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Las alas rotas
Las alas rotas
Las alas rotas
Libro electrónico89 páginas1 hora

Las alas rotas

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Las alas rotas es una comedia teatral del autor Pedro Muñoz Seca. Como es habitual en el autor, la pieza se articula en torno a una serie de malentendidos y situaciones de enredo contados con afilado ingenio y de forma satírica en torno a las convenciones sociales de su época. En este caso, la historia se articula en torno a la salida de la cárcel de un peligroso criminal y su regreso entre sus seres queridos, pese a la vigilancia de una torpe pareja de guardias civiles. -
IdiomaEspañol
EditorialSAGA Egmont
Fecha de lanzamiento5 jun 2020
ISBN9788726508086
Las alas rotas

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    Las alas rotas - Pedro Muñoz Seca

    Saga

    Las alas rotas

    Pedro Muñoz Seca

    Cover image: Shutterstock

    Copyright © 1923, 2020 SAGA Egmont

    All rights reserved

    ISBN: 9788726508086

    1. e-book edition, 2020

    Format: EPUB 3.0

    All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

    SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

    Esta obra es propiedad de su autor, y nadie podrá, sin su permiso, reimprimirla ni representarla en España ni en los países con los cuales se hayan celebrado, o se celebren en adelante,Tratados internacionales de propiedad literaria.

    El autor se reserva el derecho de traducción.

    Los comisionados y representantes de la Socledad de Autores Españoles son los encargados exclusivamente de conceder o negar el permiso de representación y del cobro de los derechos de propiedad.

    ________

    Droits de representation, de traduction et de reproduction rèservès pour tous les pays, y compris la Suède, la Norvège et la Hôllande.

    ________

    Queda hecho el depósito que marca la ley.

    A los hermanos Otamendi

    NOTA. - - No crea el lector que se trata de ningún número de varietés. Estos hermanos Otamendi, a los que quiero mucho, son nada menos que D. Joaquín Otamendi, el sabio arquitecto que hizo esa "pochez„ de Casa de Correos, y D. Miguel Otamendi, el no menos sabio director del Metropolitano. ¡Casi nadie!

    REPARTO

    PERSONAJES ACTORES

    REBECA Sra. Barroso.

    AURELIA Srta. Barrón.

    CANDELARIA Sra. Cancio.

    MARIQUILLA »Llopis

    SOLEDAD Srta. Guerrero.

    DAMIANA »Fernández.

    GERMÁN Sr.Borrás .

    DON DIMAS »Ruiz Tatay.

    DANEL » González Marín

    TINAJAS » Mesejo.

    ANTOÑITO » Domínguez (M.)

    PANIZO » Barroycoa.

    BILLARDA »Tello.

    RENDÓN » Alcón.

    ZURRIMENDI »García Ortega.

    PERSEVERANCIO (Chico Que No Habla .)

    ACTO PRIMERO

    Almijar del cortijo de Los Pizarrales, propiedad de D. Dimas Quintana, cura párroco de Villaleda, aldea que se supone en Andalucía, casi en la raya de Extrernadura. A la derecha (actor) primero y segundo términos, la fachada de la casa, una casa de pobre aspecto, de un solo piso, con amplia puerta practicable en el centro, En último término, el arranque de un camino que se pierde en el lateral. En el foro, perspectiva de campo en plena can í cula y a pleno sol, con alguna casucha, y alguna choza, y algún macizo de árboles, y algún campo de trigo, con el trigo ya segado y apilado en haces, y alguna era, con sus montones de paja y de grano, y alguna carreta cargada y en espera de los bueyes que han de transportarla, y alguna carretera polvorienta y desarbolada que se pierde, lejísimo, como un hilo blanco... En el lateral izquierda, un gran moral presta sombra a este lado de la escena. En el primer término se inicia el comienzo de un montón de haces, denotando la proximidad de la era. Al pie del moral hay una mesita rústica, un sillón lebrijano, varias sillas viejas de anea, algún banco, un par de cántaros y un botijo de barro para poder beber a morros.

    Al levantarse el telón están en escena DON DIMAS, RENDON, ZURRIMENDI y CANDELARIA. Don Dimas, de sotana y sin nada a la cabeza, tiene más de cincuenta años y es el prototipo de la afabilidad. Rendón, número, y Zurrimendi, cabo de la Guardia civil, respectivamente, son jóvenes; el primero muy andaluz y el segundo muy vascongado. Candelaria es una vieja, revieja, de más de ochenta años, pero entera, nerviosilla y, sobre todo, pulcra. Están sentados al pie del moral y mirando hacia la izquierda. Candelaria cose.

    Zurr. A este paso, pues, le quedan un par de días, de trilla, o así.

    D. Dim. Eso mismo creo.

    Rend. Y bien que s‘ha portao la tierra este año, don Dimas.

    Zurr . Sólo con el trigo que hay en la era puede comprarse un palacio.

    Cand. Ya me contentaría yo con que se comprara una sotana nueva, que bastante falta le hase. Pero si, si... sotanas nos dé Dios; lo que toca en casa, miseria y compañía.

    Zurr. ¿Con todo ese trigo...?

    Cand. Y con doble que hubiera. Que le diga a usté Rendón, que es de por acá y le conoce de antiguo.

    D. Dim. Vamos, vamos, Candelaria...

    Cand. Abusan de él, ¿sabe usté? Se lo llevan tó; se lo quitan tó; se lo comen por las patas.

    D. Dim. ¡Qué cosas dices!

    Cand. ¿Es mentira, acaso...? ¡Usté, Rendón...!

    Rend. Más verdá es que la lú. Y por eso no se debe usté enfadá, don Dimas; que si tó er mundo hisiera lo que usté, no estaríamos nosotros vestios de esta manera; pero es verdá; se lo comen a usté por las patas

    Cand. ¡Eso es!

    D. Dim . (Pacientemente.) Bueno está...

    Cand. A este por esto, al otro por lo otro, que si este enfermó, que si el otro se quedó sin trabajo, que si fulanito vive desamparao porque no tiene hijos, que si menganito está ahogao, porque tiene cartose, y a este dos, y al otro cinco, y al de más allá onse, y él venga ganá er sielo, y yo, to er día rabiando como los demonios, y hasiendo milagros pá que no nos fartelo preciso. ¡Primo, más que primo...! Te he criao a mis pechos, he sío como una madre pa ti, tengo ya muchísimos años y puedo decírtelo: ¡¡Primo!!

    D. Dim. ¡Ay. Candelaria, Candelaria...!

    Cand. (A Zurrimendi.) Crea usté que se me enciende la sangre cuando veo que algunos pobres gastan lujo a su costa y, en cambio, le veo a él, que es el pudiente, con los zapatos

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