De Europa al fin del mundo: Relatos de viajes a Chile

Por Carolina Valdivieso y Cecilia Beuchat

Florence Dixie, Berta Koessler-Ilg, Rodulfo Amandus Philippi, María Graham, Nada Fabjancic, Amédée-François Frézier, Joseph Emperaire, Charles Darwin, Bernardo Eunom Philippi, Martín Gusinde, Marianne North, E. Lucas Bridges, Doce personajes que en la búsqueda de horizontes desconocidos partieron un día de sus tierras natales, atravesaron el Atlántico y llegaron a Chile, donde dejaron una huella que perdura hasta hoy.

• Idioma: Español
• Editorial: Ediciones UC
• Fecha de lanzamiento: 9 dic 2022
• ISBN: 9789561430235

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De Europa al fin del mundo

Relatos de viajes a Chile

Cecilia Beuchat Reichardt y Carolina Valdivieso Ovalle

© Inscripción Nº 2022-A-9362

Derechos reservados

Noviembre 2022

ISBN Nº 978-956-14-3022-8

ISBN digital Nº 978-956-14-3023-5

Diseño: Francisca Galilea R.

Diagramación digital: ebooks Patagonia

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CIP-Pontificia Universidad Católica de Chile

Beuchat Reichardt, Cecilia, 1947- , autor

De Europa al fin del mundo: relatos de viajes a Chile / Cecilia Beuchat R., Carolina Valdivieso O.

Incluye bibliografía.

Chile - Descripciones y viajes.

Chile - Vida Social y Costumbres.

Europeos - Chile - Historia.

Tít. 

Valdivieso, Carolina, autor. 

2022 918.3+DDC23 RDA

Presentación

Según el escritor Phillip Roth, la humanidad se divide en dos categorías: los que escuchan y los que no escuchan.

Carolina y Cecilia pertenecen sin duda alguna a los que escuchan.

Años atrás, en Cuentos de otros lugares de la tierra —un libro de las autoras que también tuve el agrado de presentar— escucharon las voces míticas de nuestros antepasados en cuentos que trasmitían la verdad sobre la naturaleza humana y recreaban nuestros orígenes. Hoy, en De Europa al fin del mundo, vuelven a escuchar voces; ahora la de esos arriesgados viajeros que atravesaron un océano para llegar a estas tierras de fin de mundo y que, ellos también, pertenecieron a la categoría de los que saben oír. Y si bien en el primer libro las voces provenían de mitos y leyendas y ahora los relatos son reales, en los dos subyace un llamado a nuestras raíces, a la preocupación de los humanos por la vida y el amor por la naturaleza.

Desde Ulises y sus travesías hasta las exploraciones espaciales de hoy, los viajes han sido fuente de conocimiento físico y también espiritual. La literatura en occidente nace unida al periplo de Ulises. De hecho, en nuestro continente las crónicas de Fray Bartolomé de Las Casas y de Bernal Díaz del Castillo son consideradas las primeras manifestaciones literarias de la conquista de América.

Personajes y lugares que parecen salidos de la imaginación han sido fruto de travesías. Los hombres, llevados por el afán de penetrar en el corazón de lo desconocido y develar sus secretos, desde tiempos ancestrales navegaron océanos y descubrieron tierras. Los navegantes avistaron monstruos fabulosos y continentes míticos; y los que desembarcaron en tierra firme se encontraron con pueblos primitivos, flores resplandecientes, animales nunca vistos, especies y riquezas impensadas.

De los relatos de viajeros han resultado las grandes novelas de la literatura universal y el tema del viaje ha sido la llave que abre el mundo interior del hombre. ¿No son acaso El Quijote de Cervantes, El corazón de las tinieblas de Conrad o Los anillos de Saturno de Sebald, por nombrar algunos, obras fundantes cuyo punto de partida es un viaje?

Los viajeros de este libro, igual que las autoras, además de escuchar escribieron. Así, llegaron a nosotros costumbres y leyendas de nuestros pueblos originarios con la voz del que vivió, descubrió y compartió una experiencia con una mirada profunda y visionaria.

Unos convivieron con los pueblos primitivos, otros probaron frutos de sabores desconocidos, algunos navegaron mares y ríos, exploraron bosques y subieron montañas. Historia, mitos, flora y fauna, humanidad. La elección de las autoras abarcó una amplia gama de temas que esos ilustrados viajeros europeos fueron descubriendo en nuestra tierra y cuyas visiones son hoy fuente de información para investigadores de distintas disciplinas.

Aunque cada uno de estos personajes dejó una huella permanente entre nosotros, solo me alargaré comentando la obra de cuatro de ellos que, por distintos motivos, llamaron mi atención: Berta Koessler-Ilg, Charles Darwin, Joseph Emperaire y Amedée Francois Frézier.

Confieso que a Berta Koessler-Ilg no la conocía. Llegó a América acompañando a su marido médico —ella era enfermera— y la casa que levantaron en la Patagonia se llenó con sus seis hijos y se transformó en el mejor hospital de la zona. Pero su labor no solo fue la de ser madre o de ayudar a curar enfermos, sino que, poseedora de una vasta cultura y de una gran curiosidad intelectual —hablaba siete idiomas, entre ellos el mapuzungun— abrió sus oídos al pueblo mapuche y durante largo tiempo se dedicó a recopilar leyendas y mitos de su cultura. Día tras día conversaba con sus pacientes y escuchaba los relatos que ellos le contaban, mientras tomaba notas con lápiz y papel, que más tarde transcribiría a una antigua máquina de escribir.

De ella conoceremos un precioso relato titulado Los cuatro puntos cardinales, los meses y los días del año, en el que se cuenta cómo el viejo Gran Loncoche, un flojísimo ayudante del dios creador, siguió solo a medias las instrucciones de su amo y aunque los puntos cardinales quedaron delimitados, hasta hoy en el mundo se pueden ver las consecuencias de su pereza.

Koessler-Ilg nos cuenta también en forma simpática que "para el huinca el indio de ancha cara y piel oscura es feo; pero para el indio es horrible mirar al huinca, porque le parece que es un gusano incoloro que ha nacido de la tierra y sus ojos claros perturban el sueño cuando entra a la casa del indio".

Las autoras ponen de relieve la obra de esta mujer, que es una de las más importantes y completas que se tiene sobre los mapuche, por lo que Berta Koessler-Ilg fue llamada la araucana blanca.

El capítulo de Charles Darwin, como sucede siempre con la buena letra, me llevó a otras lecturas sobre el naturalista inglés. Entonces recordé que Darwin describió fenómenos naturales, flora y fauna, aparentes anomalías de la naturaleza; pero que sobre todo se sorprendió con los indígenas patagónicos capaces de adaptarse a un mundo en el que ningún blanco podría sobrevivir; admiró su rapidez mental, su capacidad de aprender idiomas y asimilar conocimientos para afrontar situaciones difíciles. No hay duda de que su obra comenzó a gestarse cuando el científico era un joven de 23 años que excursionaba por las tierras de nuestra América. Así, en su obra Recuerdos del desarrollo de mis ideas y carácter confiesa: "El viaje del Beagle ha sido para mí el suceso