EL FIN DEL DERROCHE
El Black Friday, la Navidad, las rebajas de verano… No es ningún secreto que en nuestra sociedad capitalista las marcas se las han arreglado, gracias a sus potentes campañas publicitarias, para que tengamos un sinfín de oportunidades con que dar rienda suelta a nuestro impulso consumista a lo largo de todo el año. Piense, si no, en las colas multitudinarias que se forman a las puertas de las tiendas Apple de to do el mundo cada vez que se pone a la venta un nuevo modelo de iPhone. O que se formaban. Porque la crisis originada por el coronavirus ha puesto en modo “pausa” esta imagen.
Lo que no ha impedido el virus, sin embargo, es que el gigante tecnológico haya vendido, una vez más, un número desorbitado de unidades. En Siria, por ejemplo, el último modelo se agotó en tan solo tres días, a un precio que oscilaba entre los 3.200 y 4.400 dólares al cambio oficial. Hablamos de un país sumido en una guerra desde hace nueve años y en el que el 83% de la población vive con menos de cien dólares al mes. En Taiwán, por su parte, los operadores de telefonía vendieron todas sus unidades disponibles en un tiempo récord de cuarenta y cinco minutos.
Según Greenpeace, hoy en día se extraen y emplean alrededor de un 50% más de recursos naturales que hace treinta años. El ser humano necesitaría tres planetas para abastecer el ritmo actual de consumo, sobre todo porque, hacia 2050, se prevé un crecimiento demográfico que nos situará en 9.600 millones de personas. Es imposible soportar este nivel de producción, consumo y contaminación asociada, porque vivimos en un planeta con recursos finitos.
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