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El conde de Montecristo para estudiantes de español. Libro de lectura. Nivel B1. Intermedio.
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Libro electrónico87 páginas1 hora

El conde de Montecristo para estudiantes de español. Libro de lectura. Nivel B1. Intermedio.

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El conde de Montecristo fue escrita por Alejandro Dumas en 1844 y fue publicada en 18 fragmentos entre los años 1844-1846. Esta obra es considerada como el mejor trabajo de Dumas y es quizás una de las mejores novelas de todos los tiempos. Alejandro Dumas para escribir esta obra y otras contó con la ayuda de Augusto Maquet pero éste nunca apareció como coautor de la misma, se cree que Dumas le pagó una gran cantidad de dinero para que así fuera.

Edmundo Dantés es un joven marinero de Marsella con un gran futuro por delante. Es injustamente encarcelado y por avatares del destino consigue vengarse de las personas que le hicieron mal. El conde de Montecristo, es sobre todo una obra didáctica en la que Dumas a través de sus páginas enseña historia, geografía y costumbres de la época.

Esta edición no es una traducción de la obra, es una re-escritura con algunas partes añadidas u omitidas prescindiendo de muchos de los personajes y situaciones que se dan en la novela original y adaptada para aprender español en virtud del Marco Europeo Común de Referencia para las Lenguas (MCER), Nivel B1.

IdiomaEspañol
EditorialRead It
Fecha de lanzamiento3 oct 2022
ISBN9781005436230
El conde de Montecristo para estudiantes de español. Libro de lectura. Nivel B1. Intermedio.
Autor

Read It

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    El conde de Montecristo para estudiantes de español. Libro de lectura. Nivel B1. Intermedio. - Read It

    Todos los derechos reservados. Los personajes y eventos que se presentan en este libro son ficticios. Cualquier similitud con personas reales, vivas o muertas, es una coincidencia y no algo intencionado por parte del autor.

    Ninguna parte de este libro puede ser reproducida ni almacenada en un sistema de recuperación, ni transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico, o de fotocopia, grabación o de cualquier otro modo, sin el permiso expreso del editor.

    El conde de Montecristo para estudiantes de español

    Basado en la novela de Alejandro Dumas (1802-1870)

    Le comte de Montecristo (1844-1846)

    Ilustrador: Jean-Adolphe Beaucé (1860)

    Diseño de la portada: Read It!

    info@readited.es

    www.readited.es

     EL CONDE DE

    DE MONTECRISTO

    PARA ESTUDIANTES DE ESPAÑOL

    PORTADILLA

    La vida es tan incierta, que la felicidad debe aprovecharse en el momento en que se presenta.

    Alejandro Dumas

    1. Marsella. La llegada

    El 24 de febrero de 1815 el velero El Faraón llegó al puerto de Marsella. Un hombre bien vestido que parecía un caballero rico se acercó al barco y llamó:

    —¡Capitán! ¡Capitán Leclerc!

    Un joven, de unos veinte años, alto, apuesto, de cabellos y ojos oscuros salió por el costado del barco.

    —¡Señor Morrel! ¿Es usted?

    —Si soy yo, ¡Oh! ¿Eres tú, Edmundo? ¿Qué ha ocurrido? —preguntó el hombre desde el puerto.

    —Algo muy triste, señor Morrel —respondió el joven—. Cerca de Civitavecchia, perdimos al capitán Leclerc y yo me hice cargo de gobernar el barco.

    —¿Qué ocurrió, Edmundo? ¿Hubo un accidente a bordo?

    —No señor, el capitán cayó enfermo y murió de fiebre.

    —¿Y las mercancías? —preguntó el señor Morrel muy preocupado.

    —Están a salvo, señor Morrel —contestó Edmundo Dantés—. Ahora, suba a bordo. Danglars le dará cuenta del estado de las mercancías.

    Morrel subió al barco y se encontró con Danglars el segundo oficial de El Faraón. Era un hombre de baja estatura y siempre parecía estar enfadado.

    —Buenos días, señor Morrel —dijo Danglars—. ¿Se ha enterado de la triste muerte del capitán Leclerc?

    —Sí. Era un buen hombre, estoy muy triste.

    —Y un buen marinero. El mejor capitán que ha tenido El Faraón —dijo Danglars.

    —¿Qué le parece Edmundo? ¿Trabaja bien? —preguntó el señor Morrel.

    —Sí, trabaja bien —dijo Danglars mirando a Dantés—. Cuando murió el capitán Leclerc, Edmundo se convirtió en capitán por ser el primer oficial, pero tengo que contarle algo señor Morrel.

    —Dígame, amigo Danglars, sea franco.

    —Perdimos un día entero de viaje. Estuvimos parados frente a la isla de Elba, Edmundo bajó a tierra por la mañana y volvió por la tarde.

    —¿Cómo es eso? ¡Dantés! ¡Dantés! —gritó el armador—. Ven aquí, por favor

    —En un minuto, señor Morrel —respondió Dantés dando órdenes a sus hombres para terminar de atracar el barco.

    Cuando el barco estuvo totalmente amarrado a puerto Dantés se dirigió hacia el señor Morrel:

    —El barco ya está listo. ¿En qué puedo ayudarlo, señor?

    Danglars al ver a Dantés acercarse al señor Morrel retrocedió unos pasos.

    —¿Por qué estuvisteis parados un día entero frente a la isla de Elba? —preguntó Morrel.

    —No lo sé, señor Morrel. Fue la última orden del capitán Leclerc. Me dio una carta para que la entregara al mariscal Bertrand en la isla.

    Morrel tomó a Dantés del brazo y lo atrajo hacia sí.

    —¿Y viste a Napoleón? —preguntó en voz baja.

    —Le vi, señor —contestó Edmundo.

    —¿Y hablaste con él?

    —No, él me habló a mí y me preguntó muchas cosas —contestó Dantés.

    —¿Qué cosas te preguntó?

    —Pues me preguntó que mercancías transportábamos y me preguntó que quién era el dueño del barco. Por supuesto le dije que Morrel e hijos—. ¡Ah! —dijo Napoleón—. Conozco a los Morrel; han sido siempre dueños de barcos, incluso un Morrel luchó conmigo en Valence.

    —¡Cierto! —gritó Morrel, feliz—. Ese es mi tío Policarpo Morrel.

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