SOLO UN PAR DE AÑOS DESPUÉS DE QUE EL PRECIO DEL PETRÓLEO CAYERA POR DEBAJO DE LOS US$ O POR POCO TIEMPO, LA POLVORIENTA Y SOFOCANTE MIDLAND, EN TEXAS, VOLVIÓ A SER UNA PRÓSPERA CIUDAD.
Los hoteles están a plena capacidad y hay un 50% más de plataformas por los campos que rodean la ciudad del oeste de Texas, de 140.000 habitantes, gracias a que el precio del barril de petróleo superó los US$ 100. El café Black Rifle Cofíee (como un Starbucks para los aficionados a las armas) está muy concurrido y la espera para conseguir una mesa en Chuy’s Tex-Mex es de casi dos horas. Dentro del edificio de 60.000 m2 donde funcionan las oficinas centrales de CrownQuest Operating, en Midland, Tim Dunn, su CEO, vestido con jeans, zapatillas y una remera de golf, se ve muy relajado. Está rodeado por sus tres hijos, que trabajan para la compañía familiar: Wally, de 35 años, es geólogo; Luke, de 42, es director de Ingeniería y Operaciones; el más grande, Lee, de 43, se ocupa del desarrollo de negocios. Es un entorno cálido –los cuatro tienen la costumbre de terminar la oración que empieza alguno de los otros–, pero cuando se trata de evaluar los mercados energéticos, papá Dunn brinda poco consuelo: “El petróleo va a estar más caro. Estamos llegando al final del punto en el que podemos seguir aumentando el suministro”.
Sin embargo, nadie puede culpar a Dunn por la escasez actual de petróleo. Este hombre de 66 años, que se pasó la vida trabajando en los yacimientos petrolíferos de Midland y alrededores, no dejó nunca de realizar perforaciones, de explorar. Desde fines de 2019, CrownRock, dueño de los pozos operados por CrownQuest, duplicó su