Miedo a Lo Desconocido: Una Historia Corta De Miedo
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sobre el miedo que solamos vivir en la infancia, y de lo que nos suceda a muchos
en el pasado, dada la cultura de terror prevaleciente en nuestros padres. Estar
interpretada por mi persona, en mis experiencias de nia, en los mayores traumas por
sentir terror a no s qu, o a no s quin, pero sentirlo. Una historia sobre el momento
en que tuve claridad de lo que significaba sentir miedo, miedo a lo desconocido. A unas
criaturas extraas del ms all, que causaban horror hasta en los adultos. Esos seres,
vivan en el da a da causando consternacin a todos. En nuestros tiempos nos educaban,
inculcndonos miedo hacia personajes tenebrosos, con la finalidad de lograr nuestra
obediencia. De all que, ser obediente era nuestro lema principal. S que muchos se
sentirn identificados con esta historia, porque vivieron experiencias similares. No deseo
con la misma, condenar a nuestros padres y abuelos, quienes a cuesta de esfuerzos, nos
formaron para ser las mejores personas, a pesar de los errores en ellos. Ms bien, ac
desnudo un poco, la ignorancia en la que se encontraban sumergidos estos mayores, en
cuanto a la crianza de los hijos, y de lo considerado, a su vez, la mejor forma de lograr
que fusemos disciplinados y obedientes. Una crianza que estaba basada en el miedo a
alguien que estaba all, conviviendo con cada uno de nosotros, quin adems, nos vigilaba
para castigarnos en un primer momento, que nos portsemos mal.
Adriana Mercedes Iriarte de Bera
Adriana Mercedes Iriarte Pérez, nació en Cumaná Estado Sucre Venezuela, el 9 de Enero de 1969. Es casada con Amit Bera, de origen judío, creencia que hoy comparte. Pertenece a las Étnias: Chaima-Kariña del Oriente venezolano. Es Licenciada en Educación egresada de la Universidad Central de Venezuela. Se desempeña actualmente como maestra integral del Ministerio de Educación venezolano. Finalizó estudios de Maestría de Educación Ambiental en la Universidad Yacambú de Barquisimeto Estado Lara en Venezuela. Creó y diseñó en el año 2004 El Suplemento Infantil del diario “Extra”, llamado “Coquitos de Monagas”. A parte de su desempeño laboral como docente, hoy día se dedica a realizar actividades ecológicas para despertar conciencia ambiental en los niños de su comunidad. Realizó talleres como: Estrategias Didácticas del Educando con difi cultades de Aprendizajes y las Inteligencias Múltiples; Hebrew (Hebreo): Online. Real Teachers from Israel; Taller de Periodismo Escolar; Seminario “Educando con Amor”; Proyecto Pedagógico de Aula y Evaluación; entre otros. En sus momentos libres se dedica a escribir poemas, cuentos y novelas cortas. email: adrianairiarte@hotmail.com
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Miedo a Lo Desconocido - Adriana Mercedes Iriarte de Bera
Copyright © 2015 por Adriana Mercedes Iriarte de Bera.
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Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.
Fecha de revisión: 22/05/2015
Palibrio
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Fax: 01.812.355.1576
705571
CONTENTS
Prologo
Capitulo I El diablo Machurucuto
Capitulo II La Mano Peluda
Capitulo III La Sayona
Capitulo IV La Muerta del sotano
Capitulo V Mi padre no regresa
Capitulo VI La nueva casa
Capitulo VII El Hombre sin Cabeza
Capitulo VIII Otra mansiÓ n del terror
Capitulo IX El diablo Machurucuto viene por mí
Capitulo X El tigre Palenque
Capitulo XI Descubriendo lo desconocido
image002.jpgAdriana Mercedes Iriarte de Bera
Prologo
Esta historia no se trata de los cuentos de la cripta, se trata de contarles un poco sobre el miedo que solíamos vivir en la infancia, y de lo que nos sucedía a muchos en el pasado, dada la cultura de terror prevaleciente en nuestros padres. Estará interpretada por mi persona, en mis experiencias de niña, en los mayores traumas por sentir terror a no sé qué, o a no sé quién, pero sentirlo. Una historia sobre el momento en que tuve claridad de lo que significaba sentir miedo, miedo a lo desconocido. A unas criaturas extrañas del más allá, que causaban horror hasta en los adultos. Esos seres, vivían en el día a día causando consternación a todos.
En nuestros tiempos nos educaban, inculcándonos miedo hacia personajes tenebrosos, con la finalidad de lograr nuestra obediencia. De allí que, ser obediente era nuestro lema principal. Sé que muchos se sentirán identificados con esta historia, porque vivieron experiencias similares. No deseo con la misma, condenar a nuestros padres y abuelos, quienes a cuesta de esfuerzos, nos formaron para ser las mejores personas, a pesar de los errores en ellos. Más bien, acá desnudo un poco, la ignorancia en la que se encontraban sumergidos estos mayores, en cuanto a la crianza de los hijos, y de lo considerado, a su vez, la mejor forma de lograr que fuésemos disciplinados y obedientes. Una crianza que estaba basada en el miedo a alguien que estaba allí, conviviendo con cada uno de nosotros, quién además, nos vigilaba para castigarnos en un primer momento, que nos portásemos mal.
No obstante, ese personaje también generaba miedo en los grandes, y ellos, muy a pesar de su adultez, también lo sentían.
En ese tiempo, se formaba de acuerdo a lo aprendido de los antepasados, sin freno alguno, y sin recelo a los efectos psicológicos que los hijos pudieran sufrir a futuro. Quizás por no tener formación en psicología infantil; tal vez por creer que lo desconocido era real; posiblemente por el miedo infundado a ellos también, por las viejas generaciones. ¿Por qué? Pareciera alguien estar interesado en que fuera de ese modo.
Esa situación, era la que nos hacía vivir inseguros, con desasosiego, con terror a algo extraño, percibido en nuestras mentes y corazones infantiles, que nos hacía temblar, hasta que, en algún momento u otro, hiciera su aparición para hacernos daño, seguramente por desobedientes. Era un terrible miedo a lo desconocido, aquello vivenciado.
En mi pueblo oriental de Venezuela, se suele tener muchas creencias hacia lo sobrenatural. Está presente el dogma de que lo tenebroso es real, se siente, se percibe, se huele, se convive diariamente con cada ser tétrico. Hay quienes nos miran, además, nos condenan y esperan las noches, para llevarnos a las más oscuras profundidades del terror. Nunca pareciera verles; pero están allí moviendo las cortinas; sus siluetas aparecen en las paredes oscuras; se meten en tus sueños; mueven las puertas, te persiguen; sus largas uñas afiladas van hacia ti; generan lluvias, relámpagos y truenos; por eso es imposible dejar de tener miedo a lo desconocido, durante las oscuras noches de la infancia. Y luego de adulto, no puedes evitar sentir la presencia del horror.
Capitulo I
El diablo Machurucuto
Hasta la edad de tres años aproximadamente, en el año 1972, todavía yo dormía con mis padres, por ser la pequeña. Éramos para el entonces, mi hermana mayor y yo con ellos. Ella era más grande que yo, por sólo 362 días. Contraria a mí, era de apariencia tranquila y ordenada, más obediente y atenta. Ambas representábamos los conejillos de india, que enseñaron a nuestros progenitores la dura azaña de ser papás, porque en nuestra época nos tocó recibir los mayores errores, en ese proceso de aprendizaje de los adultos. Nuestros hermanos menores no vivieron el mismo período. Al nacer ellos, nuestros papás se fueron adaptando con el tiempo, a los nuevos cambios y paradigmas psicológicos, para la nueva forma de educar, que no supieron aplicar con nosotras.
Crecieron sin el miedo que los mayores habíamos experimentado, pues, nos encontrábamos allí para impedir que volviera El diablo Machurucuto, cruel y malvado ser de otro mundo que chupaba niños desobedientes, que no iban a la cama temprano. A ese ser, de todos modos, no le importaba cuan obediente fuésemos, el malvado se quedaba toda la noche detrás de la penumbra, con la pequeña luz que le llegaba de la lámpara de noche, mirándonos con aquella actitud amenazante. Fue así, como después de mayores, pudimos evitar que entrara a casa a molestar a los más pequeños.
Mi hermana mayor y yo durante la niñez, en ocasiones no queríamos ir a la cama temprano, y mi madre buscaba las estrategias que consideraba más apropiadas o adecuadas del entonces, para hacer las veces de las hojitas de Laurel
, a fin de lograr dormirnos. Pericias algo duras, para unas pequeñas niñas, que no entendían las razones de ser merecedoras del terror de tan macabras técnicas de ultra infierno. Recordemos que no se contaba con las concepciones psicológicas del ahora, para orientar a los hijos hacia la obediencia. Gracias a D-s, que hoy día se cuenta con ello, y nosotros, los padres modernos, podemos tener claro lo que significa cantar a los niños la canción que Pedro Pica Piedras solía cantarle a Pebles: _ C:\Users\Adriana\AppData\Local\Microsoft\Windows\INetCache\IE\XJGYDEVW\MC900030561[1].wmf Duérmete niña, duérmete ya, que viene el coco y te comerá C:\Users\Adriana\AppData\Local\Microsoft\Windows\INetCache\IE\XJGYDEVW\MC900030561[1].wmf …
Nuestra madre, como antes referí, ignoraba la función de las fulanas hojitas de Laurel, y optaba por amenazarnos con El diablo Machurucuto, personaje malvado del infierno que chupaba niños sin ninguna compasión. No olvido sus palabras de mamá regañona, resonando en mis oídos en las eternas noches de mi infancia, convirtiéndose ella también en