Los embustes de Celauro (Anotado)
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Los embustes de Celauro (Anotado) - Félix Lope de Vega
Los embustes de Celauro
Lope de Vega
[Indicaciones de foliación en nota.1]
PERSONAJES
- GERARDO,
- LUPERCIO,
- FULGENCIA,
- [ESTEBAN,
- [ENRIQUE,
- CELAURO,
- LEONELA,
- OTAVIO,
- FELICIO.
- PINARDO.
- ORFINDO «Torfindo» en el original (N. del E.).
- SIRENO.
- BELARDO.
Acto I
GERARDO, padre; LUPERCIO, hijo.
GERARDO
¡Traidor! ¿Con una mujer
tan loca y pobre te casas?
LUPERCIO
Siempre para bien hacer
tienes las manos escasas,
y largas para ofender.
Padre, el báculo reporta.
GERARDO
¿Por qué, si me rompe y corta
tu infamia el de mi vejez,
y yo sé bien que esta vez
volverle espada me importa?
Y no ha estado más tu vida
que en traer esta cayada,
en vez de la espada, asida,
para la mano arrugada,
no para el lado ceñida.
LUPERCIO
¡Pluguiera a Dios que lo fuera,
porque menos me afrentara
cuando la muerte me diera,
y esta sangre de mi cara
honradamente saliera!
Soy tu hijo, y caballero.
GERARDO
Pues ¿qué tiene de grosero
que uno y otro la derrame?
LUPERCIO
Porque es la del palo infame
y honrada la del acero.
GERARDO
Luego las leyes del duelo,
¿tocan a los padres?
LUPERCIO
Tocan
a cuantos hoy cubre el cielo.
GERARDO
Tus locuras me provocan
a honrar de tu sangre el suelo.
LUPERCIO
Tu ira, señor, contenta;
mas ¿por qué no está a mi cuenta?
GERARDO
Porque el padre y el señor,
la justicia y el mayor,
no pueden hacer afrenta:
antes yo me vengo en ti
de la que me has hecho a mí,
si un loco puede afrentar.
¡Tú te pretendes casar
sin mi gusto!
LUPERCIO
Escucha.
GERARDO
Di.
LUPERCIO
¿Quién te ha dicho que me caso?
GERARDO
El pueblo, que es voz de Dios.
LUPERCIO
No es su voz en cualquier caso:
ni es pueblo un hombre o dos,
o una calle por quien paso.
GERARDO
¿Cómo no?
LUPERCIO
Pruébolo.
GERARDO
Di.
LUPERCIO
Si aquel que me envidia a mí
lo dice de malicioso,
voz de Dios y de envidioso
no puede ser.
GERARDO
Es ansí.
Mas di: la justicia en Dios,
¿no es atributo?
LUPERCIO
Sí es.
Cristianos somos los dos;
y que esta temáis después
es ejemplo para vós.
GERARDO
Pues Dios, para castigar,
¿no suele a veces tomar
los malos por instrumento?
Luego es llano el argumento:
justicia se han de llamar.
LUPERCIO
En cuanto aquel ministerio.
GERARDO
Pues aqueste vituperio
de mi honor por tu ocasión
tiene esta misma razón,
y yo en ti paterno imperio...
pero ¿para qué disputo
contigo, si tengo en ti
poder [pleno y]2 absoluto?
LUPERCIO
¿Qué tienes tú contra mí
si tu mandado ejecuto?
GERARDO
Mi sangre.
LUPERCIO
La que has sacado,
por eso no te la pido.
GERARDO
¿Cómo?
LUPERCIO
Porque me la has dado.
GERARDO
¡Ah cordero en el vestido
y en piel de lobo aforrado!
Dime luego la verdad:
¿quién es aquesta mujer?
LUPERCIO
Mujer es de calidad.
GERARDO
Luego ¿haste casado?
LUPERCIO
Ayer.
GERARDO
¿Hay tan notable maldad?
¡Justicia venga del cielo
sobre ti!
LUPERCIO
Tente, señor,
que no fue en esto mi celo
más que probar tu rigor.
¿Vesme aquí echado en el suelo?
GERARDO
¿Que no lo has hecho?
LUPERCIO
Quería,
pero ya que sé tu gusto,
es tu voluntad la mía:
con ella mi gusto ajusto.
GERARDO
Y yo te engendro este día.
Hoy has nacido, Lupercio;
hoy, con solo obedecer,
mi amor has crecido un tercio;
deja esa vana mujer
y su lascivo comercio;
deja, hijo de mi vida,
el vano amor, y repara
que has de dejar ofendida
la sangre y virtud más clara
que ha sido vista, ni oída.
Bien sé qué es tener pasión:
mozo fui; pero ya basta
su infame conversación:
juega, come, viste, gasta,
busca otra nueva pasión,
haz una gala costosa,
rinde un caballo andaluz
con la espuma rigurosa,
o con el presto arcabuz
el ciervo3 o liebre medrosa.
¿Qué quieres?, ¿qué has menester?
¿Quiérete coger cercado
por pobre aquesa mujer?
¿Qué debes?, ¿qué te han prestado?
¿Qué es lo que empeñaste ayer?
No tengas vergüenza: dame
esos brazos, y mi amor
deshaga el amor infame.
LUPERCIO
Deja que a tus pies, señor,
tu sangre en agua derrame.
No más perdición pasada;
tabla nueva soy desde hoy:
escribe en mí.
GERARDO
No me agrada
que seas papel.
LUPERCIO
Pues soy
piedra en tus manos labrada.
GERARDO
Esto que ahora te imprimo
quiero que dure, pues es
mi honor el que solo estimo;
no le venza el interés,
pues a tus gastos me animo.
En esta bolsa contados
van ciento y veinte ducados,
que son, y doce escudos,
dos reales y otros menudos,
por una deuda pagados.
Espera, ¿quiéreslo ver?
LUPERCIO
No, señor, no es menester,
que así tu crédito afrentas.
GERARDO
Bien se ve, pues no los cuentas,
que no los has de volver.
Gasta, huélgate, y pasea,
y mi bendición te alcance.
LUPERCIO
Llorar me has hecho.
GERARDO
¿Hay quien vea
tu humildad?
LUPERCIO
¡Dichoso lance!
GERARDO
Que tus desatinos crea.
Adiós.
(Vase GERARDO.)
LUPERCIO
Él te guarde, y guarde
la vida del ángel mío,
¿qué miro?, ¿qué estoy cobarde?,
¿cómo este plus no le envío?
Que para amor todo es tarde.
Corre con el pensamiento
como tiene alas amor.
Pero, ¿hay tan gracioso cuento?,
¿hay tal padre?, ¿hay tal rigor?,
¿hay tan lindo casamiento?
Pues, señor viejo, paciencia,
que vive Dios que está hecho,
y que es vana resistencia
de un determinado pecho
castigo ni diligencia.
Piensa un padre que no hay más
de cásate y no te cases,
y que no exceda jamás
un hijo destos compases,
y amor no danza a compás.
Es muy vieja esta pasión,
con mil trabajos prolijos
para más confirmación,
y con dos hermosos hijos,
sellos desta provisión,
y no pendientes de seda
sino de tan blanco pecho,
que no hay nieve que no exceda,
y lazo que es tan estrecho
no es bien que romper se pueda.
(Entre SABINO, criado.)
SABINO
Basta que has dado en la treta
de quien debe, pues te escondes
cuando el pagar te inquieta;
mal a la deuda respondes,
no es satisfación discreta.
Hoy prometiste llevar
dineros para Fulgencia
y hasla mandado esperar,
sobre su misma paciencia,
plazo que no ha de llegar.
Advierte que, si es mujer
y se sustenta de ver
tu talle a falta de todo,
que hay dos niños que de un modo
saben llorar y comer.
Avisa si ha de empeñarse
otra basquiña o baquero.
LUPERCIO
Si un triste quiere ahorcarse,
nunca falta un majadero
que le ayude a rematarse.
SABINO
¿Estarás muy triste?
LUPERCIO
Estoy,
Sabino, para matarme.
SABINO
¡Deso comeremos hoy!
¿Qué no