La buena guarda o encomienda bien guardada (Anotado)
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La buena guarda o encomienda bien guardada (Anotado) - Félix Lope de Vega
La buena guarda o encomienda bien guardada
Lope de Vega
Dirigida a D. Juan de Arguijo, veinticuatro de Sevilla
Habiendo leído este prodigioso caso en un libro de devoción de una señora destos reinos, me mandó que escribiese una comedia, dilatándole con lo verosímil a sus tres actos; representóla Riquelme, y después de algunos años llegó a mis manos, y he querido darla a luz, para que sea más común a todos tan raro ejemplo. Las virtudes de vuesamerced me obligaron a dedicársela; cosa a que tenía tan hecha la mano, que luego me llevó tras la imaginación la pluma. A sombra de su valor tuvo vida mi Angélica, resucitó mi Dragontea y se leyeron mis Rimas; y si vuesamerced, por modestia, no me hubiera mandado que no pasara adelante en esta resolución tan justa, mi Jerusalén tuviera el mismo dueño; y así le di a nuestro gran Monarca, Rey de dos mundos; porque, en mi opinión, desde la excelencia de los ingenios sólo se puede pasar a la majestad de los príncipes, y aun esto por seguir la opinión del Filósofo en sus Éticas: «que el arte del gobernar tiene el principado en todos los demás artes.» Amo a vuesamerced tan aficionadamente, y tienen desta verdad tanta satisfacción los que han leído mis escritos, que, o sería decir lo dicho tratar aquí sus alabanzas, o gastar vanamente las palabras, como los que aconsejan a los que están persuadidos; que, aunque sea bueno lo que tratan, como casa sin efecto, no se escucha: sólo esto diré con Platón, que la dificultad que puso en hallar «un hombre varonil, ingenioso y humilde» (así lo refiere en el Diálogo de ciencia, hablando Teateto con Sócrates), no se lo pareciera si hubiera conocido las partes que admiran cuantos conocen su raro ingenio, magnánimo corazón y profunda mansedumbre; antes creo que le hubiera dado el lugar que en el mismo diálogo a Teodoro Tarsio o Euclides. Vuesamerced no admita esta memoria con lo que el nombre suena; sino con la definición de Aristóteles; que si ella lo es de las cosas pasadas, la opinión es fe de las porvenir, donde aun espero que vuesamerced me conozca más agradecido, y siempre firme en aquella primera verdad con que supe estimalle, y estimé conocelle. Dios guarde a vuesamerced.
Capellán y aficionadísimo servidor, LOPE DE VEGA CARPIO.
Acto I
PERSONAS DEL PRIMER ACTO
- LEONARDA.
- DOÑA LUISA.
- UN ESCUDERO.
- DON JUAN.
- DON LUIS.
- EL HERMANO CARRIZO,
- FÉLIX,
- DOÑA CLARA.
- DOÑA ELENA.
- DON PEDRO,
- RICARDO,
- DON CARLOS.
- Los músicos.
Entren dos damas, con mantos, y sus escuderos.
LEONARDA
Tarde pienso que venimos.
DOÑA LUISA
Sin misa nos quedaremos.
ESCUDERO
La intención ofreceremos.
LEONARDA
Culpa de tardar tuvimos;
aunque yo, por aguardaros,
la tengo mucho mayor.
(Dos galanes entren por la otra parte.)
DON JUAN
Ayer me dijo Leonor
que esto viniese a avisaros;
y pienso que recibís
justamente estos favores,
pues tan honestos amores
a casaros dirigís;
que yo culpo grandemente
los mancebos atrevidos,
no sólo que divertidos
están mirando la gente,
mas que quiten del altar
por un instante los ojos.
DON LUIS
Desta guerra los despojos
a su templo se han de dar.
En sus gradas nos veremos
yo y Leonarda, si Dios quiere;
y pues es bien que espere,
no es mucho que a verla entremos.
El matrimonio, don Juan,
es sacramento; ese intento,
y a fin deste sacramento,
licencia a los ojos dan.
Miro una honesta mujer,
que la miro para mía.
DON JUAN
Traigan los cielos el día
en que ya lo venga a ser.
DON LUIS
¿Podré en el agua bendita,
donde la mano metió,
ponerla yo?
DON JUAN
Nunca yo
supe más de que nos quita
pecados y tentaciones,
porque es arma que defiende
contra el demonio, que emprende
encender nuestras pasiones.
Para templar las de amor
no fuera mal instrumento,
si fuera bueno el intento.
(Entre el hermano CARRIZO, sacristán, con su sobrepelliz.)
CARRIZO
¡Alabado sea el Señor!
DOÑA LUISA
Dígame, hermano Carrizo,
¿habrá misa?
CARRIZO
Misa habrá,
aunque por milagro ya,
que un extranjero le hizo;
que si agora no viniera
de camino, como digo,
no había con Ciudad-Rodrigo
quien decírsela pudiera.
¿Por qué se levantan tarde?
¡Que las valga Dios, amén!
Digan, hermanas, ¿es bien
que la misa las aguarde?
Lo primero que el cristiano,
luego que el alba le avisa,
ha de hacer, es oír misa,
por pedirle a Dios temprano
que los pasos de aquel día
en su servicio se den,
y por librarse también
de aquel traidor que porfía,
como sangriento león,
devorar nuestra inocencia.
LEONARDA
¡Qué santidad!
DOÑA LUISA
¡Qué advertencia
tan digna de estimación!
CARRIZO
Si ellas salen a las nueve
con un manteo bordado
de entre el cambray delicado,
como unos copos de nieve;
y puestos en sus chapines
los pies, aun no se persinan,
que como grullas caminan
al estrado y los cojines;
y sentadas en damasco,
piden con grande mesura
el cofre de la hermosura,
que abierto puede dar asco
a un enfermero de sala
de cámaras, ni hay pintor
que tan diverso color
ponga en la tabla o la pala,
porque puede en este almario,
de ver por varias recetas
tantos botes y cajetas,
confundirse un boticario;
y la primera oración
es consultar el espejo,
con notable sobrecejo
de ver su misma visión;
y luego, abriendo la boca,
hacer tres o cuatro gestos
más locos y descompuestos
que una mona cuando coca;
y con un paño de dientes
acicalar las espadas
que el sueño tuvo envainadas,
en manjares diferentes;
dalle con polvos al hueso
y con la sangre de drago
o aceite de azufre, en pago
de algún hurtado suceso;
y si tras esto limpiáis
la cera y la palomina
que hizo el labio clavellina,
mientras vos os engañáis;
y si luego hay lavatorio,
y la redoma enjuagáis
para que aljófar hagáis
lo que Dios hizo abalorio;
y tras esto, echáis encima
dos capas de solimán,
que los ciegos las verán,
aunque os preciéis