El rey negro
Por Pedro Muñoz Seca
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El rey negro - Pedro Muñoz Seca
El rey negro
Pedro Muñoz Seca
Cover image: Shutterstock
Copyright © 1934, 2020 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726508437
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
esta obra es propiedad de su autor
queda hecho el depósito que marca la ley
A la memoria
de D. Gonzalo de Borbón
REPARTO
PERSONAJES ACTORES
PIZQUITA M. Luisa Rodríguez.
NICANORA M. Mayor.
DOÑA BIBI G. M. Sampedro.
CHARITO Elvira Noriega.
AUXILIO C. González.
DOÑA ELVIRA J. Blanco.
MIAJAS M. del Carmen Unceta.
LAURA A. Lussich.
ELADIA L. Noriega.
ELVIRITA L. Jimena.
MATUTE A. Diéguez.
PEPITO M. Azaña.
DON JOSÉ G. Lloréns.
JERÓNIMO M. Dicenta.
PACO J. Tordesillas.
MANOLO M. G. Castillo.
FABIAN M. G. Castillo.
LENTEJAS M. Rodríguez.
RAMÓN P. Hidalgo.
DON BLAS M. Gutiérrez.
GERMÁN M. Gutiérrez.
DAMIÁN Molero.
DOMINGO Molero.
JUSTO Tormos.
SARTENES Tormos.
ACTO PRIMERO
CUADRO PRIMERO
Un pequeño bar bien decorado. A la derecha (actor), la puerta de entrada, y a la izquierda, otra puerta que da acceso a la cocina y restantes dependencias del establecimiento. Las mesas y sillas necesarias, y el mostrador y la anaquelería correspondientes. Es de noche. En Madrid y en el mes de diciembre. En nuestros días.
Al levantarse el telón están en escena JUSTO, MANOLO, PACO, RAMÓN y DON BLAS. Los dos primeros son camareros del bar. PACO y RAMON, que ocupan una mesa frente a la puerta de entrada, son dos tipos un poco achulados y de mala catadura. DON BLAS es un sesentón, barbudo y bien vestido, que, sentado ante una de las mesas del centro, tiene ante sí los despojos de una merienda y un buen montón de cartas, que va abriendo y leyendo a medida que se indique.
Don Blas . (Por una de las cartas que ha comenzado a leer.) Hombre, ésta es de las buenas.
Justo (Acercándose.) ¿A ver, Don Blas?
Manolo (Idem.) Lea, Don Blas, que me pirro por estas cosas.
Don Blas . Aguarde a que termine. (Sigue leyendo.)
Ramón . (A PACO, por DON BLAS.) ¿Quién es este chivo, tú?
Paco . (Muy madrileño, muy chulón.) Argote, hombre; el dueño del bazar de juguetes d’ahí a la vuelta. El inventor d’esos mecanos infantiles p’hacer submarinos y barquichuelos, que él los llama jocosamente el «mecano en la mar». (Continúa hablando.)
Don Blas . (A JUSTO y MANOLO.) Oigan ustedes. (Lee.) Queridos Reyes Magos: Aunque mi papá es de los nuevos de ahora, les escribo austedes pidiéndoles lo que deseo, porque ustedes que lo ven todo, sabrán también que mi papá, como los papás de tantos otros niños, aunque ahora son de los de ahora, son de los de antes, y todos, por si acaso, le escriben a los Reyes.
Manolo . ¡Ahí va ese cuco, farruco!
Don Blas . (Leyendo.) Quiero, señores Reyes, que me pongan una pistola de verdad, como las que han repartido al hijo de la portera, al chico que recoge la basura y al sobrino del jardinero, que se las trajeron en un taxi el mismo día que se puso el pantalón largo.
Justo . ¡Aprieta!
Don Blas . (Leyendo.) Y quiero también un muñeco grande, como el de mi primo Antolín; de esos que dicen papá y mamá y que cuando se les pone de pie piden un destino.
Manolo . (Riendo.) ¡Arrastro y veinte en copas! (Rien.)
Don Blas . ¡Hay cada carta!... Yo me río muchísimo todos los años... Hombre, y hay algunas faltas de ortografía verdaderamente inverosímiles. Vean ustedes. Torta con hache. ¿Dónde va a tener esta torta la hache como no sea en la harina?
Manolo . Cuidado, Don Blas, que algunas veces parece que las faltas son faltas, y luego no son faltas, vamos al decir. Ayer reprendí yo a mi chica porque había puesto aceite con k, y luego resultó que estaba bien escrito, porque el aceite era de cacahués.
Don Blas . ¡Atiza! (Sigue hablando.)
Ramón . (A PACO.) ¿Y te da en la nariz que va a venir?
Paco . Hasta la fecha, siempre que ha asistido al cine d’ahí enfrente ha entrao aquí durante el descanso a tomar alguna cosa. Conviene que lo veas, que te fijes y que te percates.
Ramón . Pero su muerte ¿quién la ha decretao?
Paco . Un comité de Méjico, donde él tiene minas de petróleo, y puesto que hay que cargárselo! prefiero que sea en su casa pa de paso arramblar con todo lo que pueda.
Ramón . ¡Natural de Chiguagua! ¡Menudo golpe!
Paco . Pué que necesitemos de algún otro socio que se quede en el jardín del hotel por si acaso se ponen pesaos el perro o el jardinero. (Mirando hacia la puerta de la derecha.) Ahí lotienes; disimula.
(Entran en escena, por la puerta indicada, DON JOSE, LAURA y PEPITO. DON JOSE es un afable señor muy respetable, de barbas blancas muy cuidadas. LAURA es una señora joven y elegantísima. PEPITO es un chavea, como de quince años, muy zancudo y con cara de puño de bastón. Viste de corto, con las rodillas al aire. Aunque la ropa es buena, él es tan desaliñado, tan desmanerado y tan facha, que parece un espantagorriones.
Don José . ¿No ha venido aún Jerónimo?
Laura . Le dijiste a las siete y media, y no son todavía. (Se sientan los tres ante una mesa de la derecha. PEPITO se quita el gabán y se sienta muy despatarrado.)
Manolo . (Acercándose.) Los señores dirán.
Laura . Un té con leche; sencillo.
Manolo . ¿Y el señorito?...
Pepito . (Que de brutísimo que es suele comerse la primera letra de algunas palabras, y se detiene un segundo, antes de comérsela, como si tartamudease.) El... eñorito, un... ocolate con... icatostes para ahora, y dos... ocadillos de jamón... ara luego.
Manolo . Está muy bien. (Se retira para servir lo que le han pedido.)
Laura . Por Dios, Pepito; me parece demasiado, que has acabado de comer a las tres y pico.
Pepito . ¡Anda! Pues ya me he... omido una... erra gorda de castañas y dos pirulises.
Laura . ¡Jesús!
Don José . Déjalo, mujer; está creciendo que no sé hasta dónde va a llegar. (Siguen hablando.)
Ramón . (A PACO.) ¿Y ella quién es, tú?
Paco . Una sobrina suya; la viuda de San Martín. Ha estado medio loca un porción de años, porque ella residía en Méjico, y en una de las revueltas de aquel país quemaron el pueblo donde ella vivía y perdió de un golpe a su marido, que murió asesinao, y a una niña que tenía, de la que no ha vuelto a saber.
Ramón . ¡Mi madre y qué película pa el Fígaro! ¿Y ese despatarrao es hijo suyo?
Paco . Quita, hombre; ese bebé es hijo del ama de llaves. Don José Montes se ha empeñao en educarlo y hacer carrera de él; pero creo que no lo va a conseguir, porque es más bruto que seis camiones de lingotes. (Siguen hablando.)
D .a Elvir . (Una señora muy cursi, entrando en escena con ELVIRITA, su, hija, jovencita atontada y tan cursi como su madre.) ¡Oh! Como mujer es un sol, lo que se dice un sol. (Sentándose.) Aquí estamos bien. (Se sienta también ELVIRITA.) Dicen que fuera