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Un boricua bajo la luna de Bagdad
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Un boricua bajo la luna de Bagdad
Libro electrónico309 páginas5 horas

Un boricua bajo la luna de Bagdad

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¡Esto duele! Un lagrimón se le escapa a los ojos, dejando una estela húmeda sobre la faz polvorienta de UN BORICUA BAJO LA LUNA DE BAGDAD. Testigo iluminada en menguante se mantiene brillante por entre la penumbra del manto de arena que abraza el firmamento. Parecería que su reflejo nos asa, hace mucho calor.

Nos

IdiomaEspañol
Editorialibukku, LLC
Fecha de lanzamiento8 mar 2019
ISBN9781640863262
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    Un boricua bajo la luna de Bagdad - Francisco J. Valls Ferrero

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    Ibukku es una editorial de autopublicación. El contenido de esta obra es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente las opiniones de la casa editora.

    Un boricua bajo la luna de Bagdad

    Publicado por Ibukku

    www.ibukku.com

    Diseño y maquetación: Índigo Estudio Gráfico

    Copyright © 2019 Francisco J. Valls Ferrero

    ISBN Paperback: 978-1-64086-325-5

    ISBN eBook: 978-1-64086-326-2

    ADVERTENCIA AL LECTOR

    Este libro recoge de día en día, tal y como vive un soldado, la vida de un puertorriqueño movilizado a la Guerra de Irak durante los años 2006 al 2007. Al compartir mis vivencias, pretendo sacar a la luz la aún desconocida valerosa gesta de los soldados y oficiales del Batallón 130 de Ingeniería de Combate de la Guardia Nacional de Puerto Rico. Es a través de mis ojos, oídos, alma y corazón, que descorro el manto del anonimato. Soplo a los cuatro vientos la gallardía, valentía, arrojo, maña, incertidumbre, dolor, nostalgia, tristeza, alegría, heridas, sangre, sudor, lágrimas y las asombrosas victorias de casi 500 soldados boricuas batallando agrupados en cuatro compañías (Aguadilla, Bayamón, Carolina y Vega Baja) de ingenieros de combate, para ese entonces, en el lugar más peligroso, en el país más peligroso, en la ciudad más peligrosa del mundo, ejecutando una de las misiones más peligrosas del Teatro de Operaciones de Irak, en las calles más peligrosas del mundo, las calles de Bagdad.

    El formato no ortodoxo utilizado en este libro se aleja de establecidas restricciones o estructuras lingüísticas reconocidas por la Academia. No aspira, ni remotamente, a formar parte de las intelectuales corrientes de rigor o rutinarias. No es una propuesta literaria. Es sencillamente una travesía dentro de la vida de los soldados puertorriqueños en medio de la batalla. Tómese como un sueño, muchas veces pesadilla, sin principio ni final, de repente pasado, luego futuro y posterior presente, sin pretender seguir este mismo orden de eventos. Así que no se ajusta a que todo sea en un mismo tiempo, porque así es la vida del soldado en una guerra. Si logro que el lector, aunque sea esporádico, sienta y perciba los sentidos individuales y colectivos como si allí estuviera viviéndolo es mi mayor intención. En ese proceder me es inescapable tratar de proyectar al máximo la cruda realidad de la verdad. Por tal razón, descarto la eufemística suavidad en la palabra y la auto imposición de la censura. El uso de la palabrota es vital, esto es la guerra, y en ella no hay margen a la mentira. Así es la comunicación en el combate, directa, firme, cruda y muchas veces obscena.

    Si luego de considerar las anteriores circunstancias se atreve a sorprenderse, llorar, reír, amar, odiar y vivir intensamente como un soldado puertorriqueño, adelante calce nuestras botas y marche junto a nosotros, todo un batallón. Experimente la realidad de la crudeza de vida y la muerte, de la ternura, del compañerismo, de la solidaridad, de la malicia necesaria, del orgullo y la honra, de la Hermandad entre Hermanos en Armas, de sus soldados, mujeres y hombres puertorriqueños.

    23 de agosto de 2006

    Parto hoy al encuentro con mi destino. Sigo el derrotero que me dicta una orden militar.

    Cumplo a cabalidad con mi responsabilidad. Dejo atrás la incertidumbre.

    Llevo conmigo lo necesario para enfrentar el fragor, caos, sudor y sangre de una peligrosa zona de combate. Todos mis sentidos en alerta máxima y el conocimiento alcanzado luego de 20 años de adiestramiento militar. Llegó el momento de utilizarlo, no en un preconcebido ejercicio de práctica sino en la insoslayable realidad de la guerra.

    Cuando por las calles de Bagdad me encuentre patrullando no tendré ni un sólo pensamiento que me aparte del necesario estado mental de alerta, si es que anhele minimizar el riesgo de no regresar.

    Durante mis descansos, en la soledad de mi camastro y en la relativa tranquilidad de un confinado espacio asignado, cerraré mis ojos y soñaré.

    SSG. Francisco J. Valls Ferrero

    HHC 130th EN BN PRANG

    US ARMY

    Orders 134-363 / 17 July 2006 / You are order to active duty…

    Así comienza oficialmente la más significativa misión en la que he participado durante toda mi carrera militar. No es la primera vez que he sido llamado a servir durante conflictos bélicos. En el 1991, Operation Desert Storm & Desert Shield, estacionado en Bamberg, Alemania por espacio de 5 meses, me desempeñé como Sargento de Operaciones en diversos depósitos de municiones en apoyo a las fuerzas armadas aliadas que liberaron a Kuwait de la invasión iraquí. La segunda llamada al deber ocurrió en el 2003 al comienzo de la operación Iraqi Freedom. Permanecí acuartelado por 4 meses en el Campamento Santiago, Salinas, Puerto Rico en espera de movilización a Irak. No se dio. Como decimos los guardias nacionales boricuas: nos bajaron del avión. La razón: Estrictamente consideraciones de logística.

    Durante el 2004 al 2006 fui activado y movilizado a participar en misiones humanitarias como New Horizons en Saba, Honduras y en Barahona, República Dominicana. En ambas me desempeñé como Sargento a Cargo de la Sección de Transportación del Batallón.

    En la última de estas misiones, antes de regresar a mi Isla, me espetaron la noticia de que el batallón había recibido orden de alerta de movilización al Teatro de Operaciones en Bagdad, Irak. Después de 4 meses ausente de mi hogar sólo tendría mes y medio para dedicárselo a mi familia. Y así lo hice. Vengo a decirle adiós a los muchachos/porque pronto me voy para la guerra……e.

    Camp Liberty, situado en Bagdad, me recibirá el 13 de octubre de 2006, siempre y cuando logre salir airoso del Advance Basic Training en Fort McCoy en el estado de Wisconsin. Según los pronósticos, debería regresar a casa en diciembre de 2007, a menos que regresara antes en una bolsa plástica. You never know.

    Esta vez estaré en la zona más peligrosa del Mundo. Hasta el presente, tres soldados del 5to Batallón de Ingeniería de Combate (Regular ARMY) con cuarteles en "Fort Leonard Wood, MI. han perdido la vida. Nosotros, el Batallón 130 de Ingeniería de Combate de la Guardia Nacional de Puerto Rico con cuarteles generales en Vega Baja, los relevaremos.

    Hoy 24 de Julio de 2006, último día que duerma bajo el calor de mi familia en la tranquilidad de mi hogar, se efectuó una ceremonia de entrega de condecoraciones en nuestros cuarteles generales. Otra pa’l pecho, me condecoraron con un Army Commendation Medal. Al llegar a casa lucí con profundo orgullo la medalla. Esto ayudaría a mi esposa e hijos aplacar un tanto la sensación de tristeza de mi cercana partida. En sus ojos se reflejó el orgullo, eran partícipes merecedores de la condecoración y también les tocaba por su sacrificio de soledad y solidaridad.

    Al día siguiente salíamos Wanda, Frankie, Angelito y Sarita, bien tempranito en la madrugada hacia Tortuguero. A pesar de conversaciones que esporádicamente sostuvimos durante la travesía, el silencio colectivo era ensordecedor. La mirada de todos se perdía hacia adentro, hacia lugares muy profundos dentro de nuestros corazones. Antes de llegar a nuestro destino detuvimos la marcha para desayunar en una panadería de pueblo. Fue un desayuno en familia y desde hacía mucho tiempo, todos juntos.

    Los cuarteles generales están repletos de civiles. Al ver y sentir la solemnidad de los besos, abrazos y lágrimas en los familiares de los soldados supe que no tendría muchas fuerzas para contener ese impulso que se esconde y brota de súbito, irrefrenable. El momento de la despedida llegó. Decidí se marcharán lo más pronto posible. Había que coger el toro por los cuernos y enfrentarse de una vez por todas al dolor fulminante del adiós. El abrazo a cada uno, inmenso, intencionado a sentirlos y llevarlos en mi piel y alma por mucho tiempo. Los besos con sabor a lágrima, agridulce y sobre todo empapado en amor. ¡Dios mío! Sólo tú sabes la amargura de tratar de evitar el taco en la garganta y mantener los ojos secos. Mi familia trató de evitarlo, fue imposible. Frankie se sentó y miró en dirección contraria. Angelito, sentado en el asiento del conductor, se aferró, clavándole los ojos al volante. Sarita se puso sus gafas oscuras ocultando el rojizo de sus ojos, pero una reluciente lágrima en escapada la delató. Wanda, mi esposa, trató de ser la más fuerte y malamente fracasó.

    En el ejército la constante es el cambio. La mayor enseñanza que he obtenido en la milicia es precisamente reaccionar con efectividad a los cambios, órdenes, contraórdenes e imprecisión. Durante horas de la tarde, ya sin los familiares allí, me informaron el más dulce de los cambios. Regresaría por dos noches consecutivas a mi hogar. Un chancecito, no nos acuartelaron. No tenía medio de transportación disponible y tampoco iba a molestar para que me vinieran a buscar así que cogí un poncito en el vehículo del sargento Viera acompañado de su esposa. Como en mi casa no lo sabían, cuando llegué se formó una bella algarabía. Doña Norma, mi suegra, que parece que tiene poderes extrasensoriales, antes que yo llegara les había dicho tú conoces a Paco y hoy va a regresar. ¡Grandioso! Dos días adicionales de despedida.

    El viernes 28 de Julio de 2006 a las 3:00 de la madrugada (0300) partí en avión hacia Wisconsin. La vida civil quedaría totalmente en el pasado. Al llegar a las barracas comenzó estruendosa la transición. Veintidós camas alineadas en perfecto orden, baúles militares en vez de gaveteros, el piso impecablemente brilloso y en el medio un enorme abanico de pedestal. El lema de ARMY of ONE tan mercadeado no es tan cierto. La uniformidad y lo colectivo es el centro de toda actividad. Sólo en sueños eres individualmente libre.

    Parecería que la naturaleza se había confabulado con el entrenamiento. Al llegar eventualmente a Kuwait, destino intermedio de transición, no habría necesidad de aclimatarse. La temperatura en Fort McCoy, debido a una gran ola de calor rayaba en los 100 grados y el nivel de humedad un terrible factor casi de asfixia. Recibimos una orden directa (Direct Order), beber cantidades industriales de agua y prohibido consumir bebidas carbonatadas. Por supuesto, mucho menos ingerir cualquier líquido cuyo contenido tuviera alcohol. Ya se nos había advertido que el consumo de bebidas alcohólicas en Bagdad era un pecado mortal que conllevaba la aplicación del Uniformed Code of Military Justice (UCMJ). Allá se penalizaba con cárcel, degradación de rango, cancelación de pases, extra duties, pérdida de paga y hasta el terrible dishonorable discharge. Las posibilidades de captura eran muy altas. La policía militar (MP’s-Military Police) no necesitaba orden de registro o allanamiento. Sin aviso entran a las barracas y lo examinan todo (averigua’os). Inclusive se ha dicho que tienen perros (K9) con facultades de medium (Papá, no tanto) amaestrados que olfatean y detectan espíritus destilados. También están las pruebas de sangre y orina disponibles, sin aviso o circunstancia.

    A pesar de que se nos había inculcado que el SRP (Soldier Readiness Processing) iba a ser muy abarcador y completo, realmente no lo fue. Este es un proceso de cedazo para determinar si el soldado está física y/o mentalmente capacitado para ser movilizado. Incluye aspectos médicos, dental, legal, finanzas, entre otros. Comenzamos el procedimiento por la mañana y ya al mediodía lo había completado. Nos llevaban como puerca robá’, uno te jalaba y el otro te rempujaba. El SRP que nos habían hecho en Salinas duró tres días y aquí en menos de lo que se monda un huevo estaba del otro la’o.

    Y comenzó el training. A la soplá nos encasquetaron un rifle de embuste que pesa el doble del auténtico, un chaleco protector, digno de una cámara de tortura individual. Pesa como el demonio, te aprieta las costillas, tiene una solapa que te restringe los movimientos del cuello; y lo peor, es un infernal microondas, no tiene ventilación, sudas como lechón asa’o y no te dejan abrirlo. Sobre ese chaleco llevas el vest con dos cantimploras, una máscara antigases y en el coco el casco de Keblar (material resistente a impactos de bala y fragmentación).

    En menos de una semana dejas el escritorio con aire acondicionado, archivos, computadora y te encuentras en un range de tiro en medio de un bosque. En la mano llevas una granada que eventualmente lanzarás hacia un objetivo del enemigo. Ese fue precisamente el primer requisito de validación que me tocó. Tuve que lanzar granadas arrodillado, de pie, acosta’o desde 15 metros a 50 pies. Y el más comprometedor, arrastrarme como iguana hacia un bunker y destruirlo sin que la fragmentación me alcance. Realmente no era tan peligroso como aparenta. Las granadas eran de práctica con una carga explosiva menor a la de un ciquitraque (petardo). Eso sí, al finalizar el día me dolían hasta las castañuelas.

    ¡Atención! Nada de lo narrado en torno a las condiciones extremas pretende criticarlas negativamente. Por el contrario, son necesarias. Vamos pa’ una zona de combate, cuanto más fuertes sean va en nuestro mejor interés de regresar vivos y más o menos sanos.

    La tensión ha empezado a surtir efectos entre los soldados y la oficialidad en el batallón. Ya comienzan a aflorar situaciones de inconformidad y discrepancias de carácter. He observado como algunos especialistas hacen lo indecible por ser ascendidos al rango de sargento, sargentos al rango siguiente de staff sergeant y así sucesivamente a través de toda la cadena de mando. Muchos no lo hacen de la forma cristiana, que es hacer el trabajo, demostrar liderato y ejecutarlo, ser disciplinado y cumplir con las órdenes sin ningún tipo de queja o malacrianza.

    Dejando atrás esas escaramuzas entre bandas lubricantes, la información que nos llega desde el Teatro de Operaciones y de otras fuentes tales como las Vistas que se desarrollan en el Congreso Norteamericano, noticias televisivas y escritas, causan seria preocupación. Anoche 6 de agosto de 2006, en reunión con todos los sargentos de mi compañía (HHC, Headquarters and Headquarters Company), nuestro primer sargento, José Alicea confirmó de forma directa que desde la cadena de mando se regaba como pólvora que a las tropas que se suponía que regresaran le fueron extendidas por mayor tiempo sus misiones, incluyendo tropas estacionadas en Afganistán. Movilizaron a la Octogésima Segunda División Aerotransportada (82nd Airborne Division"), que no estaba en el panorama. Todo indicaba que estaban a punto de declarar que había una guerra civil en Irak. Se sugirió la posibilidad de que nuestra misión cambiara a una de intervención más directa y ofensiva. Ya no sólo serían acciones de la Insurgencia, es encontrarse en el mismo centro de una de las más sangrientas luchas, las fratricidas.

    Hoy 7 de agosto de 2006, haciendo fila para recibir el nuevo y moderno chaleco protector (pesa como pelota de acero- el mío 42 libras, sin los magazines de balas, las balas y el First Aid Kit), botas de desierto color crema (no hay que brillarlas- los fabricantes de betún van a quebrar), ropa interior para frío y el parka, miré con detenimiento al sargento Iván Agosto. Es compañero por muchos años, asignado a la sección de Recovery. Este, al sentir mi mirada inquirió. No me contuve, sin rodeos le pedí se cuidará. Nos habían informado que dos soldados adicionales del 5to Batallón habían muerto (KIA-Kill In Action) debido a las heridas sufridas producto de una explosión de un IED (Improvised Explosive Device). Habían salido en una grúa a recuperar un vehículo destrozado por otro IED. Al llegar al lugar no se percataron que había esa otra carga explosiva esperándolos pacientemente.

    Hacía dos días que había comprendido en toda su intensidad lo que era un IED. Durante toda una tarde tomamos una clase donde se nos mostró modelos del artefacto, cómo funciona, qué explosivos usa, cómo detona, cómo detectarlos y qué estrategia usa la Insurgencia (enemigo). En su gran mayoría tienen de componentes inofensivos celulares, despertadores y piezas de lavadoras y secadoras. En todas las sesiones proyectaron fílmicos, no escenas de películas de Hollywood sino la realidad. Algunos recuperados de la insurgencia, sin censura y sangrientos. Impactante ver en toda su crudeza un vehículo de combate blindado, sumamente pesado volar como hojuela de maíz (pop corn) al recibir el impacto de uno de estos juguetes de la muerte. Los esconden a la vera de los caminos, enterrados superficialmente en la arena o tierra, camuflados con basura, insertados en cuerpos de animales muertos. Algunos detonan a control remoto y otros con cables eléctricos. También se dan los chalecos forrados con explosivos. El infeliz que lo viste lo detona directamente deseando e implorando llegar donde Alá en pequeños pedacitos acompañado o acompañada (también mujeres lo hacen) con otros pequeños pedazos de sus víctimas: soldados, civiles, mujeres, niños, hombres, ancianos y todo animal viviente que por mala fortuna estuviera en las cercanías de la explosión.

    Vi un insurgente asumiendo posición de tiro, apuntando un RPG (Rochnot Protivotankvuyy Gramatomyot-Ruso, Rocket Propelled Grenade Launcher). De momento, de golpe, de inmediato su cuerpo recibió una andanada de balazos Made in USA. Su cuerpo quedó inerte, inmóvil e inquietantemente tendido en un badén. Algún gunner parapetado en la torreta de un HMMWV (High Mobility Multipurpose Wheeled Vehicle) hizo su trabajo. Su adiestramiento fue efectivo, salvó vidas. Si el proyectil hubiese sido disparado por el insurgente la inercia de la muerte se hubiese apoderado de muchos de los nuestros (no, que no, que no y no y no).

    Hoy 10 de agosto de 2006, lavando y secando ropa en la lavandería noté la presencia de una gran cantidad de soldados adicionales a los que ya estaban en el campamento. Siguen llegando tropas, algunas para ser movilizadas (deployment) y otras que regresan (redeployment). Reconozco de inmediato quiénes llegan de regreso desde la guerra. Sus miradas y expresiones faciales proyectan una rudeza solemne.

    Siguen llegando noticias de más bajas. Otra vez, tres del 5to Batallón.

    Comienzo a perder la noción del tiempo. Un domingo es igual a un martes. Todos los días son idénticos y todas las noches también. Pero los días son bien largos y las noches o lo que duermes muy cortas.

    Cambio al cambio y sobre el cambio más cambios. En la mañana del 12 de agosto de 2006, los sargentos que duermen o, mejor dicho, tienen asignado el primer piso de la barraca núm. 2519, teníamos cierta discrepancia de interpretación en cuanto a unas instrucciones que se habían impartido la noche anterior. El uniforme para la formación de las 0745 (7:25 AM) consistía de fatiga, casco, LBE (load bearing equipment) y el M-16 (rifle, pero nos obligan a llamarlo weapon). Luego del desayuno, al regresar a las barracas, se notificó que por orden del comandante de la compañía solo se iba a llevar el cinturón con cantimplora sin el vest. Esto conllevó desmontar el cinturón del vest y notificar a los soldados para que hicieran lo propio. Así se hizo, pero no pasaron 15 minutos cuando bajó una contraorden, que el uniforme sería el que originalmente se había notificado. Luego de volver a notificar a los soldados y recomponer nuevamente el equipo, los comentarios de los sargentos eran dignos de publicación: Prepárense que ya mismo baja la orden de llevar cargado el ‘foot locker’ debajo del brazo izquierdo. A uno que llegó de repente diciendo que había ido al orderly (oficina de la compañía) para preguntar cuál era el uniforme para ese día, otro sargento le gritó. Este fue el que formó el lío, carajo, vete otra vez a ver si nos mandan a añadir la máscara de gas y el chaleco protector. Otro sargento espepitó- Amigo mío, me cagó en tu madre, me cagó en tu padre y me cago en toda tu descendencia. Intervine –Creo que nos matan a todos e inmediatamente señalé – Bueno, lo más probable sea que la Inteligencia de la Insurgencia no logre descifrar o anticipar nuestros movimientos, pensándolo bien, regresamos todos vivos. Nos reímos a carcajadas. La sangre no llegó al río. Pero esto se pondría mejor.

    Por la tarde, al regresar cansados de varias caminatas (road marchs) y tratar de devolver los fusiles (M-16 de verdad) a la armería de la compañía nos informaron- A partir de ahora tienen que cargar con el arma asignada en todo momento, ya sea para el comedor, lavandería, centro de computadoras, barracas etc. No pueden usar ropa civil en el tiempo libre. Sólo entregarán el arma si es que tienen cita médica fuera del puesto militar. En ese momento comencé a analizar o más bien tratar de digerir toda la información. Entre varias reflexiones, composiciones de lugar y otros procesos mentales, recordé que, en las entradas de los edificios, tales como lavanderías, comedores, centro de computadoras, tienda militar (PX) y en los autobuses, había letreros que leían: No weapons allowed inside this building. ¡Qué chulería! Acababan de decretar off limits a casi tó’ Camp Mc Coy".

    Siendo el domingo, 13 de agosto de 2006, luego del desayuno y durante la segunda formación, el asistente del capellán nos regaló con un morning prayer. Le seguía una clase de cómo manejar el estrés en una zona de combate. Nadie pudo asistir a los servicios dominicales de la iglesia de su preferencia. Sin hay una misión, olvídese de ir a la Casa del Señor (y comer galletitas dulces con café y jugo de china, naranja dulce dirían en casi toda Hispanoamérica). En esa ocasión había una misión. Un Sargento Mayor dirigiría unas palabras a nuestro batallón completo. Tendríamos la oportunidad de oír la última información real y fidedigna de lo que acontecía en Irak. El conferenciante acababa de llegar de allá.

    Luego de marchar 1 milla, sentarnos y comenzar a esperar, el tiempo transcurría y el podio se mantenía virgen. La comandante de nuestro batallón, teniente coronel Angélica Reyes ordenó presentar en una pantalla fotografías que hasta ese momento se habían tomado durante la actual movilización. Se escuchaba música de Salsa. Al rato (laaaargo) se agotaron las fotografías y la coronel tomó el micrófono. Comenzó a darnos una charla (briefing) de su Intend (propósito) y otras informaciones de carácter general. Concluyó, despotricando bien duro (very hard) en contra del que no cumplió, tomaría acción en contra del conferenciante que nunca llegó. La noche anterior un famoso grupo de música Rock-Three Doors Down había ofrecido un concierto en los terrenos del campamento como parte del US ARMY TOUR. A base de la cantidad de basura que quedó en el área tuvo que ser uno bien concurrido. Una semana antes se habían agotado los boletos de entrada ($30.00). La comisaría, PX (Post Exchange), barbería y cuanta oficina de servicio permaneció cerrada al público. Todo Wisconsin debió de haber estado allí. Por supuesto, nadie del 130th EN BN, estábamos entrenando. Me dio la impresión de que el conferenciante tuvo que haberse convertido en cassualty de la Miller o quizás Coors Light. Conozco bien a mi coronel y sé que, como decimos en perfecto lenguaje militar: The shit is rolling down the hill and the shit is going to hit the fan. Me imagino que después de haber recibido una soberana catimba de su parte no va a saber qué fue lo que le dio.

    Al día siguiente me encontraba fuera del campamento en cita médica. La temperatura había mejorado y estaba agradable, rondando los 65 grados. Me sentía liviano, no llevaba el chaleco protector. Cavilé: Las guerras anteriores eran más humanas. Te mataban en el campo de batalla, no antes de que llegaras. A base de la pesada carga que lleva el soldado norteamericano todo el tiempo, tengo que concluir que el enfoque es más defensivo que ofensivo. No hay manera de perseguir a un insurgente que sólo carga mahón, camiseta y tenis. No obstante, ese chaleco protector, a pesar de que me va a romper la espalda es el mismo que me puede salvar la vida en un efímero segundo. Sigo aclimatándome (acli-MATANDOME), Go with the flow". Asumo una actitud positiva, ya creo que es parte de mi piel. Aquí también he aprendido a vivir de día en día. No pienso en el próximo, esa es otra misión.

    Antes del amanecer del siguiente día un profundo y sonoro quejido me despierta. Un compañero sargento está tendido en su cama sin poder moverse, sus ojos empapados de lágrimas, con mirada de terror, de inmovilidad y dolor insoportable. Una llamada y en cinco minutos llega la policía civil del fuerte, acompañada de bomberos, paramédicos en su ambulancia con equipo para atender pacientes con posible lesión espinal. Se lo llevaron, quedó recluido en un hospital civil en el pueblo de Esparta. Oficial, la segunda baja. La primera fue por los nervios. Malas lenguas insisten en que la baja realmente se debió que a pesar de que en la Isla es sargento de la Policía, se declaró objetor por conciencia.

    La Crosse Tribune

    * IED Casualties in Iraq* August 17, 2006

    Nota: Cantidad de soldados norteamericanos muertos como consecuencia de estallidos de IEDs (2005-2006).

    Comienza a despejarse la neblina y aflora la verdad. No hay peor cuña que la del mismo palo. La constante y extrema exigencia de entrenamiento de carácter espartano, que no tengamos ni un día libre, que nos sintamos miserables, surge nada más y nada menos que de un mayor del 4th Cavalry Brigade, 85th Div., nuestro evaluador. No quiere que hablemos español. A pesar de lo bien que hacemos las cosas no nos evalúa outstanding, aunque capturemos al mismísimo Bin Laden. Pues resulta que el evaluador nació en Corozal, Puerto Rico. ¡Coño! Tenía que ser boricua. El otro evaluador norteamericano no hallaba más palabras de elogio hacia nosotros.

    El 19 de agosto de 2006, lo bauticé como el Día de la Reflexión. Mientras nos adiestrábamos en primeros auxilios en zona de combate proyectaron un documental de lo que sucede en nuestro hospital militar en Bagdad, en el Green Zone. Durante una hora y media toda la concurrencia, todo

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