Dan Stevens (Croydon, Inglaterra, 1982) es escurridizo y no tiene mucho interés en ser previsible. Lo suyo es retorcerse como una lagartija ante las expectativas del público, como si le tuviese alergia a ser amado y, sobre todo, encasillado. Empezó en el teatro como actor shakespeariano (formó parte de la National Youth Company de Gran Bretaña), pero el gran público lo descubrió como Matthew Crawley, el heredero inesperado de . Ahí era un abogado racional e idealista que hace lo posible por no enamorarse de Lady Mary y, sin embargo, sucumbirá ante su inteligencia y… su aristocracia. Un culebronesco, pero de calidad, que fascinó sobre todo veteranos de la guerra de Afganistán un robot que habla en alemán un superhéroe esquizofrénico Ahora lo vemos como un expolicía al frente de una banda de secuestradores, un tipo amoral, inescrutable y profesional en imprevisible slasher dirigido por Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett.
