Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Un Acto De Asesinato
Un Acto De Asesinato
Un Acto De Asesinato
Libro electrónico311 páginas4 horas

Un Acto De Asesinato

Calificación: 1 de 5 estrellas

1/5

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

En un villorrio inglés se representa una obra de teatro por una compañía amateur de actores entre los que destaca un viejo magistrado del lugar..La representación teatral durará un acto solo , porque se producirá nada menos que un acto de asesinato en pleno escenario. Los detectives de Scotland Yard y la policía local deberán encontrar al asesino que no fue visto por ninguno de los espectadores de la obra. El crimen develará toda una historia del pasado de uno de los sospechosos.   

IdiomaEspañol
EditorialPHOENIX
Fecha de lanzamiento15 ene 2021
ISBN9781071583784
Un Acto De Asesinato

Relacionado con Un Acto De Asesinato

Libros electrónicos relacionados

Thriller y crimen para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Un Acto De Asesinato

Calificación: 1 de 5 estrellas
1/5

1 clasificación0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Un Acto De Asesinato - John Holt

    Prefacio

    La historia a continuación es totalmente ficcional. Todos los lugares y personas que aparecen en la historia son imaginarios y cualquier similitud con personas reales vivas o muertas es totalmente coincidencia y no intencionado. Todos los pueblos y sitios dentro de estos pueblos son imaginarios.

    Ellos han sido creados simplemente para mis propios propósitos, esto es para servir a las necesidades de la historia.

    Expreso mi gratitud hacia Lauren Ridley, de Joyería Cherryloco por permitirme utilizar el logo de Phoenix en su diseño. Mis sinceros agradecimientos hacia Robin y Marian Lennox y los directores del Ayuntamiento de Woodbury Village por permitirme el uso de su fotografía para la portada.

    John Holt

    Asesinato En La Mansión Larkhall

    Un crimen de misterio en tres actos

    Prólogo

    Hace Cinco Años

    El 20 de febrero de 2014 durante una auditoría de rutina en las oficinas de Seguros Woodhouse se descubrió que había desaparecido una importante suma de dinero. Parecía ser que el dinero habría sido sustraído en pequeñas cantidades en un periodo de doce meses. A pesar de las escasas evidencias las sospechas cayeron en una empleada que había ingresado en la compañía el año anterior.

    Por casi ocho meses Angela Hull había estado viviendo bajo un halo de sospecha, acusación e incertidumbre. Ella había sido arrestada y responsabilizada de sustraer dinero de su propio empleador. Como consecuencia de ello había perdido su trabajo y varias de sus amistades. Por ocho meses había sido sujeto de interrogación en interrogación, culminando con su comparecencia en la justicia, responsabilizada del robo y enfrentando una posible condena de prisión por diez años.  

    * * *

    "Viernes 4 de octubre del 2014 - Gaceta del Oeste de Sussex -. En el día de hoy en el Tribunal de la Corona el juicio de La Corona contra Angela Hull alcanzó un dramático y abrupto final cuando el caso fue desestimado por el magistrado David Lawrence debido a la falta de pruebas. La señorita Hull había sido responsabilizada de sustraer cien mil libras esterlinas de Seguros Woodhouse, empresa para la que trabajaba. El magistrado Lawrence era muy crítico tanto de la Policía como de la Fiscalía y en una reprimenda mordaz aseveró que este caso no debería haberse llevado nunca a juicio. La señorita Hull, que había pasado seis meses en prisión preventiva, se le concedió una no difundida suma por daños y costes.La Fiscalía había aceptado la crítica y la decisión de la Corte. Posteriormente un vocero de la señorita Hull declaró que a pesar de que el acuerdo no compensaría lo que ella había padecido estaba conforme con el resultado. Los últimos ocho meses habían sido una pesadilla que no le desearía a nadie. Agradecía a su abogado y a su equipo legal. Ella finalizaba con que deseaba ahora dejar el incidente completamente atrás.

    * * *

    Angela Hull lanzó el periódico a un costado. Cierto que ella estaba conforme con el resultado, ¿ quién no lo estaría? Ciertamente que estaba feliz de que todo había concluido. El caso había sido sobreseído, desechado, indemnización concedida. Compensación de alguna manera, pensó. Pero quedaba todavía un problema. Culpable o no, caso probado o desestimado, el episodio total estaba todavía en actas. El caso no debió haberse llevado nunca a juicio, es lo que había declarado el magistrado. Pero había sido llevado a juicio y esto se mantendría con ella por un tiempo. La información permanecería en el dominio público por varios años más disponible para cualquiera.

    Así la pesadilla había concluido y ella podría ahora tratar de reconstruir su vida y seguir adelante.

    O ella podría tal vez...

    * * *

    Capítulo Uno

    Asesinato En La Mansión Larkhall

    Janet Cooper se estaba poniendo nerviosa mientras permanecía en los bastidores observando la actuación en el escenario. Aunque ella sería la primera en admitir que el término exacto teatro era, quizás, exagerar la exposición de los hechos. En realidad los bastidores de este particular teatro habían sido ubicados en una pequeña sala del ayuntamiento, que por los próximos cinco días estaba previsto que fuera la casa de los actores de Wokingham y su presentación de Asesinato en la mansión Larkhall , un crimen de misterio en tres actos. Hoy sería el estreno.

    Se debe decir, sin embargo, que la señora Cooper siempre se sentía nerviosa en la primera noche o en cualquier otra noche de hecho. En cualquier obra existían múltiples asuntos en los cuales pensar y ella sabía que cada uno de ellos podría salir mal y muchas veces así sucedía. Y con cualquier presentación en vivo cada uno podría resultar desastroso para la obra. Cualquier incidente cambiaría pronto la tragedia en comedia. El decorado solía venirse abajo; la iluminación muchas veces fallaba; los telones no se abrían; las puertas se atascaban; la utilería no se encontraba donde debía estar; y los actores eran famosos por olvidar sus frases o sus entradas a escena. Agregando a sus problemas que ella sabía muy bien de que cualquier cosa que fallara, no importaba lo leve que fuera, se le achacaría al director. No habría nadie más a quien culpar, todo sería su error.

    Esta noche no sería diferente. De hecho si fuera posible estaba más nerviosa a cargo de una obra de aficionados como esta. Quizás ella estaría justificada en este caso. Después de todo era un libreto muy deficiente que había sido escrito por un miembro del elenco. Tenía un argumento muy malo que no resistiría el menor escrutinio. El único verdadero misterio acerca de esta particular obra sería ¿ por qué alguien querría verla? En realidad, las ventas de boletos habían estado muy pobres y la sala estaba a medio llenar. No había nada que ella pudiera hacer, lo que solamente empeoraría la situación. Ella detestaba estar en una posición de la que no tenía control. Pero ahora ya era muy tarde. Esta era la noche de estreno y en la mejor tradición del teatro el espectáculo debía continuar, pasara lo que pasara.

    En la opinión de Janet Cooper el libreto combinaba solamente con el pobre título que le habían dado a la obra: Asesinato en la mansión Larkhall , murmuró. Sonaba como el título de una película clase B de los años 50. Ciertamente era claro y preciso, ¿ pero escasamente imaginativo, no? Nada del otro mundo, nada merecedor de un premio Pulitzer o estar en la carrera de un Bruntwood presentando a un dramaturgo destacado.

    Pero ese no era el único problema que tenía. En efecto el título no era tan malo después de todo. Había muchos otros asuntos con los cuales confrontar. El primero de todos era el de la actuación. Ese era otro problema. Teniendo en cuenta que era un grupo amateur de drama realizando la obra estaba claro que la actuación no era algo fácilmente comprensible para ninguno del elenco. Sin embargo ella tenía que admitir que aunque ellos no inspiraran confianza en el director, los ensayos no habían sido un completo desastre después de todo.

    La señora Cooper tenía que admitir que el West End de Londres o el Broadway de Nueva York ciertamente no tenían nada temer. Lamentablemente no habría ningún productor de Hollywood viniendo a golpear la puerta, queriendo llevar la obra a la pantalla grande. No habría ningún empresario queriendo ubicarla en la escena del West End. Más aún habría muy pocas chances de algún premio Olivier o de un Tony viniendo en camino muy pronto.

    Ella prestó atención hacia la audiencia. Una sonrisa irónica atravesó su rostro cuando se preguntó cuántos críticos teatrales se encontraban allí, sentados en el público, aguardando con ansiosa expectativa. Lapiceras listas, palabras de sabiduría ya formándose en sus mentes. Ella estaba complacida de que la respuesta fuera probablemente que ninguno.

    Pero a pesar de sus recelos, la señora Cooper tenía que admitir que el primer acto había realmente andado bien sin mayor contratiempo, y que había sido razonablemente bien recibido por una muy generosa y paciente concurrencia. Aunque la gran probabilidad que la mayoría de los ciento veinte tres miembros de la audiencia estuvieran probablemente relacionados al menos con un miembro del elenco, o que al menos se conocieran bastante bien, podría haber tenido alguna influencia en su respuesta.

    Hasta ahora el acto segundo había perdurado por veinticinco minutos más o menos, a pesar de un par de reveses que ninguno había aparentemente notado, o quizás lo hubieran notado pero gentilmente no lo mencionaban. Ella, por otra parte, había visto todo, como era su trabajo como directora, ¿o no lo era? Y ella, contraria a la audiencia, no tenía la intención de ignorar ningún traspié o de mantenerse callada. Había hecho una nota de los errores y los había añadido a la lista de asuntos para ser considerados con el elenco directamente después de la función.

    Miró su reloj. Unos pocos minutos y el acto segundo estaría finalizado. Era alentador y ella empezaba a relajarse. Entonces apenas faltaba un solo acto para continuar. Solamente otros treinta y cinco minutos y todo habría terminado. Después de todo no sería el desastre completo que había previsto finalmente. A pesar de los obstáculos parecía que todo saldría bien.

    Janet miró el escenario. Catherine Barr, que hacía el papel de Isabel. la esposa del coronel, dejaba recién la escena, saliendo por la izquierda del escenario. Ella había claramente disfrutado la escena. James Donovan, o coronel Mycroft como se llamaba su personaje, yacía dormido en el sillón junto a la chimenea. Janet sonrió. Ella sabía que no estaba realmente actuando, él estaba realmente dormido. Un whisky o dos en el Queens Head empezaban claramente a dar efecto. Es de esperar que no empiece a roncar, pensó ella.

    El escenario estaba en semi oscuridad y existía completo silencio, excepto por el tic tac del reloj. Janet lanzó la mirada hacia el otro lado del escenario.El joven Timothy Saunders esperaba por su entrada. Vio que Janet lo miraba y le dió un saludo nerviosamente. Ella se lo devolvió. — Lo harás bien— le dijo.  

    El reloj en la repisa de la chimenea marcaba la hora. Se escuchó el sonido de una ventana que se abría. El viento soplaba sacudiendo las cortinas de la ventana. Listo para entrar el cañón de un revólver podía verse apuntando a través de esas cortinas. Las cortinas se abrían lentamente y Tim caminaba hacia el escenario. Dio una mirada alrededor y con lentitud alcanzó el centro de la escena. Se detuvo y miró alrededor una vez más. Entonces bajó la mirada hacia la persona que yacía dormida. Levantó el arma apuntando directamente al coronel y suavemente presionó el gatillo. Hubo un fuerte sonido seguido de un gesto de asombro del público. El telón cayó indicando el final del acto segundo. Janet dió un suspiro de alivio. A pesar de todo la obra había andado razonablemente bien. Gracias a Dios, murmuró. La audiencia todavía disfrutaba de la obra a juzgar por los aplausos.Tal vez ella se había preocupado todo este tiempo sin razón alguna. 

    Janet detestaba el ruido de aquel revólver. Aunque supiera que el disparo se iba a producir esto la tomaba siempre por sorpresa y la hacía estremecer. Esta noche empero había sonado más fuerte de lo habitual, no como en los ensayos, pero sabía que no podía ser posible. Era solamente su imaginación haciendo maquinaciones, nada más. Lo descartó de su pensamiento. Pero todavía quedaba el olor de la cordita flotando en el aire. Era muy real. No lo había notado antes, pero esta noche olía muy fuerte. Supuso que probablemente tenía algo que ver con el sistema de ventilación. O quizás como era la primera presentación en vivo alguno había decidido añadir un toque de realismo a la función. Un buen toque, pensó. De hecho había sido una buena idea. Eso le agregaba algo. Al público parecía gustarle también. Decidió hablarle a Susan Turner, quien estaba a cargo de los decorados y no lo consideró más.

    —Ok James, eso estuvo bien. Puedes levantarte ya— le dijo mientras alcanzaba el centro del escenario. James no se movió. Vamos James — pidió sonriendo. No hubo reacción. — James, sabes que no tenemos mucho tiempo antes del acto tercero — continuó ella sacudiéndolo en el hombro. Claramente el whisky lo había dejado peor.

    —Vamos, ahora—. Él todavía no se movió. — Suficiente, James—dijo empezando a enfadarse. Ella no necesitaba esto. Tenía suficientes problemas de los cuales ocuparse sin sus juegos.  —El telón se ha cerrado, el acto ha terminado. No hay nada más que hacer. Nadie te está mirando ahora — advirtió. — No hay tiempo para tus juegos tontos. Tengo mucho que hacer — Ella lo sacudió y todavía no hubo reacción. —James, levántate ahora!.... —. No hubo respuesta. Su enojo comenzaba ahora a ser inquietud. — ¡ James ! — lo llamó una vez más.

    Los otros empezaron a congregarse alrededor. — ¿ Qué sucede? — preguntó John Berry. Bajó la vista hacia Donovan. — Como es usual busca atraer la atención de sus admiradores — Hizo una reverencia burlona—. Nosotros te saludamos, oh poderoso. 

    — ¿ Cuál es el problema? — preguntó Rose Fuller, mirando hacia abajo a Donovan. —Supongo que está ebrio nuevamente.   .

    — Totalmente ebrio si me lo preguntas — añadió Ian Jackson cuando se unía al grupo.

    — Tú y yo — agregó Berry. — ¿ Qué más hay de nuevo? 

    — ¿Por qué no movemos el sillón fuera del escenario con su señoría y todo? — sugirió John Berry.

    — ¡¡¡ James !!! — Janet llamó por tercera vez, mientras sacudía su hombro. Entonces se percató de que la sangre manchaba su pecho. Parecía muy real. Más realismo, pensó. Lo sacudió una vez más. Y entonces dejó escapar un grito fuerte. — Está muerto— gritó —. Le han disparado.

    Miró hacia el costado derecho. Tim estaba aún ahí. No se había movido y todavía sostenía el arma. Su rostro estaba pálido. Respiraba con dificultad y temblaba fuertemente.

    * * *

    Los aplausos disminuían y amainaron completamente.Las luces de la casa permanecieron apagadas. Los minutos pasaban. Cinco, diez y quince. La sala permanecía a oscuras, con la excepción de la señal de la salida de emergencia que todavía estaba encendida. La gente comenzaba a impacientarse, a inquietarse. ¿ Qué es lo que sucedía? Un murmullo resonaba en el público. Al principio apenas un rumor, luego cada vez más fuerte. Se hacían preguntas. ¿Por qué la demora? alguno preguntaba. ¿Había sucedido algo? preguntaba otro. Alguien se habrá indispuesto, sugería alguien más. Ah, ya saben cómo son estos elencos de aficionados, opinó otro. Nos han olvidado, murmuró otro. Habrá un fusible explotado por alguna parte, alguno dijo seguido de risas. Entonces alguno empezó a dar palmas. Lentamente otros se unieron. No mucho después la audiencia completa daba palmas. Y empezaron a corear. ¿ Por qué estamos esperando? ¿ Oh por qué estamos esperando?

    De golpe las luces se encendieron de vuelta y el batir de palmas se suspendió. Han encontrado el interruptor de la luz, alguno gritó desde la fila de atrás. O habrán conseguido dinero para el medidor, replicó otro, lo que fue seguido por más risas.

    Janet apareció desde detrás del telón. Estaba pálida y temblaba. Cesaron las risas. —Damas y caballeros—tartamudeó nerviosamente. Hizo una pausa para respirar profundamente. — Damas y caballeros, con gran pesar tengo que anunciarles —Hizo una pausa de nuevo y respiró profundamente. —Por razones fuera de nuestro control lamento informarles que no podremos continuar con la presentación de esta noche. 

    Hubo un fuerte grito de asombro por parte del público seguido de un batir de los asientos. — Si gustan dejar sus nombres, dirección y número de asiento con mi asistente en la puerta, cuando se retiren se harán los arreglos para entregarles un reembolso total —. —   Por favor abandonen la sala lo más rápido que puedan—. Ella rápidamente se dio vuelta y regresó detrás del telón. Lágrimas caían por su rostro.

    — ¿ Alguno ha llamado a la policía y por una ambulancia? — preguntó cuando miraba el cuerpo sin vida todavía tendido en el sillón.

    —Todo listo, Janet. No tienes que preocuparte— respondió Guy Palmer, el encargado del escenario. Cruzó hasta ella y puso su brazo alrededor de sus hombros— Están en camino.   

    * * *

    Capítulo Dos

    Agente de Policía Harry Cutler

    La estación de policía del pueblo estaba ubicada en el número veintiocho del Camino del Molino. Para todos los efectos parecía ser una bastante común casa adosada. Nada especial salvo por el antiguo Ford Fiesta por dos años estacionado en la entrada. De un blanco reluciente, con una raya amarilla y azul a lo largo de un costado. Pintado a cada lado la única palabra en un rótulo azul oscuro: POLICIA. Luego estaba la linterna azul fuera de moda colgando de la puerta de acceso. Y finalmente se encontraba el cartel posicionado en la puerta principal. En letras de cuatro pulgadas de alto se anunciaba: Policía de Wokingham. Número de teléfono 01907 522477. Oficial a cargo Agente de Policía Harry Cutler .

    * * *

    El agente de policía Harry Cutler cerró el expediente que había estado leyendo.Lo colocó sobre la mesa auxiliar. Había sido un día muy ocupado y ansiaba una noche tranquila para relajarse, tomándose una bien merecida pausa. Estando con el perro de la familia Lucy, quien estaba ya durmiendo acurrucado en el sillón, un par de cervezas rubias bien heladas, y la televisión. Betty, su hija de dieciocho años había salido con su más reciente compañero y Mary, su esposa, estaba en sus clases nocturnas en el salón de la iglesia.

    Computación para principiantes, murmuró el agente de policía Cutler. Mejor dicho computación para los aterrorizados. Qué es lo que vendrá luego, pensó. Ella estaría en la internet todo el día con ese asunto del facebook y enviando mensajes a cualquiera. Dio un suspiro, toda esta tecnología estaba más allá de él. Sí, claro, tenía un teléfono celular, pero todo lo que hacía era realizar y recibir llamadas. No poseía una de esas cosas de aplicaciones, lo que fuera que sean. No hacía el té ni las tareas del hogar. Sólo hacía llamadas. Mientras ella lo pueda disfrutar, pensó, era lo que importaba. Tenía que admitir que el curso de procesamiento de textos del último año había sido útil de cualquier modo, sobre todo con los informes interminables que eran necesarios.

    Alcanzó el control remoto y encendió la televisión. Unos minutos después, habiendo buscado al parecer a través de cientos de canales, se detuvo en una serie policial: Crímenes de Midsomer. Un poco de tonterías, pensó, y hasta cierto punto distante de la vida real. Pero en este caso, ¿ quién necesitaba de todos modos vida real después de un día de ardua tarea? Además tenía que admitir que era ligeramente entretenido, sin mensajes ocultos, y nada de ese lenguaje inapropiado que él no podía soportar. Aunque se preguntaba que con tantos asesinatos ocurriendo en aquel pueblo, ¿ quién en su sano juicio ansiaría vivir allí? Ciertamente él no. Era completamente feliz donde estaba. Se preguntaba además en vista del índice de éxito de detección, ¿ a quién se le ocurriría cometer un asesinato en el pueblo de Midsomer? No tendrían chance de salirse con la suya. Aunque la pregunta fuera sin embargo si podría o no resolver el crimen antes del final del programa. En verdad, él no podía nunca, sobre todo porque ya estaba dormido antes del final del programa.

    A diferencia del pueblo de Midsomer nada grave acontecía en Wokingham. Era un pueblo agradable y tranquilo nada más. Podría ser considerado aburrido para algunos, apagado y hasta previsible, pero se adecuaba perfectamente a él. No se avenía con el bullicio de la ciudad. Le gustaban la paz y la quietud. Le agradaba la previsibilidad.

    Se sirvió una cerveza rubia y se calmó. Tomó un trago largo y se relajó en la silla.Esperaba estar uniéndose al perro durmiendo en un no tan distante futuro. El programa empezaba a las nueve en punto. Veinte minutos más tarde el agente de policía Cutler ya se había dormido rápidamente. Entonces se produjo la llamada. Al principio se mostró escéptico. No era más que una broma. Eso tenía que ser. Alguien que le jugaba una pitanza. Probablemente era alguno de los muchachos del pueblo tal como lo habían hecho antes. Muchas veces en verdad. Era molesto pero no habían sido más de 16 veces. Sin hacer daño. Cutler habló con sus padres y con sus profesores en la escuela local y fue el final de todo. Si era otra de esas bromas tontas juró que habría problemas esta vez. Después de todo hacerle perder el tiempo a la policía

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1