Durante años, me vi involucrado en la afición de mi padre por visionar cine del llamado “de miedo”. La afición le nació tras ver Psicosis, de Anthony Perkins. Mi padre me ha contado desde niño que “por la noche, al volver del cine, llevaba un cuchillo en el bolsillo y lo llevó durante las siguientes noches”.
Fue la época del furor por alquilar VHS en España (de 1983 hasta 1990). Posteriormente, con la llegada a nuestro país de los llamados canales privados, que entraron en funcionamiento en 1990 –T5, Canal +, Antena 3– y en años posteriores, ya todos los demás canales que hoy disponemos, el negocio del vídeo club fue cerrando porque con tanta oferta de cine en casa y gratuito, no tenia sentido alquilar.
Una noche, la cinta alquilada fue Noche de Miedo. La vimos mientras cenábamos, de un tirón, y creo que nos quedamos todos estupefactos. Me convertí en fan de la historia desde el primer visionado. Dibujé un cómic en clase, lo comenté con mis colegas más cercanos y empecé a practicar algo que, por entonces, no hacia mucha gente, ver la película casi todas las semanas. Creo que llegué a memorizarla.
LA TRAMA
Noche de miedo es un film profundo, intenso y que te implica desde la primera escena, porque convierte a dos personas muy diferentes en amigos.
En el fondo, ambos, Charley y el viejo Vincent son dos perdedores. Vincent es una vieja gloria del cine al que no quieren ver ni por misericordia, y Charley es un estudiante de segunda al que nadie respeta. Por tanto, el enfrentamiento con el vampiro, servirá a uno