Por qué es tan difícil ser diferente?», disparo, sin ningún alarde de rodeo. «Porque imagino que la diferencia es incómoda», arroja.
Y sí.
Se nos enseña a seguir normas preestablecidas, a encajar en ciertos moldes y a adherirnos a las expectativas de la sociedad. Aquellos que se desvían de la norma… ‘¡que le coooorten la cabeza!’.
O no.
Hace 20 años, ella, Natalia Peluso, desembarcó en Alicante proveniente de una agotada y saqueada Argentina. Sus padres dejaron atrás la bonaerense Luján para abrirse camino en una España aún tocada por la bonanza. Ese 2004 se caracterizó por una gran ola de inmigración, donde llegaron latinos provenientes de todas partes de América. Natalia, Nathy para el resto del mundo, convivió con esa comunidad que le enseñó músicas allende los mares. Se veía en medio de un lugar que era de todos, pero no su primer recopilatorio, y esa mezcla de trap, soul, rap, salsa y salta por los aires. El resto ya es historia: ficha por Sony, saca su segundo álbum gana dos Grammy Latinos, es la artista revelación, gira por el mundo entero, es embajadora de Jean Paul Gaultier Divine… y, ¡chas!, escribe aquello de «Peluso se encuentra en vía rápida al superestrellato».