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Titanes Americanos
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Libro electrónico207 páginas4 horas

Titanes Americanos

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Descubre la increíble historia de las leyendas que crearon el imperio estadounidense.

La determinación por alcanzar el éxito define la grandeza de la humanidad.

Los grandes hombres se forjan mediante una combinación de condiciones políticas, económicas y sociales que favorecen al bien común. Cuando las condiciones se cumplen, todos ganan. Pero cuando los intereses chocan, alguien debe perder. Esta yuxtaposición define a la historia; los seres humanos pueden mejorar su propia vida a costa de los demás, o pueden mejorar la vida de los demás a costa suya.

El carácter se construye haciendo esto último y puede ayudar a los humanos a pasar los tiempos difíciles. De hecho, la historia nos muestra que al tener un poco de determinación, pueden llevar a alguien a construir algo más grande que sí mismo. Esto es lo que hace que estos hombres sean unos titanes. Además, los humanos deben salir de su zona de confort para alcanzar la grandeza. En otras palabras, la grandeza se consigue al tomar riesgos y hacer algo diferente a lo que ocurre día a día. Es esta audacia la que escribe la historia.

Viaja a la mente de los hombres que crearon el imperio estadounidense.

¿Lo arriesgarías todo con tal de alcanzar la grandeza?

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento9 dic 2020
ISBN9781071579121
Titanes Americanos

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    Titanes Americanos - James Baer

    Índice

    Introducción

    Capítulo Uno: Cornelius Vanderbilt

    Capítulo Dos: John D. Rockefeller

    Capítulo Tres: Andrew Carnegie

    Capítulo Cuatro: J.P. Morgan

    Capítulo Cinco: La Campaña de 1896

    Capítulo Seis: Theodore Roosevelt

    Capítulo Siete: Henry Ford

    Capítulo Ocho: Nikola Tesla

    Capítulo Nueve: Thomas Jefferson

    Palabras finales

    Referencias

    Introducción

    El carácter es un ingrediente esencial para construir cualquier cosa significativa desde cero. Se necesita integridad, compromiso y estar dispuesto a ensuciarse las manos, ya sea para construirle una réplica del Titanic de bloques LEGO a tu hijo o para construir un rompecabezas 3D de los años 90. Es la encarnación de estos valores fundamentales lo que ayudará a que dicha creación rinda frutos, no importa qué tan grande o pequeña sea. El Imperio romano no se construyó en un día; asimismo, los hombres que construyeron Estados Unidos siguieron adelante con valores y principios similares que terminaron creando este gran país mediante esfuerzo, persistencia y la profundidad de carácter. Hombres como Cornelius Vanderbilt, John D. Rockefeller y Andrew Carnegie tenían mucho carácter. Gracias a esto, sentaron las bases de un éxito sin igual con visión y perspicacia para los negocios.

    Pese a esto, la profundidad de carácter por sí sola no es suficiente para construir algo desde cero; el conocimiento, la experiencia y la sabiduría también jugaron un papel clave en traer a la vida cosas extraordinarias. Por ejemplo, el conocimiento de los barcos de vapor y los ferrocarriles puede traer consigo la experiencia de operarlos, lo cual, a la larga, conlleva a la sabiduría para determinar la mejor manera de completar esta hazaña. Esos ingredientes esenciales se combinan para ayudar a alguien a construir algo más grande que sí mismo, ya sea un negocio, una familia o un imperio. Podemos agradecerles a nuestros antepasados por la construcción de los ferrocarriles, la industria metalúrgica y los bancos. Los continuos éxitos de estos magnates de los negocios personifican y utilizan los valores fundamentales que los estadounidenses toman en cuenta hoy en día para crear prósperos imperios de negocios.

    El inicio del gran negocio coincide con el inicio de la Era Industrial ya que es en ese momento que la humanidad confió en su determinación e ingenuidad para desarrollar y cultivar su producto en algo que alcanzara personas más allá de su localidad. Para alcanzarlo, de industria, transporte y envío fueron fundamentales durante el final del siglo XVIII, de la misma forma en que la materia prima, los bienes y los servicios son características de los negocios a día de hoy. El magnate Cornelius Vanderbilt capitalizó la creciente necesidad de mover las materias primas por todo Estados Unidos, dado el incremento de las empresas manufactureras. Vanderbilt o «Comodoro» monopolizó los negocios de los barcos a vapor y los ferrocarriles, con gran éxito durante muchos años.

    John D. Rockefeller tenía similitudes con Vanderbilt, pues era un magnate en el negocio del petróleo que monopolizó la incesante necesidad de tener otra materia prima durante el comienzo de la Era Industrial: el petróleo y los productos derivados del mismo. Las fábricas sólo podían funcionar durante ciertas horas del día y el queroseno necesario para tener luz era tan caro que sólo la élite adinerada podía pagarla. Rockefeller hizo que el petróleo fuese más económico para las masas mientras se dedicaba a ejercer el capitalismo laissez-faire sin interferencia del gobierno. Esto provocó que la exitosa compañía de Rockefeller «Standard Oil» dominase el 90% de la industria del petróleo. Por desgracia para Rockefeller, el gobierno terminó por interferir y disolvió su compañía en empresas más pequeñas como Exxon. El irónico resultado de la interferencia del gobierno terminó por hacer a Rockefeller aún más rico. Rockefeller supo manejarse mejor que la mayoría y, oficialmente, fue el magnate más rico de los Estados Unidos.

    El empresario industrial Andrew Carnegie es el segundo magnate más rico que ayudó a construir los Estados Unidos. Su éxito en la industria metalúrgica dominó el mercado estadounidense durante la Segunda Revolución Industrial. El éxito del acero se basó en que era más ligero, más barato y más fuerte que el hierro. Carnegie también encarnaba a una fuerza más grande que sus competidores porque aprendió con rapidez la importancia del trabajo duro y la diligencia ya que uno de sus primeros trabajos fue ser el chico de la bobina en una fábrica textil cuando tenía trece años. Esas largas horas trabajando como niño de la bobina, entre otros empleos, convirtieron a Carnegie en el hombre y magnate de negocios que conocemos hoy en día.

    También conocido en la historia por su diligencia en los negocios tenemos a John Pierpont «J.P.» Morgan, el famoso banquero que financió diversos acuerdos y uniones comerciales durante la Edad Dorada. Morgan es mayormente conocido por su inteligencia financiera a la hora de unir y adquirir grandes compañías como General Electric y la United States Steel Corporation. Su influencia financiera fue tan grande que logró estabilizar el mercado financiero durante varias crisis económicas, como el Pánico de 1907 y la Gran Depresión. Morgan era un financiero excepcional que manejó la economía con sabiduría y poseía dedicación en los asuntos comerciales como la consolidación industrial durante la Era Progresista.

    La Era Progresista logró establecerse debido a que magnates de negocios como Morgan, Carnegie y Rockefeller monopolizaron y controlaron la industria mediante acuerdos comerciales que resultaron en el crecimiento económico de Estados Unidos. Como estos prestigiosos magnates querían mantener sus fortunas, estatus e influencia en sus respectivas profesiones, organizaron la campaña presidencial de 1896, con la esperanza de que William McKinley (un defensor de los negocios) resultara electo. Sin embargo, esto no estaba destinado a ser, pues McKinley fue asesinado durante su breve mandato como presidente, lo cual pavimentó el camino para el nuevo presidente progresista Theodore Roosevelt. Roosevelt disolvió los monopolios (en inglés conocidos como trust) hasta que eventualmente se le conoció como el Trustbuster o el Cazador de Monopolios. Las grandes empresas dependieron entonces de sus múltiples inversionistas, puesto que los financieros como Morgan ya no tenían el poder total sobre sus compañías. La influencia de Roosevelt cambió el modo en que las personas hacían negocios en los Estados Unidos ya que las reformas regulatorias y las persecuciones antimonopolios nivelaron el campo de los negocios y las personas comunes tenían más derechos como trabajadores y como inversores.

    Aunque el magnate Henry Ford no era un hombre común, sus conocimientos de mecánica, ingeniería y técnicas de producción en serie también ayudaron a construir y formar a los Estados Unidos al transformar la industria del transporte. De hecho, Henry Ford hizo más que revolucionar el negocio: también redujo las horas laborales a la semana de 48 horas a 40. Su compañía fue una de las primeras en implementar menos horas laborales, pues esperaba que esto aumentase la productividad. Además, Ford creía que incrementar los salarios de los trabajadores también aumentaba la productividad. Con estas prácticas, Ford se preocupaba más del balance final porque sus trabajadores recibían ingresos gracias a sus decisiones comerciales más humanas y al mismo tiempo tenían más dinero y podían disfrutar de más tiempo de esparcimiento.

    Nikola Tesla también cambió el mundo mediante su trabajo duro, su ingenio y sus inventos. Tesla era un inventor de corazón y trabajó sin descanso para mejorar no sólo sus propios inventos, sino también los de otros en áreas como la electricidad, física e ingeniería. Su ética laboral lo llevó a pasar por tiempos difíciles, e inventó el motor asíncrono y la bobina de Tesla. Fue este diligente estilo de vida lo que pavimentó el camino no sólo para sus inventos en electricidad, ingeniería y energía inalámbrica, sino también para el pueblo, ya que Tesla ejemplificó el ideal estadounidense mediante sus experiencias en Estados Unidos y en el extranjero.

    Thomas Jefferson fundó el ideal estadounidense, en parte porque escribió el primer borrador de la Declaración de Independencia. Sus ideales cuidadosamente plasmados en el documento sentaron las pautas para muchas personas mientras luchaban por sobrevivir a la monarquía imperialista en el extranjero. El tercer presidente de los Estados Unidos apostó por un gobierno descentralizado para evitar replicar la monarquía mediante un poder federal reducido. También cambió las leyes en relación con la manera en que la aristocracia podía heredar sus tierras, evitando el monopolio en el proceso. Jefferson, sin embargo, también era un hombre que se contradecía a sí mismo pues sus ideales sobre el papel no coincidían con los que aplicaba en la realidad: por ejemplo, la Declaración de Independencia establecía que todos los hombres eran creados iguales, pero Jefferson tenía esclavos afroamericanos y, aunque Jefferson buscó un gobierno descentralizado, también hizo uso del poder cuando fue presidente. Su hipocresía apareció cuando asumió la autoridad unilateral al implementar la Acta de Embargo de 1807. Aun así, las poderosas palabras de Thomas Jefferson permanecen igual de relevantes hoy como lo fueron en su día.

    El creciente resultado de Estados Unidos se benefició de la profundidad de carácter y la perspicacia comercial de personas como Vanderbilt, Rockefeller, Carnegie, Morgan, Roosevelt, Ford, Tesla y Jefferson. Estos Titanes Americanos estuvieron adelantados a su época mientras pavimentaban el camino para las industrias futuras, los negocios y la sociedad moderna. Una lección que aprendimos de estos grandes hombres es que un negocio y una vida exitosos son a menudo el resultado de las acciones hablando más fuerte que las palabras y que hay que aprender y aplicar las prácticas que nos ofrecen. Debemos considerar estas lecciones de vida si queremos que ocurra un verdadero crecimiento personal y profesional, como ilustraron los Titanes Americanos.

    Capítulo Uno: Cornelius Vanderbilt

    Los grandes hombres como Cornelius Vanderbilt se forjaron mediante experiencia y trabajo duro, lo que puede enseñar más de lo que la educación formal jamás podría. La experiencia de trabajar largas horas en el puerto o junto a su padre en la granja familiar le enseñaron a Vanderbilt a moverse deprisa y la industrialización. De hecho, Cornelius II aprendió de su padre Cornelius el modo que tenían los Vanderbilt de manejar una granja familiar y su negocio de Ferris. Descubrió que era posible dirigir un negocio exitoso mientras que, al mismo tiempo, se puede tener una vida satisfactoria. El joven Vanderbilt, apodado El Comodoro por su entusiasmo y espíritu en el frente marítimo, cosechó las recompensas del trabajo duro y la persistencia gracias a la educación en casa que recibió de sus diligentes padres. Vanderbilt fue su pupilo más joven, y sus padres eventualmente le prestaron 100 dólares para comprar un pequeño bote danés para que empezara su propia compañía de ferris a los dieciséis años. Pese a que Vanderbilt empezó con un presupuesto reducido para sus gastos, su trabajo duro influenció a sus padres para confiar en él y darle dinero que tanto trabajo les costó ganar.

    Cornelius Vanderbilt nació en Staten Island, Nueva York el 27 de mayo de 1794, y fue hijo de Cornelius Vanderbilt y Phebe Hand. Sus padres eran personas trabajadoras que ahorraban cada centavo para cuidar a sus cuatro hijos: Charlotte, Cornelius, Eleanor y Jacob. Los Vanderbilt se ganaban la vida mediante la agricultura y transportando bienes y materia prima. Cornelius Padre les inculcó honestidad y franqueza a sus hijos, mientras que su madre Phebe les enseñó a economizar lo poco que su familia tenía. Phebe era una mujer maravillosa que incluso prestó su plata para la supervivencia de la familia, usando las ganancias para sobrevivir los tiempos difíciles. Ella recibiría el crédito del éxito de su hijo, puesto que poseía un carácter fuerte que influenció el camino del joven magnate de los ferrocarriles. Estas lecciones le enseñaron mucho a Vanderbilt sobre los negocios, mientras le abrían el camino para alcanzar su futuro éxito y prosperidad en el negocio de los barcos a vapor y los ferrocarriles.

    Por desgracia, Vanderbilt no tuvo éxito en la educación tradicional, pues dejó la escuela a los once años, luego de cinco años en ella. Tuvo más éxito ayudando a su padre y a su madre en la granja familiar. La impresión que sus padres dejaron en él ejemplificarían los valores por los que Vanderbilt se rigió por el resto de su vida. Vanderbilt aprendió más de sus padres y de la granja y el negocio de ferris que de lo que cualquier profesor tradicional le pudo haber enseñado con libros; sin embargo, la falta de una educación formal sería un obstáculo en la vida de Vanderbilt mientras ascendía a la cima del negocio de buques a vapor y ferrocarriles. Decía muchas groserías y su gramática era muy pobre debido a sus escasas habilidades lingüísticas, y tampoco era la persona más benevolente. Su incapacidad para leer o escribir le hacían difícil comunicarse con la alta sociedad con la que debía asociarse en los negocios. En la mayoría de los casos, él hacía todo, evitaba la comunicación con la alta sociedad e imitaba sus prácticas filantrópicas.

    Los negocios le fueron mejor a Vanderbilt después de que compró su primer barco (un periauger con el casco llano, el fondo plano, dos mástiles y remos) para transportar bienes y personas adonde necesitaran ir. El periauger que comandaba podía viajar desde Staten Island hacia Nueva York y de regreso. De hecho, Vanderbilt era tan bueno transportando gente y bienes que ya había ganado 1,000 dólares al cumplir los diecisiete años, lo cual equivaldría alrededor de 20,000 dólares a día de hoy. Se convirtió en un hombre de negocios y capitán de barcos debido a sus experiencias, lo cual lo llevó a ser un experto en ambas áreas. Incluso los militares escucharon de su creciente capacidad como capitán cuando tenía dieciocho años, y lo contrataron durante la Guerra de 1812 para transportar comida, munición y otros bienes muy necesarios de un puesto militar a otro. El negocio del joven caballero estaba en auge, y aprendió a prestar mucha atención a sus clientes y a sus finanzas. Vanderbilt tenía talento en la industria del transporte en ferris, dada la influencia de sus padres, quienes lo instruyeron con el ejemplo en los negocios.

    Sin embargo, quizá el mejor ejemplo del comportamiento de Cornelius fuera de los negocios no es el de casarse con su prima Sophia Johnson en 1813. Tuvieron trece hijos: Phebe Jane, Ethelinda, Eliza, William Henry Billy, Emily Almira, Sophia Johnson, Maria Louisa, Frances Lavinia, Cornelius Jeremiah, George Washington, Mary Alicia, Catherine Juliette, and George Washington II. Cornelius y Sophia tuvieron más hijas que hijos, lo cual fue una decepción para el magnate ya que fue un misógino de por vida que despreciaba al género femenino. Su desdén se volvió más obvio cuando engañó a su esposa en múltiples ocasiones con una joven gobernadora y varias prostitutas. Pese a su adulterio, satisfizo las necesidades de su familia, si bien les prestaba poca atención a sus hijas. La vida privada de Vanderbilt entraba en conflicto con su vida profesional, pues su ética de negocios era mixta y carecía de una brújula moral.

    No obstante, la vida profesional de Vanderbilt mejoró debido a su impresionante astucia para los negocios, lo cual le trajo más seguridad financiera mientras aprendía a vender más barato que sus competidores. Sus competidores responderían bajando sus precios aún más. Con el tiempo, el valor bursátil de los competidores de Vanderbilt era tan bajo que él los compró e hizo que se retirasen del negocio. Esta táctica le funcionó, pues consiguió más capital no sólo para manejar con más éxito su compañía de transporte, sino también para ayudar

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