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La Esphera De Dyson
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Libro electrónico190 páginas2 horas

La Esphera De Dyson

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La Esphera de Dyson abrirá tus ojos a un mundo nuevo. Descubrirás sucesos que los gobiernos han ocultado por más de 150 años. Prepárate para confrontarte y poner en duda todo lo que crees saber y conocer. Hazlo con mente muy abierta, pues al llegar al final, entenderás que esta historia, apenas comienza…

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 nov 2021
ISBN9798201411398
La Esphera De Dyson

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    La Esphera De Dyson - Raymond Bernard

    PRÓLOGO

    Esta historia está basada en hechos reales que transcurrieron en años recientes. Las fechas, lugares y nombres, fueron cambiados para proteger a los sobrevivientes y salvaguardar la seguridad nacional de todos los habitantes de nuestro planeta, en especial a los ciudadanos de los Estados Unidos de Norteamérica. Los hallazgos e increíbles descubrimientos que serán revelados, deben ser resguardados, ya que pudieran ser muy peligrosos si caen en manos equivocadas.

    Los personajes de esta historia, se parecen a ti. Encarnan a ciudadanos que a lo largo del tiempo solo quisieron protegernos de lo desconocido y del inminente peligro que significaba para la humanidad; son nuestros héroes anónimos…

    El infinito conocimiento que se esconde detrás de La Esphera de Dyson, es mejor mantenerlo alejado del manejo público. En definitiva, la raza humana no está preparada para interactuar con seres de otros planetas y galaxias lejanas. Y es que, muy pocos saben, que estos seres han influido en nuestras vidas por miles de años sin nosotros imaginárnoslo.

    La Esphera de Dyson abrirá tus ojos a un mundo nuevo. Descubrirás sucesos que los gobiernos han ocultado por más de 150 años. Prepárate para confrontarte y poner en duda todo lo que crees saber y conocer. Hazlo con mente muy abierta, pues al llegar al final, entenderás que esta historia, apenas comienza…

    EPISODIO 1

    La Mujer De Mis Sueños

    c

    onversar con mi padre, era un placer. Era una especie de enciclopedia con brazos, piernas y lentes. Cuando se lo digo, se molesta conmigo. Él mantiene y defiende que no es inteligente, que simplemente tiene una mente entrenada. No solo conoce sobre el universo y el espacio, la física y las matemáticas; sabe de todo. Pero es de historia, lo que más me gusta hablar con él. Y nada más propicio, ya que mañana tendré mi última presentación regular en la universidad, y será precisamente para hablar de su historia. Fui el escogido de la próxima promoción para hacerlo en el aula magna y ante un jurado calificador muy prestigioso.

    ¿Estás nervioso? —me preguntó.

                Jamás papá. Tú te encargaste de entrenarme —se molesta una vez más.

    La historia de esta universidad es muy particular. Es una de las mejores del mundo en ciencia, tecnología e investigación. Fue fundada a finales del siglo XIX y tuvo muchas dificultades económicas hacia sus inicios. Lograr un cupo acá es muy difícil. Ni siquiera el hecho de que mi papá fuese profesor e investigador por más de 30 años, me ofreció algún privilegio. Depende de tus índices académicos y de la expresión casi demencial que debes demostrar tener, en cuanto al amor, entrega y motivación por la ciencia.

    Hijo, esta universidad es mi vida. Me retiraré una vez entres en el proyecto que conversamos hace algún tiempo —me repite por enésima vez.

    Papá, ese proyecto para mí es un total enigma. Por qué sigues diciéndome que conversaste conmigo sobre él, si no es así. Termina de explicarme de qué se trata —una vez más, me dice que al graduarme me cuenta los detalles.

    El Campus de la universidad es alucinante por su majestuosidad y organización. Yo decidí tomarlo como residencia. Mi papá estuvo en desacuerdo, pero me permitió hacerlo, luego de una profunda conversación. El edificio de habitaciones en el que quedé asignado, es el más imponente. Es como un hotel antiguo, de paredes de ladrillos impecables y de forma ondulada, de pasillos tan relucientes y silenciosos, que podías escuchar el teclado de las

    computadoras y la respiración de todos durante la noche. Allí nadie descansa; nadie duerme…

    Mi habitación tenía vista al río Charles. Un gigante que atraviesa todo el Estado de Massachusetts. Estar en una habitación sin acompañantes, fue la única condición que mi papá me obligó a aceptar. Esa negociación me enseñó y me ayudó mucho; definitivamente, negociar en la vida, es importante…

    Y por supuesto, tenía que enamorarme…

    No sé cómo ocurrió, pero ocurrió. Apenas estábamos en el primer año de la carrera. Yo estudiaba ciencias de la computación y ella física. Yo también quería cursar física, pero mi papá me orientó a que tomara computación en pregrado y que luego hiciera una maestría en física. Y así lo hice...

    Siempre la veía allí, sentada en el comedor, rodeada de gente. Parecía popular y con una sonrisa eterna. Yo normalmente andaba solo, no hacía otra cosa que estudiar. Hasta el día en que se acercó a mí mientras almorzaba y leía a la vez, supe de inmediato, que ella iba a ser el amor de mi vida. Y así fue…

    Hola ¿cómo estás? —me preguntó.

    Hola —sí, solo dije, ‹‹hola››.

    ¿Cómo te llamas?

    Raymond Bernard. ¿Y tú?

    Mucho gusto, me llamo Kate.

    ¿Kate, qué? —se sorprendió.

    ¿Te importa mi apellido? —increpándome.

    Disculpa... No importa.

    ¿Estudias computación, no?

    Sí ¿cómo sabes? —le pregunté extrañado.

    Porque sé quién eres.

    ¡Ah sí!… ¿Y quién soy?

    Raymond Bernard.

    Claro, acabo de decírtelo

    Perdón, Raymond Bernard hijo, quise decir.

    Esa respuesta me hizo sentir orgulloso y envidioso a la vez. La mujer más hermosa de la universidad, y la que ya había escogido como el amor de mi vida, me conocía porque era hijo de Raymond Bernard.

    ¿Y cómo sabes que soy hijo de él?

    Todos lo sabemos. Sobre todo, los que estudiamos física. Es el mejor profesor de esta universidad. Y, según sabemos, el investigador más importante y además, cofundador del proyecto más ambicioso y secreto de nuestro país.

    Quedé impactado. Al parecer el proyecto al que mi papá se refería, lo conocían más de lo que él se imaginaba. Mis celos, crecieron exponencialmente…

    ¿Y qué sabes de ese proyecto?

    No mucho. Pero nos encantaría saber…

    ¿Tú lo conoces? —se acercó y me preguntó en tono insinuase.

    Eso fue suficiente para pararme e irme. Intuí que su acercamiento solo buscaba conocer del proyecto y no iba a permitir que me utilizaran…

    Al día siguiente, ella me buscó ansiosa —así lo mostraba en su andar hasta llegar a mí— para pedirme disculpas. La escuché y pasé la página. Tanto, que en dos días, pero cuatro años después, será nuestro acto y fiesta de graduación, y no he dejado de pensar en ella ni un solo día. Para ser sincero conmigo mismo, no estoy seguro de que mi amor haya sido totalmente correspondido

    EPISODIO 2

    Un Misterioso Visitante

    T

    odas las mañanas nos reuníamos en los jardines de la universidad para hablar de nuestros trabajos de tesis, del acto de graduación y, por supuesto, de la gran fiesta… Éramos muy jóvenes aún. Con apenas 22, habíamos logrado terminar el pregrado en tan solo 4 años e iniciar desde el tercero, una maestría como oyentes. Siempre estuvimos muy intrigados sobre el por qué nos ofrecieron algo tan inusual. Estoy convencido que nos obligaron a hacerlo sin darnos cuenta. Era como si tuvieran un plan con nosotros: The five geeks —así nos llamaban.

    De lo que más nos gustaba hablar, era sobre nuestros planes futuros. Todos eran bastante disímiles. Jason, por ejemplo, quería asimilarse en el ejército y defender a nuestro país en cualquier guerra con sus amplios conocimientos en telecomunicaciones. Se imaginaba en pleno desierto instalando antenas de comunicación y en medio de una persecución. Creo que sufría de delirios épicos. Michael por su lado, quería estudiar derecho. Soñaba con los atuendos solemnes de los jueces en los juzgados y en la defensa de la ley. En la universidad, fue el vocero estudiantil e incluso estuvo a punto de ser expulsado por su irreverencia y locuacidad. Sus sobresalientes notas y brillante potencial como investigador y profesor, abrieron espacios de salvación para él. Robert tenía planes menos ambiciosos. Solo quería hacerse cargo del negocio familiar. Nos cansamos de explicarle que era un desperdicio de talento. Que debía aprovecharlo en una gran corporación. Hasta que un día nos dio una lección que no olvidaré jamás, por lo sencilla y contundente de su frase: No voy a desperdiciar mi talento en una corporación. Prefiero desperdiciarlo en el negocio que mis padres abrieron hace 20 años y con el que lograron pagarme esta universidad. Y, mi amada Kate, que solo quería salir de su mundo. Lo sentía tan pequeño, que quería sacudírselo, viajar, vivir aventuras y conocer otras culturas. Me confesó un día, que siempre se esforzó en sus estudios para complacer a su familia y que se sintieran orgullosos de ella, pero que su sueño real, era primero vivir la vida y luego, tan solo luego, convertirse en un astronauta de la NASA.

    Un día antes de la graduación, mientras hablábamos en el mismo lugar de siempre, un caballero se nos acercó. Luego de entablar conversación preguntándonos cosas —de las cuales parecía ya saber las respuestas—, nos dijo que su nombre era John y que venía a ofrecernos un trabajo que no podíamos rechazar.

    Soy un cazador de talentos de una empresa de investigación e innovación de renombre mundial que busca jóvenes brillantes y recién graduados, como ustedes, para ofrecerles las mejores oportunidades de empleo. Lo que mucha gente llamaría, el trabajo soñado, y que solo puede ser desempeñado con éxito por la juventud emprendedora, llena de sueños y con visión clara de su futuro. Acá les dejo mi tarjeta. Pronto los estaré contactando a todos…

    Nos quedamos sorprendidos. Fue muy extraña la manera en que nos abordó. Algo en su actitud, me decía que nos conocía. Era claro que nos había investigado y no llegó a nosotros por casualidad. Guardamos su tarjeta y se retiró misteriosamente tal y como llegó, sin previo aviso.

    Los días pasaban muy rápido. Eran como la lluvia en el verano y, nosotros, en lo único que pensábamos era en la presentación de nuestra tesis, en la graduación y en volver a casa con la familia, luego de tanto tiempo sin disfrutar de ellos.

    Pues llegó el día. Mi presentación fue sobresaliente y digna de publicación —así fue calificada por el jurado—. El tema que escogí despertó muchas inquietudes. Trabajé un modelo de simulación en computación cuántica sobre la velocidad de la luz y el espacio tiempo. A veces siento, que fue una escogencia muy redundante buscando sobresalir y ser reconocido por mi padre y por Kate. Y bien que lo logré…

    Todos mis amigos, tuvieron notas también sobresalientes. Estábamos muy contentos y orgullosos de nosotros mismos ya que hicimos un gran esfuerzo y fue recompensado. Cerrábamos un ciclo importante en nuestras vidas….

    El día de nuestra graduación, entre trajes de vestir, llantos de alegría, bailes y cierta desmesura, seguíamos hurgando en lo más profundo —con algunas copas de más—, los caminos que habíamos escogido. En ocasiones, creo que en el fondo había reclamos solapados entre nosotros. Como si no estuviéramos de acuerdo con lo que cada quien había decidido y no éramos capaces de decirlo. Creo que el miedo a no vernos más e inclusive a olvidarnos, nos atemorizaba y en cierta forma, estábamos agobiados por tanto peso sobre los hombros.

    Estábamos conversando un poco alejados de la ensordecedora música, cuando de pronto vimos a John que se acercaba lentamente. Todos quedamos sorprendidos. Nos felicitó por nuestros logros y sin titubeos nos preguntó si habíamos pensado en la propuesta. Quise contestar, pero Michael de inmediato le dijo que sí; que aceptaba y, sin pensarlo, le preguntó que cuándo podrían reunirse para empezar. No entendíamos, él nos había dicho que la próxima semana se iba a Nueva York a visitar a su familia, a presentar el examen de admisión y asistir a la entrevista en la facultad de derecho de la Universidad de Cornell. Nos dio a entender entre susurros con John presente, que estuviéramos tranquilos, que mañana nos contaba el por qué había aceptado de esa manera.

    Qué bien, ya tengo tu información Michael. Estamos en contacto ––dijo John complacido y retirándose no sin antes, recordarnos incisivamente que lo pensáramos.

    De inmediato, me comprometí con todos a indagar sobre la dichosa compañía de investigación e innovación que John representaba, antes que cualquiera de nosotros tomara ninguna decisión sin asegurarnos. Lo que haríamos, pudiese hacernos cambiar el rumbo de nuestros planes y de nuestras vidas. Todo parecía muy bueno para ser verdad.

    Los días pasaron y mientras recogía cosas en el apartamento, cayó al piso aquella misteriosa tarjeta que había guardado en uno de los libros de mi mesa de noche. El papeleo en la universidad me hizo olvidar por completo ese asunto. Y a mis amigos también. Aunque algo ciertamente extraño pasó con Michael, ya que

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