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Plan B 4.0 Movilizarse para salvar la civilizacion: Ensayo económico y social
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Plan B 4.0 Movilizarse para salvar la civilizacion: Ensayo económico y social
Libro electrónico603 páginas8 horas

Plan B 4.0 Movilizarse para salvar la civilizacion: Ensayo económico y social

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Descubra la nueva versión del Plan B

En su nueva obra, Lester Brown analiza el problema de la crisis de los alimentos y como esta puede ser el argumento central para convencer al mundo sobre la necesidad de reducir las emisiones de CO2 en un 80% para el año 2020. Las consecuencias ambientales derivadas de la deforestación y la escasez de agua, afectan en forma signicativa la producción y el suministro de alimentos. En esta edición completamente revisada, Brown se centra en los detalles del plan que él propone y en analizar la forma como ya está surgiendo una nueva economía energética.

Un ensayo que se debe leer para comprender los desafíos de nuestro siglo y cómo solucionarlos

CRÍTICAS
“Lester Brown nos dice como construir un mundo más justo y cómo salvar el planeta del cambio climático de una manera práctica y futurista. Todos debemos seguir su consejo” - Bill Clinton, ex presidente de Estados Unidos de América

SOBRE EL AUTOR
Lester R. Brown - The Earth Policy Institute
Presidente del Earth Policy Institute (Washington D.C ), organización sin ánimo de lucro dedicada a la investigación interdisciplinaria, cuyo propósito es proveer una visión de una economía ambientalmente sostenible y un proyecto de cómo llegar a ella.
Brown ha sido descrito como “uno de los pensadores mundiales más influyentes” por el Washington post y el Telegraphe de Calcuta lo llamó “El gurú del movimiento ambiental”. En 1986, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos solicitó sus escritos para sus archivos. Hace 30 años Brown ayudó a desarrollar el concepto de Desarrollo Ambientalmente Sostenible, el cual ha utilizado en el diseño de su eco-economía. Fue el fundador del World Watch Institute y su presidente durante sus primeros veintiséis años. Ha sido autor y coautor de muchos libros y reconocido con más de veinte títulos honorarios. Sus libros han sido traducidos a más de cuarenta idiomas.
Es miembro de la Fundación Mc Arthur, ha recibido notables premios y reconocimientos, incluyendo el Premio al Medio Ambiente de las Naciones Unidas en 1987, la Medalla Dorada del World Wide Fond for Nature en 1989 y el Premio Planeta Azul de Jápon en 1994, por su “excepcional contribución para resolver los problemas ambientales globales”. En 1995 Marquis Who’s Who, el más preeminente editor biográfico del mundo, con ocasión de su cincuentava edición, lo nombró como uno de los ciencuenta grandes americanos. Más recientemente le fue otorgada la Medalla Presidencial de Italia y el Premio Borgstrom por la Academia Real Sueca de Agricultura y Bosques y fue nombrado profesor honorario de la Academia China de Ciencias.

SOBRE CEID

El Centro de Estudios para el Desarrollo Sostenible CEID Colombia fue creado en agosto de 2003 por un grupo de expertos profesionales, con el propósito de investigar, divulgar el conocimiento y apoyar los procesos de construcción de capacidad en temas relacionados con medio ambiente y desarrollo sostenible, contribuyendo así al logro de un mayor y mejor desarrollo económico con respeto al medio ambiente. Igualmente provee consultoría y asesoría sobre esos temas.
CEID cuenta con la amplia experiencia de sus miembros, quienes por largos años han manejado temas directamente relacionados con sus objetivos, tanto desde el sector público como el privado y la academia. Desde su fundación CEID ha participado regularmente en foros internacionales y nacionales, especialmente en las reuniones de Naciones Unidas del Consejo Económico y Social (ECOSOC) y la Convención Marco de Cambio Climático (UNFCCC).
IdiomaEspañol
EditorialCEID
Fecha de lanzamiento9 sept 2015
ISBN9789585896826
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    Plan B 4.0 Movilizarse para salvar la civilizacion - Lester R. Brown

    Lester R. Brown - The Earth Policy Institute

    Presidente del Earth Policy Institute (Washington D.C ), organización sin ánimo de lucro dedicada a la investigación interdisciplinaria, cuyo propósito es proveer una visión de una economía ambientalmente sostenible y un proyecto de cómo llegar a ella.

    Brown ha sido descrito como uno de los pensadores mundiales más influyentes por el Washington post y el Telegraphe de Calcuta lo llamó El gurú del movimiento ambiental. En 1986, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos solicitó sus escritos para sus archivos. Hace 30 años Brown ayudó a desarrollar el concepto de Desarrollo Ambientalmente Sostenible, el cual ha utilizado en el diseño de su eco-economía. Fue el fundador del World Watch Institute y su presidente durante sus primeros veintiséis años. Ha sido autor y coautor de muchos libros y reconocido con más de veinte títulos honorarios. Sus libros han sido traducidos a más de cuarenta idiomas.

    Es miembro de la Fundación Mc Arthur, ha recibido notables premios y reconocimientos, incluyendo el Premio al Medio Ambiente de las Naciones Unidas en 1987, la Medalla Dorada del World Wide Fond for Nature en 1989 y el Premio Planeta Azul de Jápon en 1994, por su excepcional contribución para resolver los problemas ambientales globales. En 1995 Marquis Who’s Who, el más preeminente editor biográfico del mundo, con ocasión de su cincuentava edición, lo nombró como uno de los ciencuenta grandes americanos. Más recientemente le fue otorgada la Medalla Presidencial de Italia y el Premio Borgstrom por la Academia Real Sueca de Agricultura y Bosques y fue nombrado profesor honorario de la Academia China de Ciencias.

    Gilberto Rincón González

    Fundador y director de CEID, tiene una amplia experiencia de más de 20 años como consultor y asesor legal de empresas petroleras multinacionales tales como la Shell y Exxonmobil de Colombia. Miembro de la delegación colombiana en la negociación del Protocolo de Kioto en La Haya, Holanda. Presidente del Colegio de Abogados Especialistas en Derecho Ambiental de Colombia, CAEDAC, y delegado permanente ante la Comisión de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas en Nueva York. Abogado especialista en Derecho Ambiental de la Universidad del Rosario, es Máster en Negocios del IESE- Universidad de Navarra, España, y ostenta un título en Derecho Comparado de la Universidad de Texas, en Dallas. Asesor de empresas, responsable de la implementación en Colombia del programa de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, EPA, sobre Principios de Aplicación y Cumplimiento de la Legislación Ambiental, miembro del Consejo Directivo de la Academia de Derecho Ambiental de la IUCN (Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza).

    Prefacio

    Hace algunos meses, leyendo Newsweek encontré un artículo sobre clima y energía, en el cual se anotaba, la actividad económica en la forma usual se ha convertido en un sinónimo del fin del mundo.

    No obstante que esta conclusión pueda sorprender a muchas personas, no sorprende a los científicos que le hacen seguimiento a las tendencias ambientales en el mundo, en temas como la deforestación, la erosión de suelo, la disminución de los acuíferos y el aumento en las temperaturas, por mucho tiempo han dicho que si estas tendencias continúan, estaremos en dificultades. Lo que no ha sido claro es la forma y la naturaleza de estos problemas.

    Como lo fue para muchas civilizaciones tempranas, ahora parece claro que los alimentos son el elemento determinante de la crisis. Estamos entrando en una nueva era de los alimentos, marcada por los altos precios, el rápido crecimiento de poblaciones con hambre y una competencia que se intensifica por los recursos del agua y de la tierra, que va más allá de las fronteras nacionales, en la medida que los países importadores de alimentos tratan de comprar o de tomar en arriendo vastas extensiones de terreno.

    En otras épocas, el aumento en el precio de los cereales fue a causa de eventos puntuales como una sequía en la Unión Soviética, o un Monzón menos intenso en India, los cuales fueron compensados con las siguientes cosechas. Sin embargo, las recientes alzas obedecen a tendencias constantes como el crecimiento poblacional, la disminución de los acuíferos, el aumento de la temperatura global, el derretimiento del hielo de los Polos y el uso de cereales para producir combustible.

    En décadas pasadas, cuando el precio de los cereales aumentaba, el departamento de agricultura de Estados Unidos simplemente incluía tierras incultas en el programa de producción para sus agricultores, pero ahora esas tierras no existen. De forma sorpresiva, la seguridad alimentaria se ha convertido en un asunto complejo. Las políticas sobre energía pueden afectar la seguridad alimentaria más que las políticas agrícolas. Erradicar el hambre pude depender más del éxito en la planificación familiar, que del éxito de los agricultores. Aumentar la productividad del agua puede contribuir más al futuro en la seguridad de los alimentos, que aumentar el suministro de agua para riego. En el libro de The collapse of complex societies, Joseph Tainter anota que las civilizaciones, en la medida que evolucionan, se hacen progresivamente más complejas hasta llegar a un punto en el cual no pueden manejar su complejidad. Recordé lo anterior cuando observaba las discusiones en el Congreso sobre el proyecto de ley de política climática, menoscabando sus metas en la medida que ésta llegaba al conocimiento de la prensa.

    Al momento de escribir este libro, las instituciones internacionales enfrentan situaciones complejas, dado que todas las miradas están concentradas en los resultados de la Conferencia de cambio climático en Copenhague a comienzos de diciembre. Desde mi punto de vista, los acuerdos internacionales para la negociación del cambio climático, están siendo rápidamente obsoletos por dos razones: primero, dado que ningún gobierno quiere hacer más concesiones que los otros, las metas negociables para reducir las emisiones de dióxido de carbono van a ser las mínimas, muy distantes de las realmente requeridas.

    Segundo, dado que las negociaciones y su ratificación toman años, simplemente se nos puede agotar el tiempo. Lo anterior no significa que no debamos participar en las negociaciones y trabajar de forma decidida para obtener los mejores resultados posibles. Pero no debemos confiarnos en esos acuerdos para salvar la civilización.

    Uno de los avances más significativos para la estabilización del clima, como la gran movilización de las bases en Estados Unidos que llevaron a una moratoria de hecho para la construcción de nuevas plantas generadoras a base de carbón, tuvo muy poco que ver con las negociaciones internacionales. En ningún momento de este proceso los líderes del movimiento expresaron que ellos querían prohibir las nuevas plantas solo si Europa, China o el resto del mundo lo hacían. Siguieron adelante de forma unilateral, convencidos de que si Estados Unidos no reducía rápidamente las emisiones de carbono, el mundo estaría en problemas.

    Estamos en una carrera entre el punto de inflexión político y el punto de inflexión de la naturaleza. ¿Podremos reducir las emisiones de carbono lo suficientemente rápido para salvar las capas de hielo de Groenlandia y evitar el aumento del nivel del mar? ¿Podremos cerrar las plantas generadoras a base de carbón lo suficientemente rápido para salvar los glaciares en el Himalaya o en las planicies Tibetanas, de cuyo hielo derretido depende la mayoría de los ríos y los sistemas de riego de Asia durante las estaciones secas? ¿Podremos estabilizar la población reduciendo la fertilidad antes de que la naturaleza lo haga aumentando la mortandad?

    En cuanto al clima, todo parece moverse más rápido. Hace unos años, cuando el hielo en el mar Ártico empezó a disminuir, se proyectó que este proceso duraría décadas, pero no fue así. Las proyecciones recientes indican que el hielo del mar Ártico puede desaparecer en corto tiempo. Han pasado pocos años desde el último reporte del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), y ya el aumento de las emisiones de dióxido de carbono, el aumento de las temperaturas y el aumento del nivel del mar, han sido mayores al escenario más pesimista proyectado por este Panel.

    Las buenas noticias son que el cambio a las energías renovables está ocurriendo a una escala mayor a la que hubiéramos imaginado hace solo 2 años. Consideremos lo que pasa en Texas. Los 8.000 megavatios de capacidad de generación eólica ya operando, los 1.000 en construcción y la gigantesca cantidad en desarrollo, le darán 50.000 megavatios de capacidad de generación eólica equivalente a 50 plantas generadoras a base de carbón. Lo anterior atenderá de forma amplia las necesidades de los 24.000.000 de residentes del estado.

    China, con su programa de energía eólica, está trabajando en 6 mega complejos de parques eólicos, con una capacidad total de generación de 105.000 megavatios. Lo anterior es adicional a la gran cantidad de parques eólicos más pequeños, ya en operación o en construcción.

    Más recientemente, un consorcio de corporaciones europeas y bancos de inversión, ha anunciado una propuesta para desarrollar, en forma masiva, capacidad de generación térmico solar en el norte de África, la mayoría de ella para exportar a Europa. En total, puede fácilmente exceder los 300.000 megavatios, cerca de 3 veces la capacidad de generación eléctrica de Francia.

    Podemos citar más ejemplos. La transición energética de combustibles fósiles a fuentes renovables de energía se está haciendo más rápido de lo que la gente puede imaginar. En Estados Unidos, por ejemplo, la capacidad de generación eólica aumentó en 8.400 megavatios en 2008, en tanto que la del carbón aumentó en solo 1.400 megavatios.

    La pregunta que enfrentamos no es qué hay que hacer, porque esto parece claro para quines analizan la situación global. El desafío es cómo hacerlo en el tiempo que tenemos disponible. Infortunadamente, no tenemos más tiempo, la naturaleza controla el tiempo y no podemos ver el reloj.

    El Plan B es ambicioso porque es lo que se requiere para cambiar el curso de lo que está sucediendo. ¿Será difícil?, no hay duda.

    La creencia es que los seres humanos necesitamos una nueva forma de pensar. Permítame citar un comentario del ambientalista Paul Hawken en un discurso en 2009. Al llamar la atención sobre el enorme desafío que enfrentamos dijo: primero tenemos que decidir lo que necesitamos hacer, luego lo hacemos y luego nos preguntamos si es posible.

    Lester Brown

    Julio 2009

    Parte 1

    Los desafíos

    Capítulo 1

    Vendiendo nuestro futuro

    Con frecuencia, regreso al pasado y leo acerca de las civilizaciones tempranas que declinaron y colapsaron, y trato de entender las razones por las cuales esto sucedió. En la mayoría de los casos, la disminución en el suministro de los alimentos fue la responsable. Para los Sumerios, el aumento en los niveles de sal en los suelos, como resultado de una falla en los sistemas de riego, redujo la producción de trigo y cebada y eventualmente los llevó a desaparecer como civilización.¹

    La erosión del suelo, agravada por intensas sequías, aparentemente minó el suministro de alimentos de la civilización Maya. Para otras civilizaciones tempranas que colapsaron, con frecuencia fue la erosión del suelo y la consecuente disminución en las cosechas, lo que las llevó a su declive.²

    ¿Nuestra civilización correrá la misma suerte? Hasta hace poco, no parecía posible. Me resisto a la idea que el suministro insuficiente de alimentos pueda llevar al declive de la civilización global del siglo XXI. Pero nuestra continua incapacidad de reversar las tendencias ambientales y conservar las que están minando la economía mundial de los alimentos, me obliga a concluir que si continuamos desarrollando nuestras actividades económicas en la forma usual, este colapso no es solo posible sino inminente.

    El histórico aumento en los precios de los cereales en los últimos años, indica la gravedad de la situación. Desde mediados de 2006 hasta mediados de 2008, los precios mundiales de maíz, trigo, arroz y soya, prácticamente se triplicaron alcanzando niveles históricos. Fue solo hasta el comienzo de la crisis económica mundial en 2008, que los precios de los cereales disminuyeron, pero aun así estos se mantuvieron por encima de sus niveles históricos.³

    El mundo ha experimentado aumentos significativos de precios de los cereales durante el último medio siglo, pero nunca como en estos últimos años. Las tendencias recientes están determinadas por eventos específicos como el débil Monzón en India, severas sequías en la Unión Soviética o la disminución en las cosechas por las olas de calor en el medio oeste de Estados Unidos. El aumento significativo de los precios solía ser temporal, causado por factores relacionados con el clima, que usualmente era compensado con la siguiente cosecha. El récord de aumento significativo en los precios de los cereales entre 2006 y 2008 es diferente. Está marcando una tendencia. Lo anterior significa que para solucionar la situación que se presenta de escasez de alimentos, se deben reversar las tendencias que la están causando, tales como la erosión de los suelos, la disminución de los acuíferos y el aumento de las emisiones de carbono.

    Como resultado del persistente alto costo de los alimentos, el hambre se expande. Una de las Metas de Desarrollo del Milenio de Naciones Unidas, es reducir el hambre y la malnutrición. A mediados de los años 90, el número de personas en esta categoría disminuyó a 825 millones, pero en lugar de continuar su disminución, el hambre aumentó llegando a 915 millones a finales de 2008, y luego sobrepasó los 1. 000 millones en 2009. Con la actividad económica desarrollada en la forma usual preveo que, como consecuencia del proyectado crecimiento poblacional, de la destinación de los cereales para producir combustibles para automóviles, de la disminución de las aguas para riego y otras tendencias combinadas, se aumentará el número de personas con hambre a 1.200 millones o más para 2015.

    Los altos precios de los alimentos y el significativo acrecentamiento del hambre, están dentro de los signos tempranos de una tensa situación mundial. A medida que el tiempo pasa, parece irreversible la tendencia de aumento de los precios. Cada vez más los alimentos parecen ser el eslabón débil en nuestra civilización, similar a lo que sucedió con las civilizaciones tempranas.

    Alimentos: Eslabón débil

    En la medida que el mundo lucha por alimentar a su población, los agricultores enfrentan un sinnúmero de dificultades. Del lado de la demanda, en la ecuación de los alimentos hay tres tendencias que estimulan el consumo: crecimiento poblacional, aumento del consumo de proteína animal y, más recientemente, el uso masivo de cereales para producir combustibles para vehículos.

    Del lado de la oferta, varias tendencias ambientales y de recursos hacen cada vez más difícil aumentar la producción de alimentos lo suficientemente rápido. Dentro de éstas está la erosión del suelo, la depredación de los acuíferos, la disminución de las cosechas por las olas de calor, el derretimiento de las capas de hielo y, en consecuencia, el aumento del nivel del mar y el derretimiento de los glaciares de las montañas que alimentan los principales ríos y los sistemas de riego. Adicionalmente, tres tendencias en la disponibilidad de los recursos están afectando el suministro de los alimentos: la pérdida de tierras cultivables por su destinación a usos no agrícolas, la destinación de aguas de riego para uso en las ciudades, y la esperada reducción en el suministro de petróleo.

    La tendencia principal que nos debe preocupar es el crecimiento de la población. Cada año hay 79 millones de personas más que demandan alimentos. Infortunadamente, la mayoría de estas personas se encuentran en países donde el suelo está erosionado, los acuíferos han disminuido y los pozos de agua se han secado. Si no logramos frenar el crecimiento de la población, no seremos capaces de erradicar el hambre.

    3.000 mil millones de personas tratan de moverse hacia arriba en la cadena alimenticia, consumiendo más productos derivados del ganado, para cuya producción se requiere gran cantidad de cereales. En la parte superior de la cadena alimenticia, se encuentran Estados Unidos y Canadá, donde la población consume un promedio de 800 kg de cereales al año, la mayoría de ella indirectamente en forma de carne de res, cerdo, aves, leche y huevos. En la parte baja de la cadena se encuentra India, donde la población consume menos de 200 kg de cereal por persona y casi todo su consumo es en forma directa, dejando muy poco para la conversión en proteína animal.

    Más allá de esto, los propietarios de los 910 millones de automóviles en el mundo, quieren mantener su movilidad, y la mayoría de ellos no están particularmente preocupados por la procedencia del combustible que utilizan, si del petróleo o de los campos de trigo. El significativo aumento del precio de la gasolina en 2005, que llegó a US$ 3 el galón, estimuló gigantescas inversiones en plantas para destilar etanol. Lo anterior aumentó el consumo anual de cereales en el mundo, de aproximadamente 20 millones de toneladas por año, a más de 40 millones de toneladas en 2007 y 2008. Se creó así una competencia sin precedentes por los cereales entre las personas y los automóviles.

    Regresando a las limitaciones en el suministro, la erosión del suelo actualmente disminuye en 30% la productividad de las tierras cultivables del mundo. Durante las últimas tres décadas, en países como Lesoto y Mongolia, se ha reducido la producción de cereales a la mitad o menos. Kazakstán, lugar de las tierras vírgenes soviéticas hace medio siglo, desde 1980 abandonó un 40% de sus plantaciones de cereales. Vastas tormentas de arena provenientes del Sub Sahara africano, el norte de China, occidente de Mongolia y Asia central, nos recuerdan que la pérdida de la capa vegetal no solo continúa sino que se expande.

    En contraste con la pérdida de capa vegetal, que se inicia con la primera siembra de trigo y cebada, la reducción de las aguas subterráneas es históricamente más reciente, porque la mengua de la capacidad en los acuíferos se ha dado desde hace pocas décadas. Como resultado, las aguas subterráneas ahora disminuyen en países que, en forma conjunta, albergan la mitad de la población mundial. En la medida que la sobre explotación aumenta y la depredación de los acuíferos continúa, las reservas de agua se agotan. Arabia Saudita anunció que, debido a que su mayor acuífero, un acuífero fósil (que no se recarga) está completamente depredado, no estará en capacidad de producir más trigo a partir del año 2016. Un estudio del Banco Mundial establece que 175 millones de personas en India están siendo alimentadas gracias a la sobreexplotación de los acuíferos. En China, este problema afecta a 130 millones de personas.

    El cambio climático también afecta la seguridad alimenticia. Después de cierto punto en el aumento en las temperaturas, se reduce la producción de cultivos. Por cada aumento de un grado Celsius en la temperatura promedio, durante la etapa de crecimiento, los agricultores pueden esperar el 10% de disminución en la producción de trigo, arroz y maíz. Desde 1970, el promedio de temperatura en la superficie de la Tierra ha aumentado en 0.6 grados Celsius, aproximadamente 1 grado Fahrenheit. El Panel Intergubernamental de Cambio Climático, proyecta que las temperaturas aumentarán hasta 6 grados Celsius, 11 grados Fahrenheit durante este siglo.¹⁰

    A medida que las temperaturas de la Tierra aumentan, los glaciares de las montañas se derretirán en todo el mundo. En ningún otro lugar lo anterior es de mayor preocupación que en Asia. Es el hielo derretido de los glaciares en el Himalaya y en las planicies del Tíbet, el que alimenta la mayoría de los ríos en India y China y los sistemas de riego que dependen de ellos durante las estaciones secas. En Asia, tanto los campos de trigo como los de arroz dependen de estas aguas. China es el líder mundial productor de trigo, seguido de India y Estados Unidos. Los dos primeros países también tienen la mayor producción de arroz. Cualquier cosa que suceda en las cosechas de trigo y arroz de estos gigantes en población, afecta los precios de los alimentos en todo el mundo. De hecho, los derretimientos proyectados en los glaciares, de los cuales estos dos países dependen, representan la más grande amenaza de la seguridad alimentaria que la humanidad haya podido enfrentar.¹¹

    De acuerdo con la más reciente información sobre el derretimiento acelerado de las capas de hielo en Groenlandia y la Antártida occidental, el derretimiento de hielo, combinado con la expansión térmica de los océanos, puede aumentar el nivel del mar hasta en 6 pies durante este siglo. Todos los deltas de los ríos en Asia, están amenazados por el derretimiento de capas de hielo. Tres (3) pies de aumento en el nivel del mar, pueden devastar la cosecha de arroz en el delta del río Mekong, que produce más de la mitad del arroz de Vietnam, el segundo exportador mundial de arroz. Un mapa del Banco Mundial, muestra que 3 pies de aumento en el nivel del mar podrían inundar la mitad de los cultivos de arroz en Bangladesh, donde habitan 160 millones de personas. El destino de cientos de millones de personas que dependen de las cosechas de arroz, en los deltas de los ríos y en las planicies de Asia, está estrictamente ligado a la suerte de estas capas de hielo.¹²

    En la medida que aumentó la presión sobre los alimentos producidos en la tierra después de la Segunda Guerra Mundial, la humanidad miró hacia los océanos en busca de proteína animal. De 1950 a 1996, la pesca aumentó de 19 millones a 94 millones de toneladas. Posteriormente, este crecimiento se detuvo. Hemos llegado a los límites de los océanos antes que a aquellos de la tierra. Desde 1996, el crecimiento en el suministro mundial de comida de mar, proviene de piscifactorías. La creciente espiral de demanda por comida para los peces, principalmente en forma de proteína de soya y cereales, está intensificando la presión sobre los recursos del suelo y del agua.¹³

    El avance de los desiertos, como resultado del sobrepastoreo, el sobrearado y la deforestación, está invadiendo las tierras cultivables en el Sahara africano, el Medio Oriente, Asia central y China. El avance del desierto en el norte y occidente de China, está forzando a abandonar en forma total o parcial cerca de 24.000 poblaciones y las tierras antes cultivables que se encuentran alrededor de ellas. En África, el Sahara se mueve hacia el sur, invadiendo tierras cultivables en Nigeria. Igualmente se mueve hacia el norte, invadiendo cultivos de trigo en Argelia y Marruecos. ¹⁴

    Los campesinos están perdiendo tierras cultivables y aguas para riego que se destinan a usos no agrícolas. La conversión de tierras cultivables hacia otros usos es grande en China, India y Estados Unidos. China, con la masiva construcción industrial y residencial y la pavimentación de carreteras, autopistas y parqueaderos para su creciente flota de automóviles, se puede convertir en el líder mundial de la pérdida de tierras cultivables. En Estados Unidos, la expansión de los suburbios consume gran cantidad de tierras cultivables.

    Sin agua adicional disponible en muchos países, la creciente demanda en las ciudades sólo se puede satisfacer utilizando la destinada al riego de los agricultores. Miles de agricultores en la sedienta California, encuentran más rentable vender sus aguas para riego a Los Ángeles y San Diego y dejar su tierra ociosa. En India, las pequeñas poblaciones están vendiendo el agua de riego de sus pozos a las poblaciones vecinas. Los agricultores chinos pierden agua para riego por el rápido crecimiento de sus ciudades.¹⁵

    La perspectiva en el futuro es la disminución del uso del petróleo, bien sea como resultado del declive en su producción o por los esfuerzos para reducir las emisiones de carbono, o más por la combinación de estas dos. El hecho de haberse triplicado la cosecha mundial de granos durante el último medio siglo, está estrechamente ligado al petróleo. Hoy en día se usa el petróleo en forma prominente en la economía del campo en el arado, el riego y para recoger las cosechas. Una vez la producción de petróleo disminuya, los países competirán por su suministro escaso, tratando de mantener su producción agrícola a niveles altos. Fue relativamente fácil expandir la producción mundial de alimentos cuando el petróleo era barato y abundante. Será más difícil hacerlo cuando el precio del petróleo aumente y su suministro disminuya.¹⁶

    No obstante la creciente necesidad de nuevas tecnologías para aumentar la producción, el atraso en el uso de las mismas se está superando. En países con una agricultura más avanzada, los agricultores están usando las tecnologías disponibles para aumentar la productividad del suelo. Los científicos de la agricultura no han encontrado nuevas formas para aumentar la productividad. En Japón, el primer país en desarrollar un programa de aumento sostenido en la producción de cereales por hectárea, ésta se ha estabilizado, con muy poco aumento durante los últimos 14 años. En China, el rápido aumento de la producción de arroz, ahora es cosa del pasado. Tanto en Francia como en Egipto, la producción de trigo que se encuentra entre las más altas del mundo, se ha estabilizado durante la última década. Para el mundo en su conjunto el aumento de la productividad de la tierra descendió del 2.1% al año de 1950 a 1990 a 1.3% de 1990 a 2008.¹⁷

    Algunos comentaristas señalan que los cultivos genéticamente modificados son la solución a este predicamento. Infortunadamente, los cereales genéticamente modificados no han aumentado su producción, ni se espera que lo hagan. Los científicos, utilizando técnicas convencionales de reproducción de las plantas, ya han explorado la mayoría del potencial genético para aumentar la producción de los cultivos.¹⁸

    En resumen, a medida que se llega a los límites inherentes a la eficiencia de la fotosíntesis, cada vez es más difícil lograr avances científicos para aumentar las cosechas. Estos límites establecen el límite máximo de la productividad biológica de la tierra, que finalmente determinará su capacidad para atender las necesidades de la humanidad.¹⁹

    Los intentos de los agricultores del mundo por expandir sus cosechas, utilizando los avances tecnológicos, son contrarrestados por las tendencias negativas que afectan la producción. La pregunta ahora es, ¿los daños ambientales podrían, en algún punto, contrarrestar totalmente las ganancias obtenidas por los avances tecnológicos, como ya ha sucedido en Arabia Saudita y Yemen, donde la escasez de agua disminuye la cosecha de cereales, o en Lesoto y Mongolia, donde la erosión del suelo reduce la producción?²⁰

    Por ahora la pregunta no es si la producción mundial de cereales continuará en expansión, sino si esta expansión será lo bastante rápida para responder a la continua demanda.

    Desarrollar la actividad económica en la forma usual, no es una opción viable. La seguridad alimentaria se deteriorará en el futuro, a menos que los países líderes, en forma colectiva se movilicen para estabilizar la población, el clima, los acuíferos, conservar los suelos, proteger las tierras cultivables y restringir el uso de cereales para producir combustibles para vehículos.

    Surgimiento de políticas para la seguridad alimentaria

    A medida que la seguridad alimentaria del mundo se deteriora, emerge una peligrosa geopolítica de escasez de alimentos, en la cual los países individualmente considerados actúan en su propio interés, reforzando las tendencias negativas. Lo anterior comenzó a finales de 2007, cuando países exportadores de trigo como Rusia y Argentina, limitaron o prohibieron las exportaciones, en un intento de controlar el aumento doméstico de los precios de los alimentos. Por la misma razón, Vietnam prohibió la exportación de arroz por varios meses. Igualmente, muchos pequeños exportadores prohibieron o restringieron las exportaciones. En tanto que estas medidas dan garantía a aquellos que viven en los países exportadores, crean pánico en los países importadores de cereal.²¹

    En este punto, y en la medida que los precios de los cereales y la soya se triplicaron, los gobiernos de los países importadores se dieron cuenta que no podían confiar en el mercado para satisfacer sus necesidades. En respuesta, algunos países trataron de establecer acuerdos bilaterales de comercio de largo plazo, que garantizaran el futuro suministro de cereales. Filipinas, un país importador líder, negoció un acuerdo a tres años con Vietnam para garantizar anualmente 1.5 millones de toneladas de arroz. Una delegación de Yemen, país que actualmente importa la mayoría de su trigo, viajó a Australia con la esperanza de negociar un acuerdo de largo plazo para la importación de trigo. Egipto logró un acuerdo a largo plazo con Rusia para el suministro anual de más de 3 millones de toneladas de este cereal. Otros importadores buscan acuerdos similares, pero en un mercado de vendedores, pocos han sido exitosos.²²

    La dificultad para negociar acuerdos a largo plazo, está acompañada de un nuevo género de respuestas entre los países ricos importadores de alimentos, quienes están buscando la compra o arriendo por largos periodos, de extensas áreas de tierras en otros países. A medida que se reduce el suministro de alimentos, somos testigos de una búsqueda sin precedentes de tierras, que va más allá de las fronteras nacionales. Libia, que importa el 90% de sus cereales, preocupada por el suministro de estos productos, fue la primera en buscar tierras más allá de sus fronteras. Después de más de un año de negociaciones, logró un acuerdo de 100.000 hectáreas de tierra (250.000 acres) en Ucrania, para cultivar trigo. Esta adquisición de tierras es típica, dentro de la nueva geopolítica de los alimentos.²³

    Sorprende el gran número de acuerdos para adquisición de tierras que han sido negociados o que están en proceso de negociación. El International Foot Policy Research Institute (IFPRI) ha recopilado una lista de cerca de 50 acuerdos, basado principalmente en la revisión de reportes de prensa a nivel mundial. Dado que no hay un registro oficial de estas transacciones, no se conoce con certeza el número de acuerdos que existen. Tampoco nadie conoce cuántos eventualmente habrá. Esta adquisición masiva de tierras para producir alimentos en otros países, es uno de los grandes experimentos geopolíticos hasta ahora realizados.²⁴

    El papel de los gobiernos en estas adquisiciones varía. En algunos casos, corporaciones de propiedad del gobierno adquieren las tierras; en otros, son entidades privadas las compradoras, con el gobierno de su país, que utilizan contactos diplomáticos para lograr un acuerdo favorable a los inversionistas.

    Los países que adquieren tierras son principalmente aquellos cuya población ha excedido el límite de sus recursos de agua y tierra. Entre ellos se encuentra Arabia Saudita, Corea del Sur, China, Kuwait, Libia, India, Egipto, Jordán, Emiratos Árabes Unidos y Qatar. Arabia Saudita busca comprar o arrendar tierras en por lo menos 11 países incluyendo Etiopia, Turquía, Ucrania, Sudán, Kazajstán, las Filipinas, Vietnam y Brasil.²⁵

    En contraste, los países que venden o arriendan sus tierras son, con frecuencia, aquellos con bajos ingresos y, en la mayoría de los casos, con una situación crónica de hambre y malnutrición. Algunos dependen del Programa Mundial de Alimentos (World Food Programme WFP) para atender parte de sus necesidades. El Financial Times reportó, en marzo de 2009, que los Sauditas celebraron la llegada de su primer barco con arroz, producido en tierras que habían adquirido en Etiopia, un país donde la WFP trabaja para alimentar a 4.6 millones de personas. Otro lugar donde se están haciendo significativas adquisiciones para los Sauditas y para muchos otros países importadores de cereales, es Sudán, irónicamente un país donde la WFP ha hecho un gran esfuerzo para combatir la hambruna.²⁶

    Indonesia acordó entregar a inversionistas Sauditas, acceso a 2 millones de hectáreas de tierra (4.9 millones de acres), la mayoría de ellas para cultivar arroz. El grupo saudita Binladin, estuvo negociando el desarrollo de 500.000 hectáreas de tierra, para la producción de arroz en la provincia indonesa de Papúa, pero este acuerdo aparentemente está suspendido por limitaciones financieras.²⁷

    China sobresale por el significativo tamaño de sus inversiones. La firma china aseguró derechos sobre 2. 8 millones de hectáreas (6.9 millones de acres), en la República Democrática del Congo, para producir aceite de palma, el cual puede ser utilizado para cocinar o para producir biodiesel. Esto nos indica como la competencia entre los alimentos y los combustibles también se está dando en la adquisición de tierras. Lo anterior se compara con los 1.9 millones de hectáreas utilizadas para producir maíz, principal alimento para los 66 millones de habitantes del Congo. Al igual que Etiopía y Sudán, el Congo también depende de la ayuda de la WFP. China igualmente negocia 2 millones de hectáreas en Zambia, para producir jatrofa y aceite de canola. Entre otros países en los cuales China adquirió tierras o planea hacerlo, se encuentran Australia, Rusia, Brasil, Kazajstán, Myanmar y Mozambique.²⁸

    Corea del Sur, líder en la importación de maíz, es un importante inversionista en muchos países. Con acuerdos firmados para 690.000 hectáreas de tierra (1.7 millones de acres) en Sudán para cultivar trigo, Corea del Sur es uno de los líderes en esta competencia para garantizar la seguridad alimentaria. Esta adquisición de tierras es cercana a las tres cuartas partes de las áreas utilizadas actualmente en Corea del Sur, de 930.000 hectáreas para producir arroz, su principal alimento. Los coreanos también están buscando tierras en el lejano este de Rusia, donde proyectan cultivar maíz y soya.²⁹

    Una característica de la adquisición de tierras, es que implica la adquisición de agua. Cuando las tierras reciben agua, producto de la lluvia o del riego, significa que están tomando recursos acuíferos que pertenecen al país donde se encuentran ubicadas. La adquisición de tierras en Sudán que reciben agua del Nilo, río cuya capacidad está totalmente utilizada como recurso, significa que Egipto recibirá menos agua, haciendo a este país aun más dependiente de la importación de granos.³⁰

    La adquisición bilateral de tierras presenta muchos interrogantes. Para comenzar, las negociaciones y los acuerdos a que se llegan no son transparentes. Lo común es que solo un reducido número de miembros de los gobiernos están involucrados y los términos son confidenciales. Muchas de las partes interesadas –como los agricultores–, no están presentes en el momento de la negociación y no conocen los términos del acuerdo, sino después de que éste ha sido firmado. Dado que hay pocas tierras productivas ociosas en los países donde los terrenos son arrendados o comprados, los acuerdos simplemente significan que muchos agricultores locales van a ser desplazados. Sus tierras pueden ser confiscadas o compradas a un precio que ellos no están en capacidad de negociar. Lo anterior explica el malestar y la hostilidad que se crea dentro del país donde se encuentran las tierras negociadas.

    China, por ejemplo, firmó un acuerdo con el gobierno de Filipinas para arrendar más de 1 millón de hectáreas de tierra, para producir alimentos que enviará a su país. Una vez se conoció el acuerdo, las protestas de la opinión pública, especialmente de los agricultores filipinos, forzaron al gobierno a suspenderlo. Una situación similar se vivió en Madagascar, donde la firma Daewoo logistics de Corea del Sur, compró derechos sobre más de 1 millón de hectáreas, área equivalente a la mitad del tamaño del Bélgica, pero la presión a nivel político llevó a cambios en el gobierno y a la cancelación del acuerdo. China también encontró oposición a la pretendida adquisición de 2 millones de hectáreas en Zambia.³¹

    Esta nueva forma de lograr la seguridad alimentaria, presenta interrogantes sobre sus efectos en el empleo. Por lo menos China y Corea del Sur planean llevar, en algunos casos, a sus propios trabajadores. Más allá de esto, ¿es la introducción de una actividad comercial a gran escala altamente mecanizada, lo requerido por un país receptor que tiene un gran desempleo?³²

    Si los precios de los alimentos aumentan en el país anfitrión, ¿el país inversionista estará en capacidad de retirar su producción en las áreas adquiridas?, o ¿tendrá que contratar fuerzas de seguridad para garantizar que su producción pueda ser llevada a su país? Alertado sobre este problema potencial, el gobierno de Pakistán, que trata de vender o de arrendar 400.000 hectáreas, ofrece suministrar una fuerza de seguridad de 100.000 hombres para proteger la tierra y los activos del inversionista. ¿A quién será que estas fuerzas de seguridad le están protegiendo sus activos? ¿Será a la población de Pakistán que padece de hambre? ¿O quizá a los agricultores cuyas tierras les fueron confiscadas para hacer una venta masiva a los inversionistas? ¿Qué sucederá con los agricultores cuyas tierras fueron confiscadas para hacer una venta masiva? ³³

    Otro tema de preocupación de muchas de estas inversiones, es que se llevan a cabo en países como Indonesia, Brasil y la República Democrática del Congo, donde expandir las tierras cultivables significa talar el bosque tropical, que secuestra grandes cantidades de dióxido de carbono. Lo anterior puede incrementar en forma significativa las emisiones globales de carbono, aumentando las amenazas del clima o la seguridad alimentaria mundial. El gobierno de Japón, el IFPRI y otros organismos, han sugerido la necesidad de un código para las inversiones que regule los acuerdos de adquisición de tierras. Un código que respete los derechos de las personas que viven en los países donde se hacen estas adquisiciones, así como los derechos de los inversionistas. El Banco Mundial, la Organización Mundial para los Alimentos y la Agricultura de Naciones Unidas y la Unión Africana, están trabajando en borradores de códigos de conducta.³⁴

    La creciente inseguridad alimentaria está llevando a una nueva geopolítica de escasez de alimentos, en la cual la competencia por los recursos del agua y la tierra va más allá de las fronteras nacionales. La mayoría de las adquisiciones se da en países con hambre y con escasez de tierra, dejando menos áreas para producir alimentos para sus habitantes. El riesgo es que esto aumentará el hambre y la inestabilidad política, llevando a que haya más Estados fallidos.

    Ningún país es inmune a los efectos de la escasez mundial en el suministro de alimentos, ni aun Estados Unidos. Por ejemplo, si China busca en el mercado mundial grandes cantidades de cereales –como recientemente lo ha hecho para la soya–, necesariamente tendrá que mirar a Estados Unidos que domina la exportación mundial de estos productos. Para los consumidores americanos, la posibilidad de competir por su cosecha de cereales con 1.300 millones de consumidores chinos, con cada vez mayores ingresos, es un escenario muy preocupante.³⁵

    Tal situación será una alternativa para Estados Unidos, que tendrá que restringir sus exportaciones, como de hecho lo hizo, por ejemplo, con los cereales y la soya en los años 70, cuando hubo una significativa alza en los precios de los alimentos. Pero esto no es una opción con China, país a quien le debe un billón de dólares. Con frecuencia, China es el comprador internacional líder, en las ofertas mensuales de títulos del tesoro de Estados Unidos, las cuales financian el creciente déficit fiscal de este país. En efecto, China se ha convertido en el banco de Estados Unidos. Gústenos o no los consumidores de Estados Unidos tendrán que compartir sus cereales con los consumidores chinos, independientemente de qué tanto aumenten los precios. ³⁶

    Nuestra economía global Ponzi (esquema piramidal)

    El mal manejo de la economía mundial, tiene muchas características de un esquema Ponzi. Este modelo recibe contribuciones de un gran número de inversionistas y usa estos dineros para pagar los rendimientos de las correspondientes inversiones. Lo anterior crea la ilusión de generar una alta tasa de retorno sobre los dineros invertidos, como resultado de una sabia inversión, cuando de hecho estos altos ingresos son el resultado de consumir parte de los activos invertidos. Este escenario de inversión puede durar tanto como lo permita el nuevo flujo de inversiones, y ser suficiente para mantener los altos rendimientos que se pagan. Cuando esto no es posible por más tiempo, el esquema colapsa, como le sucedió al fondo de inversiones de Bernard Madoff, por valor de 65.000 millones de dólares en diciembre de 2008.³⁷

    No obstante el funcionamiento de la economía global actual y el modelo Ponzi no son completamente análogos, hay muchas similitudes preocupantes. Hacia 1950, la economía mundial vivía más o menos dentro de sus capacidades y consumía solamente la producción sostenible, de acuerdo con la capacidad del sistema natural que la soportaba. Posteriormente, al duplicarse la economía y duplicarse los ingresos en forma sucesiva hasta en ocho veces, se comenzó una producción insostenible y un consumo de los activos que la soportaban. En 2002, un estudio publicado por la U.S. National Academy of Sciences, un grupo de científicos liderado por Mathis Wackernagel, concluyó que la demanda colectiva de la humanidad había superado la capacidad regenerativa de la tierra alrededor del año 1980. Para el año 2009, la demanda global excedió la capacidad de producción sostenible del sistema natural en cerca del 30%. Lo anterior significa que estamos atendiendo parte de la demanda actual consumiendo los recursos naturales de la tierra mas allá de su capacidad de regeneración; en consecuencia, estamos creando un escenario para un eventual colapso de naturaleza Ponzi, cuando estos activos se agoten.³⁸

    Para mediados de 2009, casi la mayoría de acuíferos del mundo se encontraban sobreexplotados. Tenemos más agua para riego que antes que comenzara la sobre explotación, típico escenario Ponzi. Tenemos la sensación de que hay un muy buen desempeño en la agricultura, pero la realidad es que hoy en día cerca de 400 millones de personas están siendo alimentadas gracias a las sobreexplotación de los recursos, un proceso que, por definición, solo puede durar corto tiempo. La depredación de los acuíferos, está generando una burbuja de producción de alimentos que está a punto de explotar.³⁹

    Una situación similar existe con el derretimiento de los glaciares y las montañas. Cuando los glaciares se comienzan a derretir, el flujo de agua en los ríos y en los canales de riego que éstos alimentan, son más abundantes que antes que el derretimiento se iniciara. Pero después de cierto punto los pequeños glaciares desaparecen, los grandes disminuyen y la cantidad de hielo derretido disminuye, así como el flujo de los ríos. Con lo anterior tenemos ya dos escenarios Ponzi que afectan la agricultura, originados en el agua.

    Hay muchos escenarios similares. En la medida que la población humana y de semovientes crece en forma más o menos rápida, la creciente demanda por forraje, eventualmente excederá la producción sostenible de las praderas. El deterioro de los pastos deja la tierra pelada, propiciando que se convierta en desierto. En algún punto, los rebaños también colapsarán. En

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