NO MÁS DINERO A LOS COMBUSTIBLES FÓSILES
LA INDUSTRIA DE LOS combustibles fósiles enfrenta un problema de negocios clásico: alguien ha encontrado una tecnología mejor. Durante la última década, los avances en ingeniería han ayudado a bajar el precio de paneles solares y turbinas de viento en 90%. La energía limpia es ahora la manera más barata de generar poder en la mayor parte del mundo y las baterías que almacenan energía siguen la misma curva descendente hoy, así que cada vez más, la costumbre del sol de meterse en la noche no es la gran cosa. Incluso el automóvil, que ha ayudado a definir nuestra cultura y consume grandes cantidades de combustibles fósiles, cambia con rapidez. Ninguna persona honesta que haya conducido un Tesla dirá que no es una máquina superior: veloz, con pocas partes movibles y una elegancia tranquila que hace que un ruidoso auto deportivo de alta potencia parezca un tanto anticuado.
Enfrentadas a ese tipo de desafíos, las empresas establecidas por lo general buscan ganar tiempo para tener una o dos décadas de ganancias antes de irse a una casa de retiro. En la industria energética —en el corazón de nuestra economía durante tanto tiempo— los periodos de transición han sido lentos en particular. Las inversiones fijas y las líneas de suministros establecidas significan que, en el pasado, transformarse de la madera al carbón o del carbón al petróleo es algo que ocurrió a lo largo de 40 o 50 años o más. Tiempo suficiente para desacelerar.
Pero la industria de los combustibles fósiles también enfrenta un problema de negocio nuevo: resulta que lo que produce, destruye al mundo.
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