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Endless Neverland: La verdad de una Narradora: Endless Neverland, #1
Endless Neverland: La verdad de una Narradora: Endless Neverland, #1
Endless Neverland: La verdad de una Narradora: Endless Neverland, #1
Libro electrónico417 páginas5 horas

Endless Neverland: La verdad de una Narradora: Endless Neverland, #1

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Cuando Wendy Darling conoció a Peter Pan, no pudo evitar enamorarse del muchacho volador. Muchos lectores de este cuento de hadas han deseado alguna vez un final donde ambos terminan juntos.
En esta historia eso es lo que sucede, pero no de la manera en que Wendy (o nosotros) hubiese deseado. Después de su secuestro, Nunca Jamás se ha vuelto una pesadilla para la narradora de historias. Sola; con sus hermanos envejeciendo sin ella; fingiendo ser una madre para los niños perdidos, mientras es forzada a ser la novia de Peter; incapaz de volar, deprimida y atascada en un lugar controlado por el chico que le arruinó la vida. Esta es la historia de Wendy Moira Angela Darling. La historia donde la esperanza se encuentra en los lugares y personas más inesperadas.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento26 nov 2022
ISBN9789566139041
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    Endless Neverland - Florencia Silva Rivera

    Para mis padres, Sergio Silva y María

    Eliana Rivera.

    Gracias por su apoyo incondi-

    cional, los amo con el corazón

    Imagen

    ETERNO NUNCA JAMÁS

    1. La Verdad de una Narradora

    Florencia Silva Rivera

    Imagen

    Prólogo

    Volando Segunda a la Derecha

    Todos los niños crecen, excepto uno. Así es como comienza una de las historias más renombradas de   todos los tiempos. Por supuesto que saben a cuál historia me estoy refiriendo, y apuesto que incluso ya tienen su  nombre en mente ahora mismo: Peter Pan, el chico que nunca creció. El chico que vive en Nunca Jamás. Este chico terriblemente encantador que viste con hojas secas y la savia que segregan los árboles, quien siempre está peleando contra el Capitán Hook, el pirata más  malvado, y quien, con el deseo de escuchar más historias sobre sí mismo, trajo consigo a los hermanos Darling Segunda a la Derecha y luego directo hacia el amanecer, ¿no es verdad?

    Por supuesto que todos conocemos aquel antiguo cuento de hadas. Lo hemos escuchado varias veces   desde que éramos pequeños, tal vez de nuestros padres o en la escuela. Tal vez, incluso se convirtió en una parte importante de nuestra infancia. Sin embargo... ¿qué harían si les dijese que esta historia realmente ocurrió? ¿Que Peter Pan, Wendy Darling, Tinker Bell y el Capitán Hook realmente existieron? ¿Me creerían? ¿Y qué tal si les dijese que el relato que siempre escucharon es, de hecho, algo diferente a lo que verdaderamente ocurrió?

    Los hermanos Darling deciden regresar a su amado hogar en Londres junto a sus padres. Peter, quien no deseaba que se marchasen, termina llevándolos de vuelta a su hogar –como el maravilloso y comprensivo chico que es–, pero continúa visitando a Wendy cada año, cuando ella retornaba a Nunca Jamás por la limpieza de primavera. Luego, cuando Wendy crece, su hija toma su lugar, luego su nieta, y luego podríamos seguir y seguir   con todas sus descendientes. Y eso es todo. Aquel es el   final de la historia. No hay absolutamente nada que podríamos agregar sobre Peter, Wendy o nadie más.

    Bueno, se equivocan .

    Sí, leyeron correctamente, aquello ni se acerca a cómo la historia terminó, y lo que acaban de leer no es más que una serie de falsos eventos creados por alguien que deseaba con gran desesperación darle un final feliz al   relato, lo cual es agradable, pero tristemente nunca ocurrió.

    Ahora, si quisiesen saber la verdad acerca de los sucesos que inspiraron la famosa narración, supongo que podría contarles lo que ocurrió. Pero para eso, necesitaría que se olvidaran de la visión que poseen de cada uno de los personajes de la historia, pues de lo contrario van a pensar que solo estoy diciéndoles mentiras. De todas maneras, creerme o no va a ser completamente su elección... y supongo que no pierdo nada con contarles. Así que sí, he decidido relatarles lo que sé... la verdad de nuestra querida narradora de historias. O simplemente narradora, para abreviar.

    Todo comenzó cuando Peter trajo consigo a Wendy, John y Michael Darling a Nunca Jamás, ya que, tal y como he mencionado antes, deseaba escuchar las historias de la chica, que trataban mayormente sobre él. Ya conocen esta parte; conocieron a los niños perdidos, fueron a la tribu, vivieron varias aventuras y combatieron contra el Capitán Hook, quien, debo decir, no es un hombre viejo como el que están imaginando ahora mismo... pero llegaré a eso eventualmente.

    ¡Oh! Y esto me recuerda una cosa. Apuesto que ahora están pensando en un Peter de doce o tal vez trece años, si es que no más joven aún, ¿no es verdad? Bueno, déjenme revelarles ahora mismo que este chico ni se acercaba a dicha edad, en realidad pareciendo un adolescente de dieciséis años, habiendo dejado sus amados jardines de Kensington cuando el primer vello creció en la punta de su mentón, convenciendo a las hadas que lo  habían criado de que lo llevasen consigo a la mágica isla de la cual todos sabemos.

    Por lo que, después de su gran victoria contra   Hook, el chico volador llevó a los hermanos de vuelta a Londres y terminó llegando a una especie de acuerdo con   la madre de Wendy, logrando que la chica volviese con él cada año para la limpieza de primavera.

    Y aquí es donde la historia que ustedes conocen termina y la historia que yo conozco comienza.

    Iniciaré diciendo que Peter nunca aparentó ser  nada más que un buen muchacho. Era carismático, divertido y apuesto también, por ello no fue muy difícil   para la narradora enamorarse de él, siendo él un chico simplemente... perfecto. Sin mencionar que las aventuras que tenían juntos eran absolutamente maravillosas. La idea de viajar a Nunca Jamás cada año era estupenda, puesto  que era una de las cosas que Wendy más amaba en el mundo, lo cual no significa que no desease también volver  a casa al terminar el mes para ver a su familia nuevamente. Para ella, ir a realizar la limpieza de primavera era el perfecto balance entre la isla y su hogar. Para el chico, por otra parte, este acuerdo no era más que injusto, poseyendo a Wendy por tan poco y luego debiendo esperar nueva  mente por el año siguiente. De todas maneras, nunca protestó al respecto; de hecho, casi podría asegurar que intentó resignarse a ello por un tiempo, hasta que un día todo cambió.

    Era hora para la limpieza de primavera y la cuarta vez que Wendy visitaría Nunca Jamás. Peter había retor-  nado por ella tal y como habían acordado, anunciando su    llegada con ese característico llamado, volando a través de la ventana de su habitación, la habitación que ya no compartía con sus hermanos desde el año anterior. Al contrario de lo que podrían pensar, esto no le molestó en   un principio, puesto que la chica continuaba contando historias en el cuarto de niños, pero en esta ocasión,    cuando llegó a la habitación, cayó en cuenta de que más cosas habían cambiado... todo se veía diferente desde la última vez. La narradora se había deshecho de algunas cosas, puesto nuevas por aquí y allá y luego... vio prendas escolares reposando en su cama. Prendas escolares.

    Rápidamente, escondió su expresión de disgusto   con una sonrisa cuando Wendy entró en la habitación, recibiéndolo como de costumbre, dichosa de verlo nuevamente. Pero incluso cuando aparentaba que todo estaba bien, su mente aún divagaba en torno a aquellas prendas sobre la cama.

    La miró nuevamente, intentando encontrar algo diferente a la última vez. ¿Había olvidado regresar por ella el año pasado? Imposible... estaba seguro de haberla visto exactamente un año atrás. O al menos creía estarlo, por lo cual prontamente comenzó a dudar, poniéndose más y más ansioso al verla caminar hacia él. Para su alivio, dichos miedos fueron disipados una vez que la chica se acercó lo suficiente como para que pudiese verla con mayor detalle, sin ser capaz de encontrar en ella nada notoriamente diferente. Wendy todavía era Wendy.

    La chica lo miraba con su bella sonrisa. Algo de su largo cabello rizado se encontraba amarrado tras su cabeza con un lazo que combinaba perfectamente con el largo camisón de dormir celeste que usaba y los zapatos del  mismo color. En lugar de eso, podría haber estado usando vestidos del día a día, pero Wendy sabía que el chico  volador estaba ya acostumbrado a verla con camisones de dormir, por lo que había decidido seguir llevándolos con ella. De hecho, ahora se encontraba sosteniendo un pequeño bolso con algunas de sus pertenencias; donde podríamos encontrar otros tres camisones, junto a otras pequeñas cosas que le gustaba llevar consigo. Tal vez no   era una cantidad significativa de ropa para llevar por un mes, pero era suficiente para ella.

    Peter se dio un par de segundos para inspeccionar una vez más cómo se veía, pero para su alivio, no encontró nada particularmente diferente. Tal vez ahora era un poco más alta, pero no podía afirmarlo con seguridad, ya que la chica siempre había sido bastante baja, siendo aún considerablemente más pequeña que él. Así que no, no

    había nada de que preocuparse con respecto a ella. Habría dejado salir un suspiro de alivio, pero entonces Wendy preguntaría si algo estaba mal –siempre había sido una  chica muy curiosa–, y no quería admitir su temor de verla siendo mayor que él bajo ninguna circunstancia.

    Así que ahora el chico tenía dos cosas en mente: primero, el tranquilizante hecho de que aún no había perdido a Wendy, lo cual era simplemente grandioso, y segundo, la revelación de que igualmente esto estaba ocurriendo lentamente, al dejar el tiempo pasar.

    –¿Lista para irnos? –extendió su mano hacia ella.

    La narradora estaba a punto de tomar su mano como de costumbre, pero se detuvo antes de hacerlo. ¿Por qué haría tal cosa? ¿Estaba dudando acerca de si debía ir con él? No. Eso no podía ser posible... ¿o sí?

    –Será solo por un mes, ¿no es así? –preguntó ella, todavía con su mano extendida hacia él.

    –Conoces nuestro trato –él respondió con una mueca, ganándose una dulce sonrisa de la chica.

    Antes de que pudiese preguntar algo más, el chico volador se apresuró a tomar su mano como siempre solía hacer, observándola cautelosamente, como expectante a que algo ocurriese. Wendy sonrió una vez más ante el   gesto, para luego mirar hacia abajo, intentando concen-  trarse en algo.

    Una vez más, sus ojos no pudieron evitar dirigirse hacia las prendas escolares. ¿Por qué las había dejado allí? ¡Las odiaba tanto! Luego, se volvió hacia Wendy, comenzando a preocuparse. No era usual que tardase tanto... ¿Y si ya lo había olvidado? ¿Qué haría entonces? Intentar enseñarle de nuevo era la mejor opción, y si eso no funcionaba, siempre llevaba polvo de hadas consigo, pero de todas maneras... estaba comenzado a desesperarse.

    El chico vestido de hojas secas se encontraba a   punto de decir algo respecto a ello cuando de pronto vio   los pies de la chica abandonando el piso, volando como él  le había enseñado un largo tiempo atrás: con encantadores pensamientos maravillosos. Esta vez sí dejó salir un suspiro de alivio: Wendy todavía no olvidaba cómo volar. Si  hubiese olvidado cómo volar, las cosas hubiesen sido peor para él. Que bien que no lo habían sido.

    Sin demostrar ni un rastro de sus previas preocupa-ciones, Peter sonrió de lado a la chica y elevó sus pies del piso de igual manera, pensando en qué hacer a continuación. No podía dejar que esto continuara... si lo hacía, las cosas solo empeorarían para él, hasta que...   Dios, ni siquiera quería pensar en ello.

    Prendas escolares. Tenía que hacer algo, y tenía que   ser ahora. Prendas escolares. Las pálidas mejillas de la chica se sonrojaron un poco. Prendas escolares. Él la llevó hacia la ventana. Prendas escolares, prendas escolares, prendas escolares.

    Ya sabía qué hacer.

    –¿Qué estamos esperando? ¡Nunca Jamás está a   solo un par de pensamientos maravillosos! –él sonrió ampliamente, llevándola consigo fuera de esa ventana.

    Y luego el tiempo pasó.

    Y PASÓ.

    Y PASÓ.

    –¡MICHAEL, CÁLMATE, POR favor! –suplicó Wendy, intentando que su hermano le escuchase.

    ¡Cálmate! ¡¿Hablas en serio?! ¡¿Después de todo   lo que hiciste, ahora quieres que me calme?!

    Ella no entendía.

    –Michael, yo-

    –¡Nos abandonaste! –le acusó él, con algunas lágrimas en las esquinas de sus ojos–. ¡Nos dejaste sin decir una palabra, y aún así te atreves a volver aquí sin haber envejecido un día! Dios, ¿no tienes nada de vergüenza?

    ¿Qué...? ¿Qué estaba pasando?

    –¡Juro que no lo planeé! –contestó ella rápidamente, esforzándose por no llorar al ver a su hermano de tal manera–. No... no entiendo... Peter dijo que nos marcha-mos por un mes.

    Miró brevemente al chico sentado en la ventana, quien no parecía estar prestándoles atención, incluso cuando era capaz de ver claramente cuán desesperada estaba, intentando justificarse ante su hermano, quien continuaba gritándole.

    Wendy no lograba entender cómo Peter podía estar tan sereno. Él... él no parecía afectado en absoluto, sin mencionar que ni siquiera intentó ayudarle a hablar con Michael o confirmar que todo había sido un gran error  suyo. Pero si estaba siendo honesta, no lucía como alguien que recién cometió un terrible error, o al menos no alguien que lamentaba haberlo hecho.

    Un mes –repitió Michael, dejando salir una risa amarga mientras negaba con la cabeza–. ...Un mes.

    –Michael, por favor –ella extendió su brazo en su dirección, intentando posar su mano en su mejilla como siempre solía hacer cuando él estaba triste, pero él rápidamente dio un paso atrás, evitando su toque sin dudarlo un segundo.

    –¡Solo mírame, Wendy! –algunas lágrimas final-mente descendieron por sus mejillas–. ¡Estoy a punto de cumplir sesenta años! ¡Sesenta! –Wendy jamás había oído una voz tan destrozada como la que estaba escuchando–. ¿Tienes alguna idea de cómo es crecer pensando que tu hermana, a quien amabas más que a nada, te abandonó para siempre? ¿Sentir que de alguna manera pudo haber sido tu culpa?

    –No fue-

    –¡Por supuesto! –le interrumpió–. ¡Viajar a Nunca Jamás es tan divertido! ¡Mucho mejor que quedarte con tu familia! De todas maneras, ¡¿quién quiere crecer?!

    –Michael...

    –¡Ni siquiera una nota! ¡Una pista! ¡Lo que sea! –claramente no tenía intenciones de escucharla en aquel momento–. El mes pasó y simplemente no llegaste a casa,   ¡y luego dos meses! ¡Cinco! ¡Un año! Y ahí estaba yo... creciendo, contrario a ti. Todas las noches mirando por la ventana abierta, rezando con toda mi alma porque esa   fuese la noche en la que volvieras. ¿Pero adivina qué?  Nunca fue esa noche.... Esa noche nunca llegó.

    –Mira –ella dio un paso hacia él, algo insegura–, tienes... tienes razón. No tengo idea de lo que tuviste que vivir sin mí, pero no quise que esto pasara,  ¡y lo digo en serio, Michael! –a este punto, no llorar era casi imposible–. Tú... tú sabes que el tiempo funciona diferente en Nunca Jamás y... y supongo que cometimos alguna clase de error,

    ¡p-pero ahora estoy aquí! –por primera vez, Peter miró en su dirección–. Sé que no puedo volver atrás en el tiempo, pero... pero ahora estoy aquí para quedarme y, no sé, tal vez podríamos-

    –Creo que es tiempo de que nos marchemos– el chico habló, mirando a la narradora.

    –¿Qué? –ella no pudo evitar fruncir el ceño ante sus palabras, girándose hacia él con confusión–. ¿De qué estás hablando?

    –Te dije que te traería a casa... pero al parecer no hay una casa a la que puedas volver, ¿no es así?– saltó de la ventana, caminando hacia ella–. Eso significa que volvemos a Nunca Jamás.

    –No, no es así –ella respondió cortante, girándose hacia su hermano–. Michael, si realmente no me deseas aquí, ¿podrías al menos decirme dónde se encuentra John? Tal vez, si hablo con él, podría dejarme-

    –¡No! –gruñó el que vestía con hojas secas, bajando el tono de su voz tan pronto como una desconcertada Wendy se volteó hacia él–. Dije que te traería aquí, nunca mencionaste nada acerca de otros lugares.

    Wendy frunció el ceño una vez más, sin ser capaz   de comprender muy bien lo que estaba ocurriendo. La situación era un desastre, y todavía había varias cosas que debía procesar.

    Hace menos de una hora se encontraba feliz de ver a su familia nuevamente y ahora allí estaba, con un   Michael de sesenta años que parecía odiarla y un Peter que le demandaba volver a Nunca Jamás con él. ¿Podría ser peor?

    Lentamente, la chica se volteó hacia Michael, esperando a que dijese algo, lo que sea. Después de la manera en la que le había hablado desde que llegó, ya no esperaba que dijese algo como "por favor no te marches,   ¡podemos resolver esto!". En este escenario, un pequeño espera habría sido suficiente para ella. Pero no, Michael desvió la mirada, lejos de pedirle que se quedase.

    –Solo márchate –musitó sin mirarle–. Escógelo a él una vez más y ve a vivir joven eternamente. Estoy seguro   de que es lo que siempre has querido.

    No puedo describir lo mucho que Wendy intentó mantenerse fuerte en ese momento, pero las palabras de Michael fueron demasiado para ella... de pronto, ya no pudo continuar reteniendo las lágrimas que comenzaron a caer de sus ojos.

    –Lo... lo siento –murmuró mirando hacia abajo,   sin ser capaz de ver a su hermano a los ojos–. ¿Podrías...? ¿Podrías al menos entregarme la dirección de John, por favor?

    En un principio, Michael no parecía seguro si darle tal cosa, especialmente ante la antipática mirada que el chico le estaba dirigiendo, pero de todas maneras terminó tomando un pedazo de papel, en el cual escribió una dirección, extendiéndoselo sin decir una palabra. Ella tomó el papel, dándole una mirada a lo escrito.

    –Gracias... y lo siento.

    Nuevamente, Michael no respondió.

    La chica caminó lentamente hacia la puerta, pero antes de que pudiese dar más que un par de pasos, Peter tomó su brazo.

    –Hey, ¿a dónde vas?

    –Me marcho. Necesito encontrar a John –afirmó, determinada.

    –Bueno, pero no tienes que caminar, ¿no es así? –su tono de simpatía parecía un poco... forzado–. Apuesto que tu hermano está bastante lejos de aquí, por lo que   volaremos hasta él.

    –No estoy segura...

    –Vamos, no seas testaruda.

    Michael la observaba a ella y al chico volador como si lo único que desease fuese que se marcharan lo antes posible, por lo que ella decidió que era mejor hacerlo.

    –Muy bien –asintió.

    Solamente entonces, Peter finalmente soltó su  brazo, tomando su mano en su lugar, con una sonrisa engreída tan sutil que Wendy no logró divisar, ya que su mente se encontraba en lugares mucho más importantes como para prestarle tanta atención al chico.

    La chica le dio una última mirada al hombre que alguna vez no había sido más que su hermanito, apretando el papel en su mano mientras caminaba hacia la ventana, secretamente esperando que la detuviese, lo cual por supuesto nunca ocurrió.

    Justo antes de marcharse, el chico de cabello   castaño observó a Michael, a quien había ignorado la mayor parte del tiempo.

    –Hey, Michael... fue agradable verte después de tanto –dijo con una sonrisa que, nuevamente, no se sintió amigable en absoluto, pero que Wendy, en su deses-peración, no notó. Son esas pequeñas cosas las que nos  dicen quién realmente somos.

    Una vez fuera de la casa, Wendy limpió algunas de sus lágrimas con su muñeca, con cuidado de no dejar que   el papel en su mano se mojase... era su última esperanza.

    –No puedo creer que esto haya ocurrido.

    –Yo tampoco, fue todo un llorón.

    Wendy frunció el ceño inmediatamente, volteándo-  se hacia Peter.

    –¿Disculpa?

    –Quiero decir, entiendo que estaba triste, ¡pero vamos! Los ancianos no deberían llorar así, o gritarle a una niña de... ¿qué? ¿Quince años?

    –No puedes hablar en serio –el ceño fruncido de la chica se remarcó–. ¡Tenía sesenta, Peter! ¡¿Qué está mal contigo?!

    –¿Conmigo? Nada está mal conmigo.

    Wendy estaba a punto de responder algo, pero entonces recordó lo difícil que podía ser lidiar con el chico algunas veces, por lo que decidió concentrarse en lo que realmente importaba, examinando el papel en su mano.

    –No estoy completamente segura de dónde está   esto, pero definitivamente podemos pedir indicaciones. La gente es bastante amable... o al menos lo era la última vez que estuve aquí.

    –¿Pedir indicaciones? –Peter parecía confundido–. ¿Para qué?

    –Para llegar a la casa de John, por supuesto.

    –Oh, no vamos a ir a su casa –negó con la cabeza–. Suena aburrido, y ya tuve suficiente con un anciano por  hoy.

    –¿De qué hablas? No tengo dónde más-

    –Te dije que te llevaría a esa casa –interrumpió el chico volador, apuntando a su antiguo hogar–, y en esa casa no te quisieron. Así que nos vamos de regreso.

    –Pero allí dijiste que me llevarías a la casa de John – Wendy le recordó, lentamente comenzando a preocuparse.

    –¡Solo lo dije porque estabas a punto de marcharte caminando! – se defendió el chico.

    –¡Porque deseaba ir a la casa de John, ya que-! –Wendy se detuvo a la mitad de la frase, mirándole con desconfianza en los ojos–. Peter... no lo hiciste a propósito, ¿verdad?

    –¿Hacer qué?

    No podía ser... ¿verdad? No había manera de que Peter hubiese hecho algo tan horrible a propósito, ella...  ella todavía tenía esperanzas en él, pero de igual manera, quería estar completamente segura de ello.

    –Dejar que el tiempo pasara en Nunca Jamás... no sabías cuánto tiempo había pasado aquí, ¿cierto?

    El chico vestido con hojas secas se volteó y la miró por un par de segundos. Solamente entonces, Wendy se dio cuenta de cómo estaban volando bastante más alto de lo   que deberían.

    –¿Y qué si sabía?

    –Peter, estamos muy alto... necesito encontrar la casa de John.

    –¡Ellos no te apreciaban como yo! –se justificó a sí mismo, con un tono defensivo–. Y no era justo; yo te  merecía más que ellos.

    –Déjame ir, ahora –demandó ella, intentando soltar su mano.

    –La estábamos pasando tan bien, y si te hubiese pedido que te quedaras, ¡nunca habrías dicho que sí!

    Wendy ya no estaba volando por su cuenta. Todo encantador pensamiento maravilloso había abandonado su mente.

    –Me mentiste.

    –Hablemos de esto en Nunca Jamás, ¿sí? –se dio la vuelta nuevamente–. No me gusta hablar de cosas así en viajes largos.

    –¡Oh, no voy a ir a ningún lugar contigo! –ella declaró con los ojos bien abiertos, sin ser capaz de creer lo que estaba ocurriendo. ¿Realmente estaba intentando forzarla a regresar con él?

    Peter no solamente le había mentido, sabiendo cuánto tiempo estaba pasando en la Tierra, sino que también estaba actuando como si no hubiese hecho nada malo, y ahora... ¿ahora intentaba forzarla a regresar a Nunca Jamás?

    –Sí, lo harás –rodó sus ojos.

    –¡Déjame ir! ¡Ahora! –demandó una vez más, forcejeando con él–. ¡Quiero ir a la casa de John!

    En ese momento, si realmente la hubiese soltado, habría caído directamente al piso, pero ella estaba demasiado abrumada como para darse cuenta de tal cosa.

    A modo de respuesta, el chico volador apretó su mano aún más, elevándose alto en el cielo. No le   importaba que la chica le gritase, intentando soltar su   mano o suplicándole que le dejase volver para buscar a su hermano. Nada de ello pareció afectarle en lo más mínimo. Ni siquiera la miró  durante el resto del viaje, en el cual la chica continuó llorando y pidiéndole una y otra vez que la llevase de vuelta. Nada le importó. ¿Y Wendy? Ella ni siquiera sabía qué hacer a este punto. No podía pelear, no podía volar por su cuenta, no podía hacer nada en su   contra en esta situación, y aún así, tenía esperanza. Tenía esperanza de que Peter se diese cuenta de lo terrible que   era lo que estaba haciendo, que volviese a sus sentidos y la dejase ir con una disculpa... lo cual desafortunadamente nunca ocurrió.

    Y así, llegaron a Nunca Jamás una vez más.

    Era casi imposible de creer. Habían viajado por días enteros para llegar allí, y aún así, la chica no era capaz de creer que se hallaba en la isla nuevamente. Y pensar que hace nada se encontraba tan feliz y emocionada de estar  ahí. Ahora todo era diferente.

    Tan pronto sus pies tocaron la tierra, Wendy finalmente logró deshacerse de la mano de Peter,   alejándose un par de pasos de él con la mirada más aterrorizada que pudiese haber; una combinación de incredulidad, temor, enojo y tristeza. Dios, ni siquiera la chica estaba completamente segura de lo que estaba sintiendo en aquel momento. Se sentía tan... irreal.

    –¿Co- cómo pudiste? –fueron las primeras palabras que pudo pronunciar.

    –Hablas como si hubiese hecho algo malo –él puso los ojos en blanco.

    –¡Lo hiciste! ¡Hiciste algo terrible, y continúas haciéndolo!

    –¿Cómo puedes decir eso? ¡Mira a tu alrededor, Wen! ¡Mira dónde estamos! –abrió los brazos, observando el paraje. –Estamos en Nunca Jamás, el lugar donde  siempre somos felices. ¿No es lindo saber que ya no debes abandonarlo nunca más?

    –¡No, por supuesto que no! ¡Quería abandonarlo! ¡Quería regresar con mi familia y crecer junto a ellos! Pero nunca te molestaste en preguntarme lo que yo quería, ¿verdad?

    –No era necesario –se encogió de hombros, restándole importancia a sus palabras –.  Estoy seguro de que terminarás acostumbrándote al lugar... después de todo, has estado aquí varias veces.

    La narradora miró los ojos del chico, y por primera vez, no vio a Peter allí. Ni siquiera un poco de él.

    Ella quería hablar con el Peter de sus historias, el  que la había llevado a Nunca Jamás por primera vez. Ese chico gentil y divertido del cual se había enamorado. Pero al parecer, él ya no estaba ahí... y entonces, Wendy se preguntó si aquel chico había siquiera existido.

    ¿Era este el verdadero Peter? ¿El chico que la  miraba sin una pizca de amabilidad en sus ojos? No quería creerlo.

    –Esto... esto es lo peor que alguien me ha hecho jamás –retrocedió mientras negaba con la cabeza, dolida–. Y de todas las personas posibles, no puedo creer que hayas sido tú quien lo hiciera.

    –Vamos-

    –Nunca te perdonaré, Peter –esta vez, ella le interrumpiría–. Nunca dejaré de intentar salir de aquí, incluso si me toma siglos.

    Algo en la expresión del chico volador se tornó más oscuro mientras caminaba hacia ella de manera amenazadora.

    –Mira, tenía una buena razón, ¿y adivina qué? Esa razón es porque quería hacerlo.

    –No puedes simplemente-

    –Nunca Jamás es mi hogar, mi mundo, y si quiero que te quedes aquí, te quedas aquí, ¿entiendes? –ahora estaba amenazándola directamente.

    –No, yo-

    Antes de que pudiese terminar la oración, Peter se acercó aún más, agarrando su muñeca mientras tomaba el papel que sostenía.

    –Dije que quería que te quedaras, Wen, y lo digo en serio.

    –Dame eso –observó horrorizada el pedazo de  papel.

    –Podemos ser realmente felices aquí, tal y como lo éramos antes de que decidieras volver con tu estúpida familia –se alejó de ella, jugando con el papel en su mano, moviéndolo entre sus dedos.

    –¡Dámelo! –ella intentó alcanzarlo tan rápido como pudo, pero antes de que pudiese siquiera tocarlo, Peter se elevó a sí mismo del piso, manteniendo el papel fuera de su alcance.

    –Pero si queremos ser felices aquí, vas a tener que comenzar a olvidarte de las cosas aburridas que existen allá abajo –inspeccionó el papel–. Avenida... aburrido, 716... aburrido.

    –¡Peter, por favor! ¡Regrésamelo! –le suplicó ella, con desesperación.

    –¿Por qué? –él no despegó la mirada del pedazo de papel–. No creo que vayas a necesitar esta cosa aburrida.

    –¡Es importante para mí!

    –¿De veras? –bajó la mirada hacia ella–. Bueno, yo considero que es aburrida y no me gusta.

    El chico se encogió de hombros como si lo que estuviese ocurriendo no tuviese gran importancia... como   si estuviesen teniendo una conversación normal acerca del clima o algo así. Y entonces, sin un poco de vergüenza,  rasgó el papel a la mitad.

    Wendy dejó salir un agudo grito, horrorizada al ver cómo el último objeto que tenía de su hermano era destruido, suplicándole una y otra vez que le regresase el papel. A él no le importó, rasgándolo una vez más, para terminar lanzando los trozos al cielo, donde el viento se los llevó lejos

    –¿Ves? Ahora estamos mejor sin esa estupidez aburrida... no deberían haber cosas aburridas en Nunca Jamás.

    La chica no pudo hacer más que observar las piezas de papel volar lejos. Lo último que su hermano le había dado... el último pedacito de su hogar.

    Puede sonar dramático, pero cuando el chico volador rasgó aquel papel por la mitad, algo dentro de Wendy se rompió junto con él. Tal vez era la imagen que tenía del maravilloso héroe de sus historias. Quizás la realización de que terribles cosas pueden ocurrir a las personas, incluso si son gentiles y buenas. Honestamente, es probable que hubiesen sido ambas, y no puedo explicar lo mucho que ella cambió por ello.

    La chica miró fríamente a Peter por un par de segundos y luego, finalmente, habló. Dijo algo que jamás le había dicho a alguien antes. Algo que marcaría un antes y un después en esta historia.

    –Te odio.

    Capítulo uno

    Atrapada en Nunca Jamás

    Desconcierto. Negación . Ira. Desprecio. Ansiedad. Incredulidad.... Pesar. Aquellas eran solo algunas de las muchas emociones que Wendy Darling sintió en el momento en que se vio siendo traicionada por Peter, en   una escena tan desgarradora que dolía incluso recordar.

    Largos años habían pasado desde que la tragedia tomó lugar, y a pesar de ello, todavía dolía su corazón   como si hubiese ocurrido ayer. De hecho, algo similar   había tomado lugar en la vida de la chica tiempo atrás. Haber permanecido en Nunca Jamás por tanto tiempo, quiero decir. En aquella ocasión, se había quedado en la   isla por largos años también, en compañía de John

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