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Corazón mecánico
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Libro electrónico83 páginas1 hora

Corazón mecánico

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Información de este libro electrónico

El narrador de esta novela, llamado, al igual que su autor, Juan Carlos Quezadas, se empeña en hacernos creer que lo que leemos no es una novela, sino una crónica, una relación de hechos verídicos. Todo comenzó cuando la editorial Jus le encargó que escribiera una novela de terror para incluirla en su catálogo. El problema fue que a Juan Carlos no se le ocurría nada. Nunca antes había escrito un libro de terror y no se sentía capaz de hacerlo. Por lo tanto, se presentó en la editorial para pedir una ampliación del plazo de entrega de su libro. No encontró a la editora y en vez de esperarla se fue a dar una vuelta por los alrededores. De pronto, se vio ante un pequeño callejón, donde viviría ya no en su imaginación, sino en carne propia esa historia de miedo que tanto buscaba.

Cualquier historia ficticia apela a la credulidad del lector en el momento de la lectura; de otro modo no sería posible que quien lee se sintiera sobrecogido por unos conflictos y unos personajes que en el fondo no son más que papel y tinta. En "Corazón Mecánico", esta apelación se vuelve aún más apremiante, ya que el libro nos invita explícitamente a creer en la veracidad de lo que nos cuenta, pidiéndonos que lo leamos como realidad y no como ficción. El efecto conseguido es, sin duda, perturbador: si lo leído es verdad, entonces lo sobrenatural no está sólo en nuestras fantasías, no sólo forma parte de las historias que nos inventamos, sino que está al acecho, esperando por nosotros detrás de cualquier esquina, listo para darnos un buen susto. Los límites entre verdad y ficción quedan, pues, difuminados, al menos mientras leemos.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento12 oct 2015
ISBN9786079409012
Corazón mecánico

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    Vista previa del libro

    Corazón mecánico - Juan Carlos Quezadas

    Índice de contenido


    Índice

    Portadilla

    Legales

    Dedicatoria

    Uno

    Dos

    I

    II

    III

    IV

    V

    Tres

    Cuatro

    Cinco

    Seis

    Siete

    Ocho

    Nueve

    Diez

    Diez y medio o casi doce

    Doce

    Trece

    Catorce

    Quince

    Epílogo

    Colofón

    Juan Carlos Quezadas

    Corazón

    Mecánico

    Ilustraciones de

    María del Mar Hernández

    Corazón Mecánico / Juan Carlos Quezadas

    D.R.©2009, Jus, Libreros y Editores, S. A. de C. V.

    en colaboración con Editorial Jus

    Donceles 66, Centro Histórico

    C.P. 06010, México, D.F

    Tel: 22823100

    www.jus.com.mx / www.jus.com.mx/revista

    ISBN: 978-607-9409-01-2, Jus, Libreros y Editores, S. A. de C.V.

    Todos los Derechos Reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la copia o la grabación, sin la previa autorización por escrito de los editores.

    Formación y cuidado editorial: Jus, Libreros y Editores, S. A. de C. V. en colaboración con Editorial Jus

    Para Enrique García Bort,

    por las historias que se quedaron sin contar.

    Todo en mi novela es verdad

    porque está todo inventado.

    BORIS VIAN

    Uno

    Me piden que escriba una novela de terror.

    La idea me entusiasma aunque no tengo la menor idea de cómo escribir, precisamente, una novela de terror.

    Los libros que he publicado cuentan aventuras más bien graciosas. Lo más terrorífico que sucede en ellas es la historia de una videocasetera que se traga a los personajes y la presencia de una bruja traicionera. Pero al final, ya lo sabes, todo termina muy bien.

    Tengo ganas de escribir lo que me piden pero la verdad no sé si pueda.

    El tema del terror es complicado porque ya existen muchos libros sobre él. Ni modo de ponerme a contar una novela de vampiros. No, eso es imposible. De los vampiros ya lo sabemos todo. Les asusta el ajo y las cruces; les enloquecen los ataúdes cómodos y los suculentos cuellos alumbrados a la luz de la luna. Y, además, el final de estas historias siempre es el mismo: alguien, por lo regular el personaje más miedoso a lo largo de la historia, acabará clavándole una estaca en el corazón al jefe de los vampiros. No importa si la novela se desarrolla en la lejana Transilvania en 1906 o en la Ciudad de México en 2020, en las historias de vampiros siempre habrá un castillo misterioso, un Drácula pálido y una bella muchacha en peligro. Muchacha que al final se enamora del supuesto valiente de la estaca.

    Tampoco puedo escribir de hombres lobo. Los conocemos de memoria. Los hemos visto en todos lados: desde las aventuras del Santo hasta en tontas películas de Hollywood.

    ¿De fantasmas?

    Puede ser, pero no sé. Tendría que encontrar una buena fórmula.

    Por lo pronto mandaré un mail a la editorial diciendo que me interesa mucho la propuesta, pero al mismo tiempo les pediré que me esperen un poco porque antes tengo unos proyectos pendientes. La verdad no tengo ningún proyecto en puerta pero es un truco que usamos los escritores para ganar tiempo en lo que se nos ocurre alguna idea.

    A fin de cuentas, si lo piensas bien, los escritores somos unos mentirosos profesionales. La invención nos brota casi de manera natural.

    Es cierto, los escritores somos unos mentirosos profesionales, pero agrego algo más: somos también unos desequilibrados. Casi unos locos. Estamos llenos de oscuras manías, de extrañas costumbres que nos acercan a los psicópatas.

    Conozco a varios escritores y precisamente por eso puedo asegurar que quien más, quien menos, todos llevamos un grado de sinrazón en la mirada. Abre algún libro de biografías, busca la foto de cualquier escritor, no importa cuál, y fíjate bien en sus pupilas, en el arco que se forma con las cejas. Ojos de cazador. Ojos de bestia.

    Por eso no es muy conveniente acercarse a un escritor.

    Te aconsejo que huyas de ellos.

    Mantente lejos.

    Dales la vuelta.

    ¿Quieres pruebas? Te doy unas cuantas, pero podría agregar diez, veinte, treinta… Se dice que Juan Pablo Gázquez, autor de fascinantes historias para niños, se zampa, cada Viernes Santo, una cucaracha de panteón como tributo a las musas. Juan Pablo asegura que las ideas que habitaban en el cerebro de la cucaracha pasarán al suyo. Sueños y pecados de cucaracha inundan entonces

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