JODIE COMER
Es una mañana despejada de septiembre y Jodie Comer y yo estamos desayunando en un reservado cubierto de terciopelo en la Electric House de Notting Hill, en Londres. Con un plato de huevos revueltos delante, la actriz charla con calidez y un toque de incredulidad sobre este momento clave en una carrera que despega. Killing Eve, el seductor thriller de espías que la impulsó a la fama en 2018, finalizará con su cuarta temporada. «Intento no pensar mucho en eso, sinceramente –dice–. Es triste, ¿sabes? Llevo mucho, mucho tiempo con ese personaje.Prefiero que terminemos en buenos términos y que mantengamos nuestra integridad en vez de estirarlo y que nos echen a patadas».
Desde su debut, la serie ha obtenido un gran éxito de crítica y público,con más de 40 millones de espectadores en la aplicación iPlayer de BBC en 2019. Hay mucho que recomendar de –su tono de comedia muy negra, las aventuras en mayúsculas por toda Europa–, pero, sobre todo, la serena y siempre cambiante interpretación que Comer
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