LA VOZ OFICIAL
En medio de un repunte negacionista que recorre de Estados Unidos a Brasil atravesando Europa; cuando las cotas de contaminación alcanzan niveles preocupantes en ciudades como Pekín, Abu Dabi, El Cairo o Madrid, y mientras la pérdida de óxigeno de los océanos amenza a las especies marinas se alza en nuestro país la figura de Teresa Ribera (Madrid, 1969).
Pocos saben que en 2004, cuando aún eran pocos los que hablaban de emisiones de CO , combustibles fósiles, deshielo o deforestación, esta jurista y profesora universitaria fue llamada a dirigir la Oficina Española de Cambio Climático y, cuatro años después, José Luis Rodríguez Zapatero la nombró secretaria de Estado para esta materia. Miembro destacado de diferentes consejos asesores internacionales, en junio de 2018 Pedro Sánchez la llamó a filas para impulsar uno de los retos más importantes (y difíciles) de la sociedad actual, la Ley de Cambio Climático y Transición Energética. Promovió e intensificó la descarbonización, alcanzando el actual presidente del Gobierno la mantuvo en su cargo de ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y la nombró vicepresidenta cuarta, insuflando así esperanza para aquellos que pensamos que puede (y debe) existir un planeta mejor. Entre sus medidas prioritarias: la modificación de la Ley de Costas, la gestión del agua y la protección del litoral, la despoblación o la constitución de la Asamblea Ciudadana por el Clima.
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