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En primaria también nos enamoramos: Una historia para trabajar la educación afectiva, emocional, social y sexual
En primaria también nos enamoramos: Una historia para trabajar la educación afectiva, emocional, social y sexual
En primaria también nos enamoramos: Una historia para trabajar la educación afectiva, emocional, social y sexual
Libro electrónico184 páginas1 hora

En primaria también nos enamoramos: Una historia para trabajar la educación afectiva, emocional, social y sexual

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Los preadolescentes tienen necesidad de expresar sus sentimientos, de conocer su cuerpo; están cambiando, tienen muchas dudas. Quieren conocer aspectos sobre la sexualidad. Ya no son pequeños, pero tampoco son mayores. A veces, nadie les escucha ni responde a sus preguntas; muy pocos se preocupan por atender debidamente sus necesidades afectivas. Este libro es un recurso excelente para atender sus demandas.

La protagonista es Amalia, que nos escribe un diario sobre su vida familiar y social. Expresa sus enfados, sus alegrías, sus miedos, sus emociones… Es preadolescente, su cuerpo empieza a cambiar y también sus intereses. Los niños y niñas de estas edades se van a sentir identificados con los personajes de esta historia y con las vivencias que ocurren. Esto les va a facilitar identificar sus emociones y les ayudará a exteriorizar sus sentimientos y a entender, con naturalidad, los cambios que van ocurriendo en

su cuerpo. Entenderán de una forma amena y divertida todo lo relacionado con los contenidos sobre la función de reproducción: aparato reproductor masculino y femenino, menstruación, fecundación, embarazo, parto. El objetivo es encaminarlos hacia una educación sexual saludable, abierta, libre y respetuosa.

Un libro recomendable, principalmente, para preadolescentes de 8 a 12 años y para educadores interesados por la educación afectivo-social y sexual de sus alumnos. Un recurso muy interesante para leerlo y trabajarlo en el aula, que facilita el aprendizaje de forma autónoma. Está dividido en capítulos cortos y utiliza un lenguaje sencillo, cercano, actual y adecuado a las edades de los lectores. Las ilustraciones, muy divertidas y atractivas, ayudan a comprender los contenidos y a empatizar con los personajes.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 dic 2021
ISBN9788427728592
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    En primaria también nos enamoramos - Ascensión Díaz Revilla

    CAPÍTULO 1

    Soy Amalia y tengo una familia

    Escribir me da la libertad que necesito para…, ¿ser feliz?

    Hola, soy Amalia. Tengo 10 años, pero dentro de poco será mi cumple. Estoy en 5º de Primaria, que no es poco. No me gusta mucho estudiar, ni hacer deberes. Tampoco me gusta suspender; entonces, intento cumplir con mis obligaciones, aunque sea protestando.

    Me considero una chica normal y corriente, con mis problemas y mis ilusiones. Con mis aciertos y mis fracasos. Y…, bueno, ya me iréis conociendo, porque ahora quiero presentaros a mi familia.

    Tengo un hermano pequeño de 5 años que se llama Rodolfo, aunque todos le llamamos Rudy. Mi hermano mayor se llama Hugo, tiene 17 años. Es como si no existiera porque no nos hace ni caso.

    Como dice mi madre, va por libre. Hace lo que le da la gana y casi nunca le regañan. No es justo.

    En mi casa las peleas y discusiones son frecuentes. Empezando por mis padres, que discuten por todo.

    A veces, tengo miedo. Pienso que se van a separar. El otro día les pillé dándose un beso, creo que se lo dieron en la boca. No miré mucho porque me dio vergüenza.

    Pensé que todavía se quieren, menos mal. Me quedé tranquila.

    Con mis hermanos no consigo estar a gusto. A veces, me da la sensación de que no tengo nada que ver con ellos. Rudy es demasiado pequeño. Es muy mono, pero me saca de quicio. Hace cosas sin sentido. Se pone a correr a lo loco y cuando le da por gritar es insoportable.

    Coge rabietas por tonterías. Y, como es el pequeño, mis padres le consienten todo. Lo protegen como si fuera tonto. Estoy harta de escuchar:

    —Ten paciencia con Rudy, es pequeño. Tienes que darle ejemplo.

    Pase lo que pase, siempre la culpa es mía por ser mayor que él. Según mis padres yo tengo que demostrar sensatez. ¡Qué palabra más estúpida!

    En cuanto a la relación con mi hermano mayor, todavía es peor. Me llama enana. No me deja entrar en su habitación. Está todo el día con el móvil y con sus auriculares. Deja todo tirado, no recoge. Yo creo que no estudia nada. No hace caso a nadie. Solo quiere estar con sus amigos.

    Cuando discutimos estoy harta de escuchar:

    —Deja a tu hermano. Tiene una edad muy difícil, necesita su espacio. Ten paciencia, tú no lo entiendes porque todavía eres pequeña.

    Esto es para volverse loca. ¿En qué quedamos, soy mayor o soy pequeña?

    Jo, siempre soy yo la que tiene que tener paciencia y comprender a los demás. Y, ¿a mí? ¿Quién me escucha? ¿Quién me defiende? Nadie.

    El otro día, en clase, leímos una lectura. La protagonista era una chica que cuando se sentía triste escribía lo que le pasaba. Haciendo esto solucionaba muchos de sus problemas y, sobre todo, le servía para superar sus cabreos.

    Yo hago lo mismo que Valeria, la niña de la lectura. Escribo lo que me apetece sobre las cosas que me van pasando. Hablo de mis amigos, de mi familia, de mis profes; y claro, también hablo de mí misma.

    Cuento mis secretos, mis alegrías, mis emociones, mis enfados… Es como mi diario. Un recuerdo para siempre sobre lo que no quiero olvidar.

    En definitiva, escribo lo que me da la gana.

    Escribir me da la libertad que necesito para… ¿ser feliz?

    ¿Qué piensas?

    Momento de reflexión Ahora tú:

    Descubre quién eres, tus gustos, tus intereses, tus emociones, tus sentimientos.

    Pon interés en conocer a tu familia, a las personas que conviven contigo.

    Busca la forma de expresar lo que sientes.

    Valora a tu familia.

    No te enfades en exceso por las situaciones que ves injustas. Quizás es tu punto de vista.

    Facilita la convivencia familiar. Evita las discusiones.

    No pienses que estás solo. Siempre tienes a alguien.

    CAPÍTULO 2

    Mis amigos y mis compañeros

    ¿Realmente soy libre?

    Mi mejor amiga es Andrea. Es de mi clase. La quiero un montón. Con ella estoy a gusto. Me lo paso bien. Es con la persona que tengo más confianza. Si no fuera por ella…, mi vida sería un rollo. Me gustaría que fuera mi hermana para tenerla en casa. Con ella seguro que no habría tantas injusticias.

    Andrea es muy divertida. No sé cómo lo hace, pero se entera de todos los cotilleos de la clase. Es muy guapa. Tiene el pelo largo, aunque lo suele llevar recogido para que no le moleste. Es muy delgadita. Todo le queda bien. Tiene los ojos muy grandes y azules. Dice que está cansada de que todo el mundo le diga: Vaya ojazos que tienes.

    Yo soy muy distinta a ella. Empezando por mi tipo, que no me gusta. Soy más bajita que Andrea y un poco gordita. Soy morena y con el pelo corto. Mis ojos son negros y muy grandes, aunque no se aprecian porque llevo gafas. Algunos días me veo guapa y otros días me veo horrible. Así que, haciendo la media, me considero una chica normal. Ni guapa, ni fea.

    Andrea y yo también tenemos otras dos amigas que son la caña, Martina y Paula. Son buenas chicas, pero se meten en muchos líos. Siempre están ideando planes para reírse. Nosotras terminamos uniéndonos a ellas. El problema es que, esos planes, suelen terminar con un castigo para las cuatro.

    Me queda hablar de Ricardito. A veces le llamo Richy. Es el más responsable. Muchas veces nos ayuda a salir de los problemas. Es muy inteligente. Nos explica lo que no entendemos. Es como nuestro profesor particular. Mi notable en Matemáticas se lo debo a él. No le gusta el fútbol, ni jugar a peleas. Le gusta estar con nosotras, menos cuando nos metemos en líos. En la clase algunos se meten con él. Le dicen que siempre está con las chicas. ¿Y qué?

    Pues ya está. Esta es mi pandilla de clase. Somos cinco: Andrea, Martina, Paula, Ricardito y yo.

    Con el resto de mis compañeros de clase, no me llevo mal. Aunque este año les noto distintos. La mayoría quieren ir de mayores. Se ponen insoportables. Se identifican como los populares porque se creen los mejores. Piensan que son más guays que los demás. Se definen como los amos de la clase. Con ellos ya no se puede hablar de muñecas, ni de cromos, ni de películas de dibujos. Ahora lo que mola es hablar de móviles, de descargar aplicaciones, de los videojuegos, de las redes sociales, de subir fotos…

    ¡Ah! Y, por supuesto, te tiene que gustar alguien. Si no, es muy difícil entrar en sus conversaciones.

    Después está el grupito de los que llaman los friquis, incluso, algunos los llaman los marginados o los raritos. Casi nadie quiere estar con ellos. Los consideran infantiles y muy aburridos. A mí no me caen mal, aunque reconozco que son un poco sosos. Sus conversaciones me aburren. Además, parece que estar con ellos no queda bien. Da la sensación de que los demás se van a reír de ti. Así que, por miedo a lo que me puedan decir, intento no tener trato con ellos. Este tipo de cosas me llevan a pensar que no siempre hacemos lo que nos apetece.

    ¿Realmente soy libre?

    ¿Qué piensas?

    Momento de reflexión Ahora tú:

    Busca amigos en los que puedas confiar.

    Acepta tu aspecto físico, así gustarás a los demás.

    Eres único. No te compares con otros.

    Esfuérzate en conocer a tus amigos. Analiza su forma de ser.

    No rechaces a compañeros por tener gustos distintos a los tuyos.

    Actúa según tus valores, no te dejes influenciar.

    Respeta tu personalidad, tu forma de ser. Actúa con libertad.

    CAPÍTULO 3

    Ricardito, mi mejor amigo

    ¿Mi libertad depende de lo que piensen los demás?

    No sé cómo ayudar a Ricardito. Lo está pasando mal. Es mi amigo y le quiero.

    Muchos chicos de la clase se ríen de él. Le imitan su voz y sus gestos y le hacen bromas pesadas. A Richy le da igual. No le importa, dice que no le afecta y que son una panda de críos.

    Tiene muy claro que no quiere cambiar su forma de ser. Y, menos mal, porque es muy majo. Pienso que es la mejor persona de la clase. Siempre está pendiente de ayudar a todos, incluso, a los que se meten con él. Andrea, a veces, se enfada con él y le dice que no se le ocurra ayudarles porque no se lo merecen.

    Pero Ricardito, ayer, sufrió mucho. Pasó algo que le dolió. Jaime le agredió y le ofendió delante de todos los compañeros. Lo peor es que nadie salió en su defensa, ni siquiera nosotras, sus amigas.

    Jaime es el chulito de la clase. Se cree el más guapo, aunque reconozco que sí que lo es. Además, es muy listo. Es el que más goles mete y los profesores siempre le ponen de ejemplo. Es como

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