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Fantasma Negro
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Libro electrónico146 páginas1 hora

Fantasma Negro

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Fantasma Negro

Levantarse temprano, trabajar duro, sacar petróleo.  Fantasma Negro es una historia ambientada durante los tumultuosos principios de la década de 1930 en Paraguay y Bolivia, cuando el oro negro estaba en juego y una guerra se libraba en nombre de siniestros intereses petroleros internacionales que deseaban más que nada robar a las dos naciones de sus recursos naturales para  fines propios. Mientras se disparan los primeros tiros en Paraguay en una guerra que terminará con la muerte de cien mil hombres por el oro negro, una bestia peligrosa acecha la tierra salvaje e inhóspita del Gran Chaco, matando el ganado de los colonos recién llegados al país sudamericano, los menonitas. Menno Pannabacker, un líder menonita, decide buscar la ayuda de su amigo, Tumpa González, un indígena guaraní local y rastreador de cierta reputación para cazar al animal, un jaguar gigante llamado Fantasma Negro. El líder guaraní, sin embargo, el cacique Barrios, está enojado con los forasteros porque acusan a uno de los europeos de asesinar a uno de los suyos. Después de mucho debate, Pannabacker recibe la bendición del jefe y con González como líder del grupo de caza, se embarcan en una cacería para matar al Fantasma Negro. Mientras tanto, en Bolivia, una expedición petrolera estadounidense dirigida por geólogos que trabajan para Standard Oil de Nueva Jersey cruza la frontera hacia Paraguay, donde se les prometió hallazgos de petróleo más allá de sus sueños más salvajes. Dos misiones, una para las riquezas y la otra para la retribución, están en curso de colisión, mientras que a su alrededor la amenaza de una guerra total nunca está lejos.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento27 feb 2021
ISBN9781071589571
Fantasma Negro
Autor

James Dargan

James Dargan was born in Birmingham, England, in 1974. Coming from an Irish background, he frequently writes about that experience. As well as England, he has also lived in the United States, Ireland, and - for the best part of fifteen years - in Warsaw, Poland, his home from home from home.

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    Fantasma Negro - James Dargan

    CAMPO VILLA MONTES

    Todo comenzó a finales de la década de 1920 después de que se descubriera petróleo en la ladera de los Andes, al occidente del Gran Chaco. El gobierno Boliviano, bajo el mando del presidente Hernando Siles Reyes, tenía la ambición de imponer sus derechos en la región, la cual era territorio soberano de Paraguay. País vecino al sur de Bolivia. Ahora, en 1930, las fronteras permanecen en enfrentamiento entre las fuerzas de ambos países. En pocos años se declarará una guerra, que empujara a dos de las naciones más pobres de la región en una guerra sangrienta y una amarga disputa que podría costar la vida de 100.000 hombres.

    Everett Salsbury, 30, bajó de la avioneta Ford Trimotor  en la pista de aterrizaje en Villa Montes, una ciudad en el extremo sur de Bolivia, cerca de la frontera con Argentina y Paraguay. Había volado desde La Paz, la capital del país. Salsbury era un agente de la Standar Oil de Nueva Jersey, compañía americana que había adquirido aproximadamente tres millones de hectáreas de petróleo boliviano en concesión entre los años de 1920 y 1922. Estaba aquí para inspeccionar el sitio de excavación y las técnicas de perforación, pero también por razones más siniestras.

    Salsbury, nació en Bakersfield, California, era el hijo de un trabajador petrolero que se había hecho rico trabajando en Elk Hills Well Número 1. El padre de Salsbury, Joseph Salsbury, paso su amor por el dinero con un preciado conocimiento de todo lo que se debía saber acerca del negocio del petróleo. Desde los quince años, Salsbury Junior empezó su aprendizaje. Un buen aprendiz, a sus veintiún años ya había conseguido trabajo en la empresa rival, Coalinga Oil Field en Fresno Country.

    En la polvorienta pista de aterrizaje para recibirlo estaban Rutherford Cleveland, director de la concesión boliviana de Standard Oil, Germán Paula Villazón, representante del gobierno boliviano, así como el Coronel Andrés José Ballivián, comandante del regimiento boliviano en la zona, con su traje militar. En el último año se habían presentado numerosos enfrentamientos entre las fuerzas bolivianas y paraguayas, especialmente alrededor del rio Pilcomayo y otras bases militares bolivianas en la zona.

    Hola, caballeros dijo Salsbury, llevaba un sombrero Stetson blanco, camisa blanca, Pantalones marrón estilo oxford metidos en sus botas de montar marrones hasta la rodilla.

    Cleveland le estrechó la mano antes de presentar a Salsbury a sus dos anfitriones.

    Iremos directamente al campamento, dijo Cleveland en el asiento del pasajero delantero mientras Salsbury subía al automóvil, un Lincoln Roadster negro, propiedad de Standard Oil.

    ¿Qué tan lejos está? Preguntó Salsbury, ahora apretujado entre Villazón y el oficial del ejército en el asiento trasero.           

    Diez kilómetros, contestó Villazón, antes de añadir con una sonrisa, creo que son quince en sus millas americanas.

    El conductor le dijo algo en español a Cleveland.

    ¿Habla español? Salsbury le preguntó a su compatriota estadounidense, aparentemente sorprendido

    Sí. Llevo aquí siete malditos años. Tengo que. Me temo que es la única forma de comunicarse con los nativos.

    El sur de Bolivia y el norte de Paraguay, conocido como el Gran Chaco, era una de las tierras más inhóspitas del mundo. Si el calor no te mataba primero, las serpientes y otra fauna hostil lo harían con el tiempo.

    Llegaron al campamento en las últimas horas de la tarde.

    Esta es su tienda, le dijo Cleveland a Salsbury.

    La carpa de lona era grande. Como siempre, la compañía de Salsbury había proporcionado todos los elementos esenciales: un escritorio, una silla, una hamaca, utensilios para comer y beber y una linterna. Sobre el escritorio, se encontraba un mapa del sitio de excavación y material de oficina.  

    Gracias, dijo Salsbury, quitándose el sombrero.                               

    La cena será a las ocho. Enviaré a alguien por usted.

    Muy bien.

    Salsbury dejó la maleta, se quitó las botas y saltó a la hamaca. El viaje desde La Paz lo había dejado exhausto.

    ––––––––

    A las ocho en punto, se sirvió la cena en el edificio más grande del campo petrolífero de Villa Montes: una morada de madera reconstruida a partir de un plano anterior. Alrededor de la mesa estaban los dos norteamericanos, Villazón, Ballivián y otro caballero, que se les acercó segundos antes de que se sentaran a comer. Salsbury, borracho después de los aperitivos consumidos en ayunas, estaba bastante sorprendido.

    Le presento a Venacio Soler, Sr. Salsbury dijo Cleverland, sentándose a la derecha de Soler, Cleverland ocupaba la cabecera de la mesa.

    Un placer, Sr. Soler. Contesto Salsbury.

    El placer es todo mío, contestó Soler. Después de que Ballivián le dijera a los estadounidenses que era descendiente directo del General Jose Ballivián, héroe de la guerra peruano-boliviana de hace un siglo, Soler habló Y supongo que mi estimado amigo al otro lado de la mesa se estará preguntando ¿qué hago yo aquí? Soler miró a Salsbury con atención. Salsbury volvió la mirada hacia Cleveland.

    Soler era un ciudadano Argentino nacido en Asunción, Paraguay.

    Un abogado de profesión, trabajaba para la liga patriótica argentina, liderada por el General José Félix Uriburu, como un oficial para el desarrollo de negocios El presidente argentino Hipólito Yrigoyen estaba siendo acusado por varios oponentes en Buenos Aires de querer tomar medidas represivas con respecto al contrabando de petróleo desde la provincia de Salta a Bolivia. Soler se encontraba en Bolivia para diversificar las posibilidades de negocio de la liga patriótica y para detener el plan del presidente: un golpe de Estado para derrocar a Yrigoyen se estaba gestando, y cuando ese día llegara, Uriburuy sus seguidores querían que el país fuera económicamente estable. Uriburu apoyaba completamente a la Standar Oil de Nueva Jersey, y quería que la compañía compitiera con la compañía británica Royal Dutch Shell para adquirir concesiones en Paraguay, Soler había sido contratado para llevar a cabo este trabajo.

    No hay manera de que un agente de la Standar Oil sea capaz de simplemente cruzar a Paraguay y negociar. Esto no va a pasar Sr. Soler, Dijo Salsbury.

    Habían terminado el plato principal y ahora se estaba sirviendo el postre.

    No creo esto. Le pagamos a Guggiari un precio más alto que la compañía británica y las concesiones son nuestras, Dijo Soler.

    Solsbury no entendía. Si querían negociar, ¿por qué no habían traído a los políticos? 

    Tiene razón, dijo Cleveland.

    No entiendo, ¿para qué estoy aquí? dijo Salsbury.

    Necesitamos que cruce la frontera,  Sr. Salsbury, y encuentre el petróleo que los paraguayos y la Royal Dutch Shell no han encontrado. Dijo Ballivián.

    ¿Quieren una expedición geológica a gran escala?

    No, intervino Cleveland, solo necesitamos establecer los pozos de exploración, esto disminuirá los costos y reducirá los riesgos.

    Pero necesitaríamos a los mejores ingenieros, geólogos consultores, mano de obra y protección militar. Sería una pesadilla logística en una zona de guerra activa.

    El gobierno boliviano proveerá todo lo que necesite, Sr. Salsbury... El Gran Chaco es legítimamente nuestro, y queremos sacarle provecho Dijo Villazón.

    Digamos que no se encuentre petróleo allí, ¿entonces qué?

    Nos vamos a casa, el Sr. Cleveland me dice que usted cuenta con dos de los mejores geólogos de petróleo del mundo, ¿es verdad? Pregunto Villazón.

    Y así era, Wilfred Cornell y Roger Easton-Bell.

    ¿No están trabajando ahora mismo en Permian Basin, en Texas, Everett? Cleveland le preguntó a su colega.

    Así es, sí.

    La discusión se prolongó alrededor de la mesa durante horas. Salsbury se mostró escéptico hasta que entró en juego el tema de sus honorarios.

    ¿Es la suma suficiente? Preguntó Villazón a Salsbury.

    Salsbury no sabía qué decir.

    Creo que lo ha persuadido dijo Cleveland al resto riendo.

    Salsbury les dijo a los bolivianos que les daría una respuesta en la mañana, después de una buena noche de sueño. 

    ––––––––

    A la mañana siguiente Salsbury fue a la tienda de Cleveland para tener una charla:

    ¿Se ha levantado temprano? pregunto Cleveland, aún tendido en su hamaca. 

    ¿Podemos hablar? replicó Salsbury.

    ¿Ha tomado una decisión? Cleveland, que ahora estaba luchando por salir de la hamaca, preguntó.

    ¿Y qué va a ser?

    Lo aceptaré, incluso si es un suicidio.

    Oh, el dinero valdrá la pena, dijo Cleveland, poniéndose las botas.

    ––––––––

    Después del desayuno, Salsbury y Cleveland se encontraron con los bolivianos y con Soler para darles las buenas noticias.

    El campo de petróleo de Villa Montes era modesto a comparación de aquellos en California o Texas, pero

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