El investigador Brent Seales, de la Universidad de Kentucky, quería recuperar el contenido de decenas de papiros de una villa de Herculano abrasada por la lava del Vesubio en el año 79 de nuestra era. Los papiros, pertenecientes a la biblioteca de la villa del filósofo epicúreo Filodemo, estaban carbonizados. Por eso, apenas se habían manipulado desde que los arqueólogos los desenterraron en el siglo xviii, gracias al patrocinio de Carlos III. No se podía descartar que incluyeran obras enteras de la Antigüedad que se consideraban perdidas. Las autoridades cristianas medievales no trataron bien a los epicúreos, ni a otras escuelas clásicas de pensamiento con las que discrepaban, y mutilaron o destruyeron muchos de sus textos.
Seales sabía que volver legibles aquellos pergaminos, seguramente, haría historia. Recurrió, por ello, a unas avanzadas técnicas de escaneo digital como las que le ayudaron a descifrar parte del contenido de