Fénix: El niño que renació de las cenizas
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Soy sobreviviente del conflicto armado interno en Colombia, la vida nunca vuelve a ser la misma cuando somos testigos de crímenes de guerra y de Lesa humanidad, un holocausto que ha violado los Derechos Humanos a 835,000 víctimas, 16,789 niños niñas y adolescentes reclutados, 6,401 falsos positivos, 250,000 muertos y según la investigación de la
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Fénix - John Harol Muñoz Ardila
Fénix
El niño que renació de las cenizas
John Harol Muñoz
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Segunda edición
Publicado por Ibukku, LLC
www.ibukku.com
Diseño y maquetación: Índigo Estudio Gráfico
Copyright © 2019 John Harol Muñoz Ardila
munoz2018ha@gmail.com
ISBN Paperback: 978-1-68574-190-7
ISBN eBook: 978-1-68574-191-4
Tabla de Contenido
DEDICATORIA
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN
1 LA FELICIDAD DE LOS NIÑOS
2 HIMNO PROFÉTICO
3 LOS TRES PODERES
4 ¡CORRAN HERMANITOS, CORRAN!
5 TRES CUALIDADES
6 UNA VERDADERA REFORMA
7 PRISMAS DE PAZ
8 SUEÑOS Y UNA FAMILIA ROTA
9 EL RECLUTAMIENTO DEL FÉNIX
10 EL SEGUNDO RECLUTAMIENTO
ANEXOS
DEDICATORIA
Para mí es un verdadero honor dedicarle este sencillo homenaje, a mí señora madre Amelia Ardila de Muñoz, guerrera incansable. Enviudó muy joven, no se volvió a casar por decisión personal, y comento: – por respeto a mis hijos les serviré de ejemplo como descendientes de los verdaderos caudillos – Para este libro, apoyo con dedicación y sus pocos recursos, lo perdimos todo, pero logremos mucho algún día, bien sea en este siglo o en el venidero. Amelia Ardila de Muñoz, para nosotros, mujer digna de imitar Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente la de las piedras preciosas
.
Mil gracias
Por último y no por ello menos importante, dedico este libro a todo ávido lector, a mis queridos colegas escritores y a todo el mundo, ya que soy internacionalmente desconocido.
PRÓLOGO
¿Qué país le dejaremos a nuestros hijos y sus descendientes?
El propósito de este libro es crear conciencia en un resumen detallado de la realidad interna y externa de Colombia; para que, como patriotas en el buen sentido de pertenencia tengamos más claridad en cuanto a un verdadero proceso de paz; analizar por qué ese profundo interés de estos grupos residuales en seguir delinquiendo como bandas criminales; el aumento del narcotráfico, la minería ilegal, la deforestación masiva en nuestros parques ecológicos, páramos, humedales que deteriora y golpea nuestra ya maltratada riqueza en biodiversidad.
¿Cómo estamos? Un pequeño balance.
Colombia es uno de los países más codiciable por sus muchas riquezas: flora, fauna, dos océanos y perfecta hermosura para el turismo internacional. Una dura y cruda realidad que nos visibiliza la historia es que, un pequeño problema puede convertirse en un grave problema; miles de campesinos dicen vivir con miedo por la violencia, en nuestras grandes metrópolis se está apoderando el miedo, lo que años anteriores representaba seguridad ahora es incertidumbre, créame si le digo: no es pesimismo, es la realidad.
¡Estoy seguro de que cuando tú lees un libro no vuelves a ser el mismo! Espero este no sea la excepción. Creo que todo ser humano ha querido tener más de un millón de amigos para comunicarles que los buenos somos más. La solución no la tienen unos pocos y de eso estamos plenamente convencidos todos los colombianos. Tristemente, lo que tiene emoción le genera a uno memoria, aunque cause dolor, pero hace parte de la historia para presentes y futuras generaciones.
INTRODUCCIÓN
La vida y la convivencia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz reconstruyen el tejido social de 32 subculturas, 87 etnias indígenas, 3 grupos diferenciados de población afrocolombiana, el pueblo ROM o gitano, 64 lenguas amerindias, el bunde y el palenquero (Censo DANE); todos ellos unidos por delicados filamentos que resisten el tiempo, las circunstancias y las ideologías que han tratado de someter la libertad de pensamiento, esclavizarnos, someternos y embargar el presente e hipotecar el futuro de las generaciones de colombianos a las cuales debemos legar un país mejor.
No podemos olvidar que se han fragmentado millones de valiosas personas, otras se apagaron con la más férrea convicción de que en la postrimería no olvidaríamos el alto precio que pagaron a costa de lo más sagrado, sus propias vidas, dejando un legado de perdón, amor y justicia, lo único que puede reconciliarnos como sociedad; por eso nunca los olvidaremos, nuestro agradecimiento y honra.
1
LA FELICIDAD DE LOS NIÑOS
Cronos del inicio de la canícula o el principio del verano, el comienzo de los preparativos de la labranza de la fértil tierra de excelente clima templado, entre acuerdos unilaterales los vecinos convocaban la próxima faena, el pago de los salarios gravado con alimentación, trueque, mano cambiada, etcétera.
Todo esto ocurría en todas las veredas siguiendo el sabio consejo de nuestras ascendencias que con éxito colonizaron la próspera región en tiempos de grata paz y convivencia campesina. Era la víspera de la siembra y la cosecha, los anhelos de riqueza no eran el sueño, pero si evitar la cruel, decadente y para nada grata amenaza de la pobreza.
Lejano corregimiento de don Alonso-Patía en las montañas del sur del Cauca, estaba por empezar la cosecha, en la región, los peones se reunían en la plaza del higuerón donde trabajo ofrecía el gamonal y caudillo, hombre de antaño, de férreo carácter y muy respetado, todo esto sucedía en el año de 1.978.
A mis cándidos ocho añitos, de preciosa simpleza e ingenuidad que parecía perpetua en mi mente precoz, estudiábamos en la escuelita primaria y jugábamos en los más hermosos atardeceres mientras nos manteníamos expectantes al próximo gran evento, las fiestas decembrinas, espíritu de alegría y de chirimía.
En noviembre, mis padres comenzaban a hacer los preparativos echando mano de los ahorros de la cosecha de café para el rico manjarillo o natilla, hecha con leche de vaca recién ordeñada y seis ingredientes más, sumado al maravilloso toque secreto de mamá. Estos deliciosos manjares podían conservarse por tres meses sin refrigerar por qué, no sabía de la existencia de la electricidad en el tiempo de mis memorias.
Ahora bien, y qué decir del estrene de pies a cabeza para cuatro pequeñuelos; corto me quedaría si no les cuento sobre la deliciosa gastronomía: el marrano relleno de carne ahumada del mismo arroz y especies aromáticas cultivadas en nuestras eras, el sancocho de gallina alimentada con maíz y lombrices de la tierra que la hacían más exquisita, hmmm… y qué decir del pan de maíz con rico queso campesino cocido con leña en horno de tierra, todo esto era señal inequívoca de que estábamos mejorando y augurio benéfico de felicidad y armonía en los años venideros.
En las lejanas tierras, en la metrópolis desarrollada, habitada por personas con lengua enredada; tierras de los encopetados, según nos comentaba mi padre, había escuchado en el pequeño transistor de ondas hercianas. Allá, al otro lado del charco celebraban la Natividad con mucha pompa y regalos tecnológicos muy costosos hasta para tirar pal aire.
Para nosotros, comunidad campesina, esta festividad estaba adornada por juguetes de madera y competencias sencillas pero muy emocionantes como: la vara de premio, que ganaba un mercadito pero sólo después de escalar por una guadua de quince metros de altura, engrasaos hasta la coronilla; el concurso del mejor imitador de aves exótica y místicas según nuestras tradiciones aborígenes heredadas, y que decir de los conocimientos en botánica, donde se lucía la experticia del más versado en hierbas medicinales y plantas curativas, hoy codiciadas por los científicos modernos como por ejemplo el yagé
.
En Nochebuena los vecinos nos reuníamos en familia alrededor del pesebre de musgo natural y el arbolito de navidad en blanco algodón, como si esperáramos la nieve que nunca habíamos visto, sumado a los destellos de las luces multicolores que solo se prendían el veinticuatro por la noche porque las pilas Eveready eran muy costosas; la pólvora no podía faltar en tan magno evento, cuetes, silbadores, volcanes, totes, entre otros.
Cinco veredas llegaban a nuestra villa para