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Máximas, consejos e instrucciones sobre el arte de la guerra
Máximas, consejos e instrucciones sobre el arte de la guerra
Máximas, consejos e instrucciones sobre el arte de la guerra
Libro electrónico244 páginas2 horas

Máximas, consejos e instrucciones sobre el arte de la guerra

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Por años, Mariano Bolognesi albergó la idea de compilar en un solo volumen los conceptos básicos de la milicia. El inicio de la guerra con Chile y los desfavorables resultados en el sur catalizaron su antiguo proyecto, por lo que editó e imprimió con sus propios recursos 600 ejemplares del presente título, pues era conveniente para los jóvenes que
IdiomaEspañol
EditorialSomos Libres
Fecha de lanzamiento30 oct 2023
ISBN9786124861918
Máximas, consejos e instrucciones sobre el arte de la guerra
Autor

Mariano Bolognesi

Mariano Bolognesi Cervantes (Arequipa, 1826 - Lima, 1899) A pesar de la diferencia de edad con su hermano Francisco, inició junto a él la carrera militar en el arma de artillería. Participó en la batalla del campo de La Palma y en la victoria del 2 de Mayo de 1866 en la batería Ayacucho (Callao) Fue nombrado ayudante del Estado Mayor General y edecán de Ramón Castilla. Alcanzó el grado de coronel graduado de artillería. En 1864 publicó Prontuario de instrucción militar, breve tratado de reglamentos, tácticas y ordenanzas vigentes de cada uno de los grados militares —desde soldado hasta coronel—, el servicio de guarnición, la instrucción del recluta, de una compañía y de un batallón. En 1861 publicó Compendio de música elemental. En 1862 presentó en el teatro Principal la obra poética y musical La americana, dedicada al general mexicano Zaragoza. En 1867 apareció Manual de solmisación, que contiene los principios elementales de la música para el aprendizaje en los colegios. Y en 1869 publicó el ensayo Reforma de la instrucción primaria, en el que repasa la problemática de la educación primaria tanto en la ciudad como en la zona rural del país.

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    Máximas, consejos e instrucciones sobre el arte de la guerra - Mariano Bolognesi

    Prólogo

    — por Miriam Salas Olivari —

    Luis Enrique Cam se ha destacado en los últimos años por su labor de investigación de la Historia del Perú. Su perseverante compromiso con la cultura y su esfuerzo por el fortalecimiento de la identidad nacional a través de la difusión escrita y cinematográfica de hechos fundamentales de nuestra Historia le ha merecido el Diploma al Mérito por la Promoción de la Historia del Perú en el 2019, que otorga la Academia Nacional de la Historia del Perú.

    Como investigador y cineasta, Luis Enrique Cam ha producido numerosos documentales acerca de diferentes personajes de la Historia del Perú que, en líneas generales, se destacan por sus valores humanos y creativos, pero principalmente por su amor por el país y su servicio altruista hacia este. Entre sus documentales destacan Una rosa para el mundo, Cantar la misa con Chabuca, Bolognesi: Tengo deberes sagrados que cumplir, El corresponsal del Huáscar y, recientemente, Con el alma en vilo. También ha incursionado en la edición de libros como El Morro de Arica. La resistencia del periodismo peruano durante el cautiverio de Tacna y Arica¹, que es una compilación de artículos destacados del periódico homónimo que circulaba durante el periodo del cautiverio de esas ciudades a consecuencia de la Guerra con Chile.

    En esta línea se encuentra la obra que nos presenta hoy, que es la edición del libro Máximas, consejos e instrucciones sobre el arte de la guerra, editado en Lima en 1880 por Mariano Bolognesi, hermano de nuestro héroe epónimo Francisco. La marca familiar está presente en el prólogo del libro cuando el editor cita la épica frase de su hermano: «hasta quemar el último cartucho».

    Este libro, como lo resalta Luis Enrique Cam, trata sobre el desempeño de vida de un hombre, Mariano Bolognesi, perteneciente a la familia Bolognesi Cervantes, fundada por el músico Andrea Bolognesi, quien migró de Génova, Italia, al Perú en tiempos difíciles para la patria que lo vio nacer.

    Él formó parte de una corriente migratoria de Italia al Perú, cuyos miembros sembraron importantes raíces en estos suelos y adoptaron a esta tierra como su patria a la cual sirvieron —desde su patriotismo creado en estos suelos— en diferentes áreas de la vida social, inclusive en los campos de batalla.

    Las raíces familiares que echaron en su patria nueva los hizo llevar en el corazón, vívidamente, la bandera roja y blanca. Y el compromiso es tan alto, pues la acción creadora-productiva y la defensa de la Patria nueva en los campos de batalla están llenas de heroísmo. Su familia echó raíces en estos suelos en los albores de la Independencia del Perú. La misma que Andrea Bolognesi, el padre, juró. El matrimonio del patriarca con la arequipeña Juana Cervantes Pacheco produjo ese mestizaje que ató a la familia a estos suelos que se desarrollará básicamente en Lima.²  Los hermanos Bolognesi se criaron en una familia comprometida con el desarrollo del Perú y su independencia.

    Se conoce mucho sobre la heroicidad de Francisco Bolognesi, pero a través de este libro, cuyo propósito principal es publicar el texto de Mariano Bolognesi, Máximas, consejos e instrucciones sobre el arte de la guerra, Luis Enrique Cam nos presenta a un personaje para el que reclama, con justicia después de conocer sus servicios a la patria en los campos de batalla y en la vida civil, el traslado de sus restos mortales a la Cripta de los Héroes, junto a los de su hermano Francisco y sus sobrinos Augusto y Enrique Bolognesi.

    Mariano Bolognesi fue defensor de la patria el 2 de mayo de 1866 y en la guerra con Chile, pero su vida se caracterizó no solo por empuñar el fusil por la Patria, sino también por su respeto al orden establecido, a la Constitución y a las leyes, y por su deseo de engrandecerla a través de la educación y el arte.

    Mariano Bolognesi —como coronel graduado de Artillería del Ejército y como ciudadano libre que había jurado defender hasta derramar su última gota de sangre las garantías sociales, la Constitución y el orden constituido— en un gesto de civismo renunció a su posición de privilegio en julio de 1859, cuando Ramón Castilla intervino el Congreso. El 13 de julio de ese año, en un artículo periodístico, se volcó en defensa del orden liberal constituido. Le reclamó a todo militar que se pusiera la mano en el pecho para sentir solo el latido de la honradez y el espíritu público. Cuando Castilla, después de la sangrienta guerra civil en contra Vivanco (1856-1858), de facción conservadora, en la que cayeron miles de litigantes, dio un giro moderado impulsando una nueva constitución de carácter mesurado. Su hasta entonces líder convocó a un nuevo Congreso que lo ratificó como presidente constitucional el 24 de octubre de 1858. Mariano Bolognesi, ese mismo día, en un acto de heroicidad civil, se dirigió a Castilla por escrito y como «ciudadano libre», para «revocar o anular por cualquier medio esa resolución que me convertiría, si continuase en el Ejército, como a todos mis colegas los custodios de las leyes, en esclavo abyecto, en traidor y opresor de la madre patria». Bolognesi puntualiza que su autoridad moral le venía de los «torrentes de sangre y de eterno luto de los pueblos de mi Patria» producto «del honroso movimiento popular de 1854 que dio por último resultado la liberal constitución de 1856» que había «costado torrentes de sangre y eterno luto a los pueblos de mi Patria». Bolognesi se declara demócrata, respetuoso de la constitución y las leyes, y que, a su entender, no se podían cambiar de acuerdo con la voluntad de los caudillos.

    La carrera militar de Mariano Bolognesi está signada por el servicio con las armas y el heroísmo y también por muchos periodos de jefe indefinido del Ejército. El personaje de Luis Enrique Cam —y ahora nuestro— utilizó esos periodos de alejamiento del servicio activo al Ejército para despertar su espíritu creativo y de servicio civil a la población, sobre todo en el sector Educación.

    Mariano Bolognesi, mientras no servía al país en los campos de batalla o estaba en la condición de oficial indefinido, se dedicaba a introducir, a través de la educación y la creación musical, el espíritu ingenioso, ciudadano y de servicio. Desde agosto de 1862 sirvió cívicamente a la ciudad de Lima; propuso mejoras en la organización de dicha ciudad y su división por cuarteles y fue instructor de las Guardias Nacionales y del Batallón de Artillería en el Callao.

    Su afán educativo no se detenía en las clases presenciales; para aumentar la efectividad de estas escribió textos educativos destinados a la educación militar —como el que hoy presenta Luis Enrique—, y a la musical, como el Prontuario de instrucción militar (1864) y Compendio de música elemental (1867), que incluía las nociones básicas de teoría y los coros del Himno Nacional y de «La limeña». En junio de 1869 publicó un ensayo llamado Reforma de la instrucción primaria, en el que repasa la problemática de la educacióne en este nivel tanto en la ciudad como en la zona rural del país y advierte sobre los vicios en los que había caído la educación en los aspectos pedagógicos; pensaba que los textos destinados a la instrucción primaria y secundaria se deberían escribir en el Perú, para que se tomen en cuenta nuestras costumbres, tradiciones, diferencias geográficas y la cultura en general. Consideraba un fracaso para nuestro país la copia y pega de los sistemas educativos foráneos: «Lo que leyeron y vieron en otra parte, vinieron y plantificaron un monstruo que debía consumir mucho dinero y producir nada, nada y nada». Esto no significó que no estuviese dispuesto a actualizarse con los nuevos métodos de instrucción primaria para elaborar sus propios métodos de lectura y escritura.

    Mariano Bolognesi es una verdadera caja de sorpresas. Consideró vital diseñar un programa educativo que tenga en cuenta la realidad del país y no la de otras latitudes; consideraba contraproducente introducir un sistema educativo ajeno a nuestra realidad de múltiples pisos ecológicos que, además, resultaba bastante costoso, pues todo se debía traerse de afuera. Su espíritu humanista lo llevó a ser un adelantado a su tiempo. Creía en la necesidad de que todos los niños del Perú recibieran educación primaria completa sin distinción de clase ni sexo, un sistema educativo que se debía conectar: «en el corazón de las generaciones venideras, la virtud y el saber, el amor a la humanidad, a la patria y a la familia».³

    Sorprendentemente, pareciera que describiera la realidad del Perú actual, cuando se pretende introducir en la educación ideologías de otras sociedades sin antes haber resuelto las necesidades mínimas de los educandos, relativas a las instalaciones, la salud, la alimentación y, entre otras, la ya consuetudinaria anemia. En síntesis, Mariano Bolognesi se adelanta a su tiempo y trae a la mesa de discusión problemas educativos y de fe que hasta el día de hoy no logramos resolver.

    La Patria era su norte, la sirve con la fuerza de las armas y con una vocación de magisterio muy grande. De allí que participase en el combate del 2 de Mayo de 1866 contra la escuadra española en las baterías del Fuerte Ayacucho en el Callao. En marzo de 1867, nuevamente como jefe indefinido, regresa a la creación y enseñanza de la música. En mayo de 1870, durante el gobierno de José Balta, mientras continuaba en situación de indefinido del Ejército, fue nombrado director de la academia de música que funcionaba en el colegio Guadalupe. En febrero de 1877 fue destacado a la Comisión de Instrucción Primaria del Ejército y se le encargó dirigir la enseñanza de música en las distintas escuelas de los diferentes cuerpos del Ejército y a la docencia gratuita de música a dieciséis jóvenes de escasos recursos, labor importantísima desde que sabemos que las bandas y las trompetas jugaban un papel destacado tanto en los campos de batalla como en los tiempos de paz y de allí que formasen parte de todo cuerpo del Ejército del siglo xix.⁴

    Sus composiciones musicales están dedicadas a ensalzar a la Patria y a valorar los sentimientos de la cultura popular. Entre ellas destacan: Las rosas pompones (cuatro polkas), de 1851; Canción Nacional para voz y orquesta, de 1853; la marcha patriótica Tunante, de 1853; el valse Los ecos del Misti, la Aurora del 5 de enero y La cantinera del Ejército Libertador, de 1855; el Himno Peruano 2 de Mayo con la letra de Carlos A. Salaverry, de 1874, entre otras. Igualmente incursionó en la obra poética y musical con La americana, de 1862. Mariano Bolognesi continuó con su producción intelectual hasta los últimos años de su vida: Música: principios elementales. Tercera edición, de 1888 y Explicaciones provisionales sobre la enseñanza colectiva con el nuevo método de lectura, de 1892.

    Su inquietud por impulsar la educación y la cultura lo llevó a participar en primera línea en la fundación de nuevas instituciones culturales como la Academia de Bellas Artes de Lima, el 19 de mayo de 1870, donde fue director hasta octubre de 1874. Posteriormente, en 1876, abre en su casa una academia de música para niños y niñas, «para que la instrucción musical produzca sus benéficos resultados en la sociedad».

    * * *

    La infausta guerra del Pacífico replantearía todo proyecto de vida en el país; por ello, la academia de música de nuestro personaje tuvo que suspender sus actividades. Entre mayo y diciembre del fatídico año de 1879, Mariano Bolognesi alterna los encargos de ayudante del Senado y de agregado en el Ministerio de Gobierno. De enero a agosto de 1880, el coronel Bolognesi sirvió como jefe de la batería 21 de Diciembre en el Callao.

    Infaustamente, el 4 de julio de 1880 formó parte de la comitiva que recibió en el Callao al buque Limeña, en el que llegaron los restos de su hermano Francisco Bolognesi.

    Ese mismo año, mientras el Ejército chileno invadía las provincias del sur del Perú, el coronel de artillería Mariano Bolognesi publicó, en la Lima aún libre, una segunda edición del Prontuario de instrucción militar. Igualmente, publicó las Máximas, consejos e instrucciones sobre el arte de la guerra, que es el texto que Luis Enrique Cam nos trae en este volumen.

    Este texto es una compilación educativa sobre los cuidados previos y durante la guerra y de las tácticas bélicas para alcanzar la victoria. Está dirigida a los responsables de la sostenibilidad de los cuerpos en campaña en los tiempos de guerra y a los jóvenes enlistados en el ejército de reserva que se preparaban para defender la capital. El libro incluye textos de diferentes autores internacionales correctamente traducidos del inglés, francés e italiano, vistos desde el filtro de sus propias experiencias en el arma de artillería, algunas de ellas añadidas a pie de página. La publicación de estos manuales obedeció a su preocupación altruista por preparar a los jóvenes inexpertos en las artes de la guerra para que defiendan su vida y la capital con éxito. Es, pues, una instrucción para los civiles en el Ejército de Reserva del Perú: «Pero el invadido que no puede en manera alguna ser el responsable, no debe sujetarse a otra ley que no sea rechazar al invasor

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