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Otra mirada sobre la bipolaridad: Otra mirada sobre la bipolaridad
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Libro electrónico124 páginas1 hora

Otra mirada sobre la bipolaridad: Otra mirada sobre la bipolaridad

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Información de este libro electrónico

El increíble recorrido de un hombre a través del trastorno bipolar.

¿Está diagnosticado con bipolaridad? ¿Conoce a alguien que padezca esta enfermedad y esté luchando por encontrarse a sí mismo? ¿Está buscando aprender más sobre este terrible problema psíquico? ¿Está buscando la paz o está interesado en el budismo? ¿Trastorno bipolar o realidad del despertar espiritual?

Siga el camino de Arthuro Jobsquare, bipolar, de Paris a Montreal, pasando por Londres, hasta alcanzar el estado de Buda. Una aventura fantástica, un golpe a la bipolaridad. Una determinación impresionante para superar esta enfermedad que amenazaba con controlarlo para siempre.

Descripción de la enfermedad y del increíble recorrido de un bipolar tipo 1.

Este libro describe el increíble camino de un bipolar y proporciona una descripción precisa y exacta de esta enfermedad.

Si está buscando un libro sobre el trastorno bipolar o sobre el despertar espiritual, no busque más, lo ha encontrado...

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Extractos de comentarios de lectores

★★★★★ "El autor nos habla de su doloroso recorrido como bipolar tipo 1. Es un relato conmovedor, logrado y maravillosamente escrito..." - Frédérique Madison (Francia)

★★★★★ "Leí este libro en varias veces lo cual no es mi costumbre. Es necesario pausar la lectura, recuperar el aliento y retomarla. Uno siente todo el sufrimiento de la persona que se esfuerza por poner distancia con su vivencia... "- Armand Poursin (Francia)

★★★★★ "Recomiendo este libro como complemento de todas la investigaciones sobre la enfermedad y de los testimonios de personas afectadas por la misma. Pude entenderla con mayor claridad. Y hoy amo aún más a mi hombre que es bipolar. ." -Eva de Almeida

★★★★★ "Este libro es increíblemente preciso, su lectura es fundamental para todos aquellos que deseen comprender mejor lo que puede experimentar un bipolar, especialmente durante las fases maníacas y los delirios místicos y la necesidad de espiritualidad que de ello se deriva. La descripción del sufrimiento melancólico también es sobrecogedora.” - Eva de Almeida (Francia)

Biblia Nuevo Testamento Mateo 5: 22 - “Y cualquiera que le diga: ¡Necio!  a su hermano, merece ser castigado con el fuego del infierno. »

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento24 oct 2022
ISBN9781667440125
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    Otra mirada sobre la bipolaridad - Benjamin Nemopode

    Otra mirada sobre la bipolaridad

    Benjamin Nemopode

    ––––––––

    Traducido por Mónica Virginia Rodríguez 

    Otra mirada sobre la bipolaridad

    Escrito por Benjamin Nemopode

    Copyright © 2022 Benjamin Nemopode

    Todos los derechos reservados

    Distribuido por Babelcube, Inc.

    www.babelcube.com

    Traducido por Mónica Virginia Rodríguez

    Babelcube Books y Babelcube son marcas registradas de Babelcube Inc.

    Otra mirada sobre la bipolaridad

    No hay que avergonzarse por elegir la felicidad

    de

    Benjamin Nemopode

    Traducido del francés por Mónica Virginia Rodríguez

    CAPÍTULO 1

    Un lugar en el infierno

    ––––––––

    Este libro es un intento de desahogo, un testimonio que, por esa razón, pocos querrán leer ya que el sufrimiento da miedo, el sufrimiento ahuyenta y muchas veces acobarda a la gente. Mi destino está ligado a mi enfermedad, soy el juguete de esta enfermedad en cierto modo y ella me ha moldeado más, creo, que cualquier otra cosa.

    Soy bipolar tipo 1 para los que conocen sobre el tema. Y si hay que buscar un comienzo, diría que empezó cuando tenía 20 años. Al menos esa fue la edad en que el sufrimiento se convirtió en explosión e infierno.

    Había vivido una relación amorosa, ella tenía 17 años, era muy guapa y me amaba. Sin duda, yo era el culpable de mis arrebatos de esa época, y fue así que la perdí y me perdí a mí mismo. El dolor sigue ahí diecisiete años después, aun cuando he vuelto a amar pero ese dolor, esa decepción, esa desilusión sobre la fuerza del amor nunca me ha abandonado. Fue entonces cuando consulté a mi primer psiquiatra, no sabía qué hacer, pensaba constantemente en el suicidio al mismo tiempo que creía que esa atracción tan fuerte tenía algo de locura. Estaba con un amigo que me hospedó durante unos días, no podía quedarme solo en medio de esa pesadilla, llamamos a S.O.S Suicidio, un psiquiatra respondió y concertamos una cita. Inmediatamente el psiquiatra me pidió que confiara en él, que aguantara, que unas semanas más tarde todo aquello solo sería un mal recuerdo: probablemente en ese momento tomé mis primeros antidepresivos. Vivía solo, volví a mi casa. El terapeuta me llamaba todos los días para pedirme que fuera a su consultorio, sin ningún resultado. Finalmente logré que entendiera que tenía que impedir que me suicidara porque lo iba a hacer, sin consideraciones existenciales, solo para detener ese sufrimiento inconcebible. Unos días después ingresé a la clínica Dupré en Sceaux, un pabellón cerrado, una pequeña unidad de once camas.

    Allí recluido, ya no había manera de morir y sin embargo la pesadilla seguía imponiéndose, a menudo simplemente permanecía acostado ya que de todos modos no había nada que hacer. Estuve en ese lugar durante cuatro meses y medio y realmente puedo decir que he conocido el infierno. Me cambiaban los antidepresivos, sin éxito, excepto por varios efectos secundarios muy desagradables. Además, no solo tomaba antidepresivos, también neurolépticos y ansiolíticos. Temblaba mucho, sufría de ansiedad, y después de un tiempo se me formaron llagas en las piernas. Una joven anoréxica necesitada de distracción se entretenía atosigándome. Creo que estuvo allí durante toda mi estadía. El lugar era pequeño. Se nos permitía fumar pero había que pedir los cigarrillos uno por uno en la enfermería. Obviamente no podíamos tener mechero. Se hacía todo lo posible para que el suicidio fuera imposible, los cubiertos eran de plástico y había un sector para registrar a los que a veces salían con sus padres.

    Estuve allí durante mucho tiempo en comparación con la estadía promedio, vi a muchos otros jóvenes entrar y salir. Muchos habían intentado suicidarse y no llegaban a comprender cómo habían terminado en ese sitio. Podías verlos salir de su habitación, arrastrando el bote de suero, medio aturdidos. Algunos venían de otro edificio de la clínica donde vivían en condiciones especiales. La clínica Dupré forma parte de la Fondation des Etudiants de France [i], e incluso si hay críticas con respecto a la atención que administran, hay que aplaudirlos. En Sceaux, a principios de la década de 1990, había varias unidades. Un servicio cerrado, Clérambault 1, conocido como C1 y luego otros servicios abiertos donde vivían jóvenes que en algunos casos trataban de no abandonar la educación que habían iniciado. La clínica era considerada como un anexo del liceo Lakanal y a ella acudían profesores que daban clases hasta el nivel final del bachillerato. Hay dolores que están más allá de las palabras y por eso no intentaré continuar describiendo esos meses de encierro. Creo que cuando vives este tipo de experiencia y sobre todo siendo tan joven, cambias para siempre, sabes que el infierno existe, que está muy cerca de nosotros y sobre todo, muy lejos de los demás... Fue en este lugar donde morí por primera vez.

    CAPÍTULO 2

    Otro tiempo

    ––––––––

    Hubo un tiempo en el que nunca quise morir, otro tiempo. Debió pasarme de manera romántica durante mi adolescencia pero nunca en serio. Sí, hay un antes. Y un después.

    CAPÍTULO 3

    Clérambault

    ––––––––

    Salí de la internación psiquiátrica sin que la situación hubiera mejorado. A propuesta de mi padre, se decidió que me fuera de vacaciones con ellos. Mis padres habían alquilado una casa rodante no sé dónde. Al salir me fui con ellos y con mi hermana que también formaba parte de la aventura. Recuerdo aquello muy vagamente, me quedaba en la cama casi todo el tiempo y leía un poco. Leí dos novelas cortas de Nina Berberova. Pero sería incapaz de decir a dónde habíamos ido. Las gotas se habían transformado en comprimidos y tomaba demasiados. A mi regreso, me instalé en un servicio abierto de la clínica, en el mismo edificio pero en el piso de arriba. Y nada cambió, la cama y siempre la cama, luego me colocaron casi de inmediato una intravenosa de anafranil, y por la noche me reunía con los demás. Creo que éramos veinticinco, veinticinco habitaciones en un solo piso. Los recuerdo bien y pienso en ellos a menudo. Jérôme, Zoé, Corinne, Antoine, Isabelle V. e Isabelle L., Philippe, Patrick, Céline, Marie Aurélie, Stéphane, Claire, Nathalia, etc. Ellos vivían conmigo. También estaban los de los otros pabellones, incluidos Aurélia, Jean-Yves y muchos otros. Me gusta nombrarlos, los quise mucho. Yo diría que en total unos cien jóvenes vivían así, protegidos, con medicación, lejos de sus familias y en general lejos de muchas cosas. Las historias eran diversas, muchos habían intentado suicidarse. Hablábamos del asunto, en principio, lo sabíamos. Eran los más frágiles, los más sensibles, creo que eran los mejores.

    Aprendí a vivir de nuevo y fue gracias a ellos, el psiquiatra no servía de nada y no me caía bien. Estaba mejor y sin embargo me había comprado una pistola de perdigones. La guardaba en mi habitación para poder dar todo por concluido en caso de que el infierno volviera. Terminaron por encontrarla y me enviaron al HP [ii]. ¿Sabe cuál es su problema, señor Jobsquare? me preguntó el psiquiatra durante nuestra última entrevista: usted quiere ser más fuerte que la muerte. ¿Por qué? ¿Él no? Me pareció un comentario

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