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La culpa la tiene el gato
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La culpa la tiene el gato
Libro electrónico36 páginas37 minutos

La culpa la tiene el gato

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Información de este libro electrónico

Kelly jamás se separa de su gato.
Corina se enamora de ella, y encuentra enseguida competencia por sus afectos... No le gusta nada el gato de su novia, pero no le queda otra opción más que aprender a convivir con él.
Cuando supuestas pulgas invaden su cuerpo y la dejan sin paz, el culpable parece ser evidente. Pero, ¿lo es?

"Tengo la absoluta certeza de que la culpa la tiene el gato.
Sí, sé que nadie me cree. ¿Cómo podría esa adorable criatura ser capaz de algo así? Yo les digo que fue él.
Les contaré lo que ocurrió. De esa manera, podrán ver que estoy en lo cierto y quizás ustedes recapaciten. Se darán cuenta de que no es locura lo que me aqueja, sino un mal traído por ese felino infernal. Es él quien necesita ayuda profesional, no yo".
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento29 sept 2021
ISBN9789874806185
La culpa la tiene el gato

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    La culpa la tiene el gato - Natalia Hatt

    INTRODUCCIÓN

    Tengo la absoluta certeza de que la culpa la tiene el gato.

    Sí, sé que nadie me cree. ¿Cómo podría esa adorable criatura ser capaz de algo así? Yo les digo que fue él.

    Les contaré lo que ocurrió. De esa manera, podrán ver que estoy en lo cierto y quizás ustedes recapaciten. Se darán cuenta de que no es locura lo que me aqueja, sino un mal traído por ese felino infernal. Es él quien necesita ayuda profesional, no yo.

    1

    Todo comenzó una calurosa mañana de verano.

    Había salido a dar una larga caminata por un sendero que bordeaba el río, como solía hacerlo con frecuencia. Ese día en particular, sin embargo, me ocurrió algo que no tenía previsto: cuando había recorrido unos tres kilómetros, pisé una piedra y me torcí un tobillo.

    Intenté caminar igual y regresar a casa de la forma en que pudiera, aunque fuera a paso de tortuga. Pero el dolor era tan grande que, al final, tuve que desistir y sentarme a un costado, sobre la hierba.

    Me debatía la posibilidad de llamar a mi ex y pedirle ayuda. No tenía amistades en el pueblo y no se me ocurría a quién más contactar. Ustedes pensarán que es cosa de alguien poco cuerdo mudarse a otro país por amor y quedarse allí tras la ruptura, pero lo cierto es que había logrado encontrar el trabajo de mis sueños, y no me iba a marchar por más que las cosas con Linda no hubieran funcionado. Estábamos en términos más o menos amigables, llamarla no habría estado mal… salvo porque eso iba en contra de mis principios. Me las arreglaría por mi cuenta.

    Un bocinazo me trajo de regreso a la realidad. En el camino polvoriento se detuvo una camioneta destartalada. La puerta se abrió. Lo

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