El juez en su causa (Anotado)
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El juez en su causa (Anotado) - Félix Lope de Vega
El juez en su causa
Lope de Vega
Las personas que hablan en ella.
- LEONIDA,
- ALBANO,
- OCTAVIO,
- FABIA,
- CLAVELA,
- ROSARDO,
- FINEO,
- LIRANO.
- TIBERIO,
- ARMINDA,
- FENISO.
- Dos cazadores.
- LUCINDO,
- Un CAPITÁN.
- Un PILOTO.
- ELISO,
- RICARDO,
Jornada I
Sale[n] la reina LEONIDA y FABIA, dama.
FABIA
A ti te falta prudencia.
LEONIDA
Déjame, Fabia, que amor
ni tiene en celos valor,
ni entendimiento en ausencia.
Amar por breve accidente
aun hace alegre el vivir,
pero, ¿quién podrá sufrir
que toda el alma se ausente?
Si la mitad piensas que es
mi esposo el Rey, y que tengo
otra mitad con que vengo
a quedar viva después,
engáñaste, porque en él
está todo de tal suerte,
que se ha de seguir mi muerte
en apartándome dél.
Si aquello que nos anima
es alma, el Rey vive en mí
por alma.
FABIA
Ya viene aquí.
LEONIDA
¿Quién ha de haber que reprima
la fuerza de los enojos?
(Salen de camino el rey ALBANO y OTAVIO, su hermano.)
ALBANO
Veros quisiera escusar,
mas pudo el alma obligar
la persuasión de los ojos.
Los vuestros me dicen ya
cuán bien escusado fuera,
pues con ser fuego su esfera,
lloviendo perlas está.
Dejad la tristeza aparte,
mirad, mi bien, que el aurora
al salir del sol las llora
pero no cuando se parte.
LEONIDA
En esto veréis que soy
noche, a quien sin vós dejáis.
¿Ya en fin de partida estáis?
ALBANO
De muerte, mi vida, estoy.
Que si el morir es partir,
cuando de lo que es la vida
se parten, esta partida
debe llamarse morir.
El rey de Escocia, señora,
vuestro padre y mi señor,
da a Otavio, por su valor,
a vuestra hermana Teodora
y quiere que yo presente
estos conciertos. Se acaben
los cielos, Leonida, saben
lo que siento en verme ausente,
pero consolarme debe
y dar a mi mal paciencia,
que será breve la ausencia,
si amando hay ausencia breve,
y a vós la seguridad
deste sentimiento mío.
LEONIDA
Todo lo creo y confío
de vuestra justa lealtad.
Que si no me consolara
el saber que le tenéis,
lo que es la vida que veis
menos que el partir durara.
Esto y saber que mi hermana
merezca a Otavio y que vós
los amparéis a los dos,
mil imposibles allana
que esta partida ofrecía.
Mirad que de mí tengáis
la memoria que dejáis
tan estampada en la mía.
Y que si fuere posible,
con vós traigáis a Teodora.
ALBANO
Ese postrero, señora,
parece a Otavio imposible.
Porque el Rey no ha de querer
verse ausente de los dos.
LEONIDA
Sí hará, queriéndolo vós,
y por hacerme placer.
OCTAVIO
A mi hermano he suplicado
que pida al Rey mi señor
nos haga tanto favor
luego que yo tome estado.
Que sé lo que gustaréis
de que esté con vós Teodora.
LEONIDA
Si en la soledad de agora
darme consuelo podéis,
es solamente el seguro
desta palabra.
OCTAVIO
Esa doy,
seguro está por quien soy,
lo que cumplirla procuro.
Y voy con gran confïanza
que el Rey mi señor la dé.
LEONIDA
Pues con eso haréis que esté
toda verde mi esperanza.
Persuadiola a la venida.
ALBANO
Poco será menester,
porque en siendo su mujer
será cierta la partida.
La nuestra se acerca ya;
venid a verme partir.
LEONIDA
Y voy a ver dividir
la vida que en vós está.
Estoy, porque os vais sin veros,
por no sentir el dejaros,
si es bien, pudiendo miraros
anticiparle a perderos.
Al fin voy a ver que os vais
sin mí.
ALBANO
Yo quedo con vós,
que siendo un alma los dos,
estoy donde vós estáis.
No creáis que se divida.
LEONIDA
En vuestra salud allá
veréis cómo vive acá
esta que dejáis sin vida.
(Vanse; y salgan de una isla LIRANO y FLORELO, pescadores.)
LIRANO
¿Está cocida la red?
FLORELO
Al sol queda todavía
para pedirle merced.
LIRANO
Que despachemos querría.
La mesa en tanto poned.
FLORELO
Dejad cocer el pescado
que aún el agua colea.
LIRANO
Allá es señor delicado,
Florelo, el fresco desea,
y acá se estima el salado.
FLORELO
Tienen poca estimación
las cosas por la abundancia.
LIRANO
¿Echaste al barco el resón?
FLORELO
Atado no es de importancia
dance de la mar al son.
LIRANO
¿Qué pescado está cociendo?
FLORELO
Un congrio y cuatro lampugas.
LIRANO
¿Trujiste verdura?
FLORELO
Entiendo
que trujo Ergasto lechugas
y que está ensalada haciendo.
Para vinagre y aceite
tiende en esta verde alfombra,
en tanto que abril la afeite,
los manteles a esta sombra,
que aún es agora deleite.
Dos o tres corchos refresca
en aquella fuente fresca.
LIRANO
Saca el vino del tonel,
porque se escabeche en él,
dentro del cuerpo la pesca.
FLORELO
Todo está a punto, Lirano.
LIRANO
Ni cuidado me fastidia,
ni ambición de oficio vano,
mal haya quien tiene envidia
al más galán cortesano.
(Sale ERGASTO, pescador.)
ERGASTO
¿Es hora ya de comer?
LIRANO
Aquí dicen que ha de ser.
ERGASTO
Hombre de la mar ha sido
de tan loco parecer.
FLORELO
Aquí dicen que ha de ser.
LIRANO
¿Cómo?
ERGASTO
No quisiera estar
de aquí a un hora dentro el mar,
que este sol fuerte amenaza
que por su salada plaza
quieren los vientos rifar.
¿Aquellas nubes no veis,
no veis aquellos delfines?
LIRANO
Pues, ¡alto!, no comencéis
para tener tristes fines
la fiesta que pretendáis.
Comed en el cabañal,
que ya cubre aquel nublado
la lámpara celestial.
FLORELO
El cielo se ha rebozado,
cuán cierta fue la señal.
LIRANO
Ya se levanta mareta,
ya todo el mar se inquieta.
ERGASTO
¡Ay, de la nave, Florelo!,
que entre las aguas y el cielo
viene a los vientos sujeta.
(Sale SILVANO, pescador.)
SILVANO
¿Ha llegado por agua
el espantoso aguacero?
LIRANO
No, mas estase esperando.
SILVANO
A daros aviso vengo
que tenéis un convidado.
Por eso, despachad presto
aunque las redes dejéis,
los plomos y los anzuelos,
las palangres y la ropa
de aquesta ribera en medio.
Porque la divina Arminda,
Arminda digo, no es menos
que Arminda, no presumáis
que pude