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Emociones en la comprensión del texto y del discurso
Emociones en la comprensión del texto y del discurso
Emociones en la comprensión del texto y del discurso
Libro electrónico249 páginas2 horas

Emociones en la comprensión del texto y del discurso

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La finalidad de este libro es introducir elementos poco investigados en la comprensión del texto y del discurso, específicamente, en el campo de las emociones. Se propone el uso de historias verbales, visuales y mixtas, empleando estímulos en palabras, imágenes y emoticonos, así como el análisis a profundidad de uno de los componente emocionales: l
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 sept 2021
ISBN9786076351383
Emociones en la comprensión del texto y del discurso
Autor

María Teresa Dávalos Romo

Doctora en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid, obtuvo la Maestría en Psicología por la misma institución y la Licenciatura en Psicología en la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Se desempeña como Docente Investigador de tiempo completo en la Unidad Académica de Psicología de la Universidad Autónoma de Zacatecas, extensión Jalpa.

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    Emociones en la comprensión del texto y del discurso - María Teresa Dávalos Romo

    Prólogo

    Cuando recibí la invitación para realizar el prólogo de la obra de la doctora María Teresa Dávalos Romo, me sentí muy comprometida y con una gran responsabilidad para reflejar en el mismo el excelente trabajo que efectuó la doctora.

    La obra es el resultado de una serie de investigaciones que la autora ha realizado desde hace más de una década sobre comprensión lectora y, por consiguiente, el contexto de ésta. En este contexto se puede decir que mientras leemos una historia, escuchamos una conversación o vemos una película, construimos modelos mentales, los cuales establecen relaciones entre todos los elementos que se leen, se escuchan o ven: tiempo, espacio, acciones, intencionalidad, interacciones y, desde luego, estados emocionales.

    Así que la temática resulta por demás interesante y de actualidad, ya que cuando se empiezan a conocer los resultados de las evaluaciones nacionales e internacionales y se sabe que no son favorables para los estudiantes mexicanos en comprensión lectora, dicho escenario atrae el interés de los actores de la educación, incluyendo, por supuesto, a los investigadores, para tratar de dar respuestas a lo que sucede en esta si­tuación.

    De esta manera, a lo largo de cuatro capítulos se da cuenta de la relevancia que tienen las inferencias emocionales en la comprensión del texto y del discurso. A partir de las inferencias se llega a conocer el comportamiento y las emociones de los participantes en la historia o en la narración que se lee. A través de las inferencias quien hace la lectura puede integrar el contenido en los contextos verbales y visuales para la comprensión del texto y del discurso.

    En la obra se realiza una cronología a partir de los años setenta, como punto de partida para el estudio mediante las investigaciones que se han efectuado sobre la temática. De acuerdo con los diferentes autores referidos en el trabajo, el estudio de la comprensión del texto y del discurso puede realizarse desde diferentes ópticas científicas: neuropsicología, lingüística, psicolingüística, psicología cognitiva, filosofía, comunicación, antropología o tecnologías de la información y la comunicación, lo cual desvela su participación en la comprensión lectora.

    En este sentido, se presentan diferentes posturas y enfoques teóricos en el abordaje de la temática, resaltando su participación imprescindible en la comprensión del texto y del discurso. Resulta por demás interesante observar cómo la autora logra estudiar las inferencias a través de presentar la postura de los diferentes autores hacia las mismas, de tal manera que lleva al lector de la obra a realizar una reflexión de éstas y a generar su propia posición.

    Por otra parte, se analiza la asimetría en el procesamiento de información emocional, haciendo una diferenciación entre emoción, sentimiento y estado de ánimo y estableciendo los límites entre ellos, de modo que pueda ubicarse el rol que tiene la información emocional en el texto y en el discurso desde los modelos teóricos que la sustentan, lo cual concibe la asimetría en el proceso de información, donde lo negativo produce representaciones mentales más complejas que requieren un proceso cognitivo más largo y consciente en comparación con lo positivo, donde se ha comprobado que el procesamiento de información es más esquemático, superficial y rápido.

    Como resultado del análisis de las aportaciones de los teóricos en relación con la asimetría se plantean dos hipótesis a partir de la participación de los hemisferios; por un lado, la hipótesis de que el hemisferio derecho presenta una superioridad para el reconocimiento de la información emocional y para la regulación del estado de ánimo y del afecto, en comparación con el hemisferio izquierdo; y, por otro lado, la hipótesis que sugiere que la asimetría hemisférica está relacionada con cualidades de la emoción como la valencia.

    Posteriormente se habla de los estímulos visuales, considerando que su función principal es comunicar; de igual manera éstos son estudiados desde varias disciplinas científicas: educación, psicología educativa, tecnologías de la información y la comunicación o publicidad. La importancia de hacer referencia a este tema dentro de la obra a partir de las diferentes posturas teóricas se da ya que para las personas es más fácil recordar las imágenes que las palabras, pues le dan un uso fundamental a la memoria. Se resalta también cómo las imágenes pueden establecer lazos referenciales con el texto.

    De igual forma que con los temas antecedentes, la autora logra confrontar las diferentes posturas teóricas que en algún momento pre­sentan controversia para analizar el uso de las imágenes en el texto y en el discurso.

    Es relevante resaltar cómo se cierra el apartado de las imágenes con lo que todos alguna vez hemos usado, ya sea acompañando el texto virtual o interpretándolo con las imágenes simples denominadas iconos, o iconos con contenido emocional (emoticonos), que nos permiten eliminar la ambigüedad del lenguaje escrito, visual o corporal, facilitando la comunicación.

    En la última parte de la obra se presenta el análisis de las inferencias emocionales, desde luego apoyado en diferentes autores a partir de sus funciones en el texto. Mención aparte tiene la presentación que se hace de los estudios realizados acerca de las emociones en el modelo mental, concluyendo que dichas investigaciones mostraron cómo los lectores pueden inferir los estados emocionales de los personajes involucrados en una historia, ya sea de forma implícita o explícita.

    Con lo mencionado anteriormente, considero que la obra de la doctora María Teresa Dávalos Romo permite al estudioso de la comprensión lectora —sea profesional de la psicología, psicólogo en formación o educador en diferentes disciplinas— contar con elementos suficientes para reflexionar sobre los procesos mentales que se dan en la misma y facilitar de manera clara el desarrollo de la habilidad lectora.

    María del Carmen C. Farfán García

    Capítulo I

    Inferencias en el proceso de comprensión

    del texto y del discurso

    El estudio de las inferencias es inherente al estudio de la comprensión del texto y del discurso. Éste no es un conocimiento nuevo, pues su abordaje se inicia desde 1932 con los trabajos de Bartlett, quien expresa tres ideas claves que han influido en la investigación actual. Primero, atribuye la concepción de la comprensión (o la recuperación) desde la memoria como un proceso de construcción activo, en el cual el lector añade elementos de información extraídos de su propia memoria para construir las representaciones mentales necesarias y establecer la coherencia del texto. Estas representaciones se identifican con esquemas capaces de utilizar estratégicamente la información ya almacenada con la nueva información entrante, con la finalidad de establecer un conocimiento organizado y

    coherente (León y García Madruga, 1991). Como segunda idea importante, Bartlett constata que la comprensión es un proceso perfectamente susceptible de ser investigado experimentalmente, proponiendo para ello algunos cambios metodológicos en su estudio (tarea de recuerdo, por ejemplo). Y, finalmente, su tercera aportación al estudio de la comprensión es el uso del concepto de esquema, el cual no sólo incluye aspectos cognitivos, sino también las actitudes sociales y los sentimientos (León, 2004b). Bartlett considera que en los esquemas se organizan aquellos conocimientos de la vida pasada que influyen en la percepción. La información se asimila dentro del esquema existente y, salvo algunos hechos relevantes, el resto de la información pierde su identidad particular (León y García Madruga, 1991). En este sentido, el recuerdo no es una reproducción exacta de las ideas del texto, sino el resultado de una reconstrucción mediante la cual el sujeto relaciona parte de la información leída con la experiencia pasada a través de su esquema (Pérez, 2002).

    El estudio de la comprensión del texto y del discurso no se puede delimitar fácilmente, ya que su análisis abarca un procesamiento en diversos niveles: desde los procesos básicos como la percepción de grafemas, la decodificación grafema-fonema, el reconocimiento de palabras y la asignación de funciones sintácticas a las palabras que componen la oración, hasta procesos de mayor nivel, como la integración del significado de las oraciones que componen un texto y la realización de inferencias sobre la información implícita (Canet-Juric, Burin, Andrés y Urquijo, 2013); así, este proceso constructivo e interactivo implica un conjunto de capacidades y disposiciones para sustentar una conducta inteligente dotada para dar respuestas lógicas o coherentes a las demandas del contexto (Escudero, 2010); siendo así, sin lugar a dudas, un tema ampliamente estudiando por la neuropsicología, la lingüística, la psicolingüística, la psicología cog­nitiva, la filosofía, la comunicación, la antropología y las tecnologías de la información y la comunicación, entre otras (León, 2004a y 2004b).

    Inferencias

    Posterior a la propuesta de Bartlett, surge la de Bruner (1957, 1986), con una postura constructivista, el cual identifica a la mente humana como una máquina de inferencias al referirse a su destreza para activar el conocimiento ya almacenado y utilizarlo para organizar e interpretar la nueva información entrante a través de complejas relaciones abstractas no provenientes de los estímulos. Esta idea sigue siendo parte de la concepción actual sobre las inferencias y el papel que juegan en la comprensión, facilitando la integración de la coherencia local y global de un discurso (León, Solari, Olmos y Escudero, 2011).

    Seguidamente, surgen otras propuestas, intentando definir el constructo de las inferencias; por ejemplo, Schank (1975 y 1979) sugiere que las inferencias son tan imprescindibles en la comprensión y la interpre­tación de cualquier discurso oral o escrito que pueden ser consideradas el núcleo mismo de la comprensión (Escudero y León, 2007). En 1992 McKoon y Ratcliff señalan que las inferencias son cualquier información que se extrae del texto y que no está explícitamente en él, y León et al. (2011), por su parte, añaden que es toda aquella representación mental que el lector construye al intentar comprender lo que lee, para lo cual agrega, omite o sustituye información del texto. Estos autores consideran que las inferencias poseen un altísimo valor adaptativo al permitir la construcción de puentes entre la información actual y la ya existente y consolidada en la memoria, conformando la construcción mental y coherente de lo que se lee, se oye, se ve o se piensa (León, 2003).

    Según lo anterior, se puede considerar que, en un primer momento, los modelos se centraron en la estructura del texto, tratando de desvelar sus elementos, sus relaciones y reglas (por ejemplo, gramática de las

    historias, gramática generativa-transformacional). Desde estos enfoques de corte estructuralista se fue pasando paulatinamente a otros más esquematistas, en los que se han ido introduciendo aspectos del proceso constructivo que realiza el lector (Anderson y Ortony, 1975; Bransford, Barclays y Franks, 1972; Johnson-Laird, 1980; Van Dijk y Kintsch, 1983). Durante los años ochenta del siglo xx los modelos conexionistas inician la introducción de la idea de expansión de la activación y de la interacción de todo con todo (a diferencia de los modelos anteriores). Es decir, se centran en la investigación de los niveles subsimbólicos utilizados en el paradigma cognitivo (por ejemplo, esquema, sistema de producción, etc.) y mantienen que la representación mental no puede ser explicada adecuadamente con la analogía computacional (mente-máquina); por lo tanto, el conocimiento es el resultado de la activación de una red de conexiones entre unidades simples y la representación del conocimiento es distribuida a través de estas redes formadas por unidades y conexiones (Mikeleiz y Ezquerro, 1999).

    En la actualidad se establece una dicotomía que trata de sintetizar qué inferencias tienen lugar y cuándo se generan. En cuanto a la primera cuestión, existen varias clasificaciones, sin que haya consenso por parte de los investigadores. Con respecto a la segunda, en los últimos años se sigue debatiendo sobre qué inferencia se genera durante la lectura (Escudero, 2010). Al respecto, se puede hablar de la hipótesis minimalista y de la teoría construccionista.

    Hipótesis minimalista

    Con el objeto de explicar y predecir el tipo de inferencias que se realizan durante el proceso de la comprensión y las que tienen lugar posteriormente, surge la hipótesis minimalista propuesta por McKoon y Ratcliff (1986, 1989, 1992, 1995), la cual propone una clasificación dicotómica: inferencias automáticas versus inferencias estratégicas. Esta hipótesis señala que durante la lectura las personas sólo generan inferencias automáticas, las cuales se realizan habitualmente y sin ser guiadas por ningún propósito específico del lector, ya que se producen en unos pocos cientos de milésimas de segundo (León, 1996a; León, Martín, Pérez-Llano, Pérez y Mateo, 1996). Este proceso automático se realiza durante la comprensión y tiene como objetivo mantener la coherencia local del texto. Además, estas inferencias se basan en información fácilmente accesible, ya sea explícita del texto o una combinación entre el texto y el conocimiento previo del lector (León y Pérez, 2003; McKoon y Ratcliff, 1990a).

    En esta misma propuesta se suman las inferencias estratégicas, las cuales se basan en procesos orientados al alcance de metas, y su procesamiento demanda más tiempo (la frontera entre una inferencia automática y una estratégica se sitúa en 750 milisegundos [ms]) y más recursos que las inferencias automáticas. Dentro de este grupo de inferencias se encuentran las semánticas (representación de un concepto), las instrumentales (la acción del verbo) y las predictivas (qué sucederá en una historia). Otro tipo de inferencias son las elaborativas, las cuales presentan dos características principales: primero, se activan progresivamente; al principio, estas inferencias no están activadas completamente, sino de manera parcial y, en segundo lugar, las inferencias no son específicas en su contenido, sino genéricas; es decir, si se considera que la activación de estas inferencias ocurre de forma progresiva, dichas inferencias sufrirían un proceso de cambios en refinamiento semántico y

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