RITOS DE LA NOCHE DE SAN JUAN CAMINAR SOBRE BRASAS… Y NO QUEMARSE
“Si caminas por el fuego no te quemarás” (Isaías 43, 2). San Pedro Manrique es una pequeña localidad situada en la comarca de Tierras Altas, al norte de la provincia de Soria, limitando con La Rioja. Fue el éxodo rural, al inicio de la década de los sesenta, la que desinfló su censo de los casi mil habitantes de primera mitad del siglo XX a los menos de setecientos que se empadronan actualmente. Durante trescientos sesenta y cuatro días al año, no merece esta villa más atención mediática hasta que llega el solsticio de verano con la Noche de San Juan. Es entonces cuando televisiones de todo el mundo centran sus focos en los sampedranos, que es el gentilicio por el que se conoce a sus habitantes, y su capacidad para cruzar una incandescente alfombra de brasas de fuego… ¡sin quemarse!
NOCHE ILUMINADA POR EL FUEGO
Siete “cargas” de madera de roble, que integran unas dos toneladas, son traídas de los montes del despoblado de Sárnago, próximo a unos cinco kilómetros de la localidad. Unas tres horas antes de la medianoche, sin protocolo ceremonial, el alguacil enciende la inmensa pira que iluminará el cercado que se instala en la explanada, bajo la silueta de la ermita de la Virgen de la Peña. Antes de descargar la leña, el recinto habrá sido convenientemente barrido para evitar que posibles guijarros o trozos de metal puedan mezclarse entre las brasas, lo que ocasionaría dramáticas quemaduras en los “pasadores”.
Luego, empleando un “bichero” o pértiga, un sampedrano veterano, con más de treinta años en el oficio, agrupa los leños
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