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Herramientas para el director de escena
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Libro electrónico141 páginas1 hora

Herramientas para el director de escena

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Ante la sentencia comúnmente enunciada de que “se aprende a dirigir dirigiendo”, Hannah Finkel se pregunta: “pero ¿qué es dirigir?, ¿qué es lo que hago cuando digo que estoy dirigiendo?”. A explorar las respuestas a estas preguntas está dedicado este libro, en el que el lector encontrará una serie de ejercicios que, realizados con base en un montaj
IdiomaEspañol
EditorialPaso de Gato
Fecha de lanzamiento28 jul 2021
ISBN9786078584444
Herramientas para el director de escena
Autor

Hannah Finkel

Hannah Finkel es actriz y directora escénica, con maestría en Artes por la Universidad Autónoma de Baja California. Ha participado en diversos proyectos teatrales como actriz, dramaturga y directora teatral dentro y fuera de México. Actualmente se desarrolla profesionalmente en Jerusalén. Fundadora del laboratorio teatral The World of Action Theatre en Israel.

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    Herramientas para el director de escena - Hannah Finkel

    Herramientas_para_el_director_de_escena_portada.jpg

    Serie Teoría y Técnica

    herramientas

    para el

    director de escena

    Hannah Finkel

    Prólogo

    Elvira Popova

    Primera edición electrónica, 2021

    ISBN: 978-607-8584-44-4

    © Hannah Finkel

    D. R. © Toma, Ediciones y Producciones Escénicas y Cinematográficas, A. C.

    bajo el sello editorial de Paso de Gato

    Retorno 814 #8, Colonia Centinela, Alcaldía Coyoacán,

    c. p. 04450, Ciudad de México

    Teléfonos: 55 7573 5951, 55 7573 5952

    Correos electrónicos: direccion@pasodegato.com, editor@pasodegato.com

    www.pasodegato.com

    Diseño de portada: Stephanie Segura

    Fotografía de portada: © Pedro Augusto Meza

    Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra en cualquier soporte

    impreso o electrónico sin autorización.

    Hecho en México

    Para

    Ami

    ,

    la serendipia más bella de mi vida.

    Yo dormía, pero mi corazón velaba. ¡Y oí una voz!

    Mi amado estaba a la puerta.

    Shir HaShirim

    , Cantar de los cantares (5:2)

    prólogo

    EJERCICIOS, SERENDIPIAS Y ARROJOS

    Elvira Popova

    No había visto a Ana desde hace tiempo, sólo algún mensaje aislado. Una vez en una locación, y la siguiente vez ya era diferente. Hasta que vino de corta visita y, después de un largo abrazo contó y contó, y contó. De su nueva tierra, de libros, de costumbres, de teatro. Con el arrojo que la caracteriza. Y se fue. Y me quedé pensando en lo que Aldous Huxley dijo alguna vez: La experiencia no es lo que le sucede al hombre, sino lo que el hombre hace con lo que le sucede. De sus estudios en Monterrey, de su práctica como profesora de teatro y directora asistente en Tijuana, de sus viajes y lecturas; de las deficiencias profesionales con las que se encontraba, Hannah coleccionó, seleccionó, reflexionó y he aquí Herramientas para el director de escena . Un manual con 21 ejercicios, con resúmenes de las ideas acerca de la dirección escénica de figuras contemporáneas del ámbito de la pedagogía de la escena como los estadounidenses Sanford Meisner y William Ball; con experiencias personales del taller de dirección que impartió Alberto Lomnitz en Tijuana en el 2015.

    Cuando estudiaba teatro, nos comparte la autora, le faltó orientación en sus clases de dirección; le faltaba claridad acerca de cuestionamientos como: ¿qué es dirigir?, ¿qué es lo que hago cuando digo que estoy dirigiendo?, ¿qué es lo que hace que la dirección sea eso y no otra cosa?. Años después, con base en un montaje del que fue directora asistente y de un taller de dirección con el mismo maestro, ella comparte hoy, a manera de guía práctica, los aprendizajes que le dejaron esas vivencias. Dividido en cuatro partes, el escrito que publica ahora Paso de Gato tiene como propósito, en palabras de la misma autora, tanto detectar como proponer una manera de implementar las herramientas técnicas del director en relación con la escena; y corroborar los elementos que hacen posible la dirección escénica.

    En este pensar sobre lo escénico, la joven actriz y directora reflexiona y analiza elementos sustanciales de la dirección teatral que el gran maestro Stanislavski había legado, como: escucha, acción central, composición, progresión, tono, y otros, que ella había trabajado teórica o prácticamente como metáfora: elemento predominante y concepto, para que el trabajo de dirección de actores fuese como la culminación de este proceso de búsquedas y descubrimientos inesperados, una serendipia, esta bella palabra que Hannah desempolva del olvido y a la que da vida y sentido en su texto.

    Como ninguna teoría se sostiene sin la experimentación práctica, la autora involucra en su estudio lo presenciado y aprendido durante el montaje de la obra alemana Noche árabe de Roland Schimmelpfennig. Noche árabe fue, en la mitad de la primera década del nuevo milenio, un texto que resultó importante en México para la consolidación de una visión diferente acerca del texto para la escena como territorio de acción y narración. La autora no lo analiza en este sentido, sino que lo desmenuza desde la perspectiva de la creación del texto para la puesta en escena y ejemplifica cada elemento de la dirección escénica a través de escenas, personajes, atmósferas y conceptos de Noche árabe.

    Dentro de otras reflexiones e interrogantes, ella plantea cuestiones medulares para la dirección de escena y, sobre todo, para la formación de directores teatrales pensantes y autocríticos: ¿cómo se puede evitar la ilustración en la traducción de un texto al escenario? Por otra parte, la conceptualización. Encontrándonos en situación académica, hemos discutido, coincidido y diferido sobre la ilustración literal de un texto en la escena como signo a veces de inexperiencia, a veces de ausencia de creatividad. En todos los casos, creo que el camino para los que inician el aprendizaje de la dirección teatral pasa por una etapa de mímesis y de traducir casi literalmente en escena lo que el autor ha dicho en el texto. El punto es no quedarse allí, sino evolucionar en la preparación, en el análisis y la madurez, para trascender hacia la creación; trabajar por la conceptualización como sinónimo de acto de creación. En este sentido, el manual y los ejercicios que ofrece Hannah son invaluables para el campo formativo. Como nos enseña una de las viejas leyes teatrales, la teoría viene a conceptualizar lo que la práctica resolvió escénicamente. Partiendo desde el recuerdo de su necesidad formativa, Hannah Finkel sitúa la problemática en el presente y abre posibilidades hacia el futuro para una conciencia de análisis y reflexión en el proceso formativo y creativo.

    Agradecimientos

    Es de suma evidencia que un trabajo como el que se presenta a continuación se origina gracias a la colaboración y al buen trabajo en equipo. Me encuentro verdaderamente agradecida con aquellas personas que formaron parte directa de este proceso: el equipo de Noche árabe , a mis alumnos y al maestro Alberto Lomnitz. ¹ Sin un equipo creativo tan paciente como el de Noche árabe, no se hubieran podido realizar las exploraciones escénicas que esta investigación requería. De igual forma, la manera en que los alumnos aprehendieron los conceptos y la metodología que se propone en este trabajo dieron no sólo resultados, sino la motivación para trabajar arduamente y con las suficientes expectativas como para no desistir ante los diferentes momentos de duda que, como siempre, suelen presentarse.

    Agradezco también y de especial forma, a Daniel Serrano, Mario Cantú Toscano y Ángel Norzagaray por sus comentarios, contribuciones y por su dedicación a la pedagogía teatral. A Jaime Chabaud, quien me enseñó que es de grandes admirar y de quien aprendo que una de las creaciones más poderosas es la de crear cimientos que provoquen que los teatristas sean teatro. A quienes constantemente entrenan mis ojos, mi escucha y mi capacidad de dar y recibir: Orit Esther Riter, Holly Pavlov, Malka Kaganoff, Miriam Brunner, Mazaltov Tzfartati, R. Hershy Worch, R. Abraham Priel y a todas mis amistades en Shearim, infinitas gracias.

    A mi familia en México, gracias. La ausencia brinda una de las fuerzas más poderosas. La distancia siempre termina por acercar lo que nos pertenece en esencia.


    ¹ Durante la primavera del 2015, el maestro Alberto Lomnitz fue invitado por parte del Cecut en Tijuana, México, a impartir un taller de dirección, del cual se han tomado referencias y citas directas tanto para explicar conceptos importantes, que se exponen en el presente escrito, como el origen de su procedencia.

    INTRODUCCIÓN

    UNO APRENDE A DIRIGIR DIRIGIENDO

    El presente estudio no solamente emprende un pensar sobre lo escénico, sino también sobre la pedagogía de la escena, ahondando puntualmente en el área de la dirección. Por eso me permito comenzar con un recuerdo de cuando me encontraba en la posición de leer lo que estaba escrito en el pizarrón y no en la de llenarlo de información. Recuerdo claramente un día común en el lugar donde me encontraba. Las calles eran un hormiguero gigante por donde apenas se podía avanzar. El sol nos arrebataba la energía, pero yo estaba preparada para enfrentar lo previsto. Me levanté alrededor de dos horas antes de lo que acostumbraba y tomé rumbo para la universidad. Llevaba un termo con muchos hielos, dinero para mis provisiones del día y una libreta que me había costado ciento veinte pesos, porque era gruesa, y tenía separadores y era de Jean Book, una marca supuestamente de mucha calidad. Era el comienzo de mi cuarto semestre y no estaba emocionada por el mundo universitario, sino más bien frustrada por la temprana desilusión causada por los cursos de allá donde estuve. Decidí cursar una materia que validaba la ausencia de cualquier otro curso, porque eso era lo que quería hacer en la vida.

    Leí Dirección I en mi horario y me llené de emoción. Me anticipé a pensar en obras de teatro con las cuales podría ponerme a trabajar inmediatamente y así aprovechar el semestre de cuatro meses que tenía para aprender lo que más me gustaba. Quería mostrar aquella profunda emoción que ahora sé que se dejaba ver sola. Pero tan común fue aquel día, mi primer día de clases de dirección escénica, que entendí que no debí haber comprado mi libreta gruesa con separadores que iba a terminar no usando. Puros dibujos y notitas vergonzosas me encontré tiempo después, mientras limpiaba mi cuarto para mudarme del gran hormiguero al gran desierto, y no hice más que tirarla a la basura.

    Lo primero que nos dijo el profesor fue que uno aprende a dirigir dirigiendo y que no existía otra manera. Nos pidió que elaboráramos textos y, una vez aprobados, el semestre consistía en ensayar. Después de una cierta cantidad de ensayos, él revisaría y daría su crítica para poder mejorar el trabajo y asignar una buena calificación después de la presentación. ¡Mira qué bonito!, pensé por un momento, para mis adentros, por mera intuición. Pero en un parpadeo, mi sentir cambió, porque

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