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PRINCIPIA, Origen y Destino de la Humanidad: El Totem del Sol
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Libro electrónico611 páginas8 horas

PRINCIPIA, Origen y Destino de la Humanidad: El Totem del Sol

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Principia-Origen y Destino de la Humanidad.  Gabriel Molina León


 


“¿Por qué los restos más antiguos del Homo sapiens encontrados en Etiopía coinciden con la época en la que existió la Eva Mitocondrial, la mujer de la que todos descendemos? Sobre nuestro remoto origen se ciernen las sombras del misterio, y el futuro de nuestra especie es una incógnita aún más difícil de descifrar.


Una joven estudiante en Austin no puede dejar de escribir por las noches sobre una mujer prehistórica y dos tribus que existieron hace 200 mil años. De la mezcla óptima de estas dos tribus surgirá el primer ser humano. Esta joven no sabe que tendrá un papel preponderante en el siguiente paso evolutivo de nuestra especie: la aparición del Homo sapiens Genius. Esto se le irá revelando a través del Plan Principia que busca salvar al planeta de todos los males que lo azotan.


Audaz y provocadora, esta primera novela de la trilogía Principia especula sobre nuestro origen por la extraordinaria conjugación de eventos genéticos, y al mismo tiempo, incursiona con optimismo en el posible futuro de nuestra especie mediante la ingeniería genética.”

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento8 jul 2021
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    PRINCIPIA, Origen y Destino de la Humanidad - Gabriel Molina León

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    Dr. Gabriel Molina León

    ¿Por qué los restos más antiguos del Homo sapiens encontrados en Etiopía coinciden con la época en la que existió la Eva Mitocondrial, la mujer de la que todos descendemos? Sobre nuestro remoto origen se ciernen las sombras del misterio, y el futuro de nuestra especie es una incógnita aún más difícil de descifrar.

    Una joven estudiante en Austin no puede dejar de escribir por las noches sobre una mujer prehistórica y dos tribus que existieron hace 200 mil años. De la mezcla óptima de estas dos tribus surgirá el primer ser humano. Esta joven no sabe que tendrá un papel preponderante en el siguiente paso evolutivo de nuestra especie: la aparición del Homo sapiens Genius. Esto se le irá revelando a través del Plan Principia que busca salvar al planeta de todos los males que lo azotan.

    Audaz y provocadora, esta primera novela de la trilogía Principia especula sobre nuestro origen por la extraordinaria conjugación de eventos genéticos, y al mismo tiempo, incursiona con optimismo en el posible futuro de nuestra especie mediante la ingeniería genética.

    PRINCIPIA

    Origen y Destino de la Humanidad

    © Dr. Gabriel Molina León

    Segunda Edición 2018.

    Registro Público del Derecho de Autor.: 03–2015–062911560200–01

    Diseño de Portada: Fernando Familiar Díez de Bonilla

    ISBN LIBRO IMPRESO

    primera edición: 978–607009618–1

    ISBN LIBRO IMPRESO

    segunda edición: 978-607-8601-43-1

    CERTIFICATE OF AUTHENTICITY

    DEPOSIT NUMBER: DEP635858113924526335

    MD5: Mou0soKLkiKXFYzkpzZZRw=

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida por ningún medio, ni almacenada o distribuida en soporte informático, mecánico o electrónico, o por cualquier otro procedimiento, sin autorización previa por escrito del propietario de los derechos de autor.

    Impreso en México Printed in Mexico

    A Elsa

    1

    Primera clase

    Habían pasado ya cinco años de la crisis provocada por la pandemia del COVID-١٩ del ٢٠٢٠ que había modificado para siempre a la humanidad y la había despertado a una nueva realidad.

    Era la madrugada de un viernes 5 de septiembre de 2025 y Caya estaba en un estado de seminconsciencia, no podía conciliar el sueño. Lo intentó varias veces girando el cuerpo a ambos lados, pero era inútil, no podía dejar de pensar en el tema que la obsesionaba. Levantó la mirada al techo de la habitación y leyó en números rojos que apenas eran las tres y media de la madrugada.

    Demasiado temprano –pensó–, y no puedo dormir.

    Estiró un brazo hacia la mesita de noche y sin encender la luz tomó su dispositivo inteligente, se colocó una almohada detrás de la cabeza y comenzó a revisar sus buzones, pero no encontró nada que le interesara. Si jugaba un sudoku, un solitario o una partida de dominó, quizás podría dormir de nuevo, pero no resistió la tentación y tomó la laptop que tenía sobre la cama. La abrió para encontrar el texto que había dejado la noche anterior. Se sentó en la cama y comenzó a teclear a toda velocidad y no volvió a despegar la mirada de la pantalla. Este extraño fenómeno venía sucediéndole desde niña, no podía dejar de escribir escenas prehistóricas que desfilaban por su mente de manera automática.

    No sintió el transcurrir del tiempo y se sorprendió al escuchar un primer pajarito que anunciaba el amanecer. En pocos minutos un coro de pajarillos se fue uniendo al primero y pronto un completo concierto matutino se escuchaba afuera de la ventana de su habitación del hotel en el que se hospedaba en la ciudad de Austin. Eran las seis de la mañana y en una hora una agente inmobiliaria pasaría por ella para encontrar un apartamento dónde vivir, por lo que tenía poco tiempo para arreglarse y desayunar. Se levantó, tomó un baño rápido, se cepilló la rubia cabellera y, sin mirar al espejo, se amarró una cola de caballo a gran velocidad. Se vistió con su ropa informal de costumbre y sin gota de maquillaje bajó a desayunar al restaurante del hotel.

    Había aterrizado tres días antes procedente de Holanda y disponía de esa mañana para escoger un apartamento, pues una de sus clases de doctorado en la Universidad de Texas comenzaría ese mismo día a las tres de la tarde y sería presencial. El día anterior había atravesado por un proceso masivo de bienvenida y había quedado sorprendida de lo amable y perfecta organización del sitio, no obstante los miles de estudiantes que se inscribían al mismo tiempo en las diferentes materias de la Universidad.

    Habría podido estudiar a distancia desde Holanda pero su audacia la llevaba a mudarse de país pues la aventura y la adaptación la entusiasmaban, aunque esto significara cambios importantes en su vida.

    Desde temprana edad se le detectó un cociente intelectual excepcional de 150 y siempre manifestó un interés obsesivo por la prehistoria. A sus dieciocho años ostentaba ya un doctorado Magna Cum Laude en estudios clásicos y arqueológicos de la Universidad de Kent en Inglaterra.

    Por alguna razón, el director de la Escuela de Antropología de la Universidad de Texas en Austin se había impresionado con su tesis doctoral y Caya había recibido una invitación–beca para realizar estudios postdoctorales. Ella se dio el lujo de solicitar en su lugar un segundo doctorado y su solicitud había sido autorizada.

    Durante esa mañana visitó varias opciones de apartamentos y finalmente se decidió por un conjunto que, no estaba cerca del campus pues las distancias ya no eran importantes. Le gustó porque tenía vista al Río Colorado. Antes de la una de la tarde firmaba el contrato de arrendamiento.

    Tuvo tiempo de almorzar algo en la cafetería de la universidad y fue la primera en llegar al salón de clase. Veinte minutos antes de que la sesión comenzara ya esperaba emocionada en un pupitre. Se había sentado en primera fila y esperó sumergida en su dispositivo inteligente. Al no haber dormido lo suficiente se sentía cansada, pero la curiosidad de la primera clase le infundía energía. Poco antes de las tres comenzaron a llegar otros alumnos.

    Se encontraban ya unos quince alumnos en el salón cuando, a grandes zancadas, un hombre de gran estatura entró intempestivamente y aventó su maletín sobre la mesa. Permaneció de pie observando a sus nuevos estudiantes con mucha atención. Sin decir una sola palabra sólo se frotaba las manos sonriendo, mirándolos uno a uno.

    El maestro tenía ojos azules, larga melena y barba blanca y era de piel rosada. Caya sonrió para sus adentros pensando que sólo le faltaba ser más obeso y vestir la roja indumentaria para que ser un perfecto Santa Claus.

    Pasaron varios segundos hasta que se hizo absoluto silencio y el maestro se tomó todavía un tiempo para finalmente dirigirse al grupo:

    –Buenas tardes jóvenes –dijo en un inglés con voz muy grave y acento holandés–, soy el doctor Eugene Groen, bienvenidos al taller de antropología filosófica.

    –Buenas tardes –contestó la mayoría.

    –Como habrán leído en la introducción del programa, la mayoría de nuestras sesiones requieren de su presencia física. Seré anticuado pero quiero tratarlos en persona, lo siento por los alumnos en otras ciudades y países para los que esta materia no está disponible. ¿Qué les parece si comenzamos presentándonos cada uno? Les pido que al presentarse se pongan de pie, digan su nombre, el postgrado que están estudiando y la razón por la que decidieron tomar este curso. Ayudaría también que me dijeran sus creencias religiosas.

    Los alumnos comenzaron a presentarse y el proceso tomó más de una hora pues el maestro mostraba interés en cada alumno haciendo muchas preguntas. Poco más de la mitad eran mujeres. Varios eran norteamericanos y uno de ellos, originario de Austin, no dio gran información del por qué había escogido tomar el curso. Otro alumno era de Japón y el resto eran latinos de México, Argentina y Brasil.

    Cuando a Caya le tocó presentarse, sorprendió a todos por su juventud y su estatura, era casi tan alta como el profesor, rubia y de muy buenas formas. Tenía facciones nórdicas con ojos enormes ligeramente orientales que acentuaban su atractivo y se presentó diciendo:

    –Hola todos, mi nombre es Caya van der Kracht, soy de Holanda...

    El maestro la interrumpió.

    –¿Pariente de Cornelis van der Kracht de Eindhoven?

    –¡Es mi abuelo! –contestó sorprendida.

    –Gran coincidencia, fuimos compañeros en la escuela, dale mis saludos por favor.

    –Así lo haré profesor –dijo sonriendo–. Estoy aquí porque me interesa un segundo doctorado en paleontología y todavía no defino el tema de mi disertación. Me interesa mucho el origen del Homo sapiens.

    –Te ves joven para un segundo doctorado, ¿te molesta si te pregunto tu edad?

    –Tengo dieciocho.

    El maestro abrió los ojos asombrado.

    –¡Pues bienvenida Caya! –le dijo sonriendo.

    –¡Ah! Se me olvidaba –añadió–, soy de formación católica de creencias liberales.

    Más de uno seguía admirado, no sólo por sus estudios y su juventud, sino por su belleza.

    Las presentaciones terminaron y el profesor comenzó su cátedra con voz animada.

    –¡Muy bien jóvenes! Como dije, este es su curso de antropología filosófica, pero antes de abordar los temas quiero hacerles una pregunta: ¿Cuál creen ustedes que sea el factor más importante para el aprendizaje?

    Los alumnos reflexionaban hasta que comenzaron a levantar la mano respondiendo:

    –El interés en el tema –dijo uno.

    –La facilidad de comprensión –dijo otro.

    –Lo sencillo del contenido –se animó a decir un tercero.

    –Lo ameno o divertido del texto –dijo un cuarto.

    Se hizo silencio, nadie más se animaba a aportar nuevas ideas hasta que Caya dijo:

    –La motivación que se tenga para aprender.

    –¡Justo eso es a lo que quería llegar! –dijo el maestro–, la motivación, que se deriva de todo lo que dijeron anteriormente. Pero ¿qué es lo que produce la motivación?

    De nuevo se hizo silencio y el maestro ya no esperó una respuesta.

    –¡La emoción! –les dijo.

    Dejó que los alumnos lo consideraran por un momento.

    –Una vida sin emociones no vale la pena vivirla, dijo Helen Keller¹. La emoción es lo que detona las neuronas de nuestra motivación. El interés y lo emocionante es lo que encontramos ameno o divertido y eso es lo que pretendo que sea este curso, que mis estudiantes se emocionen con los temas que trataremos aquí. No queremos estudiantes desmotivados que no sientan emoción. Generar la emoción será mi responsabilidad y ustedes sólo serán responsables de dejarse emocionar por mí, ¿de acuerdo?

    Después de decir esto permaneció viendo a todos durante un buen rato y los alumnos lo esperaron con paciencia.

    –A continuación haré una introducción motivacional al curso. Con esto busco estimular su aprendizaje en estos temas y sobre todo su creatividad para que generen conocimiento. ¿Están listos?

    –¡Sí! –contestaron todos.

    –Pues entonces abróchense los cinturones porque vamos a despegar. Navegaremos en una máquina del tiempo hacia el pasado más remoto del hombre.

    A partir de ese momento el Dr. Groen comenzó a hablar en otro tono, uno solemne y misterioso, movía sus manos elocuentemente como si declamara:

    –Las sombras del misterio se ciernen sobre nuestros orígenes –dijo inspirado y volvió a hacer una pausa para que meditaran lo que decía–. Hace dos milenios este planeta era otro. En esos breves dos mil años, incontables sucesos transformaron al orbe: un sinnúmero de guerras, conformación de reinos, la caída del Imperio Romano, mil años de oscurantismo, surgimiento de países, el renacimiento, la imprenta, el descubrimiento de América, la revolución industrial, dos guerras mundiales, el Internet y la PC, las ciencias genómicas, la revolución digital y su singularidad, sólo por mencionar algunos.

    Hizo de nuevo una larga pausa para observar el efecto de sus palabras.

    –Sin embargo la prehistoria se obstina en callado enigma pues antes de la era Cristiana pocos hechos transformaron al mundo. Hace siete mil años aparecieron la escritura y la rueda, y hace unos 25 mil años, en un susurro, se manifestaron el arco y la flecha, pero más atrás……

    Y aquí, para imprimir más misterio a su discurso, hizo una pausa y usó una voz apagada:

    –Silencio. Sólo puntas de piedra y huesos. Consideren por favor que el homo Sapiens apareció hace 200 mil años, ¡cien veces más tiempo que los dos mil años de toda la era Cristiana!

    ¡Dense cuenta que cientos de milenios de historia nos contemplan guardando celosos sus secretos! Ocultan el drama de millones de generaciones, de luchas olvidadas, de héroes y villanos que se perdieron en el curso de dos mil siglos.

    ¿Alguno se ha preguntado cómo se extinguieron los Neandertales? ¿Cómo murió el último individuo de esa especie?

    Pausa de nuevo y silencio expectante.

    –Tampoco hay un relato que atrape el espíritu del hombre en sus principios y arroje un poco de luz sobre la bestia que habita en el cerebro humano y que lo hace actuar todavía como reptil.

    Pocas certezas tenemos de este enorme lapso: sólo que el Sapiens se multiplicó poblando el planeta y que, por adaptación a los climas y al entorno, evolucionó en etnias diferentes.

    Fue el tiempo en el que se extinguieron, o el hombre eliminó a todos los homínidos que competían por su hábitat y se consolidó como el rey de la creación. Una de estas historias desconocidas, la más fascinante sin duda alguna, debió ser la del primer Sapiens que pisó la Tierra.

    Hizo otra pausa.

    –¿Cómo nació? ¿Quién era? ¿Qué fue lo que ocurrió? La Biblia lo narra en el Génesis, pero sabemos muy poco. Hay muchas más preguntas que respuestas.

    El maestro aumentó su volumen de voz para decir:

    –Pregúntense: ¿Cómo surgimos? ¿Fue un proceso gradual que impediría identificar al primer Sapiens? ¿O fue una mutación, un salto que permitió la triunfal aparición del primer ser humano? Estas interrogantes y muchas más despiertan una curiosidad que, frustrada, naufraga en el silencioso mar de la prehistoria.

    Los alumnos lo escuchaban transportados al pasado y el maestro hizo otra pausa antes de continuar:

    –Algunos creen que fue el Sapiens el primero que dominó el fuego, cuando ya era del dominio de nuestros ancestros 300 mil años antes. Hay quienes piensan que los primeros homínidos convivieron con dinosaurios, cuando cientos de millones de años nos separan de ellos. Además de tanta oscuridad, muchos mitos prevalecen sobre nuestro origen pues la escasa información provoca confusión en las fechas prehistóricas.

    Sólo dos rastros científicos dan luz sobre nuestros principios: Los restos más antiguos del Sapiens datados en casi 200 mil años hallados en Etiopía y el importante hallazgo del genoma humano: la Eva Mitocondrial, la remota madre de toda la humanidad que pisó esta tierra en la misma época.

    La coincidencia cronológica de estos dos hechos es imposible de ignorar. La genómica y la arqueología, dos ciencias que no se relacionaban, ahora convergen para plantear preguntas que trataremos de responder en este curso. Ante el misterio de nuestro origen tenderemos que dejar que nuestra imaginación vuele para entretejer estos dos cruciales descubrimientos y teorizar sobre nuestro origen como especie. Sobre cómo pudo haber ocurrido.

    La prehistoria nos suministra escasas evidencias con las que especularemos sobre este misterioso origen del Homo sapiens. ¿Están listos para emprender el viaje al pasado?

    Hubo un aplauso general que provocó que el maestro hiciera un gesto de desaprobación levantando sus manos:

    –Reserven sus aplausos para ustedes mismos al final del curso –les dijo–, estaremos abordando temas principalmente de la evolución y del comportamiento humano prehistórico. Analizaremos la relación entre el Homo sapiens y otros homínidos no Sapiens situándonos al final la edad de piedra antigua y principios de la edad de piedra media hace doscientos mil años!

    Esperó de nuevo para observar la reacción de sus alumnos.

    –Sí, doscientos mil años, ¡es mucho tiempo! –continuó–. Nos basaremos en las ciencias naturales y las ciencias sociales. Veremos temas relacionados con la antropogenia y la paleoantropología.

    Todos anotaban lo que el maestro decía sin comprender algunos términos y uno de ellos levantó la mano.

    –Disculpe Dr. Groen, el término antropogenia² no me es familiar.

    Caya estaba a punto de levantar la mano para dar la respuesta, pero se contuvo cuando el maestro dijo:

    –No se preocupen si estos términos no les quedan claros, los iremos explicando. Trataremos el estudio arqueológico de la tecnología humana y los cambios a través del tiempo. Incluiremos también algunos aspectos de la genética humana evolucionista.

    El Dr. Groen seguía observando al grupo y se detuvo de nuevo para verlos uno a uno.

    –Todavía no me han preguntado por qué me interesan sus creencias religiosas. ¿Alguien quiere saber por qué?

    Nadie hizo gesto alguno.

    –Yo profesor –dijo finalmente el alumno originario de Austin.

    –Esto se debe, Greg –el maestro había memorizado los nombres de todos–, a que parte del material pudiera entrar en conflicto con su formación religiosa y durante el transcurso de este taller quiero ser respetuoso con todos.

    –¿A qué se refiere con conflicto con nuestra formación religiosa? –insistió Greg.

    –Me refiero a la aparición del Homo sapiens sobre la Tierra. Sé por experiencia que este tema resulta controversial, hay quienes creen que el hombre apareció en la Tierra por intervención directa de la voluntad divina, sin que para ello interviniera la evolución.

    –¿Y no fue así profesor? –lo retó el alumno– hechos a imagen y semejanza divina, es obvio que no podemos provenir de especies inferiores.

    –¿Es esa tu creencia? Si es así, es bueno que el tema surja desde ahora, para llegar a algunos acuerdos y continuar.

    –¡Esa es mi fe profesor! –afirmó Greg alterado.

    –¿Hay alguno más que tenga la misma creencia? –preguntó el maestro al resto del grupo.

    Nadie más intervino.

    –Dios no pudo haber permitido que proviniéramos de especies inferiores –continuó Greg–, fuimos creados a su imagen y semejanza. Creer que descendemos de primates inferiores es denigrar la naturaleza misma del Creador. Yo al menos, no creo provenir del chango –insistió en un tono insolente.

    El maestro cambió su expresión facial y le reprochó con voz grave:

    –Entonces te pido que respetemos diferentes creencias. Para que continúes en este grupo deberás respetar creencias diferentes a las tuyas. ¿Te queda claro?

    El alumno comprendió que se había extralimitado.

    –Sí, profesor, discúlpeme.

    –Y esto obedece a que continuaremos por un camino que explica la aparición de las especies, entre ellas la del Homo sapiens, a través de millones de años de evolución. Ya entraremos en mayores discusiones al respecto, ¿de acuerdo?

    –De acuerdo doctor, no quise ser grosero. Sin embargo, dejando de lado el tema de la fe, tengo algunas dudas sobre los aspectos científicos de la evolución. ¿Podría exponerlas?

    –¡Adelante! –lo invitó el catedrático abriendo los brazos.

    –Si en verdad existe un proceso de evolución del que se derivaron todas las especies vivientes, incluyendo al ser humano, ¿por qué se detuvo ese proceso? ¿por qué no vemos que el hombre y los animales sigan evolucionando?

    –El proceso evolutivo de los animales no se ha detenido Greg, al menos en los que viven en su hábitat natural. Miren, las objeciones al evolucionismo Darwinista y al Neo-Darwinista no han sido sólo religiosas sino también ha habido objeciones científicas. Como fenómeno explicado por Darwin, la selección natural fue discutida en su momento, pero a inicios del siglo XX se aceptaron las leyes de Mendel. Esto generó el llamado Neo-Darwinismo que ha tenido aceptación universal, sobre todo ante las nuevas evidencias proporcionadas por la genética y el genoma humano que vinieron a confirmar esta teoría como la piedra angular de la biología moderna.

    Demostrando su poco conocimiento, Greg levantó la mano para preguntar:

    –¿Cómo podríamos definir las leyes de Mendel profesor?

    –Son las reglas básicas de herencia genética que explican cómo se transmiten las características de los padres a los hijos. Son el fundamento de la genética y se derivan del trabajo realizado por Gregor Mendel publicado en 1865 y 1866, aunque su trabajo fue ignorado hasta 1900.

    Hizo una pausa y continuó.

    –Muchas objeciones religiosas rechazan la evolución pues sostienen que Dios, o una energía inteligente, creó a los seres vivos por intervención directa. Esta confrontación de las teorías evolutivas con la postura creacionista ha sido motivo de furiosos debates entre ciencia y religión. Sin embargo, ante la evidencia científica, la evolución ha sido aceptada por varias religiones, incluyendo la católica.

    –Pero esto no explica por qué se ha detenido la evolución –lo interrumpió Greg–, y además, esa teoría es un pretexto para librarse de la idea de un Dios Creador. Ya no se necesita entonces de la divinidad para explicar la existencia del ser humano...

    –Me sigue asombrando que los evolucionistas tengamos que ser ateos –lo interrumpió el profesor–, me sorprende que ésta sea la principal objeción cuando la evolución no niega la existencia de Dios. Al contrario, yo creo que las leyes evolutivas son una prueba más de una inteligencia superior que diseñó estos complejos procesos. Miren jóvenes, hay varias teorías evolucionistas y, como les mencioné, la teoría que prevalece no es ya la de Darwin pues fue sustituida por la teoría Neo-Darwiniana. Es la combinación de la teoría original de Darwin y los principios genéticos de Mendel.

    Greg abría unos ojos enormes dando señales de querer intervenir, pero el maestro continuó hablando:

    –Y abordando el punto de si la evolución se detuvo, tenemos que considerar que la evolución no se ha detenido, sino que ocurre con gran lentitud ante nuestros ojos. Démonos cuenta que 200 mil años de historia humana cuentan muy poco ante los catorce mil millones de años de edad del universo. Por eso, detectar cambios evolutivos durante una vida es difícil, pero podemos observar que en el transcurso de los últimos siglos, la estatura humana promedio ha aumentado. La razón de este incremento es resultado del mejoramiento de los niveles de salud y de alimentación.

    Hizo una pausa y recorrió con la vista a todo el grupo.

    –Por otra parte es innegable que en los últimos tiempos la selección natural del Homo sapiens se detuvo. La civilización moderna ha ocasionado que la especie humana haya dejado de evolucionar. En otras palabras, el desarrollo de la ciencia ha permitido que personas que habrían muerto en ambientes adversos, hayan podido sobrevivir.

    –Y la movilidad del ser humano a nivel mundial también ha influido, ¿no profesor? –intervino Caya.

    –¿Por qué? –preguntaron varios alumnos.

    –Por supuesto, los movimientos migratorios de la humanidad en la actualidad también impiden la evolución porque se elimina la posibilidad de mejoras que habrían podido surgir de la selección natural al permanecer por períodos prolongados en un medio ambiente adverso.

    –¿Pero existen pruebas de que la evolución del hombre haya ocurrido en el pasado? –insistió Greg.

    –¡Claro! Los restos de nuestros antepasados demuestran la clara evolución del ser humano. El que no se observe en la actualidad no implica que no haya ocurrido durante más de cuatro millones de años. Sin embargo hay quienes sostienen que la evolución del ser humano no se ha detenido, sino que ahora evolucionamos de manera diferente al resto de los seres vivos.

    –¿De qué manera? –preguntó Greg.

    –En el pasado la inteligencia era el factor crítico para sobrevivir, además de la fortaleza y la salud. Aunque es probable que personas con mayor inteligencia y belleza busquen parejas similares, pero esto no sucede siempre. Esta sutil selección natural tiene efectos evolutivos difíciles de detectar. Entonces, lo que verdaderamente provocará cambios notables en la evolución del ser humano actual serán los avances de la bioingeniería y la genética.

    –Profesor –irrumpió entonces Chifuyu de Japón–, ¿será posible que seleccionemos las mejores características para nuestros hijos? Esto representaría un cambio dramático que aceleraría nuestra evolución como especie ¿no es así?

    –Estamos abordando un tema complicado. Es posible que en este siglo XXI presenciemos por primera vez nuevas generaciones de bebés de diseño que, además de bellos y fuertes, poseerán características de una inteligencia superior y sin enfermedades congénitas. Y si dejamos que la naturaleza siga su curso en estos bebés, no sabemos la clase de niños que procrearán estos humanos mejorados. Tal vez entonces comprenderemos por qué no utilizamos el cien por ciento de nuestra capacidad cerebral. ¿Se dan cuenta de que entramos en terrenos donde la frontera entre la ciencia formal y la ciencia ficción es difusa?

    –Claro –dijo Roberto de Argentina–, la utilización del cerebro en un 100% ha sido tema de películas en las que ya no se distingue la ficción de la realidad, como es el caso de la película Lucy-1

    –Es un futuro que aterra –dijo Caya– y no habrá límites. Es posible que en el futuro podamos vivir como cyborgs, seres digitales dentro de cuerpos totalmente artificiales.

    –Y si queremos explorar otros terrenos –dijo el profesor–, podríamos hablar también de una evolución espiritual del ser humano, misteriosa y difícil de explicar, y además nos desviaría del tema que nos ocupa.

    El maestro observó al grupo, que parecía transportado a otro mundo, y preguntó:

    –¿Qué opinas, Greg?

    –No estoy de acuerdo en que el hombre intervenga directamente en su diseño genético pues sería como pretender ser Dios. Pero no quiero causar más polémica. Yo estaba convencido de que todo evolucionista sería por fuerza ateo y me agrada saber que no es así. Sin embargo, esta información se contrapone con la fe que me enseñaron. Sigo sin aceptar que el ser humano provenga de especies inferiores. Sin embargo, aunque no lo acepte, me interesa mucho seguir en su curso doctor, prometo ser respetuoso.

    –Muy bien Greg, es lo que quería escuchar de ti –finalizó el Dr. Groen–, sólo así podremos continuar. Una vez negociadas nuestras diferencias y después de haber volado nuestra imaginación hacia un futuro impredecible, les pido que regresemos violentamente al pasado. Procedamos ahora a hablar de los homínidos bípedos que poblaron la Tierra antes que nosotros, para lo cual revisemos las evidencias de sus restos por los diferentes hallazgos arqueológicos. Como ya comenté, el Homo sapiens moderno no tiene más de 200 mil años de existencia y sabemos que el Homo erectus fue nuestro ancestro directo y también ancestro común del Neandertal. El Homo erectus vivió hace unos 300 mil años y aunque no era Sapiens, ya hablaba y dominaba el fuego. Se cree que fue el primer homínido que salió de África para poblar Asia.

    Uno de los alumnos de Argentina levantó la mano.

    –Doctor, ¿entonces estos ancestros del Sapiens ya conocían el fuego y hablaban?

    –Claro Roberto, muchas personas creen que los primeros en dominar el fuego y en hablar fuimos nosotros y como les decía, el fuego lo dominaron nuestros ancestros 300 mil años antes y el lenguaje surgió millones de años antes que el Sapiens.

    –¿Cuántos ancestros conocemos del Sapiens? –preguntó una alumna.

    –Es justo lo que veremos ahora. Aunque todavía es un tema controvertido. Revisaremos a nuestros principales ancestros, clasificados como Australopitecos.

    Y mientras los explicaba, mostraba en la proyección fotografías del aspecto que tenía cada uno de estos antepasados del hombre, del más reciente al más antiguo, reconstruidos de los cráneos encontrados. Los alumnos veían fascinados las expresiones semi–humanas de estos homínidos bípedos.-1

    Australopithecus Sediba de hace 1.78 a 1.952 millones de años.

    Australopithecus Boisei de hace 2.3 a 1.3 millones de años.

    Australopithecus Rudolfensis de hace 2 a 1.7 millones de años.

    Australopithecus Garhi hace 2,5 millones de años

    Australopithecus Africanus situado entre 3 y 2,5 millones de años.

    Australopithecus Afarensis entre 3,9 y 2,7 millones de años. (Lucy)

    Australopithecus Anamensis entre 4.2 y 3.9 millones de años.

    –¿Y qué sabemos del más antiguo Doctor, del Anamensis? –preguntó otro alumno.

    –En realidad sabemos muy poco, sólo que este antiguo ancestro comía hojas, frutos y alimentos más duros. Es posible que formara comunidades de varios machos en las que cada uno agrupaba un pequeño harén de hembras. Es la evidencia más antigua del bipedismo erecto de los homínidos y por ello al Anamensis se le considera nuestro ancestro más remoto.

    –¿Y más allá de cuatro millones de años profesor, ya no tenemos ancestros directos? –preguntó otro alumno.

    –¿Alguien conoce la respuesta? –preguntó el maestro viendo directamente a Caya.

    –Por fósiles hallados en Etiopía –respondió Caya–, los Ardipithecus, datan de hace 4.4 a 4.5 millones de años. Hay quienes afirman que no eran bípedos erectos mientras que otros sostienen que por la forma de los dedos de los pies ya caminaban erguidos. Lo cierto es que apenas tenemos datos de esa etapa de la evolución por lo que no se tiene la certeza de que los Ardipithecus sean ancestros directos de los Australopithecus sino más bien ancestros de una gama más amplia de primates que nos incluye.

    –Gracias Caya –dijo el profesor.

    –En la revista Nature –agregó Chifuyu–, se publicó el hallazgo de un cráneo casi completo con una antigüedad de siete millones de años en la República de Chad en el centro de África. Sugiere que la separación entre el hombre y el mono pudo haberse producido antes de lo que calculaban los expertos.

    –En efecto Chifuyu –intervino de nuevo Caya–, leí esa revista y menciona a humanos con siete millones de años de antigüedad. Y se publicó también el hallazgo en Sudáfrica de una nueva especie de homínido: el Homo naledi-1, de una antigüedad de 2.5 a 2.8 millones de años, pero esta datación no es precisa y no sabemos si es un ancestro nuestro o un paso intermedio entre australopitecos y homos.

    –Es importante aclarar –dijo el profesor–, que en el contexto evolutivo se denomina con el término humano a nuestra especie, pero también incluye a todos los individuos del género homo que nos precedieron. Esto confunde al público en general pues por humano se entiende generalmente al Homo sapiens moderno, el cual no tiene más de 200 mil años de existencia.

    El Doctor Groen estaba feliz con las intervenciones de Caya y Chifuyu, pero al consultar su reloj se percató de que el tiempo había volado, por lo que cambió el rumbo de la conversación.

    –Miren jóvenes, la fuerza inicial creadora no tenía prisa. Para Él no hay tiempo pues se encuentra fuera de él y observa desde la eternidad toda la historia del cosmos. Así, el creador del universo, diseñó todos los procesos evolutivos hacia la mejora continua. Y además los diseñó para que se aceleraran.

    El tono del maestro había cambiado de nuevo, hablaba con elocuente emoción.

    –Hace casi 14 mil millones de años –continuó inspirado–, en un acto de amor, el Eterno declaró: Hágase la luz y la luz se hizo en la forma de una gran explosión inicial de energía luminosa. Con el Big Bang comenzó todo, la energía, la materia oscura, la antimateria, la energía oscura, y hasta el tiempo, y también todas las leyes del universo.

    Se detuvo para observar la reacción de sus alumnos. Después de unos segundos otro alumno preguntó:

    –¿Y antes del Big Bang, maestro?

    –En ese caso –interrumpió Caya–, la palabra antes no tiene sentido puesto que el tiempo comenzó con el Big Bang.

    –No lo sabemos –dijo el maestro–, tal vez el Alfa y Omega, el que no tiene principio ni fin, ya existía sin su creación, fuera del tiempo y del espacio, pero quiso manifestarse a través de ella. Con el Big Bang comenzó lo poco que sabemos del universo conocido y lo que desconocemos comenzó también.

    –¿Sabemos con certeza la edad del universo maestro? –preguntó otro alumno–. ¿Hace cuánto tiempo ocurrió la gran explosión?

    –Eso lo sabemos con cierta precisión. La sonda espacial WMAP-1 fue lanzada por la Nasa en el 2001. Se encuentra entre el Sol y la Tierra y con las fotografías de tres años se observó la expansión del universo y se extrapoló. Estos datos fueron publicados en el 2006 y muestran que el universo tiene una edad aproximada de 13,730 millones de años. ¡Asombroso! ¿No?

    Hubo silencio, algunos tomaban nota y otros reflexionaban sobre lo que escuchaban.

    –Entonces profesor –comentó Roberto–, nuestro ancestro más antiguo resulta sumamente joven en comparación con la edad del universo, pues cuatro millones de años contra 13,700 millones, ¡es nada!

    –Así es Roberto, pareciera que finalmente a esa fuerza original le entró prisa, pues la evolución se aceleró exponencialmente en los últimos millones de años. Esta aceleración de la evolución es otra prueba de la bondad del Creador. Espero que estén de acuerdo conmigo.

    –¿Y cuándo comenzó la vida en la Tierra? –preguntó otra alumna.

    –El Tao, el cómo, esperó con paciencia infinita a que pasaran casi diez mil millones de años para que, hace 3,800 millones de años, apareciera la vida en forma de moléculas primigenias en un planeta que apenas se enfriaba a una distancia exacta de una estrella del tamaño exacto, para que se dieran las preciosas condiciones de temperatura y elementos necesarios para la vida.

    –¡Usted realmente cree en Dios! –dijo Greg admirado.

    –Definitivamente –sonrió–. Como dijimos, los conceptos evolutivos no obligan al ateísmo, a mí me refuerzan la fe en un Creador y también en su bondad infinita.

    En ese momento el maestro miró su reloj y dijo:

    –¡Hasta la próxima jóvenes!

    Todos guardaban sus cosas y salían del salón cuando el maestro llamó a Greg.

    –Greg, ¿podemos hablar un minuto?

    –Por supuesto –dijo acercándose a la mesa del profesor.

    –Me sorprende encontrarme con un alumno de doctorado, precisamente en esta materia, que no acepte la evolución. Dime la verdad, ¿por qué escogiste este curso?

    Tomado por sorpresa, Greg titubeó al contestar.

    –La verdad doctor… con esta materia completo los créditos que requiero para mi programa doctoral… y forma parte de las materias opcionales que me asignó mi comité.

    –Pero, ¿por qué escogiste precisamente ésta? ¿Por qué no otra materia más acorde con tu programa de estudios?

    –Me avergüenza confesarlo, pero era la única materia disponible, ya no había cupo en las otras. Sin embargo escuché muy buenos comentarios de su curso y quise venir a probar y decidir si me quedaba o me daba de baja.

    El maestro se quedó pensativo.

    –Me agrada tu honestidad, sin embargo me preocupa que sólo te motive el cumplir con un requisito y no el contenido de mi curso. ¿Cómo sabremos que se despierta en ti un interés genuino por estos temas?

    –Por eso no se preocupe profesor, sólo con esta primera sesión se ha despertado mi curiosidad mucho más allá de lo que usted imagina.

    –Muy bien, ¿entonces te veré en las próximas clases?

    –No me las perdería por nada del mundo. Hasta luego doctor.

    Y Greg salió del salón con su morral al hombro, mientras el maestro lo observaba sonriendo.


    1 Helen Keller (1880-1968) Sordociega estadounidense, oradora, escritora y activista. A los diecinueve meses, sufrió una enfermedad que le provocó sordera y ceguera totales. Su incapacidad para comunicarse la hizo incontrolable desde temprana edad. A sus siete años, sus padres buscaron una instructora y Anne Sullivan logró un gran avance en su educación especial. Continuó viviendo al lado de Sullivan hasta la muerte de ésta en 1936.

    2 Antropogenia (del griego antropos, hombre y genos, origen). Proceso de aparición y desarrollo del hombre.

    -1 Lucy película francesa 2014 dirigida y escrita por Luc Besson y producida por EuropaCorp y Groupe TF1.1 Protagonizada por Scarlett Johansson,

    -1 Stringer Chris. Andrews Peter. The Complete World of Human Evolution. A Thames & Hudson book. 2012

    -1 Descubren en Sudáfrica un Nuevo antepasado del hombre: el Homo naledi. 10/sept/2015. http://www.clarin.com/sociedad/

    -1 Wilkinson Microwave Anisotropy Probe

    2

    El paraíso terrenal

    Etiopía prehistórica, primavera del año 195,000 a.C.

    Homínidos evolucionados que no han alcanzado todavía el grado de Homo sapiens se encuentran apurados fabricando herramientas y cocinando antes de que los sorprenda la noche. Son de piel oscura y cabello rizado, los hombres son de una estatura no mayor a ١.٦٠ metros y las mujeres no rebasan ١.٤٠ metros. Son ancestros inmediatos del Homo sapiens, dominan el fuego desde hace cientos de miles de años, entierran a sus muertos y ya se expresan con un lenguaje elaborado. Tienen el grado evolutivo de los pre–sapiens, que es el más avanzado en comparación con otros homínidos bípedos. Su cuerpo ha perdido ya el pelo de la espalda, el abdomen y la cara y sus facciones ya no son tan simiescas sino que se parecen más a las del ser humano actual.

    Aunque pre-Sapiens, el nivel de pensamiento de esta tribu prehistórica es mucho más avanzado que el de todos los homínidos bípedos del Paleolítico. No alcanzan todavía el nivel del pensamiento del Sapiens, pero ya expresan sus ideas en un lenguaje rudimentario, con un vocabulario que les permite expresar emociones y conceptos abstractos. Poseen una actividad mental con la que crean imágenes, sensaciones e ideas y se anticipan a los eventos a través de su intelecto ya no tan primitivo. Es decir que pueden imaginar, procesar e idear mediante el razonamiento de las cosas, aunque de manera más primaria que el hombre moderno.

    Sin embargo, son capaces de pensar, memorizar y engendrar conceptos y emociones sobre su medio ambiente y fuera de él. En otras palabras, son perfectamente capaces de pensar e imaginar.

    Tienen representaciones mentales y perciben el mundo, siendo capaces de conceptualizarlo en función de las actividades indispensables para su sobrevivencia.

    Estos pre–humanos pasan la mayor parte de su tiempo conscientes de su entorno, atentos a sus tareas y sensibles a cualquier señal de peligro. Su mente divaga poco pues, para sobrevivir, permanecen atentos en el aquí y en el ahora, están alertas a la hostil selva africana que les demanda un continuo estado de atención.

    Sin embargo no poseen una conciencia humana completa. Carecen de una autoconciencia, autocontrol y empatía totalmente humanas, las cuales requieren del último salto evolutivo para el desarrollo completo del cerebro del Sapiens.

    Estos cuasi-Sapiens habitan en el valle bajo del Río Omo cuya crecida anual propicia una rica biodiversidad de la región y la hace ideal para estos ancestros inmediatos del hombre de Kibish¹ (Homo sapiens antiguo). Son recolectores y cazadores que, aunque nómadas de origen, se benefician de la riqueza de este valle que les garantiza la seguridad de cuevas de refugio y ceremoniales, así como de alimentos y los ha mantenido estables desde hace varios siglos.

    Hace casi 200 mil años, en plena África Oriental, corre el final del paleolítico inferior, al sur de lo que será Etiopía, en la formación rocosa de Kibish.

    El cielo amaneció hoy despejado y es un día soleado de primavera con un clima agradablemente templado, frente a una península que será llamada Arábiga. El ambiente es cálido y húmedo con una temperatura de unos 30°C y se espera lluvia por la tarde que probablemente provocará que se desborden los arroyos. En el horizonte se observan relieves montañosos, con zonas inaccesibles e inhóspitas donde alternan desiertos y pantanos. Se trata de un paraje de una belleza espectacular que alberga diversos ecosistemas, incluidas hermosas praderas con restos volcánicos. En sus espesos bosques de ribera del África semiárida, se alzan altos árboles de tupido follaje y en las verdes praderas y los frondosos páramos abundan plantas de muchos tipos. Aquí se ubica el hábitat de estos homínidos y también el de esta rica y variada flora y fauna, buena parte desaparecida o diferente.

    Hay diversas especies de arbustos. En las zonas pantanosas abunda el Cárex con sus tallos alargados y su cabeza de gorro de guardia inglés.

    Hace 200 milenios el gigantismo es común entre las plantas. Muchas de ellas ostentan enormes hojas que se balancean cadenciosas con el viento de la tarde. Cerca de la aldea de estos pre-Sapiens una especie de planta gigante floreada con una altura de seis metros mece orgullosa sus flores al viento.

    Cerca de los lagos se asolean petrificadas más de veinte especies de cocodrilos, abundan ágiles cabras prehistóricas entre otros antílopes saltarrocas y hay también roedores y musarañas paleolíticas parecidas al ratón, pero con el hocico muy largo, que huyen despavoridas ante estos homínidos cazadores y ante cualquier ruido extraño.

    En el cielo se observan antiguas aves: patos y ancestros de diversas especies de águilas moteadas, águilas imperiales, halcones, aguiluchos y grullas muy similares a las cigüeñas. En medio de la espesa maleza y entre las ramas de los árboles, se deslizan lentas diferentes variedades de peligrosas serpientes de montaña y muchos tipos de grotescos camaleones, sapos y ranas comenzarán a ofrecer sus conciertos en cuanto anochezca.

    Este valle es incursionado por una subespecie del león. El macho tiene una impresionante melena oscura que le cubre cabeza, cuello, pecho y vientre y contrasta con la cara y el resto del cuerpo de color claro. A lo lejos, en

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