos por otros conjuga la angustia. El amor por el amigo o amiga pone en juego lo más humano e inhumano de la existencia. Es una amorosidad no exenta de sufrimientos, temores, decepciones, malestares y riesgos como condición subjetiva.
La situación de ser amado o no por el otro compone una escena esencial; los chicos necesitan saber y comprobar que se los ama, un movimiento capital para recibir y generar el deseo del don, de donar y confiar en la colectividad del nos-otros.
Poco a poco, los pequeños van notando lo provisorio y contingente; no pueden eludir el dolor y el placer que implica vivir, la condición ambigua de fragilidad y omnipotencia de lo finito e infinito de toda existencia deseante.
Durante la infancia, se origina y nace la pasión por los demás, con su amorosidad e intensidad: una experiencia opuesta a la posesión y al individualismo. Es un acontecer que redistribuye el espacio, lo temporal, el lenguaje, el cuerpo y la gestualidad; una sensibilidad acunada en el don del deseo que despoja y revela a la vez el genuino sentimiento de complicidad, confianza y compasión por el otro, en la heterogénea comunidad de la amistad.
¿Qué sería de una infancia sin amigos y amigas?
Capítulo 1
NACIMIENTO: AMISTAD, SUBJETIVIDAD
EL DESTINO DE LA AMISTAD
No hay constitución subjetiva sin lazo social. Una de las certezas que compartimos con niños y niñas es que nacemos en otro cuerpo que nunca es el nuestro pero que, sin embargo, nos origina. El nacimiento es una experiencia de salir-entrar, abrir-cerrar, acercarse-alejarse, plegar-desplegar. Entre esos extremos suceden las mezclas, las metamorfosis e intensidades de herencias, épocas, cuerpos, deseos y lenguajes. El entre
es el viaje que comienza durante la infancia, en el tiempo simultáneo y sucesivo del futuro anterior y el presente, en el que se entroniza y actualiza la historicidad plural de los recién llegados a este mundo.
Nadie puede existir sin esta experiencia originaria, umbral encarnado de la más sutil intimidad. Cada ser humano comparte con otro la vivencia de ese primer instante indiscernible, la más singular de todas las posibilidades que despierta la vida. Desde el nacimiento, los bebés se transforman, multiplican las sensibilidades (sensoriomotoras, cenestésicas, olfativas, auditivas, gustativas, táctiles, visuales) sin saber ni entender nada de ello. Obligados a devenir diferentes, a diferir de ellos mismos, transcurren, confluyen en el tiempo de la infancia, pleno de metamorfosis; una potencia que excede y trasciende el orden natural y espontáneo. Incluso la identidad del ADN –genética, que proviene y depende otro– es suficientemente plástica como para modificarla, plegarse, desplegarse y transformarla.
La neuroplasticidad delinea la variabilidad de la expresión del gen, acorde a la experiencia vivida que deja su impronta. Por el hecho de haber nacido y surgir en otro cuerpo, el pequeño no cesa de devenir o partir de la relación que establece con los otros y lo otro (la naturaleza, las cosas, los objetos, lo raro, lo extraño). Nunca coincide con lo orgánico ni con lo psíquico; en ese intenso acontecimiento, florece a la vida.
Los niños y niñas son espejos de lo que no son. Experimentan las cosas como parte de sí mismos, aunque estas no lo sean. Hacen de la relación el modo de existir, en un movimiento constante a nivel corporal e imaginario, simbólico, lleno de palabras e ideas, y real, en tanto imposible de representar, de decir e inscribir. Por eso, aman la invención, ya que ella les permite jugar los posibles mundos que les toca vivir en otros, que ficcionan como si fueran reales y diferentes.
El embarazo es una experiencia de transformación; desborda el cuerpo a cuerpo, transmigra; las contracciones pliegan, repliegan, salen al despliegue en un ritmo infinito por las multiplicidades y la indeterminación de cualquier variable posible. En la niñez, el crecimiento corporal, propio del desarrollo, es esencial e implica misterios insondables; produce anudamientos, redes y metamorfosis. Esta verdadera recomposición reedita la infancia cada vez que se produce. Toda vida (por supuesto, nosotros dentro de ella) se alimenta de otra vida: plantas, animales, cultivos, frutos, semillas, etcétera.
Para los más pequeños, comer no constituye un simple y complejo hecho fisiológico: se alimentan de la escena que el otro monta alrededor de ellos valiéndose de palabras, ritmos, rituales, canciones, colores, sonoridades y ficciones que fusionan el placer corporal con el simbólico, dentro de una ley de alianzas, con el amor y el deseo que se pone en juego en ese escenario. Transfundir el lenguaje en el cuerpo y el cuerpo en el lenguaje transforma la experiencia de alimentarse en un acontecimiento sorprendente.