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Chiquicuentos 3
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Libro electrónico68 páginas1 hora

Chiquicuentos 3

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Información de este libro electrónico

A todos nos gusta que, aunque con dificultades, las pequeñas historias terminen bien.

Pues sí es bueno tener un hijo porque ahora soy abuelo. Los cuentos que hay en este libro ayudarán a los más pequeños de la casa a desarrollarse de manera natural y aprender sobre el entorno humano y los animales.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento2 abr 2018
ISBN9788417382759
Chiquicuentos 3

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    Chiquicuentos 3 - Jesús Vega Ordiales

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta obra son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados de manera ficticia.

    Chiquicuentos 3

    Primera edición: abril 2018

    ISBN: 9788417382032

    ISBN eBook: 9788417382759

    © del texto:

    Jesús Vega Ordiales

    © de esta edición:

    , 2018

    www.caligramaeditorial.com

    info@caligramaeditorial.com

    Impreso en España – Printed in Spain

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a info@caligramaeditorial.com si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    El niño

    Ésta no es otra historia como las que suelen suceder en cualquier lugar que, posiblemente, alguno de vosotros hayáis oído hablar en esos pequeños pueblos, que, por desgracia, por incomprensible que parezca, tanto daño hacen a ciertas personas inocentes.

    Era finales de octubre. Una niña-mujer de esplendorosa hermosura, que quizá por un casual pudiera ser la chica más controvertida que os imaginéis, pues a pesar de su gran belleza era realmente humilde y bondadosa. No obstante, era envidiada por alguna de las lugareñas y deseada por todo el que la conocía.

    Como os digo, era octubre y ya empezaba a hacer frio, por lo que su madre la mandaba a ir a buscar pequeñas ramas y trozos de cortezas de árboles desprendidas ya entrado el otoño, pues. Con gran esfuerzo, las arrastraba en una manta vieja hasta la casa que ocupaban ella y sus padres. La casa, aunque desvencijada, les servía de cobijo, que el avaro casero se ocupaba de cobrar con malicia. Sus padres y la chica sólo podían ahorrar algo en la época de recogida, por lo que, llegada la temporada de parón, se veían realmente en la miseria, aun con la ayuda de la peonada de su padre, como atizador de calderas de un caserón.

    Un día, a la chica, canturreando una canción que había oído en una ocasión, en una visita al caserón, se le presentó un hombre extrañamente ataviado, de improviso. Con zalamera expresión, ocultando sus verdaderos deseos, se le acercó y, dándole un golpe, la dejo inconsciente. Cuando se despertó, la chica se vio rodeada de asombrosos presentes: carbón, leña, cestones de comida y un maravilloso vestido, junto al cual figuraban unas frases que para ella eran incomprensibles, pues no sabía leer. Dando aviso de inmediato a su padre, éste llegó, y al leer la nota, rodeó con sus brazos a la chica, llorando de amargura por el nefasto mensaje.

    Pasaron los meses y a la chica cada vez iba asomándole más la barriga, con lo que su madre la envolvía en una sabana vieja, con la intención de que pareciera que la chica estaba un poco mas gordita. Llego la época de la recogida y la chica acudió, como todos los años de su corta vida laboral, y se puso de parto. Todos los trabajadores se acercaron donde se encontraba la dolorida chica, preguntando qué le ocurría. Su madre, sin explicaciones, procedió a ayudar a su hija. Ésta, sin darse cuenta de lo que le ocurría realmente, hizo lo que cualquier mujer haría en tales circunstancias. Sin más, el cielo empezó a oscurecerse y los pajarillos, en un sin ton, dejaron de cantar. Un silencio rodeó a los asistentes al acontecimiento, huyendo despavoridos. La madre de la chica, también asustada, se arropó en los brazos de su esposo. Así pues, la desamparada chica dio a luz, sin luz, pues en ese momento ocurría un eclipse, ella sola. Con extraña habilidad, la chica envolvió a la bella criatura en su mandil, alejándose de todo y de todos los que la habían engañado, dirigiéndose al bosque.

    El padre de la chica sacó de su bolsillo un pequeño paño, el cual envolvía una nota, que no era sino la encontrada por la chica aquel día que fue ultrajada, en la cual rezaba: Soy quien ya sabes, el poderoso e inigualable Martino, que por mi fealdad soy conocido, que si merecer no merezco los favores de tu hermosa hija, si soy agradecido; por tanto, con estos presentes te conmino a no dar cuenta a nadie de lo sucedido, que, si bien a los nueve meses tengo descendencia, de nuevo te estaré agradecido.

    Así fue. Cuando el pobre hombre llegó a su casa, no pudo ver otra igual de lo bonita y bella que se encontraba, repleta su alacena de sabrosos alimentos, inclusive un corral con abundante ganado doméstico. ¡Qué más podía pedir un vulgar hombre! No él, que por el favor de Martino daría el resto de su vida un agradable vivir a

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